Marx: guardar papeles bajo la mesa. Una historia sobre el Programa de Gotha

PABLO MONTENEGRO

Fue en 1875 cuando en la localidad de Gotha, Alemania, se llegó a una serie de acuerdos entre diversos grupos y organizaciones laboralistas que darían lugar al hoy conocido SPAD, Partido Socialdemócrata Alemán. En este acuerdo, se estableció una especie de base común que definía tanto condiciones de mejora para los trabajadores como críticas estructurales al sistema que dominaba en aquella época y esto se llevaría a cabo en forma de un partido político que representase una especie de frente común.

Es conocido que fue Marx quién escribió una crítica ante este acuerdo, porque en él se establecían bases teóricas sobre lo que significaba el trabajo o la concepción de la lucha proletaria, con las que Marx discrepaba profundamente bajo ese acuerdo al que se había llegado.

Este documento que Marx redactó se denominó como Critica al Programa de Gotha. Sin embargo, una parte de la historia no tan conocida es que cuando Marx y Engels redactaron este documento, decidieron guardarlo en un cajón bajo la mesa en vez de publicarlo y hacer propaganda del mismo, sabiendo que, de haber sido publicado, hubiese supuesto: o bien un fracaso de ese Programa de Gotha, o una forma de que este quedase perjudicado.

Tuvieron que pasar 16 años para que La Crítica del Programa de Gotha fuese conocido de forma pública. A los ojos de la historia, puede hacerse evidente que gran parte de lo escrito bajo es Crítica era profundamente certero, que había condiciones estructurales que no podían solucionarse desde ese acuerdo, y que, seguramente, las consecuencias posteriores que hubo en Alemania en las divisiones entre Socialistas y Comunistas estaban recogidas en esa esencia.

Pero más allá de lo que la historia terminase pronunciando; es importante centrarse en los actos, porque que, aunque Marx tuviese más o menos razón, tomó una decisión que estaba por encima de esta. Y no, no la tomó por no estar de acuerdo en lo que había redacto junto a Engels, no la tomó por miedo a confundirse, seguramente se encontraba bastante seguro ante ello. La tomó porque más allá de discrepancias con dirigentes de la época, sabía que hacerlo frenaba una situación que podría mejorar unas condiciones de los trabajadores que ya eran malas en ese momento. Y que, por encima de esas propuestas, ese acuerdo suponía un entendimiento que impulsaba un movimiento que debía crecer. Engels lo expresó de la siguiente manera: “por fortuna, el programa ha sido juzgado más favorablemente de lo que se merecía. Obreros, burgueses y pequeñoburgueses leen en él lo que desean encontrar, no lo que efectivamente pone… Esto nos permite callarnos”. Todo este suceso, aunque quedase anotado como una pequeña anécdota de la historia, debería hacernos reflexionar profundamente sobre los efectos de la teoría y la práctica.

Una reflexión que no se puede escapar ante esto es sobre lo fácil que es mostrar el desacuerdo, ver los fallos, construir toda una critica sobre lo que no debería hacerse. Frente a lo difícil que es mantenerse callado en esos momentos, agachar la cabeza porque sabes que la razón no lo es todo y que, algunas veces, los avances, por pequeños que sean, ayudan a que la historia de alguien sea algo mejor.

Hoy en día teoría y praxis siguen teniendo este problema, deseo de lo que debería ser y lo que es sigue chocando con fuerza. Haciendo que a veces las cosas fracasen simplemente por gestos como esos, no guardar los papeles bajo una mesa. Buscar que La Razón, se sobre ponga con tal fuerza que destruya todo lo que tiene por medio, llevándose por delante todo aquello que podía haberse conseguido, esos pequeños actos que nos acercan a algo mejor, o que simplemente, hacen de la vida de alguien, la vida un poco más sencilla.

 

Pablo Montenegro del Pozo está cursando un doctorado en teoría política por la UCM. Es licenciado en Ciencias Políticas por la UCM, con un Master en Teoría Política y Cultura democrática por la UCM. Ha publicado en alguna otra revista como la revista Mirall o la revista La Trivial. (@PabloMonP)