Igualdad de género, protocolo y sostenibilidad política: rumbo a 2030

FLOR  DE PAZ ALCÁNTARA

En los últimos años se ha desatado la fiebre de la sostenibilidad y la agenda 2030, más, ¿sabemos realmente qué es la sostenibilidad y a qué nos compromete? Más allá de las pegas que le podamos poner al término y sus límites vamos a centrarnos en los diversos aspectos que ocupa. La sostenibilidad consiste en “las características del desarrollo que aseguran las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones”; pero no se trata de un compromiso que se ratifica en el campo del medio ambiente de forma única y específica, sino que también alcanza el plano social y el económico.

En cambio, hoy queremos destacar un aspecto muy importante de la sostenibilidad política. La sostenibilidad política busca la gobernabilidad con reglas claras para equilibrar el medio ambiente, la economía y la sociedad. Se refiere a redistribuir el poder político y económico, que existan reglas congruentes, un gobierno seguro y que se establezca un marco jurídico que garantice el respeto a las personas y el ambiente, fomentando relaciones solidarias entre comunidades y regiones para mejorar su calidad de vida y reducir la dependencia de las comunidades generando estructuras democráticas. Y no se trata solo de hacerla posible, se trata de ser un referente.

Desde este punto podemos señalar la eficacia y eficiencia del protocolo como indicador de igualdad de género, para la consecución de los objetivos relacionados con ella en la Agenda 2030. Una institución debe ser un referente en la generación de estructuras democráticas y en la trasmisión de determinados valores sociales. La imagen y el respeto que trasmiten las instituciones y los valores que representan deben ser fielmente reflejados en sus actos. Una simple colocación, un orden de saludo, una distribución del espacio, cerrar una foto de familia, o un grupo de fotos, etc. se convierte en un acto político que marca una línea de pensamiento y actuación concreta. Por esto, es muy importante cuidar el respeto y la transversalidad de género en los actos de carácter público.

En el campo del protocolo oficial no se tienen en cuenta aspectos como el sexo o la edad, sino que se atiende al cargo que cada uno ocupa, esto nos da una idea de la verdadera proporción de la mujer en la toma de decisiones a nivel institucional. En un evento oficial forman parte de una foto de familia aquellas autoridades más representativas del área, de ahí que la ausencia de mujeres revele en manos de quién se encuentra de facto el poder.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a diciembre de 2021, el porcentaje de mujeres en el conjunto de cargos ejecutivos de los partidos políticos descendió ligeramente respecto del 2020, situándose en un 46,5%, frente al 47,5% anterior.

Si analizamos individualmente cada partido político, teniendo en consideración el criterio de presencia equilibrada de la Ley de Igualdad, en el año 2019 los partidos políticos que cumplieron con este criterio fueron el Partido Socialista Obrero Español, Izquierda Unida, Podemos y Esquerra Republicana de Catalunya.

Los casos de VOX, con un 25,0% y Coalición Canaria, con un 28,6% en sus Comités ejecutivos fueron los partidos con menos presencia femenina. En cambio, la presencia de mujeres en la Comisión Ejecutiva Federal del Partido Socialista Obrero Español fue del 59,5%.

Por lo que se refiere a la participación de mujeres en el Gobierno, tras la remodelación del Gabinete de julio de 2021, se cuenta con 14 Ministerios y Vicepresidencias ocupadas por mujeres de un total de 23 componentes del Consejo de ministros, lo que se traduce en una presencia femenina en el Consejo de ministros del 60,9%.

Los ámbitos políticos en los que actualmente se produce una presencia equilibrada entre ambos sexos son muy reducidos y se da una gran variabilidad según el órgano considerado, la presencia es mucho menor en algunos órganos constitucionales y es equilibrada en el caso de la mayoría de las asambleas autonómicas. De esta forma, aunque los datos de presencia de mujeres en el consejo de ministros sean altos, hemos de decir que la media a nivel nacional está entorno a un tercio de mujeres frente al total, tan solo unas décimas por encima de la media del viejo continente.

Y me dirán ustedes, ¿qué tiene que ver esto con el protocolo? El protocolo, entre otras cosas, podríamos definirlo como antropología aplicada, dada su capacidad para explicar y plasmar el pensamiento y el obrar del ser humano desde el aspecto cultural y social, en un espacio puntual de tiempo. Cierto es que, a nivel de protocolo social, es necesario adaptar muchas costumbres y matices machistas asimilados por los usos y costumbres, la tradición o la presión social, para que este no cargue con los estigmas heredados tras siglos de patriarcado, pero no en el resto de ámbitos a los que concierne, como el oficial, empresarial, militar, etc. se convierte en un indicador de igualdad de género, puesto que si no hay mujeres en determinados ámbitos y quienes los ocupan son hombres, de forma indefectible nos veremos obligados a colocar más hombres que mujeres. No es posible quitar a un hombre de una foto para colocar a una mujer si la ley y las condiciones de un acto te obligan, o al menos vas a tener que forzar mucho las cosas y dar un gran rodeo, o simplemente no invitar a los hombres.

En este análisis no podemos perder nunca de vista el potente mensaje que nos permite enviar. puede servirnos para mostrar en un solo instante y de forma condensada nuestra esencia. Esto puede hacerse de forma consciente o inconsciente. Lo vemos continuamente en las redes sociales, medios digitales o en los medios de comunicación tradicionales.

En este marco entendemos las declaraciones de la ministra Calviño, en un encuentro organizado por la compañía Hill+Knowlton. en las que manifestaba su deseo de no aparecer en fotos en las que no hubiese otra mujer más que ella: «No voy a volver a hacerme una foto en la que sea la única mujer«. Un alegato con gran carga feminista a la vez que rotundo y aplaudido por muchas que reclaman una mayor participación de las mujeres en la vida social, económica y política del país.

Recordemos, además, episodios como los sufridos por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ante Erdogan y Haji Abubaker Jeje Odongo, ante la mirada pasiva de Charles Michel, en ambas ocasiones. Von der Leyen manifestó que se sintió «sola y dolida» como «mujer y como europea» cuando en abril de 2021 el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, recibió a la mandataria con un asiento menos en la sala. Meses después, la presidenta de la Comisión Europea volvió a sufrir un feo desplante del ministro de Asuntos Exteriores de Uganda, Haji Abubaker Jeje Odongo, durante la Cumbre entre la Unión Africana y la Unión Europea. El representante de Uganda se acercó a saludar al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pasando de largo por delante de la mandataria europea y dejándola perpleja y sin palabras. Entonces, el presidente francés trató de llamar la atención del ministro ugandés para que se acercara a saludar a Von der Leyen. Lo hizo, pero no le estrechó la mano como sí hizo con los otros dos mandatarios.

Hay que aclarar que tampoco la actitud contraria es correcta, ceder el puesto a una mujer por el hecho de serlo tampoco está bien. El cargo determina la posición en la que debes estar, puesto que no estas en aquel lugar por quién eres sino por aquellos a los que representas en ese momento.

Es importante ser consciente de los mensajes que enviamos en materia de igualdad de género a la hora de plantear un acto o un evento. Si cuidamos cada uno de los detalles también hemos de cuidar este. Esto cobra vital importancia en el caso de un representante de una institución gubernamental, que está obligado a mostrar equidad y respeto hacia todas las personas. Cada vez más se exige, desde el espectador, el cuidado de estos detalles, cada vez los consumidores y la ciudadanía son más exigentes con este aspecto y están más informados.

A las puertas del 2030, y en un momento en el que todos queremos ser parte del cambio positivo, también hemos de trazar los objetivos comunicativos atendiendo a los principios de igualdad. Y esto es válido tanto en el mundo de la empresa como en una administración pública.

La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo más sostenible, próspero y pacífico y ajustado a los objetivos de la Agenda 2030. Por eso, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se incluye este aspecto y es importante que todas las organizaciones gubernamentales lo incluyan entre sus objetivos a implementar. El ODS 5 pretende facilitar a las mujeres y niñas igualdad en el acceso a la educación y atención médica, en las oportunidades para conseguir un trabajo digno y en la representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas, empeoradas por la incómoda realidad derivada del androceno y que acelera las consecuencias del antropoceno.

En los últimos años se han logrado avances en materia de igualdad de género mediante la creación y la reforma de la legislación en muchos países. Sin embargo, los recursos y presupuestos para conseguir los compromisos contraídos para los derechos de la mujer aún no son suficientes.

Y tan importante como la acción es la comunicación a la ciudadanía, que debe ser parte activa del cambio. El aplicar enfoque de género facilita esta comunicación y ayuda a generar confianza por parte de los gobiernos, mostrando su esfuerzo por amoldar sus procedimientos y políticas internas para garantizar los derechos de todos y todas, facilitando la consecución de los ODS 16 y 17.

 

Flor de Paz Alcántara es protocolista y especialista en RR. Institucionales y Comunicación Política, Feminismo, DDHH y Sostenibilidad (@florprotocolo)