Los esfuerzos decisivos comenzaron realmente sólo a partir del año 1881, con el mensaje imperial en el que S.M. Guillermo I dijo: «Ya en febrero de este año hemos manifestado nuestra convicción de que la curación del malestar social no puede ser realizada exclusivamente a través de la represión de los excesos de los socialdemócratas, sino ciertamente mediante una promoción efectiva del bienestar de los trabajadores».
De acuerdo con esto, lo primero de todo fue aprobar una ley de seguros de accidentes [ … ].
El plan de reforma al que estamos comprometidos por el deseo del emperador y de los aliados del gobierno no puede ser llevado a cabo en poco tiempo; se precisan varios años para su cumplimiento. Nos hemos impuesto mejorar la posición del trabajador en tres direcciones.
En primer lugar, dando los pasos necesarios para proteger el trabajo en su propio país frente a la competencia; en otras palabras, hemos introducido tarifas proteccionistas para defender el trabajo nacional.
Un segundo plan, que está ya en el pensamiento del gobierno, es la mejora de los impuestos.
El tercer plan de reformas, por el que estamos luchando, contiene un apoyo directo a los trabajadores. La cuestión de la jornada de trabajo y del incremento de los salarios es extraordinariamente difícil de resolver a través de la intervención del Estado [ … ]. El problema real de los trabajadores es la inseguridad de su vida; no está seguro de tener siempre trabajo; ni lo está de estar siempre sano; y prevé que algún día será viejo e incapaz de trabajar: Pero incluso si cae en la pobreza como resultado de una larga enfermedad, estará completamente desasistido con sus propias fuerzas, y hasta ahora la sociedad no contrae más obligaciones con él que la de prestarle el elemental auxilio de pobreza, incluso si ha trabajado antes leal y con diligencia. Pero el auxilio social deja mucho que desear, especialmente en las grandes ciudades [ … ].
Naturalmente, debo decir que mantenemos el derecho a que esta ley excepcional sea una derivación de las obligaciones y del cumplimiento del deber de la legislación cristiana. Desde el lado progresista, podéis llamarla «legislación socialista»; yo prefiero el término «cristiana». En el tiempo de los Apóstoles, el socialismo fue todavía mucho más lejos. Si por casualidad leéis nuevamente la Biblia, encontraréis varios pasajes sobre esto en los Hechos de los Apóstoles. No vamos más lejos en nuestro tiempo [ … ]
Enviado por Enrique Ibañes