ANDRÉS OUVIÑA QUEIRO
La política es el arte de crear consensos, se basa en conseguir que la sociedad considere que la postura que uno defiende es la correcta y que posicionarse contra dicha postura es amoral o poco ético. Esto lo saben los políticos y lo saben aquellos que pergeñan las estrategias de las formaciones políticas, es por ello que el control del mensaje, y por ende la comunicación es tan importante en la política.
Y es en este ámbito precisamente, en el de la comunicación, donde hace años que ha aparecido una figura que ha cautivado a millones de espectadores, un ámbito que se escapa al control de los medios de comunicación de masas y que en muchos casos no se llega a entender del todo desde el punto de vista de dichos medios.
Nos referimos a chicos jóvenes que, desde sus casas, con una cámara y un micrófono han conseguido atrapar no a miles, sino a millones de personas que les siguen a diario y que consumen su contenido de forma constante. Espectadores que han dejado de lado los medios de comunicación convencionales, o que incluso se han criado con el contenido de los conocidos como youtubers.
Esto supone una revolución en el ámbito de la comunicación, una revolución que en el mejor de los casos no se entiende y que, en el peor de los casos es vilipendiada e infravalorada, posiblemente porque los medios de comunicación convencionales se ven amenazados en cierta forma por estos nuevos formatos que, en última instancia no hacen otra cosa que “robarles” audiencia.
Pues bien, en las últimas semanas han saltado a la palestra mediática una serie de youtubers por haber cambiado su residencia a la vecina Andorra, país en el que la presión fiscal es más baja que en España. El caso más sonado ha sido el del youtuber conocido como El Rubius, quien tiene más de 39 millones de seguidores en YouTube y que es uno de los youtubers españoles más conocido, no solo en España, sino en los países americanos de habla hispana. No ha sido el primero en irse a Andorra y lo más probable es que no sea el último, pero la diana mediática se ha posado sobre él.
Esto ha dado pie a un nuevo debate, o al menos a un debate interesante y que en última instancia y, habida cuenta de las reacciones que ha provocado puede ser aprovechado por algunas formaciones políticas. ¿Por qué?
Debido a que ese consenso del que hablábamos al principio, y que supone la base del acuerdo social se ha visto tocado, es decir, que aquello que considerábamos normal y que nos parecía lo correcto -pagar impuestos elevados para financiar la acción del Estado-, en mayor o menor medida se ha puesto en entredicho por la acción de estos youtubers.
Jóvenes que en algunos casos ganan millones de euros al año y que no quieren que el Estado se quede con casi la mitad de lo que ingresan. ¿Y por qué? Pues porque consideran que el hecho de que el Estado se quede con casi la mitad de lo que generan no es justo, no es correcto y no es moral. Desde su perspectiva, defienden que lo que ganan es fruto de su trabajo y de su talento, y que, si bien todo el mundo debe pagar impuestos para garantizar unos servicios que el Estado debe proveer, no están de acuerdo con que casi la mitad de lo que ingresan se vaya a un Estado que no les pregunta en qué se va a gastar lo que recaudan o que en muchos casos no les beneficia directamente.
Por lo general, los ciudadanos de los países con estado del bienestar están de acuerdo en que pagar impuestos es positivo, ya que es la forma de costear la educación de los jóvenes, las carreteras, la sanidad y otros servicios de los cuales a menudo no sabemos nada. Dicho esto, siempre ha existido el debate de si se deben pagar más o menos impuestos, si estos deben ser progresivos, o si cuanto más altos sean más se va a recaudar y más servicios podrá proveer el Estado. Este debate supone una línea divisoria entre los partidos políticos de izquierdas, que abogan por mayores cargas impositivas y mayor intervención en la vida de los individuos, y los partidos políticos de derechas, que suelen defender medidas económicas de carácter liberal, esto es, menor peso estatal, menor intromisión en la vida de los individuos, menor gasto público y en consecuencia menor carga impositiva.
En España ha existido durante años consenso sobre la cuestión de los impuestos, consenso que defiende que, en efecto pagar impuestos es positivo, y que cuantos más se pagan mayor beneficio repercutirá el conjunto de la sociedad.
Y es en este punto en el que los youtubers han ayudado -involuntariamente- a romper el consenso existente con un nuevo discurso, una nueva narrativa que puede ser compartida por una parte considerable de la sociedad española: pagar impuestos está bien, es positivo para el conjunto de la sociedad, pero que el Estado se quede con la mitad o casi la mitad de lo generado por un individuo, no es moral y supone un abuso hacia los ciudadanos.
Narrativa, que no es compartida tan solo por aquellos que ganan mucho dinero, sino por muchos ciudadanos que consideran que el Estado es ineficiente a la hora de repartir o de utilizar los recursos para cosas realmente necesarias, o que, en el peor de los casos, gasta los recursos en cosas inútiles. En definitiva, un hecho que refuerza la posición y el discurso de aquellos que creen en un Estado debe ser lo más pequeño posible, y que, en caso contrario, es decir, en el caso de que el Estado sea muy grande, este será incapaz de gestionar los recursos eficientemente.
En cierta forma, los youtubers que involuntariamente han generado este debate le han allanado el camino -siempre y cuando sean habilidosas- a aquellas formaciones políticas que defiendan una fiscalidad más baja, y le han servido en bandeja de plata un nuevo marco, frente al marco de la solidaridad que hasta ahora habían defendido los partidos progresistas, se ha abierto la puerta a un nuevo marco que engloba un discurso que le puede ser útil a los partidos con una política económica liberal. Un marco que defienda que es injusto que el Estado se quede con casi la mitad de lo que has conseguido con tu talento y tu esfuerzo.
Este discurso puede calar especialmente entre los seguidores de estos youtubers, y recordemos que estamos hablando de decenas de millones de personas que en su mayoría son jóvenes que se están formando una visión del mundo que les rodea, y que en mayor o menor medida están siendo influenciados por sus “ídolos”, los cuales le están transmitiendo un mensaje de forma más o menos explícita, un mensaje, un discurso que no es fácil hacer llegar o transmitir, y que puede dar lugar a un nuevo escenario, una nueva dicotomía que vaya ganando peso en el debate político español: ¿más impuestos o menos impuestos? ¿para qué se van a utilizar los impuestos? ¿van a ser usados de forma útil? ¿es justo pagar la mitad de lo que gano?
No debemos olvidar que son los marcos los que condicionan nuestra forma de entender el mundo que nos rodea, de ahí la importancia que le dan los partidos políticos a ser capaz de persuadir a la sociedad para que contemple las cuestiones sociales a través de un marco que vaya acorde con las propuestas que defiende dicho partido político. Una vez más, la actualidad parece sorprendernos y los potenciales cambios en política parecen venir de lugares insospechados, en este caso, de las habitaciones de youtubers españoles viviendo en Andorra.
Andrés Ouviña Queiro es politólogo, especializado en comunicación y marketing político, consultoría y campañas electorales (@Queiro_A)