Olavo de Carvalho y la batalla cultural de la alt-right en Brasil

JORDI SARRIÓN I CARBONELL

El mapa global de la derecha alternativa (del inglés alt-right) tiene su origen en los Estados Unidos. Se trata de un movimiento complejo en que ideas reaccionarias del siglo XX se entremezclan con “una comunicación online (de la que dependen para organizarse y difundir sus ideas)”, como apuntan Peytibi y Pérez-Diáñez (2020). Así, a diferencia de otros movimientos de derecha radical, los jóvenes tienen un papel fundamental en la construcción y la difusión de los discursos de las derechas alternativas a través de las redes sociales y la creación de comunidades online con una gran capacidad de difusión y masividad. En estas comunidades, el humor actúa como aglutinante frente a lo “políticamente correcto” a través de la creación y propagación de “memes”, definidos por la RAE (2023) como “imágenes, vídeos o textos, por lo general distorsionados con fines caricaturescos, que se difunden y distribuyen a través de Internet”. Estos ofrecen, como apunta el profesor Marcos Reguera (2017) “un formato muy visual, ágil, desenfadado y ameno de expresar ideas políticamente incorrectas”, amparados al calor del anonimato de las redes sociales.

Para una mejor comprensión de este fenómeno huelga que, primeramente, nos preguntemos: ¿Qué rasgos comunes podemos encontrar en las derechas alternativas? En ¿Cómo comunica la alt-right? De la rana Pepe al virus chino Peytibi y Gómez Diáñez (2020) arrojan luz sobre este asunto citando al profesor Andrew Jones (2019), quien encuentra tres rasgos fundamentales en este tipo de movimientos. El primero de ellos es la importancia que otorgan a la cultura y lo cultural. Podemos decir que, al igual que hizo la nueva derecha francesa (nouvelle droite) a partir de los preceptos de Alain de Benoist, estas corrientes adoptan una especie de “gramscismo reaccionario”. En segundo lugar, Jones (2019) observa una política segregacionista contra la inmigración y el multiculturalismo, que termina, a la postre, ejerciendo de soporte de la cultura mayoritaria desde una perspectiva etnonacionalista. Por último, el tercer elemento común a estas derechas es una férrea defensa de los privilegios existentes: raza blanca, patriarcado, defensa de la “civilización occidental” y el individualismo.

Una vez explicadas de manera sucinta las características de esta derecha alternativa que tuvo en el trumpismo su primera gran expresión política, es necesario que nos preguntemos: ¿Qué papel juegan Brasil y el bolsonarismo en este movimiento? Para comprender esto, señalaremos dos momentos que constituyen un punto de inflexión en la política brasileña: por un lado, las protestas que tuvieron lugar en 2013 contra los aumentos en los pasajes del transporte público y el elevado gasto público de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) en grandes eventos mundiales como el Mundial de Fútbol de 2014; por otro lado, las grandes movilizaciones de 2015 contra la entonces presidenta Dilma Roussef, tras una acusación de vulneración de la ley presupuestaria en un marco de corrupción y descrédito generalizado hacia la política institucional, y que culminaron con su destitución tras un proceso de impeachment. Como explica Goldstein (2016), estos dos sucesos se enmarcan dentro de un gran ciclo de movilizaciones en Brasil que devino la “tormenta perfecta” de un nuevo momentum populista de carácter reaccionario en Brasil.

Durante este ciclo de protestas en Brasil, el “sentido común” de la población se alteró, e ideas que podían parecer reaccionarias o marginales años atrás se tornaron hegemónicas. El teórico italiano Antonio Gramsci afirmaba que “la elección de la concepción del mundo es, per se, un acto político”. Así, el lenguaje es capaz de interferir en el sentido común de la población y cambiarlo. Por tanto, el sentido común “se desarrolla y define en interacción con el ordenamiento de la vida social” y “la adhesión o repudio de una alternativa política reestructura el pensamiento y reformula sus modos de operar” (Gramsci, 1958: 14). Así, Bolsonaro fue la persona capaz de poner nombre y dar forma a estos miedos, anhelos y frustraciones de la sociedad brasileña, construyendo un “nosotros” heterogéneo con un claro enemigo común: el Partido de los Trabajadores y la izquierda en su conjunto, un mal contra el que los “brasileños de bien” debían luchar (France 24, 2022).

¿Cómo tuvo lugar este proceso en Brasil? Para de Mattos e Silva (2021) existen 7 claves importantes para comprender el proceso de hegemonización de la derecha alternativa en la sociedad brasileña. Entre ellas destacamos la rápida difusión a través de las redes sociales de ideas y argumentos que no tenían cabida hasta el momento en los medios de comunicación mainstream, especialmente algunas tesis desarrolladas por el intelectual Olavo de Carvalho, a quien dedicaremos un espacio al final de esta breve disertación. También es importante comprender el papel que tuvieron think thanks para la formación de nuevos actores mediáticos y políticos y su auge en el seno de la opinión pública. Tampoco debemos olvidar a los actores de las Iglesias Evangélicas y nuevos movimientos sociales surgidos al calor de las protestas como el Movimento Brasil Livre o el Movimento Escola sem Partido. Asimismo, es importante señalar la transformación del sector editorial del país, cada vez más proclive a la publicación de obras y autores de pensamiento neoliberal y reaccionario. A estos factores huelga sumar el “momento populista” sembrado a raíz de las protestas.

Una vez enmarcado el bolsonarismo como movimiento dentro de la derecha alternativa mundial y expuestos algunos de los motivos que hicieron posible su ascenso es pertinente señalar el papel de los intelectuales en la conformación de un cierto (y heterogéneo) corpus ideológico en el seno del bolsonarismo. Para ello, nos valdremos de la definición de “intelectual orgánico” del pensador marxista italiano Antonio Gramsci. Según el autor, son intelectuales orgánicos aquellos cuya producción intelectual está vinculada a desplazar los límites de lo posible y el senso comune. Así pues, como apunta Calil (2021), Gramsci define al intelectual orgánico como aquel que está dedicado a la construcción de hegemonía, ligada a una clase social concreta. Por ende, la hegemonía tiene lugar cuando “la combinación de fuerza y consentimiento se equilibran recíprocamente, sin que la fuerza predomine excesivamente sobre el consenso” (Burawoy, 2014: 15).

Si hablamos de intelectuales orgánicos del bolsonarismo es preciso acudir a la figura de Olavo de Carvalho, un filósofo autodidacta que abandonó la Facultad porque “no tenía nada que aprender”. Pese a que pueda sonar excéntrica su controvertida trayectoria como místico y astrólogo, en palabras de Calil (2021), su importancia radica en que fue capaz de dar “respuestas simples a los temores de una pequeña burguesía en crisis”. Su tesis fundamental, apunta Bianchi (2018; en Calil, 2021), pasa porque “marxistas, feministas y gays habrían provocado una crisis de la civilización cristiana y empujado a la sociedad hacia el abismo”. Como ya indicó también Gramsci (2004: 46-47) existe en todos los países un estrato de pequeña y mediana burguesía que “considera que es posible resolver estos gigantescos problemas con ametralladoras y pistolas”. Un sector que, además, “alimenta el fascismo y le proporciona efectivos”. 

Podemos hablar del idilio entre el pensamiento de Carvalho y el bolsonarismo como una simbiosis: al tiempo que los Bolsonaro recurren constantemente a las ideas de Carvalho y las usan para agitar a la opinión pública, Olavo permite a este heterogéneo movimiento dotarse de un mínimo corpus ideológico unificador. Así, combinando una notoria presencia como columnista en algunos de los principales medios mainstream del país (O Globo, Folha de Sao Paulo o el Jornal da Tarde) con la creación de plataformas propias con amplia difusión en la red como Mídia sem Máscara (Calil, 2021), Carvalho se configura como uno de los intelectuales con mayor recorrido en el Brasil del siglo XXI. Este último medio, vinculado a la Asociación de Comerciantes de Sao Paulo, según apunt Patchiki (2012: 146) se articula como “un instrumento poderoso para unificar organizativa e ideológicamente la derecha fascistizante”. 

Con amplias referencias al integralismo brasileño y a referentes del fascismo histórico, Carvalho plantea al comunismo como el principal enemigo por batir, y lo acusa de crear la “dictadura de la corrección política” y de un supuesto consenso general existente en la mayor parte de actores mediáticos y políticos, que tenía como principal fin “la oposición completa de la oposición conservadora, como señales de moderación y tolerancia democrática” (Carvalho: 2002; en Calil, 2021). Así, usando el humor y la incorrección como armas, el principal valor político de Olavo de Carvalho pasa por normalizar y convertir en parte del sentido común de la sociedad brasileña asunciones consideradas hasta entonces como radicales o extremistas, como por ejemplo relacionar al presidente socioliberal Fernando Henrique Cardoso con el avance del marxismo en el país. 

El anticomunismo, el liberalismo político, el chovinismo, un cierto discurso antipartido y antisistema, la sistemática creación de enemigos sociales (especialmente internos), el elitismo como bandera, el antiintelectualismo, el militarismo y el culto al líder son, tal y como apunta Calil (2005; en Calil, 2021), elementos presentes en la ideología fascista que se reproducen en el movimiento bolsonarista y que tienen su máximo exponente en la bancada de la triple B del Congreso de Brasil (formada por ruralistas, defensores de las armas y por sectores evangélicos). Unos elementos que, como hemos señalado, han servido al bolsonarismo para dotarse de un mínimo corpus ideológico que aglutina a sus diferentes facciones en torno “al padre” de todos ellos, como así lo definió Eduardo Bolsonaro, como rememora Calil (2021). Un padre que murió en 2022 y dejó una impronta cultural en Brasil que tardará años en desaparecer.

Jordi Sarrión-Carbonell es periodista, politólogo y @mastercompolin por la UPF. Fundó y dirigió Mirall València y actualmente cursa el máster en Estudios Latinoamericanos del Instituto de Iberoamérica de Salamanca (USAL). Colabora en medios como Contexto y Acción, El País o TVN24 (@jsarrion_)