Joe Biden vs. Bernie Sanders: de la “primaria invisible” a un desenlace inesperado

ISABEL GARCIA-AJOFRÍN

Senadores, congresistas, alcaldes, millonarios, un récord de siete candidatos de minorías raciales y de cinco mujeres, y el primer contendiente abiertamente gay, que además es millenial. Las primarias presidenciales del partido Demócrata en 2020 han sido las más diversas de la historia, aunque la carrera vaya a concluir con la nominación de uno de los dos hombres blancos de más de 70 años de distintas alas del partido, Joe Biden y Bernie Sanders. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Este artículo describe las claves del proceso de nominación desde la precampaña hasta el inesperado desenlace de las primarias con el advenimiento de la pandemia de coronavirus.

Candidatos principales y debates de televisión, los primeros filtros

Las primarias demócratas comenzaron en febrero de 2020, aunque la preselección de candidatos venía efectuándose desde hace meses. Sin un presidente demócrata que se presentase a la reelección, se daba por sentado que serían unas primarias concurridas. Una treintena de candidatos principales se registró en la Comisión de Elecciones Federales (FEC, en sus siglas en inglés), el primer paso para comenzar a recaudar fondos. Esa cifra sólo incluye a los destacados, o como Michael J. Goff (1) los llama, “los mencionados” por los medios de comunicación. El número es más amplio si se considera a todos los demócratas que se registraron con la FEC: más de 300 según su web (2), aunque muchos de ellos no pusieron en marcha sus campañas.

El proceso de nominación presidencial actual nació con la Comisión McGovern-Fraser, la respuesta al caos de la Convención Nacional Demócrata de Chicago de 1968. Cuando la sociedad aún se sobreponía de los asesinados de Martin Luther King Jr. y Robert F. Kennedy, se encontró con las fotografías de rostros ensangrentados de los jóvenes que apoyaban al senador Eugene McCarthy (el candidato en activo que había ganado más primarias y opositor de la guerra de Vietnam) mientras que el partido nominó a Hubert Humphrey (que no había participado en ninguna primaria y defendía el conflicto). Las nuevas normas se implementaron en 1972 y atrajeron a un amplio número de contendientes, lo que incluía a las primeras candidatas en primarias presidenciales del partido Demócrata y primeras personas no blancas de los dos partidos principales (la congresista negra Shirley Chisholm y la asiático-americana Patsy Mink) (3). Desde entonces, el proceso consiste en seis meses de primarias que culminan en las convenciones de los partidos, más un año de precampaña.

Los debates de televisión en los que los candidatos han constituido uno de los primeros filtros para seleccionar en qué candidatos de la treintena principal fijarse en 2020. El Comité Nacional Demócrata programó seis debates en 2019, con un máximo de veinte contendientes en cada uno. Para los de junio y julio de 2019 (las condiciones se endurecieron posteriormente), los candidatos debían obtener al menos un  1% en tres encuestas nacionales o recibir donaciones de al menos 65.000 vecinos de un mínimo de 20 estados. El empresario asiático Andrew Yang, un outsider de la política que podría haber sido uno de los “no mencionados” estas elecciones, logró clasificarse.

A través de los debates, los votantes se familiarizaron con las imágenes de los candidatos, su desempeño ante las cámaras y, superficialmente, con sus programas políticos, al tiempo que se proporcionaba contenido a la prensa y sus primeras “historias de carreras de caballos”. Como explica Larry M. Bartels (4), los artículos periodísticos conocidos como horse race (“de historias de caballos”, en español), habituales durante las primarias, se distinguen por centrarse exclusivamente en relatar “quién [de los candidatos] va por delante, quién va ganando terreno y quién cruzará la meta antes”. 

Cuando se cumplía el plazo para los de septiembre y octubre, cuatro candidatos que no habían logrado clasificarse concluyeron sus campañas. El quinto, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, lo hizo poco después. Si en los debates de junio y julio participaron 20 personas, en el de septiembre fueron sólo 10; en el de diciembre, 7; y en el de enero, 6. Entonces, y tras abandonar la carrera el senador por Nueva Jersey, Cory Booker, que es afroamericano y que no se había clasificado en los dos últimos debates, como tampoco lo hizo Andrew Yang, aunque seguía en campaña, todos los participantes eran blancos. 

Vencedores y vencidos de la “primaria del dinero” 

Desde que en 1976 Arthur T. Hadley (5) acuñase el término de “primaria invisible” para referirse a la precampaña de las primarias, son múltiples los trabajos que han expuesto el papel decisivo de estos meses para obtener apoyos y fondos. Michael J. Goff (6) prefiere llamarla the money primary (“la primaria del dinero”, en español). Durante este periodo, los contendientes deben desarrollar la infraestructura con la que captar fondos constantemente, los cuales servirán para contratar a personal, organizar actos políticos y viajes, y dar a conocer el programa con publicidad. Además, los fondos constituyen uno de los primeros indicadores que los medios de comunicación utilizan para clasificar las candidaturas según sus posibilidades, lo que influye en las encuestas de opinión. Los que fracasan en ese cometido, o se retiran o comienzan las primarias en desventaja, todo ello sin que nadie aún haya votado. 

Randall E. Adkins y Andrew J. Dowdle (7) coinciden en la importancia de la recaudación durante la precampaña y, especialmente, de las reservas que tienen los candidatos antes de Iowa. Cuando Kamala Harris se retiró en diciembre de 2019, reconoció su incapacidad para seguir recaudando. Había conseguido 40 millones, pero en los últimos tres meses, sólo había logrado 4 millones y comenzaba 2020 con 1,4 millones. Para comprender mejores estas cifras se pueden comparar con las correspondientes a Bernie Sanders, quien lideraba la primaria dinero al haber recaudado 109 millones y conservaba otros 18. 

Del liderazgo inicial de Bernie en Sanders al “momentum” de Joe Biden

Elizabeth Drew (8) afirma que el proceso de nominación presidencial estadounidense se parece más a un “concurso de eliminación” que a un proceso racional para elegir al mejor candidato. Tras una precampaña demoledora, sólo ocho contendientes comenzaron las primarias: Joe Biden, Tulsi Gabbard, Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Amy Klobuchar, Pete Buttigieg, Andrew Yang y Tom Steyer. Además, el exgobernador de Massachusetts, Deval Patrick, y el millonario exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se habían sumado en el último momento. 

El caucus de Iowa marcó el inicio a las primarias demócratas el lunes 3 de febrero de 2020 y Bernie Sanders y Pete Buttigieg ganaron el mayor número de votos en este Estado. Considerado junto a Nueva Hampshire relevante (9) para determinar qué candidatos tienen posibilidades, los problemas al registrar los resultados en Iowa con una nueva aplicación móvil retrasaron la información, lo que disminuyó el posible efecto de impulso. Bernie Sanders y Pete Buttigieg volvieron a vencer en Nueva Hampshire, pero fue tras Nevada, el tercer estado que votaba, cuando Sanders se convirtió en el frontrunner al ganar el 46,8% de los votos (10) y el mayor porcentaje de votantes latinos (11).

Joe Biden, quien había quedado cuarto, quinto y segundo en los tres primeros comicios, respectivamente, y además escaseaba de fondos (a 31 de enero tenía 7 millones de dólares frente a los 16,8 millones de Bernie Sanders) (12), aún confiaba en el apoyo de los votantes afroamericanos que había cosechado como vicepresidente de Barack Obama. Tras el endorsement del veterano congresista negro Jim Clyburn, Biden logró una victoria amplia en la siguiente primaria, Carolina del Sur, y tras el cese de las campañas de los otros dos candidatos centristas, Pete Buttigieg y Amy Klobuchar, consiguió una remontada histórica en el supermartes que le concedió momentum. 

El supermartes compuesto mayoritariamente por estados sureños se ideó en 1988, tras la derrota del ticket Walter Mondale-Geraldine Ferraro frente a Ronald Reagan cuatro años antes. Su objetivo era incentivar la participación y nominación de candidatos blancos sureños o moderados que pudiesen ganar votos en el sur en las elecciones generales (13). Donald W. Beachler (14) lo denomina “el problema sureño” demócrata, al considerar que los votantes de Iowa y Nueva Hampshire son más progresistas que los del resto del país, y que por ello, candidatos progresistas que obtienen buenos resultados en estos dos estados logran una cobertura mediática positiva que les permite ganar en estados sureños posteriores durante las primarias aunque en noviembre no pueden replicar sus victorias en el “bastión republicano” del sur contra el candidato republicano.

Tras el supermartes de 2020, sólo quedaban cinco contendientes: Bernie Sanders, Joe Biden, Michael Bloomberg, Elizabeth Warren y Tulsi Gabbard. Con las salidas de Bloomberg, Warren y Gabbard, unos días después, “el concurso de eliminación” de 2020 había llegado a su última etapa con dos candidatos en pie: Bernie Sanders y Joe Biden. Tras la importante preselección acontecida en la precampaña, en sólo un mes de primarias (del 3 de febrero al 3 de marzo) se perfilaba la decisión final. 

Aquellos afines a Biden atribuyen (15) los resultados del supermartes a la incapacidad de Bernie Sanders para ampliar su base de votantes, así como no ganar suficientes apoyos entre los afroamericanos de mayor edad que asocian al exvicepresidente con el primer presidente negro de Estados Unidos. Los defensores de Sanders señalan (16) el cese repentino de los dos candidatos de centro y culpan a los sectores más moderados del partido de aglutinar sus esfuerzos en torno a Biden para frenar al senador de Vermont. Esta última presunción recuerda a la relatada por Elizabeth Drew en su diario de campaña de 1988. En aquellas primarias eran Michael Dukakis y Jesse Jackson quienes tenían un número de delegados parecido cuando amplios sectores del partido se unieron en torno a Dukakis para frenar (sin que lo pareciese) al reverendo afroamericano y líder por los derechos Jesse Jackson, quien además defendía una agenda progresista. Tras la primaria de Nueva York en abril de 1988, cuando Jackson quedó sin posibilidades de ser nominado, el reverendo siguió en la carrera para influir la agenda, de forma similar a como podría hacer Sanders este año.

Al igual que en otras elecciones, incluidas las de 1988, en las de 2020 se ha llegado a temer que ningún candidato obtenga los 1.991 delegados necesarios para la convención, aunque casi nunca ocurre. También se quiere evitar a toda costa revivir la Convención Nacional Demócrata de 1968. El proceso de nominación presidencial sigue un esquema parecido cada cuatro años, aunque ninguno es igual. La llegada repentina de la pandemia de coronavirus, que está poniendo a prueba a candidatos y presidente, y que ha transformado, a la fuerza, las campañas en digitales, así lo demuestra. Tras cancelarse todos los actos políticos presenciales, celebrarse un debate sin público y posponerse las primarias, se puede afirmar que nadie predijo este desenlace.

 

Isabel García-Ajofrín es periodista, doctora en Ciencias Políticas y autora de Soñar a destiempo. Candidatos a la presidencia de Estados Unidos que allanaron el camino a Obama (UOC, 2018). (@ibelgars)

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(1)  Michael J. Goff. 2004. The Money Primary: The New Politics of the Early Presidential Nomination Process. Lanham, MD: Rowman & Littlefield Publishers.

(2)  Federal Election Commission. (s.f.) Candidates. Fec.gov. Recuperado 22 de marzo, 2020, de https://www.fec.gov/data/candidates/?election_year=2020&office=P&party=DEM 

(3)  García-Ajofrín, I. (2018). Soñar a destiempo. Candidatos a la presidencia de Estados Unidos que allanaron el camino a Obama. Barcelona: Editorial UOC.

(4)  Bartels, L. M. (1988). Presidential Primaries and the Dynamics of Public Choice. Princeton: Princeton University Press. 

(5)  Hadley, A. (1976). The Invisible Primary. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.

(6)  Michael J. Goff (2004). The Money Primary: The New Politics of the Early Presidential Nomination Process. Lanham, MD: Rowman & Littlefield Publishers.

(7)  Adkins, R. E, & Dowdle, A. J. (2001). “How Important Are Iowa and New Hampshire to Winning Post-Reform Presidential Nominations?”. Political Research Quarterly, 54(2), 431–444. 

(8)  Drew, E. (1989). Election Journal. Political Events of 1987-1988. Nueva York: William Morrow and Company.

(9)  Bartels, L. M. (1988). Presidential Primaries and the Dynamics of Public Choice. Princeton: Princeton University Press.

(10)  “Nevada Caucuses 2020: Live Election Results”. (2020, 22 febrero). The New York Times. Recuperado 27 marzo, 2020, de https://www.nytimes.com/interactive/2020/02/22/us/elections/results-nevada-caucus.html

(11)  Brownstein, R. (2020, 23 de febrero). “Sanders won big with Latinos in Nevada. The nation’s largest minority group could reshape the Democratic race”. CNN. Recuperado 24 de marzo, 2020, de https://edition.cnn.com/2020/02/23/politics/bernie-sanders-latino-vote-nevada-caucuses/index.html 

(12)  Federal Election Commission. (s.f.) Candidates. Fec.gov. Recuperado 22 de marzo, 2020, de https://www.fec.gov/data/candidates/?election_year=2020&office=P&party=DEM

(13)  Norrander, B. (1992). Super Tuesday: Regional Politics and Presidential Primaries. Lexington, KY: University Press of Kentucky.

(14)  Beachler, D. (1996). “The South and the Democratic Presidential Nomination, 1972-1992”. Presidential Studies Quarterly, 26(2), 402-414. Recuperado 20 de marzo, 2020, de www.jstor.org/stable/27551587

(15)  Burns, A., & Martin, J. (2020, 21 de marzo). “How It All Came Apart for Bernie Sanders”. The New York Times. Recuperado 27 de marzo, 2020, de https://www.nytimes.com/2020/03/21/us/politics/bernie-sanders-democrats-2020.html

(16) Cillizza, C. (2020, 2 de marzo). “The Stop Sanders movement has gone public”. CNN. Recuperado 24 de marzo, 2020, de https://www.cnn.com/2020/03/02/politics/bernie-sanders-joe-biden-super-tuesday/index.html