MARCEL LHERMITTE
El polémico fallo judicial que condenó a prisión al exmandatario y actual candidato presidencial brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, trajo y traerá muchas consecuencias políticas y sociales, para el país, la región y el mundo. Al mismo tiempo los hechos acontecidos transformaron al político en un mito viviente.
En un mundo político basado en las emociones y en donde el relato se constituye en parte primordial del mensaje, ni el mejor guionista pudo haber construido la épica de Lula; un hombre que conoció la pobreza, que convivió con la injusticia y con la miseria, un obrero, un sindicalista, un par que llega a ser el presidente del país más grande de América Latina, y que sacó de la pobreza a millones de brasileños.
A finales de marzo, explayando el abanico de posibilidades que le deparaba su futuro inmediato, en el marco de la campaña electoral que estaba llevando adelante, Lula afirmó: “si me encarcelan me convierto en héroe; si me matan me transformo en mártir; y si me dejan suelto… vuelvo a ser presidente”.
Finalmente, el pasado miércoles cuatro de abril el Tribunal Supremo de Brasil negó el pedido de habeas corpus al expresidente, por lo que el sábado siete de ese mes Lula se puso a disposición de la justicia. El polémico fallo, además contó con ruido de sables militares, ya que la cúpula máxima castrense amenazó con tomar medidas si no encarcelaban a Lula.
Simbología religiosa
Luego de que el juez Sérgio Moro le diera a Lula plazo para entregarse hasta el viernes seis de abril a las 17 horas, el exmandatario visitó lo que muchas veces denominó como su segundo hogar, la sede del sindicato de metalúrgicos de Brasil, y allí se quedó hasta el sábado, haciendo gala de una demostración de fuerza: Lula es quien decide cuándo entregarse.
Tal es así que se programó una misa para el sábado en la mañana, en honor a Marisa Leticia, la fallecida esposa del expresidente que habría cumplido años en esa jornada.
La celebración religiosa se transformó en un acto político que desde un punto comunicacional-simbólico, trazó paralelismos con la última cena de Jesucristo, en el sentido de que es la última vez que se reúne el mesías con sus discípulos, dejándose también entrever, quizás en un futuro cercano, la posibilidad de una resurrección política.
Desde esta perspectiva, Lula ha dejado de ser un simple mortal para transformarse en mito. Un hombre de los milagros que sacó a millones de personas de la pobreza –instauró el Plan Hambre Cero–, tal como Jesús multiplicó panes y peces para que una multitud pudiera comer.
Alguien que vive dentro de cada brasileño, tal como en la tradición cristiana se afirma que Cristo vive en nosotros. “No voy a parar, porque no soy solo un ser humano, soy una idea, una idea mezclada con las de ustedes”, dijo el líder brasileño, que añadió en su discurso de Sao Bernardo que cumpliría con la orden de ir a la cárcel pero “cada uno de ustedes se trasformará en un Lula”.
Con el encarcelamiento y la casi segura pérdida de su calidad de candidato presidencial, los detractores del líder del Partido de los Trabajadores, creen que matan al favorito de las encuestas y a la principal figura de la izquierda.
Nuevamente los paralelismos bíblicos pueden aparecer, porque así como Jesucristo murió en la cruz pero sus enseñanzas se propagaron, Lula nos dice que “la muerte de un combatiente no para la revolución”, para agregar luego que “todos ustedes serán Lula y caminarán por este país haciendo lo que hay que hacer. Mis ideas están en el aire, y no hay cómo detenerlas”.
Pero no existe la muerte política hasta tanto, en ocasiones, la muerte biológica nos puede alcanzar, y allí, en ese terreno, se plantea la posibilidad de una resurrección política, que podrá ser con este mismo candidato o con quien él señale: “cuantos más días me tengan preso, más Lulas van a nacer en este país”, afirma el líder petista.
La misma reencarnación se encuentra también en el discurso del exmandatario. En febrero de este año, en un discurso
de campaña electoral, haciendo referencia a sus detractores, dijo: “ellos están tratando con un ser humano diferente, porque yo no soy yo, soy la encarnación de un pedazo de célula de cada uno de ustedes”.
Y, de acuerdo al relato mítico-religioso del exmandatario, no se trata de cualquier “ustedes”, sino que refiere a los pobres, a los negros, a los sin tierra, a los sin techo, a los trabajadores, a los desprotegidos y olvidados de Brasil; ellos son los que se transubstancian en Lula y quienes por ende son enjuiciados y condenados por la justicia brasileña.
Es que como dice el mismo Lula, “pueden matar una, dos o tres rosas, pero nunca podrán detener la primavera”. De eso se trata justamente su mensaje: se podrá proscribir al candidato, se podrá encarcelar al hombre, pero ya nació el mito y está viviendo en Brasil y en gran parte de América Latina.
Marcel Lhermitte. Consultor en comunicación política y campañas electorales. Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación y magister en Comunicación Política y gestión de Campañas Electorales. (@MLhermitte)