Investidura como Alcalde de Zaragoza

Presidente del Gobierno de Aragón, Autoridades, amigas y amigas, Compañeros y compañeras de la Corporación Municipal:

Los zaragozanos nos han otorgado una extraordinaria responsabilidad: dirigir los destinos de la ciudad y de su Ayuntamiento en un momento excepcional de su historia.

Si siempre es un honor pertenecer a esta Corporación Municipal, en la legislatura que hoy se abre es ?además- un reto: el de estar a la altura de una ocasión memorable que, sin ningún género de dudas, marcará el devenir de Zaragoza durante las próximas décadas.

En el 2008, nuestra ciudad se ha propuesto mostrarse ante el mundo para exhibir todo su potencial y para fijar las señas de identidad con las que quiere ser una de las ciudades con protagonismo propio en la Europa del s.XXI: logística, innovación y tecnología, agua y desarrollo sostenible y, por encima de todo cohesión social y calidad de vida.

Para conseguir esos objetivos, Zaragoza necesita el mejor gobierno posible, el más fuerte y el más representativo. En mi opinión la única interpretación correcta de los resultados de las elecciones del pasado 27 de mayo será aquella que tenga en cuenta esta coyuntura inédita y las exigencias de gobernabilidad que nos plantea.

Los ciudadanos han hablado y pienso que han validado las líneas fundamentales del proyecto puesto en marcha durante la anterior legislatura.

Asumo con agradecimiento el respaldo ciudadano que, como Alcalde he recibido, pero también con la humildad de ser consciente de que la lista por mí encabezada no goza de la mayoría absoluta, y de que el nuevo mapa político municipal contiene inequívocos mensajes en favor de una mayor pluralidad y diálogo entre los partidos.

En la nueva Corporación destaca la presencia de dos fuerzas políticas mayoritarias.

Los socialistas, como fuerza más votada, asumimos la responsabilidad de gobernar, pero reconocemos la importancia del Grupo Popular y el amplio apoyo que tiene entre los zaragozanos.

Su indispensable papel como oposición no debe ser obstáculo para que intentemos llegar a acuerdos en los asuntos esenciales para la vida de la ciudad.

Chunta Aragonesista continúa siendo la tercera fuerza política de Zaragoza. Siempre he dicho y sostengo que la coalición que PSOE y CHA formamos durante la anterior legislatura ha sido positiva para la ciudad, al proporcionar al Gobierno municipal la estabilidad y la fuerza necesaria para tomar algunas importantes decisiones estratégicas.

De hecho, los partidos que formamos esa coalición seguimos teniendo mayoría absoluta en la nueva Corporación. Más allá de la mera constatación aritmética, creo firmemente en la conveniencia de la continuidad en los grandes proyectos iniciados en la anterior legislatura y por eso he manifestado y manifiesto mi interés en que CHA se mantenga en el Gobierno de la ciudad.

Más allá del resultado de las conversaciones que hemos tenido y seguiremos teniendo en los próximos días, quiero mostrar mi agradecimiento al grupo de Chunta Aragonesista por su voto favorable a mi elección como alcalde. Es una muestra más de la lealtad que siempre habéis tenido conmigo. Espero responder a la confianza que habéis depositado en mi persona.

No sería lo óptimo, no obstante, el no intentar ajustar la fórmula del nuevo gobierno a los resultados del 27-M y a las nuevas circunstancias.

Así, el Partido Aragonés sigue teniendo un importante porcentaje de votos y un papel muy destacado en las instituciones aragonesas.

Hace cuatro años tuvisteis la generosidad de votarme como alcalde, pese a que después no fuimos capaces -y yo admito mi responsabilidad principal en ello- de encontrar una fórmula para vuestra permanencia en la mayoría de gobierno.

Por eso quiero resaltar y agradecer de manera muy especial el valor que hoy tiene que de nuevo me hayáis otrogado vuestra confianza y vuestros votos para mi reelección.

Esta vez no podemos fallar en la búsqueda de un acuerdo que convierta este apoyo de hoy en una participación estable en la gobernabilidad de Zaragoza.

Igualmente quiero saludar el retorno a la Corporación Municipal de Izquierda Unida, máxime cuando su representante, aun siendo nuevo como concejal, no lo es absoluto en los debates de este Salón de Plenos.

Seguro, Señor Alonso que con buena voluntad y trabajo encontraremos el espacio suficiente para el acuerdo en numerosas iniciativas y acciones de gobierno.

Señoras y señores concejales: al resultado de esta elección de alcalde no le doy un valor instrumental. Creo, por el contrario, que representa una plasmación rigurosa de lo que los electores, la ciudad y el 2008 nos reclaman: que ésta sea la legislatura de los grandes consensos.
Y asumo como principal obligación de mi nuevo mandato el intentar articular esos consensos, tanto en la formulación del nuevo gobierno municipal y del programa en que se apoye, como en la articulación y definición de los grandes asuntos estratégicos de la ciudad sobre los que tendremos que decidir en los próximos tiempos.

Las urnas nos han dado a todos un mensaje de mayor pluralidad, de más diálogo, de menos empecinamiento en las respectivas posiciones. Pero a la vez nos han hablado de más ambición en los proyectos y de más calidad en la gestión. A ello me voy a aplicar como alcalde.

Dentro de un año menos dos días, Zaragoza abrirá las puertas de su Exposición Internacional sobre Agua y Desarrollo Sostenible. No es éste Salón de Plenos un lugar en el que haga falta ponderar ni explicar la importancia de este acontecimiento.

Sí que es cierto que no por sabida va a ser menos acuciante la necesidad de dedicar en los próximos meses nuestros máximos esfuerzos a conseguir que Zaragoza esté a punto para ese momento mágico.

No sólo en aquello que esté vinculado a la propia Expo, sino sobre todo en la adecuación del conjunto de la ciudad a una cita en la que nos jugamos la imagen de Zaragoza en España y en el mundo.

Hay mucho trabajo por hacer y estoy seguro de que la mejor forma de hacerlo es trabajando juntos, con el mismo nivel de acuerdo que entre todos hemos sabido mantener desde el principio en torno a los asuntos de la Expo.

Pero, sin escatimar tiempo, recursos o esfuerzos a esa ingente tarea, me atrevo a decir que todos compartimos la idea de que lo más importante para Zaragoza es lo que ocurrirá después de la Expo. Que lo más importante es rentabilizar al máximo sus efectos a medio y a largo plazo.

Escribía Genaro Poza en una de sus crónicas glosando las bodas de oro de la Exposición Hispano-Francesa de hace un siglo que ‘la Exposición de 1908 removió hasta sus posos la ciudadanía y puso en pie a la población entera’. No debemos ambicionar menos ahora. Sobre todo porque hoy sabemos bien qué duradero efecto, y qué grado de modernización urbana, económica y social supuso para Zaragoza aquel espíritu transformador que nuestros antecesores, liderados por esa magnífica figura que fue Basilio Paraíso, supieron aplicar a todos los aspectos de la vida ciudadana. Materializar los rasgos fundamentales de esa nueva Zaragoza que está surgiendo en torno a la Expo de 2008 constituirá una de las prioridades de mi nuevo mandato como alcalde. Muchas de las líneas de actuación ya están definidas, pero todavía quedan por tomar decisiones e iniciativas de gran calado en materia de reutilización de los espacios, de reubicación de algunas actividades ciudadanas, de gestión de edificios y espacios públicos, o de programas de especialización empresarial y educativa.

Y, por encima de todo, será responsabilidad mía y de toda la Corporación articular y desarrollar ese gran nuevo centro de gravedad de la ciudad que van a constituir, como un único conjunto urbano, el recinto de la Expo, el parque de Ranillas y los nuevos barrios del AVE y del Portillo.

Compañeras y compañeros de Corporación: lo más importante no es siquiera cómo gestionar la post-Expo, sino cómo lograr que Zaragoza no se pare después del 2008, que la Expo no sea la meta sino la línea de salida de una ciudad renovada capaz de mantener el impulso de cambio y transformación que desde hace ya algunos años, desde antes de llegar yo a la Alcaldía, Zaragoza ha iniciado.

En un contexto europeo y mundial de intensísima competencia entre las ciudades, es crucial para el futuro de Zaragoza no bajar ni el nivel de ambición ni el de exigencia. Necesitamos una ciudad más abierta, más cosmopolita, con servicios de calidad y con una potente y permanente proyección exterior. Hacer todo eso requiere instrumentos, organización, proyectos y presupuestos. Y, como son de significado estratégico, deben formar parte de aquellas cosas esenciales que tenemos que ser capaces de decidir con el máximo consenso. Nuestro verdadero objetivo debe ser ‘Zaragoza 2015’ como la visión final y conjunta de las grandes políticas municipales en los próximos años.

En esa línea, este segundo mandato como Alcalde tendrá seis prioridades estratégicas. Su formulación concreta y su desarrollo dependerá de los acuerdos que se alcancen para el gobierno municipal, pero en todo caso deben constituir el núcleo esencial de cualquier pacto.

En primer lugar, el desarrollo del Plan de Movilidad Sostenible. Conseguir un sistema de transporte público más rápido, más cómodo y con mayor capacidad es el principal y más urgente cuello de botella que Zaragoza tiene que resolver para que no se haga inviable e insostenible su crecimiento.

Contamos con un Plan riguroso y solvente, que proporciona un amplio catálogo de medidas viables que pueden y deben ejecutarse cuanto antes. Creo sinceramente que gran parte del Plan puede obtener, con los ajustes que sean oportunos, el apoyo de la inmensa mayoría, si no de toda la Corporación. Soy consciente, sin embargo, de que tenemos que hacer un esfuerzo especial para conseguir un mayor grado de acuerdo en lo que ha focalizado en gran parte el debate político y ciudadano. Hablo, por supuesto, del metro. Hoy quiero ratificar lo que ya dije en la campaña electoral y que forma parte del programa del Partido Socialista: Zaragoza tendrá la red de metro que sea necesaria y factible. Y quiero invitar formalmente a todos los grupos a reiniciar la discusión sobre este punto para intentar alcanzar un acuerdo.

Pese a las distintas posiciones que unos y otros hemos venido defendiendo, estoy convencido de que existe un espacio para el entendimiento.

El acuerdo sobre el metro debe ser compatible con la ejecución de la línea de metro ligero o tranvía norte-sur, (actualmente en fase de licitación de proyecto) proyecto que también formaba parte del programa con el que hemos ganado las elecciones.

Se trata de un proyecto viable, conveniente y que ?a diferencia del metro que requerirá de más tiempo- se puede ejecutar en esta legislatura, algo muy importante dada la necesidad de tomar medidas eficaces e inmediatas en materia de transporte público.

No obstante, ante la preocupación suscitada en algunos sectores, entiendo que sería beneficioso un amplio diálogo de cara a perfeccionar algunos de los aspectos concretos del proyecto en materia de recorridos, catenarias o diseño de la plataforma en los grandes bulevares.

El segundo gran eje de este mandato debe ser la política de vivienda. Partimos de una base ciertamente positiva, puesto que en la actualidad una de cada dos viviendas que se empiezan a construir en Zaragoza es ya de protección oficial. Hay que continuar e incrementar, si es posible, el número de viviendas protegidas que se construyan durante esta legislatura, hasta un objetivo de 10.000 nuevos pisos.

Dentro de este reforzamiento de la política de vivienda social, es preciso hacer un esfuerzo especial en aumentar el porcentaje de viviendas destinadas a alquiler, en la construcción de VPO en zonas de la ciudad consolidada, en la rehabilitación y en tratar de sacar al mercado de alquiler una parte significativa de las viviendas vacías. Tan importante como proporcionar vivienda asequible a todos los que la necesitan es revitalizar ?con ello- el centro de la ciudad para combatir el riesgo de que los nuevos focos de atracción en la periferia conduzcan a un indeseable y peligroso vaciamiento residencial del centro.

La tercera prioridad, al igual que la anterior, pretende garantizar la cohesión social. Me refiero a los servicios sociales.

Hay que incrementar drásticamente los recursos municipales dedicados a atender a las personas en situación desfavorecida en razón de su edad, su condición física o su situación económica personal o familiar.

Así, entre otras cosas, hay que desarrollar suelo para crear hasta 1.000 nuevas plazas en residencias, proporcionar servicios de comedor y lavandería en los centros de mayores, extender la gratuidad del transporte público a la gran mayoría de los mayores de 65 años, aumentar los servicios de teleasistencia y atención domiciliaria, y poner en marcha un servicio de guardería urgente 24 horas al día para situaciones sobrevenidas de necesidad familiar.

Y todo ello con un fuerte respaldo presupuestario. No firmaré unos presupuestos en los que el gasto social no se incremente un 25% por año.

El cuarto pilar del mandato serán las políticas de sostenibilidad y medio ambiente. Ni son el peaje pagado a desgana por ser sede la Expo, ni el producto de una moda transitoria. Es, tiene que ser, una de las nuevas señas de identidad de Zaragoza.

El objetivo inmediato es aprobar una estrategia municipal de lucha contra el cambio climático, que nos permita una reducción del 10% en las emisiones de CO2 para el año 2011 y del 30 % para el 2015.

Este plan de lucha contra el cambio climático incluirá medidas como la instalación de paneles de energía solar fotovoltaica en los edificios municipales, el aumento del consumo de combustibles ecológicos en el transporte urbano o las nuevas normas bioclimáticas de edificación, aunque obviamente la principal contribución a ese objetivo debe venir de la ejecución del Plan de Movilidad Sostenible.

Además, se debe proseguir en otros objetivos: la reducción del gasto de agua; la innovación en la gestión de residuos mediante iniciativas como la extensión de la recogida neumática de basuras o el soterramiento de los contenedores en la vía pública; una política de calidad del aire, que nos permita conseguir a corto plazo la reducción de los malos olores industriales hasta en un 90%; y, por último, culminar la realización de corredores verdes tanto dentro de la ciudad como en la periferia, con la puesta en valor de los espacios naturales con criterios de biodiversidad.

La quinta prioridad de mi mandato será el desarrollo de los barrios del AVE y del Portillo, con la puesta en marcha del proyecto Milla Digital y la definición y construcción de los equipamientos públicos necesarios en la zona.

Quiero mostrar de nuevo, en este punto, mi sincera convicción de que, (más allá de las legítimas diferencias que los grupos políticos hemos mantenido en el pasado), es posible y conveniente reiniciar el diálogo y buscar espacios de encuentro que permitan dotar a esta actuación del máximo respaldo posible.

Tanto por su trascendencia urbana (-sus más de 100 hectáreas suponen una actuación decisiva en la ciudad consolidada-) como por su vocación para atraer nuevas actividades económicas y generar empleos cualificados para nuestros jóvenes, la Milla Digital es uno de los grandes proyectos estratégicos de la ciudad. Por ello sería muy conveniente lograr un entendimiento entre todos los grupos municipales.

Ofrezco, para ello también en este punto, el inicio de un diálogo que, sin perjuicio de las obligaciones institucionales contraídas con el Ministerio de Fomento y el Gobierno de Aragón en el desarrollo de la zona, analice el Programa de Equipamientos Públicos para el conjunto del área, así como los instrumentos de promoción empresarial, ciudadana y tecnológica que deben ponerse en marcha dentro del programa Milla Digital.

La sexta y última prioridad es culminar el Plan de Barrios y el conjunto de equipamientos que ello conlleva para garantizar que todos los vecinos de Zaragoza, cualquiera que sea su lugar de residencia en la ciudad, tengan iguales derechos a la prestación de los servicios públicos municipales.

Finalmente, y aunque no lo haya incluido dentro de los seis ejes fundamentales de mi mandato, estoy convencido de que incluso en un tema tan polémico y de tanto calado popular como La Romareda es posible lograr el consenso.

Y como es necesario introducir un procedimiento o aproximación alternativa para intentar desatascar la situación de bloqueo en que nos encontramos, les propongo, como primer paso, invitar al Real Zaragoza a elaborar una propuesta concreta que refleje sus intereses y preferencias, para que, posteriormente, esa propuesta sea examinada y valorada, a la luz de la defensa de los intereses generales de la ciudad, en la Junta de Portavoces de este Ayuntamiento.

Zaragoza tiene hoy -y esta es una de las consecuencias anticipadas más positivas que nos ha dejado la Expo- su propio proyecto de futuro, y su gran programa de desarrollo estratégico dentro de las redes europeas de ciudades. Pero este proyecto, siendo autónomo, no puede ser de ninguna forma ajeno a las estrategias de desarrollo de la Comunidad Autónoma de Aragón, de la que somos capital.

En la pasada legislatura, el presidente del Gobierno aragonés, Marcelino Iglesias, ya demostró que el Aragón moderno y pujante de hoy no se concibe de ninguna forma sin el papel de Zaragoza como su principal locomotora. Para desempeñar cabalmente esa misión, Zaragoza necesita la máxima cooperación de la Comunidad Autónoma.

El nuevo Estatuto de Autonomía que los aragoneses nos hemos dado afirma en su artículo 87 que Zaragoza, en tanto que capital de Aragón, dispondrá de un régimen especial establecido por ley de las Cortes de Aragón.

Conseguir ese régimen especial, con el mayor grado de acuerdo posible, debe ser otra de las tareas de esta legislatura. Esa ley de capitalidad, más el impulso organizativo del entorno metropolitano (-para articular de forma coherente el gran espacio de influencia socioeconómica de Zaragoza-) serán instrumentos de enorme importancia para definir el dinamismo y la capacidad de crecimiento de la ciudad en los próximos lustros.

Si hace cuatro años tuve la oportunidad de expresar mi alegría y mi emoción personal por alcanzar el honor y la responsabilidad de ser alcalde de Zaragoza, déjenme decir hoy que estos sentimientos, lejos de matizarse por el efecto del tiempo y la costumbre, son más vivos que nunca.

La experiencia política y personal de estos cuatro años ha sido inigualable y ha superado cualquier expectativa que pudiera tener. Por eso mismo me sobrecoge y me honra todavía más esta segunda elección.

Sin la ingenuidad del que llega por primera vez a un despacho, pero con la seguridad que da saber lo que se puede conseguir y lo que los ciudadanos esperan. Sin falsas modestias pero siendo consciente de que el trabajo bien hecho se basa en mantener una línea de continuidad esencial con lo ya hecho por las anteriores corporaciones.

Sabiendo que nuestro trabajo no es inventar Zaragoza sino quererla y mejorarla, quererla y transformarla con esas actitudes. Con esas pequeñas certezas, inicio esta legislatura.

Siento también que ser alcalde, ser concejal de esta Corporación en un momento histórico como éste, es un privilegio que los zaragozanos nos han concedido. Tenemos, gracias a ellos, la oportunidad de participar desde la primera fila en un proceso de transformación sin precedentes. De ser testigos y actores de un tiempo en el que la bimilenaria Zaragoza se viste de gala para ser protagonista decidida y sin complejos del Siglo XXI.

Transformarse siendo fiel a sus raíces, es la fórmula con la que muchas ciudades importantes del mundo han tenido éxito en la globalización. Nosotros tenemos esa oportunidad a nuestro alcance. Y la vamos a aprovechar.

Pero no me gustaría terminar mi intervención con estas palabras. Porque correría el riesgo de hacer aquello contra lo que advertía Italo Calvino: ‘No se deben confundir las ciudades con las palabras que las describen’.

Las palabras son muy importantes para las ciudades porque son las que dan forma a sus aspiraciones. Pero de nada sirven los discursos, si no hay una política cotidiana que responda a las necesidades diarias de la gente. Una política de lo pequeño, de lo cercano, de lo que al final nos hace a todos un poco más confortable la vida de cada día. En este aspecto soy consciente de que tenemos que hacer mucho más en este nuevo mandato que en el anterior.

Hemos centrado quizás demasiado nuestra labor en los grandes proyectos, produciendo el efecto negativo de hacer pensar a muchos de nuestros vecinos que no nos ocupábamos con el mismo esmero de sus problemas cotidianos: desde el estado de las aceras en su calle a la limpieza de los jardines, pasando por los alcorques vacíos o las farolas que no alumbran. Ambos cometidos no son contradictorios ni incompatibles. Hemos sido capaces de impulsar grandes proyectos que están ensanchando la ciudad con nuevos espacios que crearán riqueza y calidad de vida. Pero es imprescindible mimar cada metro cuadrado, de lo nuevo y de lo viejo, para que los ciudadanos no se sientan ajenos a esta nueva etapa que Zaragoza emprende.

No sé si habrán fijado que en la exposición ‘Zaragoza. Avanzamos rápido’, hay un árbol de los deseos, donde la gente puede escribir sus pensamientos y sugerencias en unas tarjetas que se cuelgan del árbol a modo de hojas. He tenido la curiosidad de saber qué dicen los visitantes de la exposición y me he encontrado con que el mensaje más repetido es el de que cuidemos más la ciudad.

Debemos, y yo el primero, aceptar la sugerencia con humildad. La gente no habla de dinamización, de transformación, de proyección exterior, ni de ninguna de estas estiradas palabras de las que abusa la política cuando se confunde con la tecnocracia. La gente dice simplemente: cuidar la ciudad. Y todos lo entendemos.

He ahí un mensaje no contaminado ni manipulado sobre el significado del 27-M. Cuidemos la ciudad, escuchemos y hagamos participar a la gente. Y, después, todos juntos, conquistemos el futuro.

A ello les convoco.
Muchas gracias.