La era de la comunicación verde. Comunicar el cambio climático desde los gobiernos

PAU SOLANILLA

Vivimos en un mundo cada vez más complejo y sofisticado que nos interpela a construir nuevas coherencias y nuevos relatos para gestionar los retos del presente, así como las contingencias del futuro. La pandemia del coronavirus, además, nos ha desnudado como sociedad mostrando las vulnerabilidades y carencias de nuestros sistemas políticos y organizativos tanto públicos como privados. Las instituciones y los gobiernos están sometidos a un stress test permanente para ofrecer respuestas inmediatas y los problemas se yuxtaponen y son interdependientes. 

Ese es el caso de la emergencia sanitaria y la emergencia climática. Problemas altamente complejos que no pueden afrontarse con las recetas o las ideas del viejo mundo, han quedado obsoletas. Necesitamos nuevas fórmulas para la reactivación económica que garanticen nuestra forma de vida preservando la cohesión social y territorial. Nuevas formas de generación de valor y nuevas prácticas para gestionar de forma coherente tecnología, capital humano y capital natural para luchar contra el cambio climático y gestionar la exposición a los nuevos riesgos climáticos. 

Comunicación y liderazgo

La respuesta global al cambio climático exige ante todo un nuevo liderazgo desde lo público para transitar hacia un nuevo modelo económico y social sostenible. La declaración de emergencia climática es un paso necesario pero insuficiente. Las instituciones no pueden ser únicamente potencias declarativas. Tienen que liderar la emergencia de un nuevo paradigma político, social y económico. Un cambio de ideas, de discurso, de actitudes, de aptitudes, y por supuesto, de políticas, que debe ir acompañado de una nueva forma de comunicar.

No hay política sin comunicación. Pero la política es mucho más que comunicación. La política son valores que se acreditan con acciones y no puede quedar reducida a gestos, declaraciones o fotos. Son imprescindibles nuevas formas de gobernanza, nuevas políticas y formas de comunicación que desbordan las instituciones.  La lucha contra el cabio climático requiere una nueva cultura del liderazgo compartido. Un trabajo en red que haga confluir políticas públicas, responsabilidad empresarial, participación ciudadana, inversiones sociales, reformas legales y los procesos de innovación tecnológica para transformar nuestras economías y transitar rápidamente hacia modelos de desarrollo sostenibles. 

La preocupación por el medio ambiente y la sostenibilidad están cobrando cada vez más importancia en todos los ámbitos de la sociedad a nivel global. Una oportunidad para las instituciones y los gobiernos para reconectar con los ciudadanos, con la economía real y con el territorio. Hoy es más necesario que nunca una comunicación política e institucional que nos ayude a contextualizar el mundo actual y a identificar, diseñar, compartir y construir un nuevo proyecto colectivo basado en la sostenibilidad. Para ello, uno de los obstáculos al que nos enfrentamos es la falta de credibilidad y reputación de las instituciones. Los partidos o las instituciones tradicionales no ocupan lugar en la mente de los ciudadanos. No emocionan ni conectan, y como en tantos órdenes de la vida, los espacios vacíos no existen y los ocupan otros. 

Los ciudadanos no queremos que nos traten como a niños, sino que nos hablen con claridad y honestidad. Como bien escribe Yuval Noah Harari: “en un mundo de informaciones irrelevantes, la claridad es poder”. Un buen ejemplo de liderazgo en la lucha contra el cambio climático lo constituye Greta Thunberg y el movimiento Friday for future. Una campaña iniciada en solitario por la joven activista sueca -entonces tenía 15 años- que, con una comunicación auténtica, directa y emocional, denunció la inacción institucional y de las grandes empresas generando un movimiento global de gran impacto mediático e influencia que contribuyó a generar un momentum para dar un paso adelante en la lucha contra el cambio climático. Eso es precisamente lo que necesitamos de las instituciones y los gobiernos, claridad y liderazgo. 

El liderazgo en el terreno de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático no se conseguirá con campañas publicitarias o simplemente con la comunicación política tradicional. En el mundo que emerge, la nueva comunicación verde se sustentará en las nuevas relaciones y la capacidad de construir coaliciones tanto en el mundo físico como en el digital. La conectividad se ha convertido en el motor de la transformación del sistema global. Cuantas más y mejores conexiones de calidad más notoriedad, más reputación y más engagement. La cuestión ya no radica en cuanto poder acumulamos, sino en la capacidad de generar confianza e influencia. De poco sirve tener poder, o creer tenerlo, si no eres capaz de influir y cambiar las cosas. 

Gobernar y conectar: un nuevo lenguaje institucional 

Uno de los retos de la comunicación política para liderar la lucha contra el cambio climático es que no tenemos muchas personalidades que mantengan el vínculo emocional y la credibilidad con la ciudadanía. Sin credibilidad, los gobiernos pierden buena parte de su efectividad y capacidad de influencia. Hace falta que una narrativa y una nueva generación de referentes políticos e institucionales que den un paso al frente con nuevas actitudes y aptitudes para hacer creíble las palabras y los discursos de las instituciones y de los gobiernos. Líderes con coraje, coherencia y autenticidad, que, arropados de buenos asesores de comunicación, generen un nuevo discurso político audaz, creativo y movilizador para reconectar con la mente y los corazones de los ciudadanos. 

Para que la sociedad reconozca el liderazgo de los gobiernos en la lucha contra el cambio climático, las instituciones tienen como gran reto ganar la batalla de las ideas y de la comunicación. Las palabras y el lenguaje de la política importan y mucho. El poder y la influencia emanan en buena medida del lenguaje público y su capacidad para cartografiar los problemas y desplegar narrativas que generen políticas y acciones que tengan impacto en la vida diaria de la gente. Hay que visualizarlas, hacerlas tangibles y crear relatos que permitan impulsar procesos de cambio y transformación conciliando anhelos y voluntades. Pero ojo, no es lo mismo liderazgo comunicativo que generar propaganda como lamentablemente vemos muy habitualmente. 

El reto hoy consiste en desplegar una inteligencia política distribuida con iniciativas autónomas de proximidad, pero conectas entre sí en el que una buena estrategia de comunicación de coherencia y sentido al conjunto. Algo así como una gobernanza en red que despliegue diferentes acciones e historias y a diferentes niveles, pero con un metarelato único y con visión de conjunto. Una comunicación institucional eficiente en tiempos de crisis tiene que conseguir mantener el vínculo emocional con la sociedad. Sin ella se pierde buena parte de la efectividad. Vivimos en sociedades posdemográficas, altamente emocionales y con polipertenecias en diversas comunidades y redes en el que las informaciones más creíbles y las que más impactan no son las que irradian las instituciones, sino a través de las personas o comunidades en quién más confiamos. 

Comunicar en tiempos de crisis climática requiere una delicada gestión de la comunicación utilizando las técnicas de la “narrativa transmedia”. Se trata de lograr que nuestros mensajes lleguen al mayor número posible de personas a través de diversos medios, plataformas y redes de una forma amable y empática. Hay que inspirar y motivar a los demás para que sean impulsores y catalizadores del cambio y corresponsables de la gestión para reducir juntos los niveles de incertidumbre. En la lucha contra el cambio climático, intentar imponer un relato desde los gobiernos es contraproducente, genera rechazo y desconfianza. Los discursos políticos hace tiempo que perdieron la componente de pedagogía para convertirse un gran ruido que no conecta con una buena parte de la sociedad. 

Hoy se trata de gobernar y conectar emocionalmente con los diferentes colectivos sociales y económicos. Narrar, contar, emocionar y compartir pequeñas historias con sentido estratégico. Las historias nos permiten conectar con las personas, su realidad, sus expectativas y sus problemas. Las habilidades conversacionales y las palabras vuelven a ser fundamentales para crear nuevas conexiones y con ejemplaridad, tejer nuevas complicidades de forma transversal. Algo que requiere dejar atrás el autoreferencialismo político e institucional, porque en las buenas historias los protagonistas no son los gobiernos, sino las personas y la sociedad.  

Los gobiernos tienen que volver a revisitar sus estrategias y formas de hacer y comunicar. Esto es, redefinir su propósito para volver a recuperar la licencia social para operar que otorgan los ciudadanos. Para recuperar credibilidad y confianza es imprescindible enmarcar los mensajes bajo el paraguas de un propósito creíble que genere sentido de pertenencia, confianza y de comunidad, algo que difiere del management táctico y cortoplacista que caracteriza la comunicación política de hoy, 

La era de la comunicación verde requiere de una nueva narrativa y ética de una transición económica, social y medioambiental justa, y la integración del storytelling en la comunicación institucional puede llevar la comunicación política al siguiente nivel. El uso estratégico de la narración de historias es una forma útil y efectiva, si se hace bien, para sustentar la gestión del cambio poniendo a las personas en el centro. Las historias simples y claras son las que llegan mejor. Son narrativas bien pensadas y estructuradas, que se multiplican en base a efectivas estrategias de comunicación en la televisión, la radio, campañas en redes sociales, iconografía gráfica, etc. Contar historias no es un trabajo que se improvise, requiere de una cuidadosa preparación y se necesita más disciplina y rigor para preparar un discurso. 

Los hombres y mujeres siempre hemos necesitado contar y escuchar historias, y como se ha demostrado a lo largo de los tiempos, no vale cualquier historia, las mejores historias son las que se imponen. Las historias con valores y las políticas con alma, son una de las armas de persuasión masiva en esta nueva era de la economía de la atención. 

 

Pau Solanilla es experto en reputación y liderazgo y fundador de Sostenibles.Org (@pausolanilla)

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