Platón, la filosofía política como búsqueda de la verdad

SEBASTIÁN F. MORO TORNESE

Platón es uno de los fundadores de la filosofía occidental. Su obra ha sido uno de los primeros análisis teóricos de la vida en sociedad y ha tenido permanente influencia en el pensamiento político posterior. Platón fue uno de los primeros filósofos en reflexionar acerca de la naturaleza del estado, sobre las formas de gobierno y las diferentes posibilidades de organización de la sociedad, como puede verse en sus más famosos diálogos políticos, La República, Las Leyes, El Político, y además por su preocupación ético-política presente en toda su obra. Siguió los pasos de su maestro Sócrates en su interés por las cuestiones éticas y también por su afinidad con la escuela Pitagórica prestó atención a la relación entre el individuo, la sociedad y el universo, entendiendo la realidad como un todo interconectado. Platón vivió en una época en que la estructura social y la unidad de la polis griega comenzaban a desintegrarse por intereses enfrentados, cuando sofistas como Trasímaco (ver La República, 338c) aseguraban que la justicia es nada más que lo que conviene a la facción más fuerte y sus intereses. Contrariamente a los sofistas –que cobraban por sus enseñanzas y entrenaban a sus discípulos en el arte de influenciar con las palabras y tener éxito en la vida pública sin importar la verdad de sus aseveraciones, sino que con ellas buscaban un impacto emotivo para manipular a los demás–, Platón propuso que para definir lo que es la justicia y el mejor modo de gobierno es necesario desarrollar una ciencia política, una disciplina que presentará un conocimiento racional sobre estos problemas.

Según Platón, de la misma manera que la medicina o la arquitectura requieren la pericia de un experto, la política, entendida como una disciplina filosófica, necesita definir con precisión sus conceptos fundamentales de manera objetiva y organizarlos de manera sistemática, según el método que denominó dialéctica. La dialéctica se refiere a la realidad como un todo, por lo que la filosofía política no es entonces simplemente una pericia especializada en una parte fragmentaria de nuestra experiencia, sino que es una necesidad de todos y cada uno, para vivir en una comunidad, con una realidad compartida. Una sociedad bien organizada se basa, según Platón en la educación holística del intelecto, que tiene la capacidad de ver la conexión entre todas las cosas y hace posible una reflexión sobre nosotros mismos y nuestra sociedad, al ofrecernos la experiencia de un mundo en común, como también decía Heráclito, otro precursor de Platón.

Aun cuando se pueda estar en desacuerdo con las soluciones planteadas por Platón y el alcance o inclusividad de su propuesta que ha sido criticada por estar alejada de las personas, al haber presentado valores como la bondad y la justicia desde un punto de vista abstracto, como pertenecientes a un ámbito ideal o utópico, su propuesta sigue vigente y es válida especialmente en nuestra época en la que la verdad misma y la objetividad están siendo manipuladas por los grupos que corresponden al interés de los más fuertes o poderosos, con todo el aparato de propaganda y de manipulación de las redes sociales, fake news, etc., que es  completamente similar al modo de hacer política de los sofistas, que hoy en día correspondería a la sofística de consultoras al estilo de Cambridge Analytica. Lo que más caracteriza a los gobiernos que utilizan estos métodos es su distorsión de la realidad, su desprecio por los hechos y directamente la mentira presentada como verdad, utilizada para manipular las emociones más básicas, promoviendo el miedo y difundiendo sentimientos de supremacía egotista. Si bien se han utilizado nociones platónicas, tales como la de la “noble mentira” o la “mentira política”, especialmente en la versión de Leo Strauss como inspirador del neoconservadurismo, y las críticas de Platón a la democracia ateniense, han llevado a que se lo considerara como un enemigo de la sociedad abierta (Karl Popper) y como un defensor del autoritarismo. En realidad, la filosofía política de Platón, con su énfasis en la búsqueda de la verdad y su propuesta de un autoconocimiento transformador de la persona, en última instancia, puede inspirar un tipo de sociedad completamente diferente a la que propone el autoritarismo y la ultraderecha. Platón en su defensa de Sócrates, como la figura que para él era ejemplo de ser la persona más justa de su época, se oponía al culto de la fuerza bruta, al culto de la figura poderosa, y proponía otro tipo de características, las virtudes de la sabiduría y del intelecto. Además, el Platonismo, incluso a través de su discípulo Aristóteles, crítico a su vez del Platonismo, influenció a Atenas para ser una ciudad que se desarrolló como centro intelectual y cultural de la antigüedad. También se ha criticado a Platón por su elitismo aristocrático, y aunque esta crítica sea acertada, el elitismo puede redireccionarse como un esfuerzo aplicado para mejorarse a uno mismo, en vez de pensarlo en comparación con otros, y en el contexto social, puede ser considerado como una búsqueda de políticos y dirigentes que sean los mejores en cumplir su función, tal como se busca a los mejores médicos para realizar un diagnóstico y un tratamiento necesarios para conseguir curar y mantener la salud.

La búsqueda de Platón del bien común y él método filosófico del diálogo pueden llevarnos a un pluralismo que respete los diferentes puntos de vista para encontrar esa realidad común mencionada más arriba, especialmente en esta época en que se niegan la verdad y los hechos, desfigurándolos para dirigir de manera sofística los resultados electorales que llevan al culto fascista del bruto y de la fuerza, típico del caso de Trump en Estados Unidos y de Bolsonaro en Brasil, y otros ejemplos que puedan buscarse en Europa, etc.

Resumiendo, la dialéctica es una de las características más importantes del pensamiento de Platón aplicado a la política, y supone una forma de pluralismo filosófico que por medio del diálogo permite llegar a la realidad objetiva, buscando la verdad de las cosas más allá de los intereses particulares. Lo que se discute en La República es entonces un cuestionamiento de nuestras creencias más esenciales y nuestros prejuicios, y como dice Sócrates todo esto no se refiere a un tema trivial, sino “al modo de vida según el que deberíamos vivir” (352d). Por eso La República es uno de los primeros textos importantes sobre teoría política en su interacción con una teoría ética. Allí se dice que la justicia no puede ser, como quería Trasímaco, el interés del más fuerte que se impone como lo justo, sino que para Platón la justicia puede aparecer solamente gracias a una organización racional de la sociedad, y es propia de un estado gobernado de manera tal que permita un modo de vida pleno y saludable y que se enfoque en el desarrollo armónico de todas las posibilidades humanas de sus miembros. Para que esto sea posible, los que sean gobernantes deben tener la honestidad y altura moral de haber pasado por una educación filosófica, que haya reflexionado sobre la justicia y las otras llamadas “ideas” platónicas, especialmente el bien y la belleza.

En este contexto, el arte es para Platón uno de los principales medios para producir hábitos sanos por medio de los cuales las personas se emocionan en común por obras de arte que reflejan una integración inteligente de sus aspectos múltiples, de manera que promueven una comunidad pensante y sensibilizada en el compartir objetos y objetivos públicos.

La búsqueda del bien común entendido como una integración de la sociedad, explicada de manera analógica con respecto a los diferentes aspectos del ser humano, comparando la justicia con la integración de las diferentes facultades o capacidades en el individuo, proyectadas a manera social, es otra noción platónica, conocida como la teoría del alma-estado. Así como lo que Platón llama virtud o excelencia en el individuo es producto de una integración sana de todos los aspectos vitales de la persona, la justicia no es la imposición de la fuerza por grupos interesados, sino otro modo de integración o virtud social, ambas conseguidas por medio de una práctica activa de hábitos saludables. No es el poder sino el conocimiento de la verdad lo que caracteriza al mejor político y al mejor estado.

Sebastián Moro Tornese es doctor por la Universidad de Londres, Royal Holloway College. Su especialidad es la filosofía antigua, los estudios clásicos, la estética y la filosofía de la música.

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