Haití: la ficción de un Estado

MADELYN FERNÁNDEZ AGÜERO

¿Qué es un Estado Fallido? es una categoría nueva en el Derecho Internacional, de la que forman parte Estados caracterizados por no poder cumplir con sus responsabilidades y sus funciones habituales con normalidad, la seguridad de sus ciudadanos, el acceso a las necesidades materiales más básicas, la sanidad, educación, infraestructuras, etc.  Haití es un claro ejemplo de ello, con la precaria seguridad que brinda a la población (ciudadanos desprotegidos y victimas de bandas que operan con impunidad), inexistencia de presencia estatal en gran parte del país, un 80% de la población es analfabeta y el 50% de los niños en edad escolar no asisten a la escuela (datos de UNICEF), el gasto público per cápita en salud es de US$13 al año, por debajo del promedio entre los países de bajo ingreso que es de US$15 y mucho menor que el de sus vecinos[1] en el Caribe.

Instituciones débiles o inexistente, e inestabilidad política, así es la dolorosa realidad de la primera República Negra y el segundo país de América en lograr su independencia el 1ro de enero de 1804.  Comparte la Isla Hispaniola con la República Dominicana, país con el que sustenta diferencias profundas en el idioma, lo cultural, y el principal receptor de su emigración[2].  Su población ronda los 10,981.229 habitantes (un poco más que la población de la República Dominicana 10, 942.397 de habitantes) en una superficie de 27.750 Km2, es la economía 139 en un ranking de 196 países, su PIB nominal es de US$8,429 millones,  su PIB per cápita de 2017 es de $765.7[3], su deuda pública externa equivale a un 27% del PIB, el 60% de su presupuesto se cubre con fondos provenientes de la cooperación internacional, y en el índice de desarrollo humano se encuentran en el puesto 163[4], por lo que sus habitantes están entre los peores lugares en el ranking, es el país más pobre de Occidente con pronóstico desolador.

Su historia ha estado marcada por fuertes conflictos, golpes de Estados y sucesión de desastres naturales, y en particular por los abusos de autoridad de los Jefes de Estado; el actual sistema político -establecido en la Constitución de 1987-, es presidencialista con carácter híbrido, el Presidente es el Jefe de Estado y el Primer Ministro el Jefe de Gobierno, el objetivo era el equilibrio de poderes con cláusulas específicas que limitaran el Poder del Ejecutivo. El Presidente elige a su Primer Ministro, quien tiene que ser miembro del partido mayoritario en el Parlamento y la decisión del Presidente tiene que ser ratificada por el Parlamento.

Esta reforma se llevó a cabo gracias a gobernantes como François Duvalier (conocido como Papá Doc), con una dictadura de 1957 a 1986, y después con su hijo Jean-Claude Duvalier (Baby Doc), que controlaron al país a través de la represión, violación de los Derechos Humanos, y saquearon lo poco que tenía el Estado, aún después de sus caídas el país continuó encauzado en un ambiente de violencia, corrupción, y el aumento de los índices de pobreza.

Golpes de Estado han impactado la estabilidad del país de forma reiterativa, como el perpetrado al Presidente Jean Bertrand Aristide, en septiembre de 1991, elegido 8 meses antes en las elecciones de 1990, y depuesto por el ejército haitiano. A raíz de estos hechos las Naciones Unidas y la OEA decidieron desplegar una Misión Civil Internacional en Haití (MICIVIH) en 1993; posteriormente, ese mismo año el Consejo de Seguridad estableció la primera Operación de Mantenimiento de la Paz (OMP), sin éxito alguno ya que no pudieron desplegarse con gran capacidad, a esta le siguieron otras tantas que tuvieron como resultado el restablecimiento de cierto grado de democracia.

En el 2000 Aristide es elegido nuevamente como Presidente y para febrero de 2004 renunció a sus funciones y se fugó en un avión, dejando a un pueblo inmerso en el mayor descontento social por la corrupción de su régimen y en el conflicto,  a raíz de estos hechos el 29 de febrero de 2004,  el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 1529 (2004), autorizando el despliegue de una Fuerza Multinacional Provisional con el mandato de apoyar la continuación de un proceso político pacífico, constitucional y mantener un entorno seguro y estable. Es en abril de 2004, atendiendo las recomendaciones del Secretario General de la ONU- Sr. Kofi Annan-, que el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 1542[5] estableciendo la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que sustituyó la Fuerza Multinacional.

Después de 13 años, en octubre de 2017, culminó y se materializó la salida de la MINUSTAH, que a pesar de atribuirle crédito por mantener la seguridad en ciclos electorales, entrenar el cuerpo policial haitiano, y hacer frente en los momentos de revueltas manteniendo cierto equilibrio, se les hace igualmente responsables por numerosos escándalos de abusos sexuales, fraude y malversación de fondos, pero sobre todo por dejar un saldo de más de 10.000 muertes y 700.000 personas infectadas de la enfermedad del cólera introducida por el contingenté nepalí de cascos azules.

Sucesos que han contribuido para la desgracia de un país que solo va hacia el retroceso, un terremoto devastador en el 2010, en el que más de 50 países prometieron entregar casi US$ 10 mil millones para los trabajos de reconstrucción y ayuda, de los que sólo se han desembolsado US$ 5.300 millones, a causa de la corrupción endémica de los gobernantes haitianos que no generan confianza en una comunidad internacional que no vislumbra avances en el país. En el 2016 son golpeados por el huracán Matthew, que nuevamente trastoca el país con más destrucción dejando alrededor de 800 muertos.

Su más reciente crisis fue en el pasado mes de julio, cuando el gobierno haitiano a raíz de unos acuerdos firmados con el FMI, anunció el aumento de los precios de los combustibles entre un 38% a un 51%, además del incremento de los aranceles a los principales productos de importación de país, como resultado de las protestas se verificaron incendios, destrucción, saqueo de pequeñas y grandes empresas, supermercados, bancos, industrias, vehículos y residencias. Tras una semana de convulsión, y a pesar de que el gobierno haitiano anunciará que las disposiciones quedaban sin efecto, el Primer Ministro Jack Guy Lafontant dimitió ante la Cámara de Diputados, anunciando que la misma había sido aceptada por el Presidente Jovenel Moïse.

La frustración de una población hacia una clase política y élite que no representa el interés mayoritario, incapaz de encaminarse hacia el desarrollo, y que han mantenido el 70% de la población en precarias condiciones luego de 214 años como República, desalienta las esperanzas de reconstrucción y mejor calidad en la vida de un pueblo que vive en un Estado Ficción, a pesar de ser forjado con grandeza histórica.    

 

 Madelyn Fernández Agüero es licenciada en Derecho. Master en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la UCM. Diploma de Estudios Avanzados en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, UCM. Dr. (c) Derecho, Gobierno y Administración Pública en la UAM (@Madelynfer )

 

REFERENCIAS:

[1] Informe del Banco Mundial del 27 de junio de 2017 titulado “Mejor gasto, mejor atención: una mirada al financiamiento de la salud en Haití”.

[2] Más de 497,825 inmigrantes haitianos se encuentran en la República Dominicana de acuerdo a los resultados de la última Encuesta Nacional de Inmigrantes en la República Dominicana en 2017 (ENI-2017). 

[3] https://data.worldbank.org/indicator/ny.gdp.pcap.cd

[4] Informe Sobre Desarrollo Humano 2016, desarrollo humano para todos, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. https://drive.google.com/file/d/0B4QT-QeiO8NtMzRYeTE3bE9Wb2c/view

[5] resolución S/RES/1542 (2004), del 01 de junio de 2004. https://undocs.org/es/S/RES/1542%20(2004)