Lobismo y encuestas electorales

JORGE BRUGOS

El consultor David Álvaro ha publicado en 2021 Lobby en positivo y esta obra manifiesta cómo el lobbismo está interconectado con la política. Siendo, en mi opinión, esos círculos de poder los que influyen en la misma legislación o en el desarrollo gubernamental de la sociedad. Como destaqué en mi artículo anterior, es precisamente desde la sociedad civil donde se libran las batallas antes de que lleguen al barro dialéctico de los parlamentos.

Es más, creo que esos lobbys intervienen antes incluso de que se conformen los parlamentos. Manos negras que interfieren en la intención de voto manipulando la elección de la ciudadanía. Utilizando a los medios de comunicación, redes sociales u otros nuevos mecanismos de seducción de masas, sacan a la palestra diferentes términos o mensajes subliminales con el objetivo de influir en el voto de cada ciudadano. Tan solo requieren de unos objetivos sobre los que cimentar sus estrategias. El sujeto activo, el cual estará representado por aquel que quiere influir en los usuarios y conseguir el objetivo de conseguir un número determinado de escaños. Después, aprovechando las ventajas de la ley de Ohm, se debe señalar a un sujeto pasivo que se vea perjudicado para que el otro activo consiga su objetivo. Creando los elementos apocalípticos de los antagonismos, se debe crear el relato para figurar a los que defienden la narrativa o la rechazan.

La influencia de esos círculos de poder se percibe a primera vista, en mi opinión, en un cambio de tendencia abismal en un partido político. Representa la capacidad de influencia en convertir a un partido en una estructura capaz de luchar por formar Gobierno en un amasijo de nostalgia de un pasado que fue mejor. Ocurrió con UCD cuando tras la dimisión de Adolfo Suárez y el relevo de Leopoldo Calvo Sotelo pasó de una mayoría absoluta a once escaños con Landelino Lavilla. En esos tiempos toda España se confabuló para que Felipe González ganara las elecciones llenando un aire todavía con aromas rancios del franquismo, de ilusión y modernidad. Tanto es así que la victoria del candidato socialista es recordada como la que cosechó más escaños en la historia.

Relevancia de los poderes fácticos que tiene su eco en la posmodernidad de hoy en día. Si no, no me explico, por ejemplo, que Ciudadanos pasara de 57 escaños a 10 en tan solo unos meses. A mi parecer, utilizando todo tipo de argucias para influir en el votante consiguieron que la gente percibiera a la formación de Albert Rivera como el caballo perdedor o como una papeleta mojada. Cientos de titulares vislumbraban la caída de Ciudadanos en las elecciones, la inutilidad de meter la papeleta naranja en la urna… Al final, tras esa campaña mediática en contra de la formación concebida en Cataluña, se terminaron sus opciones de gobernar España, propiciando el varapalo electoral saldándose con la dimisión de Rivera.

Ese es un caso evidente, pero luego hay otros más actuales incluso en los cuales, las encuestas y los diferentes medios de incomunicación intentan influir en la opinión pública. Es de ahora, viene fresco de la demoscopia más reciente. Hablo de las continuas encuestas que sitúan al Partido Popular como fuerza más votada. Resulta curioso que, al ver ciertos sondeos, el partido de Pablo Casado es el más votado, pero, sin embargo, a la hora de hablar con sus votantes tipo, estos prefieren a Vox antes que al PP. E incluso, en el último barómetro del CIS, el presidente Popular ha sido nombrado el líder peor valorado incluso por los propios votantes de la derecha.

Es lo que tiene la sociedad capitalista en la que vivimos, que la verdad es relativa y tiene el color verde de los billetes. Nos engañan, nos manipulan, y somos víctimas de círculos de poder que dicen velar por la integridad mientras se ensucian del engaño.

 

Jorge Brugos es estudiante de Derecho en la Universidad de Alicante, y compagina dicha labor con la de articulista en distintos medios de comunicación. (@JBrugos8)