Íntegro, honorable, inteligente

DARÍO GARAY

Según el diccionario de la Real Academia Española la definición de cada una de las tres palabras es la siguiente: Íntegro, dicho de una persona recta, proba, intachable. Su antónimo, lo opuesto, es una persona deshonesta, inmoral o corrupta. Honorable, digno de ser honrado o acatado. Su antónimo es despreciable. Inteligente, dicho de una persona dotada de un grado elevado de inteligencia. Su antónimo es tonto, torpe.

Estos tres adjetivos calificativos son esenciales en la percepción que se tiene de una persona. Son parte fundamental en la toma de decisiones, ya que conforman el núcleo de la confianza y la construcción de la reputación y la credibilidad.

Cuando la persona de la que se analizan estas cualidades es un trabajador y el resultado es negativo la decisión es simple, se lo reemplaza. Cuando el nivel de responsabilidad del sujeto aumenta el análisis sigue siendo simple, aunque las repercusiones de la decisión que se tome al respecto pueden tener un mayor impacto en la actividad de la empresa u organización.

 Cuando se llega a niveles de gobierno, sea local, regional o nacional, el resultado del análisis puede tener consecuencias funestas si es negativo. La credibilidad de un sujeto que tiene responsabilidades sobre la vida, la economía, el trabajo, la salud y la educación de las personas es fundamental.

En tiempos de redes sociales, polarización y pos verdad el escrutinio público es feroz cuando se trata de responsabilidad de gobierno. Cada bit de información se chequea en línea de forma inmediata. El alcance de cualquier palabra se magnifica a niveles insospechados y a velocidades impensadas. Los resultados se siguen minuto a minuto y se exageran sin control.

Durante un escándalo, los tres adjetivos que encabezan este texto están en juego. Por ello, también, y sobre todo, la credibilidad del gobernante. Si todos ellos quedan en juego el resultado degrada el gobierno. La crisis desatada por el escándalo tiende a incrementarse y dar por terminado el ciclo es muy complejo.

Libra

El escándalo que se desató tras la promoción de la criptomoneda $LIBRA por parte del presidente de Argentina, Javier Milei, en sus redes sociales, con un resultado económico miserable para la inmensa mayoría de los inversores, lejos está de terminar. Peor aún, en un momento crítico del plan económico del gobierno, en el que se requiere de credibilidad para recibir inversiones o créditos, la imagen presidencial se degradó a niveles impensados.

El mundo cripto, ajeno a la mayoría de las personas que viven en el mundo digital de las redes sociales a modo de distracción, es muy sensible. Los traders, en general, adhieren a la idea de la liberalización de la economía, la desregulación y la implementación de nuevos sistemas de circulación de dinero. Todos estos ejes fueron los que llevaron a Milei a la presidencia y a ser uno de los políticos con mayor nivel de exposición a nivel mundial.

Con lo sucedido en la noche del viernes 14 de febrero, si bien su base de sustentación podría seguir intacta, Milei quedó con una mancha muy grande en su credibilidad. Es muy difícil salir de allí. Es muy difícil para los argentinos salir de allí. Es muy difícil para la reputación de un país llegar a niveles de credibilidad que sustenten la decisión de invertir, generar crecimiento económico y bienestar en la población.

Según Jaime Durán Barba, consultor político, «Milei ha acusado de chorro a todo el mundo… verse envuelto en un escándalo económico de este estilo mina su imagen». Además, en una entrevista con Net TV del grupo Perfil, remarcó la incoherencia de Milei al liderar una cruzada moral mientras se ve envuelto en el escándalo de una estafa cripto.

Por su lado, el reconocido politólogo Mario Riorda señaló en un posteo de la red social X que “la erosión de la infalibilidad económica presidencial es una de las consecuencias más severas del escándalo”.

Libre

El entorno presidencial, en cada una de las críticas que se hizo respecto de las actividades en las redes sociales de Milei, siempre respondió de la misma forma: “el Presidente de la Nación es un ciudadano más y cuando interactúa en línea lo hace en su rol de persona independiente”.

En esta ocasión la respuesta no alcanzará. En esta ocasión la imagen presidencial se derrumbó y su credibilidad está en juego. En esta ocasión la persona independiente se dará cuenta que sus acciones impactan de lleno en más de 44 millones de argentinos. Un ejemplo del provenir de las declaraciones de los jefes de estado en las redes sociales. Un fenómeno barrial.

Darío Garay es comunicador especializado en datos, asesor y ejerce el periodismo en Misiones (Argentina). (@darioagaray)