“Prometemos no robar”, o cuando Eduardo Chibás inspiró a Fidel Castro

GUILLEM PURSALS

Durante la terrible dictadura de Gerardo Machado, Eduardo Chibás destacó como líder estudiantil opositor, llegando a ser condenado al exilio en 1932. Con el llamado golpe de los Sargentos de 1933 vuelve a Cuba, y siguió dentro del movimiento estudiantil denunciando la corrupción sistémica. En 1936 sube al poder Federico Laredo Bru, del Partido Revolucionario Cubano Auténtico, llamado popularmente “los Auténticos”. Y es entonces cuando Chibás conoce a Ramón Grau, quien llegaría a ser presidente de la república. En 1939, Laredo Bru abre el proceso constituyente para redactar una nueva Constitución Política, y en 1940 ésta entra en vigor. Se considera que la Constitución Política de Cuba de 1940 fue una de las más progresistas del momento.

Ese mismo año Batista gana las elecciones democráticamente como candidato de la izquierda socialista, y cuatro años después gana Grau San Martín las elecciones por “los Auténticos”. Y allí, en esas elecciones de 1944, es donde Eduardo Chibás entra a formar parte de la historia revolucionaria cubana. Ese año entra como senador por la provincia de La Habana por “los Auténticos”, denunciando la corrupción del anterior gobierno de Batista, y la mano blanda de Grau San Martín contra los corruptos de su gobierno. Un hecho que provocaría que en 1947 Chibás fundara el histórico Partido del Pueblo Cubano, llamados “los Ortodoxos” porque consideraba que “los Auténticos” se habían desviado de su causa, y vendido a los empresarios extranjeros. Y fue en ese año en el que se forma la Juventud Ortodoxa.

Los ortodoxos buscaban la independencia económica de Cuba, y que las decisiones respecto a Cuba las tomasen los cubanos, pasando a hacer oposición frontal a “los Auténticos” por vender la isla a los inversores extranjeros, minar los derechos y libertades de los cubanos y acabar con la riqueza de la isla, siendo ésta repartida entre los miembros del gobierno. Siendo necesaria una revolución democrática para combatir y acabar con todos ellos. Algunos ortodoxos destacados fueron Haydée Santamaría, Hugo Mir Laurencio, Huber Matos, Armando Hart, Fidel Castro y Abel Santamaría. Estos dos últimos, líderes importantes de la Juventud Ortodoxa.

En 1948 subió al poder Prío Socarrás, de los “Auténticos” también. Chibás se presentó por los “Ortodoxos”, pero perdió. En esa campaña electoral, siempre haría los mítines acompañado de una escoba, que utilizaría para simbolizar que barrería la corrupción y a los corruptos. Fue en este período cuando la retórica de Chibás alcanzó una popularidad sin límite en la política cubana. Ese mismo año, un día antes del traspaso de poderes, sucedió el “caso Alemán”, llamado así por el ministro de Educación José Manuel Alemán. El ministro robó, según se afirmó en el momento, 300 millones de dólares del Tesoro de la República, organizando un convoy de camiones para llevarse el dinero. Ese mismo día el ministro Alemán cogió un avión, con 197 millones de dólares en efectivo a bordo, rumbo a Estados Unidos, sin existir ninguna ley que no permitiera la entrada de efectivo al país.

En la oposición, en 1949 Chibás denuncia al gobierno de Prío Socarrás y al Tribunal Supremo por venderse a la Cuban Electric Company, dejándole hacer lo que quiera a cambio de comisiones. Lo encerraron en prisión por calumnias contra el gobierno. «Es un honor ir a la cárcel por defender al pueblo cubano» dicen que declaró al darse a conocer la sentencia. En 1950 denunció a los “Auténticos”, a Grau San Martín, a Prío Socarrás, a todos los altos funcionarios del gobierno, demostrando que él no se equivocaba al decir que el gobierno estaba lleno de corruptos y “vendepatrias” cuando dijo que todos eran cómplices de José Manuel Alemán y su robo. Incluso a militares como Fulgencio Batista por cómplice.

Chibás con sus lemas políticos de “Prometemos no robar” o “Vergüenza contra Dinero” se convirtió en el político más popular de Cuba, siendo el favorito para las elecciones de 1952. Sus ideales eran concretos: Cuba en manos de los cubanos, transparencia institucional, contundencia contra la corrupción y poner fin a la influencia de los cárteles de Estados Unidos en la isla.

En 1950 cambió todo. Las pruebas del caso Alemán, que tanto denunció, desaparecieron. Todos los denunciados fueron absueltos por falta de pruebas. Aun así, desde su programa de radio dominical “Al Aire”, siguió denunciando que la falta de pruebas no era sinónima de que aquello no hubiera existido, porque la corrupción era un hecho visible en los gobiernos de Prío Socarrás, y de Grau San Martín.

En 1951 las encuestas que hacía la revista Bohemia lo situaban diez puntos por encima del resto de candidatos, incluso un memorándum de la embajada de los Estados Unidos lo sitúa como el favorito entre los cubanos para ganar las siguientes elecciones. Pero entonces llega la tragedia. El cinco de agosto de 1951, empieza su discurso dominical en el radio llamado “el último aldabonazo”. Y en el que después de pronunciar: “¡Por la independencia económica, la libertad política y la justicia social! ¡A barrer a los ladrones del gobierno! ¡Vergüenza contra dinero! ¡Pueblo de Cuba, levántate y anda! ¡Pueblo cubano, despierta! ¡Este es el último aldabonazo!” se disparó en directo, muriendo seis días después. Más de un millón de personas fueron al funeral.

Siete meses después, Fulgencio Batista no dejó celebrar las elecciones, y dio un golpe de Estado contra Prío Socarrás. Frente a esta vulneración constitucional, contraria a todo orden jurídico, dos miembros de la Juventud Ortodoxa, facción juvenil del Partido Ortodoxo de Chibás, llamaron a la organización y a la resistencia para restablecer la Constitución Política de 1940. Y el 26 de Julio de 1953, Fidel Castro y Abel Santamaría dirigen el asalto al Cuartel Moncada, sembrándose así el germen de la Revolución Cubana que acabaría derrocando a Fulgencio Batista en 1959.

 

Guillem Pursals es Politólogo y Máster en Seguridad. Analista de Relaciones Internacionales y Conflictos (@GPursals ‏)