JUAN FERNÁNDEZ
Noche del 21 de diciembre de 2017. Arrimadas y Rivera saborean el millón de votos tras una participación histórica. Ciutadans había arrebatado al PSC uno de sus históricos bastiones en el cinturón metropolitano de Barcelona, buenos presagios para las futuras elecciones municipales y rica vitamina para nutrir de asientos naranjas el Parlament.
Apenas a un kilómetro de distancia del confeti, Miquel Iceta se abría paso rodeado de la plana mayor del PSC entre periodistas y militantes. Sonrisas forzadas en la antigua sede de la calle Nicaragua, la sala irrumpió en aplausos. Algún divertido piropo también cayó para reducir la atmósfera avinagrada, era el segundo peor resultado del partido en elecciones catalanas.
Con los Jordis recién encarcelados, en un contexto de altísimo estrés político y polarización, retener al votante socialista era una prioridad lejos de la imagen presidencial que el partido quería proyectar sobre el dirigente socialista. El Icetatón, seis para el follón y uno para la solución, o el paso por el programa de Bertín Osborne, trataron de presentar a Iceta durante la campaña como el bálsamo al 155 y a la vez el freno al tobogán de la DUI. Era una llamada suplicatoria al exhausto electorado del tercer espacio.
El panorama prelectoral socialista era cuanto menos amargo: mayor escasez de voto joven (absorbido por los comunes), incapacidad de imponerse mediáticamente a C’s y un electorado no independentista deseoso de acciones contundentes. El PSC no obtuvo los 20-22 escaños que vaticinaban las encuestas, a pesar de ello resistió el chaparrazo del apoyo al 155 consiguiendo un diputado más que en 2015 tras la insólita alianza con Espadaler y los restos de la antigua Unió.
¿Qué clase de botarate hubiera pronosticado que unos meses más tarde -germinados en un remoto baúl- brotarían másters con cremas hidratantes y cálculos gurtelianos que cambiarían por completo el panorama político?
En 2020 la travesía por el desierto parece haber finalizado y el tiempo ha dado la razón a los fieles que secundaban la sumisión a Ferraz. El PSC conduce ahora la presidencia del Congreso de los Diputados (y el Senado por un tiempo), además de perpetuar el poder en grandes plazas catalanas y compartirlo en el Ayuntamiento de Barcelona. Salvador Illa, quien flanqueaba a Iceta en la rueda de prensa durante aquella noche electoral, es dos años después Ministro de Sanidad convirtiéndose en el principal activo de campaña para el partido.
Si por arte quiromántica llega alguien a augurarle a la ejecutiva socialista -mientras elaboraban el discurso de Iceta para el 21D- que dos años después el PSC recobraría semejante poder, probablemente alguna caricia dialéctica se hubiera llevado.
Hoy el PSC entrecierra los ojos oteando a Junqueras y con las manos se ata la servilleta al pescuezo ante los posibles escenarios de un pacto entre PP y C’s, a la espera de los movimientos de Valls y el catalanismo liberal. Será interesante contemplar cómo los socialistas encaran el proceso entre PP y C’s para escoger a quien lidere la alianza. Más con el enfrentamiento interno de los populares catalanes, donde los extendidos razonamientos de Josep Bou sacan a la luz la profunda división popular. Nada nuevo por Génova, donde el canto desafinado siempre suena de norte a sur.
Los mensajes de la acuciante campaña electoral catalana comienzan a tomar forma en un horizonte político distinto, aunque con revival de actores. El regreso de los Jordis, Junqueras y Puigdemont, es una vuelta a los ejes pro- contra independencia. Ante un escaño de Vox, es previsible que quien lidere Cataluña Suma o Mejor Unidos se decida por excentricidades y duros discursos. Sin descartar que, en una improbable carambola, Manuel Valls termine liderando ambos grupos. Tarea irrealizable después del resentimiento que despierta su figura en C’s tras la ruptura en el Ayuntamiento de Barcelona.
Con los comuns fortalecidos y las encuestas al alza; Salvador Illa, Batet y Sánchez quizás se exhiban del Llobregat al Maresme con cautela, dependientes de la coalición nacional, el Ayuntamiento de Barcelona, los presupuestos y múltiples elementos de negociación. Las expectativas de campaña son positivas para el PSC, aunque hay una sombra proyectándose que eclipsa, inquieta, desazona, que puede torcer los relatos electorales y desmovilizar votos.
El pasado domingo, horas antes de que Junqueras le retara a mirarle a los ojos, Iceta declaraba ante la militancia gerundense que la solución no pasaba por 13 años de prisión para el líder independentista.
Uñas clavadas en sillones de cuero rojo.
Juan Fernández es periodista y consultor de comunicación (@juankojuan)