¿Qué está pasando en Yemen?

NÚRIA SEGURA INSA

No se puede entender el conflicto del Yemen sin saber lo que pasa en la región. El Yemen como en Siria es donde las grandes potencias árabes se juegan su influencia a nivel mundial. En el Islam hay dos corrientes religiosas enfrentadas desde el siglo XVI, los sunitas contra los chiítas. La gran mayoría de musulmanes, alrededor del 85% son sunitas, mientras que el 15% restante sería chiíta. Las diferencias entre ellos vienen desde el año 632, tras la muerte de Mahoma. Los primeros consideraron que su sucesor tenía que ser alguien de la misma tribu que el profeta, mientras que los segundos argumentaban que había de ser una persona de su sangre y, en concreto, Ali, primo y cuñado de Mahoma. Esto dividió para siempre el Islam, y cada uno de los dos bandos construyó su propio modelo político y religioso.

Estas diferencias, ahora, han llegado más que nunca no solo a un plano político, sino también geoestratégico. Las grandes monarquías árabes, como Arabia Saudita, Qatar o Emiratos Árabes son sunitas; mientras que Irán, un país persa (no árabe), es una república chiíta. El presidente del gobierno sirio, Bachar al Asad, y el ejecutivo que dirige el país es alautia, una corriente dentro del chiísmo, por eso Damasco es el gran aliado de Teherán en la zona. Además, los grandes grupos terroristas yihadistas son sunitas como Al-Qaeda o Estado Islámico. Hasta ahora, la gran potencia hegemónica en la zona era Arabia Saudita, pero cada vez más Irán está ganando terreno. Así pues, tras la apariencia de la ideología religiosa, lo que realmente se esconde es un combate por el poder y la influencia en la región, una pelea que lideran Teherán y Riad.

Ahora bien, qué piezas del Juego de Tronos se juegan en Yemen. Este pequeño país, el más pobre del mundo árabe, se encuentra situado en un sitio muy estratégico. Hace frontera con Arabia Saudita, el primer exportador de petróleo del mundo. Además, está en un enclave entre el golfo del Adén y el mar Rojo, es decir, una salida al mar por donde transportar las mercancías.

El Yemen, que se unificó en 1990, vive sumergido prácticamente en una guerra constante que ha provocado que sea considerado un estado fallido. La República Árabe del Yemen (el norte del país) se independizó del Imperio Otomano en 1918. El sur, conocido como la República Democrática del Yemen, tardó más, se separó del Reino Unido en 1967. Pero tras la unificación de las dos partes, el país tampoco encontró la paz. El sur se quería independizar, lo que conllevó una larga guerra civil que se prolongó de 1994 a 2000, cuando se delimitaron las fronteras con Arabia Saudita.

Ahora bien, Yemen vuelve a vivir sumergido en un conflicto permanente. En el sur el estado prácticamente no tiene ninguna influencia, ya que está bajo el control de Al-Qaeda. De hecho, Estados Unidos realiza bombardeos sorpresa en esta zona para intentar acabar con el grupo yihadista. En el norte la situación también es complicada. Hasta 1962 y durante más de mil años, el país fue controlado por los hutíes, una corriente del chiísmo. Ahora, representan un tercio de este país de 25 millones de habitantes de mayoría sunita y consideran que desde el gobierno se les ha discriminado. Por eso, desde 2004, las tensiones entre hutíes y el las fuerzas estatales han sido constantes. El principal feudo de los hutíes es la provincia de Saada, que controlan desde el 2010.

Las repercusiones de la Primavera Árabe yemenita

La primera revuelta de los huties, fue en 2004, pero el gobierno apoyado por fuerzas de Arabia Saudita sofocó la rebelión. Cinco años después, en 2009, se volvió a repetir la situación, los hutíes se volvieron a enfrentar al gobierno de Saná que volvió a vencer con el apoyo de Riad y la guerra se prolongo hasta febrero 2010.

En el 2011, el grupo chiíta se unió a la primavera árabe con la esperanza de poder ver su situación mejorada. Este movimiento civil consiguió que renunciara el entonces presidente Ali Abdalá Saleh, un cargo que ocupó durante doce años. Saleh estaba acostumbrado al poder. Desde 1978 hasta la unificación, 1990, fue el presidente del norte del Yemen y con la unión pasó a liderar todo el país.

Cuando Saleh dejó el poder y se fue a Riad, dejó como sucesor a Abdo Rabbuh Mansur Haidi, quien anunció que haría una nueva Constitución y convocaría elecciones legislativas y presidenciales para el 2014. El fracaso de las negociaciones entre las diferentes partes, así como una subida en los precios de los carburantes propiciaron que en agosto de 2014 los hutíes volvieran a movilizar contra el Ejecutivo y a desplegarse por Saná con la finalidad de presionar al gobierno. Un mes después, irrumpieron en la capital y en pocos días se hicieron con el control de gran número de las instalaciones militares y gubernamentales.

La ONU intervino en el país y consiguió que gobierno y hutíes alcanzaran un acuerdo, lo que llevó a que el primer ministro Mohamed Salem Basandawa renunciara al cargo, con la finalidad de buscar un gobierno de consenso, mientras que los hutíes se debían de retirar de las dependencias gubernamentales que habían ocupado y se eligió a personas de este movimiento en altos cargos del estado. Pero las tensiones ya estaban servidas, los hutíes no se retiraron, sino que más bien expandieron su área de influencia, mientras que el gobierno no escuchó los reclamos de los rebeldes.

Y ahora, ¿en qué punto estamos?

A partir de entonces, las milicias hutíes fueron avanzando por el norte del país hasta tal punto, que el presidente Haidi abandonó la capital, Saná, en febrero del 2015 y se refugió en la ciudad sureña de Adén. A finales de marzo, los rebeldes llegaron hasta las puertas de esta localidad y el 25 de marzo, el presidente yemenita marchó del país y se exilió en Riad. El día siguiente, 26 de marzo, una coalición internacional liderada por Arabia Saudita bombardea las posiciones de los rebeldes. Y pese a que el 21 de abril, Riad anunció que ponía fin a los ataques en el Yemen, la realidad es que sigue la intervención militar extranjera y el país sigue sumergido en el caos.

En julio, la coalición internacional logró que los rebeldes abandonaran Adén. Eso propició que el pasado 23 de septiembre, Haidi volviera a esta ciudad, cuyos vecinos se quejan no solo que faltan servicios básicos como electricidad o agua, sino también que vive sumergida en el caos porque está bajo el control de Al-Qaeda. Mientras esto sucedía, en Saná los rebeldes chiítas celebraban el año de la conquista de la ciudad.

Y es que en este país pequeño hay muchos intereses en juego. Arabia Saudita no quiere ver de vecino a su archienemigo chiíta, influenciado por Irán. Obviamente, Teherán ve la oportunidad de ganar un país más a su lado del tablero de juego, en el que está básicamente él, la débil Siria y el grupo armado libanés Hezbollah. Al-Qaeda ha convertido el Yemen en una de sus principales bases de operaciones y entrenamientos, por lo que lucha contra el gobierno por el control del sur, pero tampoco quiere que los chiítas, sus enemigos religiosos, controlen el país. Demasiadas piezas de una guerra por la influencia política internacional se juegan en el país más pobre del mundo árabe. Como siempre, las víctimas la población civil.

Nuria Segura es periodista especializada en política internacional. Escribe en @GSnotaftershave. @Nuriasein

Publicado en Beerderberg

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