Memecracia es el sistema en el que vivimos inmersos. Un mundo en el que internet ha multiplicado la información y los medios de comunicación tradicionales han fallado. Un lugar desconcertante en el que las ideas que logran captar la atención ciudadana y guiar su comportamiento no son las mejores, ni las más nobles, ni las más útiles, ni las más veraces; solo son las más contagiosas.
Este libro habla sobre las ideas, en especial sobre cómo nos las contagiamos. La era de la información resultó ser la era de la emoción y el contagio descontrolado de ideas. Además de los medios, publicistas, empresas, políticos, famosos o activistas luchan por sembrar sus memes (ideas contagiosas) porque conseguir un éxito viral es hoy la única forma de alzar la voz en el ruido informativo global.
Delia Rodríguez explica cómo funciona la Memecracia porque ha contribuido a ella: “Conozco bien cómo elegir una foto de Scarlett Johansson para que pinchéis antes de que os deis cuenta, cómo redactar un tuit que os lleve a un lugar donde os tendré entretenidos durante más tiempo del que deberíais o qué declaración de un político os enfurecerá tanto como para comentar en mi noticia. He aprendido a explotar las debilidades e intereses naturales de los cerebros para crear contenidos difíciles de resistir. Cada vez que alguien hace clic (o no) en mi contenido, yo lo veo, lo analizo, aprendo de ello y lo uso en la siguiente ocasión”.
La periodista, redactora jefe de Huffington Post, lleva más de diez años escribiendo sobre internet, redes sociales y trending topics. Como indica Mar Abad en Yorokobu, la autora ha leído a decenas de estudiosos sobre el tema y, por el camino, ha acabado realizando una “investigación obsesiva” sobre los memes. La conclusión está escrita en Memecracia: Los virales que nos gobiernan, un libro donde explica el origen, el funcionamiento y la historia de estas “ideas contagiosas”. En “este sistema de información social, político y económico”, los ciudadanos son “portavoces y transmisores automáticos” de memes. La información, como ocurrió siempre en la Historia, al final, se ve relativamente despojada de su veracidad o su toxicidad, para convertirse, según la periodista, en “una forma de mantener lazos con los demás”. Y, hoy, los medios de comunicación “se están transformando en medios de emoción”.
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