Lo rural como nuevo modelo de crecimiento sostenible

CRISTIAN DELGADO ALVES

Los pueblos están de moda. Tanto es así, que la pandemia sirvió para acelerar una tendencia que se había venido poniendo de manifiesto muy lentamente en los años previos al desastre provocado por la COVID-19. Cada vez más, las personas huyen de lo urbano, la aglomeración, la contaminación y el ruido, para disfrutar de otros atractivos, a la hora de plantear un proyecto vital, que ofrece el mundo rural. Existen carencias, pero también miles de oportunidades.

Cuando me refiero al mundo rural, hablo de los pueblos con mayúsculas. Y cuando digo mayúsculas no quiero decir número de habitantes. Y es que parto de esta premisa previa, puesto que para los que realmente vivimos en los pueblos, un lugar con 50.000 empadronados, no lo es, independientemente del título que tenga.

Si, además, como es mi caso, tienes la suerte de gestionar uno de ellos (como alcalde), las diferencias entre 1.200 pobladores repartidos en once núcleos, y 50.000, en uno solo, se convierten en galaxias irreconocibles.

El éxodo de la ciudad al mundo rural ha sido una constante desde el inicio de la pandemia. Y lo podemos acreditar con datos en la mano. Mientras que, en el último año, los pueblos menores de 10.000 habitantes vieron incrementada su población en unas 100.000 personas, las ciudades perdieron miles de empadronados. ¿Tanto nos ha cambiado el COVID?

El aumento de la conectividad ha permitido que el teletrabajo haya llegado para quedarse. El ahorro de costes para las empresas, la facilitación de la conciliación a las familias, y un nuevo marco normativo han permitido descubrir las bondades de esta nueva modalidad laboral. Un estudio de 2015 dirigido por Nicholas Bloom, de la Universidad de Stanford, ha ofrecido un punto de partida, y una base que ahora ha permitido cuantificar estos datos.

Según el modelo anteriormente mencionado, CaixaBank Research ha determinado que el aumento agregado de la productividad en nuestro país (con el teletrabajo) oscilaría entre un 1,4 y un 6,2 por ciento, este último caso, con escenarios favorables. Sin duda el medio rural es uno de ellos. Y es que el espacio, las condiciones y una mejor concentración son determinantes para llegar al porcentaje más alto.

Hemos tenido que estar confinados, en grandes ciudades, para darnos cuenta del potencial que podía tener nuestra vivienda en el pueblo, al que vamos de vacaciones, y del que nuestros antepasados tuvieron que marcharse, en un futuro no tan remoto, para dejar el campo e ir a trabajar a la urbe.

Situación de la administración local

Creo que todos somos conscientes de las ventajas, pero también de las desventajas de vivir en un pueblo. En este sentido tenemos que remarcar que mientras que el estado autonómico, con deficiencias, ha logrado el desarrollo de nuestro país, de una forma exponencial; no es menos cierto que las entidades locales siguen siendo una asignatura pendiente en el desarrollo de nuestro modelo de Estado.

Las mal llamadas competencias impropias, o para que todo el mundo lo entienda, la asunción de responsabilidades que no competen a los ayuntamientos sigue siendo un lastre para el buen funcionamiento de las entidades locales. Si a esto le unimos una insuficiente financiación local, el desarrollo de este nivel de la administración, sigue siendo pobre e insuficiente, pese a que somos los que más cerca estamos del ciudadano.

En este sentido, los alcaldes y alcaldesas de España (independientemente del color político) seguimos reclamando una nueva Ley de Financiación Local. A través de esta herramienta, se debe establecer un marco mediante el cual, la financiación de nuestros servicios públicos no sea un lastre. El factor poblacional no puede ser el único a tener en cuenta a la hora de financiarnos, sino que la dispersión geográfica, o criterios como la efectividad y la eficiencia, deben comenzar a ponerse sobre la mesa.

Pondré un ejemplo muy sencillo. El coste del servicio de agua potable no es similar, en un municipio, como el que yo presido, Barruelo de Santullán (Palencia), que en una localidad con más habitantes que la mía, pero que estén concentrados en un solo núcleo. En mi caso, tenemos once pueblos, dispersos entre sí, con infraestructuras variadas, y cuyo coste para el vecino, no es para nada, el coste real del propio servicio. En cambio, con el actual sistema de financiación, ambos recibimos lo mismo por habitante en las entregas a cuenta.

Pero también los vecinos notan sobrecoste a la hora de acceder a los servicios. Por ejemplo, una persona que reside en mi localidad, en plena Montaña Palentina, que tiene que acudir al hospital para una consulta, debe recorrer 228 kilómetros (ida y vuelta) en vehículo propio o transporte público, para acceder a la misma. Mientras tanto, alguien que resida en un núcleo más grande, tendrá esta asistencia sanitaria mucho más cerca.

La tercera descentralización debe llegar primero con recursos, y luego, a través de una nueva deslocalización de organismos públicos, desde las grandes ciudades, al medio rural. Existen servicios que, perfectamente, pueden prestarse en los pueblos, o incluso por nuestras propias administraciones locales, evitando duplicidades, ahorrando costes, pero que han de estructurarse y dotarse como corresponde.

Los ayuntamientos cumplen y gestionan mejor, y prueba de ello son los datos. En el año 2020, y pese a lo catastrófico de la crisis sanitaria y para la economía mundial, los ayuntamientos de España redujeron su deuda un 5,5 por ciento, con respecto a 2019, situándose en los niveles del año 2002.

Medidas en marcha y a futuro

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, a través de los fondos europeos, es una oportunidad de modernización no solo de nuestra economía, sino también de las administraciones locales, y del mundo rural. Varias convocatorias van encaminadas a luchar contra esa mal llamada España Vaciada que a mí me gusta decir que es una España cargada de oportunidades. Existen fondos destinados a ayuntamientos menores de 5.000 habitantes, pero queda una asignatura pendiente, la tramitación.

En la mayor parte de las ocasiones los ayuntamientos nos estamos viendo obligados a contratar a empresas externas para poder optar a estos fondos, puesto que nuestra capacidad administrativa es limitada. Necesitamos más recursos, pero también más personal especializado que debe llegar de las administraciones superiores.

Lo rural es posible, pero para ello debemos trabajar de manera conjunta, y sobre todo que los alcaldes y alcaldesas, seamos escuchados y atendidos en nuestras demandas, que no son otras que las de nuestros vecinos.

Asimismo, es necesario un marco estable para esa descentralización de entes hacia los pequeños pueblos que nos acaben generando un valor añadido, y una oportunidad de futuro. A esto, debe unirse una normativa autonómica que incida no solo en la igualdad de acceso a los servicios, sino en incentivos fiscales para familias y/o empresas, entre otras medidas.

Con todo esto, tendríamos la base, para que de verdad esa lucha contra la despoblación, que el ciudadano de a pie ya ha iniciado, se convierta en una realidad. Una vez más, la sociedad civil va por delante de sus gobernantes.

Oportunidades y conclusión

Los pueblos están de moda, está claro, pero ahora debemos ser hábiles y aprovechar ese marco que ofrece nuestro medio rural. Y no me refiero solo al teletrabajo, o a la instalación de empresas, o incluso a un nuevo marco fiscal. Me refiero a esa calidad de vida, esa vecindad, esa libertad que, pese a que enarbole en las grandes urbes como un eslogan, en realidad no existe como en el medio rural. Este cóctel se convertirá en un marco incomparable que nos permitirá, como ya se ha dicho, generar ese ambiente que producirá más, mejor, y de manera sostenible.

Porque está claro que este crecimiento puede llegar, pero debe hacerlo en concordancia con lo que es un pueblo, sus raíces, sus costumbres, su historia, y el respeto a su territorio, y su diversidad.

Si realmente trabajamos en ese nuevo modelo, llegará, puesto que, de lo contrario, y según estamos comprobando, estamos abocados al fracaso.

 

Cristian Delgado Alves es Graduado en Periodismo y Comunicación Social en la University of Wales; graduado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Actualmente alcalde – Presidente del Excelentísimo Ayuntamiento de Barruelo de Santullán (Palencia), desde 2019. (@crisda9delgado)

Imagen de un paraje de Barruelo de Santullán (Palencia)