Madrid, 4 de mayo: una cuestión de mercado

RAÚL MONTÓN

El mercado, en el vocabulario más cercano, es el lugar teórico donde se encuentra la oferta y la demanda de productos y servicios y, por lo tanto, donde se determinarán los precios. Aunque en la ciencia de los sistemas de partidos la complejidad del mercado es mucho mayor, hay algo que se puede afirmar con prudencia pero con contundencia: los movimientos de los partidos en el eje ideológico del mercado electoral serán clave en los resultados del 4M. La ubicación del mercado electoral -del electorado- es el que es y los diferentes targets poblacionales eligen el producto -la candidatura- que más se acerque a sus preferencias, por lo que los partidos deben analizar con mucho detenimiento la estrategia con la que saldrán a maximizar su beneficio o a reducir los costes teniendo en cuenta los espacios electorales que tienen más campo de atracción y que, por lo tanto, son claves para decidir unas elecciones que, seguro, serán muy reñidas.

La Comunidad de Madrid protagonizará uno de los comicios más sexys de los últimos años y no es por la igualdad desde la que parten ambos bloques en los sondeos para hacerse con la presidencia de la Comunidad de Madrid (aunque es muy pronto para decirlo y más con los recientes cambios), sino por los movimientos internos de los partidos políticos que, desde luego, evidencian un paso decisivo hacia una política más implicada en la política multinivel -el vicepresidente dejando el gobierno para liderar la candidatura de UP o Salvador Illa a competir en las difíciles elecciones autonómicas catalanas-. Por lo pronto, la competición electoral -en bloques por la necesidad de pactos para la formación de gobiernos- será muy intensa. Si atendemos a los resultados de los comicios de hace apenas 2 años en la Comunidad de Madrid el 26 de mayo de 2019, se percibe esta igualdad entre bloques: PSOE obtuvo el 27,62% de los votos y 37 escaños, el PP 22’21% y 30 escaños, Ciudadanos 19’42% de los votos y 26 escaños, Más Madrid 14’65% y 20 escaños, VOX un 8’86% y 12 escaños y Podemos, por último, con el 5’56% de los votos y 7 escaños. El PSOE ganó las elecciones y lideraba un bloque de izquierdas que sumaba un 47 ‘83% de los votos y 64 escaños, un número insuficiente para formar gobierno y superar el bloque de la derecha liderada por Isabel Díaz Ayuso que sumaba el 50′ 49% de los votos y 68 escaños.

No obstante, los resultados del próximo 4M no parece que vayan a parecerse mucho a esto, y es que, estas elecciones a la espera de cientos de análisis -al peso- en los principales medios de comunicación y los sucesos que ocurran a partir de ahora, tienen un hecho al que el sistema de partidos -por supuesto- no será indiferente, y es que parece que existe una clara tendencia en la competición de los últimos procesos electorales que también se producirá en los próximos comicios madrileños: Ciudadanos empeorará sus resultados (véase la propensión del 10N y el 14F, la percepción dentro del partido con las recientes dimisiones en masa, las tránsfugas, etc.).

Esta situación provoca que los partidos políticos se tengan que mover en el mercado electoral. Con la entrada de Pablo Iglesias en la lucha por obtener la presidencia de la Comunidad de Madrid y el discurso y la personalidad agresiva de VOX, y la presidenta Isabel Diaz Ayuso, es obvio que el grado de polarización va a ser alto y el vocabulario de la campaña va a ser más bien tenso (y seguramente inaguantable para un fatigado electorado). Esta dinámica, que predice todo el mundo, sumada a la también augura caída de Ciudadanos deja huérfano a un target poblacional en el que se encuentra un segmento del mercado electoral muy grande y 26 escaños a repartir (un 19 ‘42% de los votos).

El intervalo con mayor número de población en la escala de autoubicación ideológica son los valores comprendidos entre los valores “5” (un 19’6% de la población), “3” (17’1%) y “4” (14’1%), en la escala 1-10 donde 1 es extrema izquierda y 10 extrema derecha. Teniendo en cuenta la cantidad de gente que se auto ubica entre estos valores (dejando de lado el valor “3”) y que casi un 40% de los (ex)votantes de Ciudadanos se auto ubican en la escala ideológica en el valor “5”, hay un claro público objetivo, un segmento de Ciudadanos, que queda desamparado por el mercado electoral. 

Fuente: Postelectoral 2019 (CIS)/ EL PAÍS

Por lo tanto, ¿qué movimientos del mercado electoral son los más racionales en el mercado electoral? Atendiendo al área electoral que demanda un nuevo partido al que votar y tomando como referencia los datos del último macro barómetro del CIS, muy próximas a las actuales tendencias, sobre la ubicación donde los ciudadanos situan los partidos, nos acercamos más a la respuesta. Unidas Podemos es ubicado en la escala ideológica por los ciudadanos en el 2’3, seguido de +Madrid en el 3, el PSOE 4,2, el PP 7’9 y VOX en la extrema derecha con 9’4. Se refleja un espacio enorme entre ciudadanos que ven que no existe un espacio intermedio -en el eje del sistema de partidos-, entre el PSOE (4’2) y PP (7’9). Las personas que se encuentran en este intervalo, si el mercado no actúa, estarán obligadas a polarizarse (más populismo, crispación, campaña sucia) y votar por el partido más cercano o algo más común, abstenerse, lo que beneficiaría a un activo bloque derechista en detrimento del bloque izquierdista.

La relación entre la autoubicación de los electores y cómo estos perciben la ubicación ideológica de los partidos, proyecta un escenario en el que VOX copa totalmente la extrema, y activa, derecha, el PP mantiene la gran mayoría del espectro ideológico de la derecha (los valores entre 6’5-8’5 que son el núcleo central de su electorado), un electorado que es especialmente fiel en Madrid, el PSOE es el que más campo de actuación tiene, los ciudadanos les sitúan en el “4’2” del eje ideológico y, por lo tanto, los socialistas pueden atraer, por una parte, al siempre electorado de izquierdas fiel a la candidatura y a un electorado -amplio- abandonado que se encuentra en el valor “5”, un 40% de los votantes de C’s, que antiguamente votaba a Ciudadanos (su votante más progresista).

Considerando todos estos datos, se presenta un juego de partidos en el que de acuerdo a lógicas teóricas rational choice, las tendencias que deberían adoptar los partidos serían las siguientes:

Los gráficos lineales reproducen una escala ideológica en la que se indica el valor en el que los ciudadanos ubican al partido político. Los círculos representan las áreas de atracción a las que, de forma estrictamente racional, el partido debería optar por competir electoralmente para maximizar sus resultados o para reducir los riesgos y las flechas muestran la tendencia a la que debería escorarse el partido en un sentido maximizador del voto:

Unidas Podemos y Más Madrid tienen una población objetivo mayoritariamente muy escorada a la izquierda, por lo que su estrategia no es ampliar su campo de actuación, sino activar el voto de toda la población comprendida en esos valores e intentar repartirse este electorado de manera que, para futuros pactos, ninguno de los dos partidos se vea perjudicado por la fragmentación de proyectos casi idénticos o porque proyecten una imagen contraria a la unidad de la izquierda que no anime a votar por la inutilidad de hacerlo con la superioridad de la candidatura PP+Vox.  Quizá Más Madrid pueda competir por un electorado más infiel de la izquierda del PSOE, pero eso dependerá de la actuación del PSOE “liderado” por Ángel Gabilondo.

Si el PSOE, y en la práctica el bloque de izquierdas, quiere optar a tener la oportunidad de ganar las elecciones en suma y conseguir la presidencia de la Comunidad de Madrid, el PSOE ha de saber dónde hay un electorado que busca un partido al que votar, por lo que la moderación y la tendencia centrípeta (hacia el centro) es la dinámica más racional para el partido (ampliando mercado electoral) y para una futura coalición con UP y +Madrid, cuyos partidos han de tomar la responsabilidad de activar el voto más escorado a la izquierda. El principal problema del PSOE en Madrid es el candidato, y no es que sea un candidato que reste, pero no suma. Fue el candidato más votado en las pasadas autonómicas, pero lo fue por la sinergia nacional que en todas las elecciones autonómicas benefició al PSOE. Lo más destacado y característico del candidato socialista es la seriedad que transmite su apellido; no es un gran líder ni un personaje del partido socialista popular o con gran poder, pese a que fue Ministro de Educación, y esta situación, en un panorama en el que hay 2 grandes figuras políticas -Isabel Díaz Ayuso y Pablo Iglesias- le impide afrontar una campaña ofensiva o centrada en acaparar un electorado más militante contra otro gobierno de derechas.

El PP es el principal favorito. En términos de competición electoral, pese a la clara tendencia de Isabel Díaz Ayuso es acercarse al discurso de VOX, que el Partido Popular continúe con esta inclinación es ciertamente arriesgado, puesto que a no ser el PP consiguiera quitarle todo el electorado a VOX, cosa muy improbable (aunque sí que le compite), plantear la competición electoral a través de una dinámica centrífuga (hacia los polos) es una estrategia equivocada -en sentido estrictamente racionalista- que no le lleva a ampliar su campo de atracción de votantes. La candidatura liderada por Isabel Díaz Ayuso es la fuerza favorita para hacerse, otra vez, con la presidencia de Madrid, pero no se ha de olvidar que el partido que más votos obtuvo hace dos años en las mismas elecciones fue el PSOE con 900.000 mil votos, y teniendo en cuenta los nuevos sucesos -entrada de Pablo Iglesias y la casi segura pérdida de influencia de Ciudadanos- el panorama ha cambiado y por ello, el PP ha de asegurar (dentro de que tendrá que pactar con VOX mínimamente) su victoria buscando el mercado electoral más amplio y copiarla dinámica centrípeta del PSOE luchando por el centro, donde más población hay, especialmente cuando Ciudadanos, seguramente obtenga una representación mínima (si la obtiene) y por lo tanto sus antiguos votantes, muy cercanos al PP pero más moderados, busquen un partido al que votar.

VOX ha de mantenerse en un electorado muy fiel, activo y militante, y continuar en su estrategia por polarizar la competición electoral que le hace parecer al PP más moderado, aunque con Díaz Ayuso más difícil, y por lo tanto los electores más polarizados –por las lógicas centrífugas de la actual competición– se marchan a VOX. Su estrategia más racional sería continuar manteniéndose entre los valores 8’5-10 para atraer a más población- del PP y del sector más conservador de C’s- a esas percepciones. Conforme aumente la polarización, más votos.

El mercado electoral está más vivo que nunca y las demandas del electorado han de ser satisfechas por los partidos políticos. La clara favorita para ganar las elecciones en Madrid el próximo 4 de mayo es la candidata del Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso, pero ha de saber ponderar y ver dónde está el electorado que le dará, casi con seguridad, de nuevo la presidencia; pese a que la configuración de la competición electoral actual es claramente centrífuga -especialmente con la candidatura de Pablo Iglesias-, si los populares no adoptan una estrategia más centrípeta y juegan a ver quien polariza más,  tal vez posibiliten que, con la caída de Ciudadanos, un candidato moderado y que no hace mucho ruido -Gabilondo- pueda atraer a ese electorado huérfano y formar, posteriormente, gobierno con una personalidad política inigualable -pese a opiniones- y con un partido emergente -verdes europeístas- que lidera una buena candidata, Mónica García. Los bloques están claros y si finalmente Ciudadanos cae, se abre un espacio en el mercado electoral que puede ser muy provechoso para los viejos actores del bipartidismo y, tal vez, clave para posteriormente formar el nuevo gobierno de la Comunidad de Madrid.

 

Raúl Montón Valero es Politólogo por la Universitat de València y Consultor junior en LaBase @EstudioLaBase (@Raul6monton)