Con excesiva frecuencia, el carácter de espectáculo de la política ejercido por los medios de comunicación constituye una curiosa mezcla. La comunicación de la imagen muchas veces pretende sustituir a la comunicación de ideas. Sin embargo, es preciso que los hombres y las mujeres políticos adapten su comunicación a la evolución de la sociedad, que igual sepan debatir en público que comunicar por Internet, y que, en ocasiones, también acepten participar en emisiones televisadas de entretenimiento muy alejadas de la política. Lo mismo pueden leerla los estudiantes que los militantes y los hombres políticos, así como cualquier persona deseosa de comprender los mecanismos que llevan al poder a nuestros gobernantes.
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