¿Hace bien Ada Colau al dejar Twitter?

Ada Colau, con sus más de 900.000 seguidores, ha tomado la determinación de abandonar Twitter esgrimiendo que esta red está totalmente intoxicada y polarizada y que impide la buena política, entre otras razones. ¿Crees que hace bien? ¿Para defenderte de lo que dicen de ti en Twitter, tienes que estar en Twitter? ¿Se ha perdido la esperanza en hacer desaparecer la crispación? ¿Es Twitter una herramienta necesaria en comunicación política? ¿Crees que más políticos/as van a hacer lo mismo?

 

Begoña Gozalbes

Consultor y asesora política

Twitter si. Twitter no. He ahí la cuestión. Precisamente no debe ser valorado desde la perspectiva de la red sino desde el punto de vista de utilidad para la propia comunicación política.

La importancia no la toma el canal sino la utilidad, la forma, el contexto y el valor que como persona pública le da a un medio para trasladar la información que considere, mantener un dialogo, si interesa o escuchar a la audiencia, si se tiene bien segmentada dicha red. Igualmente, cada espacio es el reflejo que quienes lo gestionan, y cada red social tiene sus reglas y sus formas.

Al igual que en la vida personal segmentamos personas, empresas, organizaciones que no van alineadas con nosotros, uno debe saber cómo hacer “limpieza” y tomar “distancia” e aquello que no va a lineado con uno mismo. La idea de abandonar la red puede ser muy extrema en un momento donde todavía no ha dejado de ser influyente, aunque no tenga la misma que en años anteriores. En definitiva, hubiera apostado por una mejor gestión que por un abandono.

Carlos Guadián

Consultor de comunicación

La noticia de que Ada Colau abandona Twitter ha sido recogida en multitud de medios. Desde luego no es la primera personalidad que abandona Twitter por razones similares. Hace unos días Chrissy Teigen con más de 13 millones de seguidores tomó una decisión similar. Y es que plantearse un cierre de determinadas Redes Sociales puede ser una buena decisión a tener en cuenta. Salir para reducir el ruido que nos llega de Internet puede ayudar a hacer una mejor política, ha hacer de manera diferente las cosas, a ser más humanos en un  mundo de máquinas. Esto no quiere decir que todos deban seguir su ejemplo, pero sí que puede ser el inicio de como hacer política fuera de las redes.

Carmen Beatriz Fernández

Consultora política y académica. CEO de Dataestrategia

La declaración sorprende porque hay pocos partidos españoles que sean tan digitales como Podemos y sus aliados. Ada Colau ha hecho un buen diagnóstico con el que es difícil no coincidir. Tanto, que hasta el propio @Jack, CEO de @Twitter, estaría de acuerdo. De hecho muchos de los puntos que expone la alcaldesa de Barcelona parecen tomados de una convocatoria de la organización Twitter por el rescate de la calidad del debate público, cosa que han hecho repetidamente en los últimos tres años. Hoy Twitter es un espacio más sano que hace unos años. Miles de bots que intoxicaban la discusión y orquestaban soporte público fingiendo espontaneidad han sido eliminados. Hay menos anonimato, menos lenguaje insultante, intimidación o insultos; se castiga con la expulsión de la plataforma el discurso de odio (bien se trate de machismo, homofobia, racismo o xenofobia). Podría asegurar, incluso, que hoy Twitter es más saludable que cuando Colau ganó la alcaldía. Así que el punto llamativo en su declaración me hace preguntarme: sí, pero… ¿por qué ahora?. La diferencia fundamental es que no es lo mismo estar en el poder que en la oposición, como tampoco es lo mismo estar en el poder con bajos números que con altos. El poder es visible y Twitter es una plataforma para el escrutinio, una cartelera popular para exponer las necesidades y los desafectos.
Algunos números que pueden explicar lo que molesta a la alcaldesa de su timeline en Twitter: Un 30% de los barceloneses se marcharía si pudiera y para otro 41% su economía familiar ha empeorado en el último año, la valoración de Colau ha caído de un 6.5 en 2018 a un 5.3 hoy (Encuesta de Servicios Municipales Marzo 2021).

Milagros Lara Coira

Consultora de comunicación

Al margen de que la justificación que esgrime Ada Colau resulta falaz contraponiendo “buena política” al uso de una  herramienta de comunicación, me parece un error renunciar a cualquier canal que permita difundir tu mensaje, influir, explicar tus políticas y marcar agenda. La menor relevancia de Twitter en el plano electoral frente a otros medios de comunicación, podría llevarnos a pensar que es una herramienta prescindible. Sin embargo sigue siendo una plataforma a tener en cuenta al incrementar las posibilidades de cercanía e interacción con el ciudadano facilitando la percepción de otros valores y la comprensión de diferentes posturas.

Dejando de lado la polarización. Incluso con ella. Lo definitivo es el uso que das al canal, si contribuyes a polarizar o si lo utilizas como un muro de contención. Más allá de esto, me resulta interesante observar cómo Ada Colau desecha ahora el medio que contribuyó a impulsarla desde el activismo a la alcaldía. Los riesgos consustanciales a la
exposición pública son menos significativos mientras eres aspirante pero aumentan exponencialmente en el ejercicio del poder. Constatarlo no debería llevar a eludir uno de los canales de comunicación más arriesgados si no más bien a pulir la forma en la que se utiliza.

Gonzalo Inchauspe

Consultor de comunicación política

Si tuviera que ponerle un título al abandono de Ada Colau sería: “La oportunidad perdida”. Ahora paso a explicar el por qué.

En primer lugar, celebro la decisión audaz de la alcaldesa por animarse a romper con el “status quo” y de alguna manera intentar algo distinto. Creo que los verdaderos liderazgos son aquellos que realmente buscan generar cambios en una sociedad y para eso se requiere, obviamente, nadar contra la corriente. En este sentido, creo que el valor simbólico del gesto de la alcaldesa al dejar Twitter es importante; si no lo fuera, no estaría escribiendo este comentario. Como ella, también creo que hacer política solamente no alcanza, que hay que hacer “buena política” y que ésta es la que verdaderamente puede generar un cambio y mejorar la situación de las instituciones. Tiene un buen punto al mencionar que la dinámica de lo que está ocurriendo en las redes sociales, con el nivel tan alto de violencia y de desinformación, no es bueno para la sociedad. En general, todos y todas nos escudamos en el “yo no pongo las reglas” y jugamos a este juego de “guerra sucia” en las redes sin medir las consecuencias porque nos importa más el ahora que el mañana.

En este sentido, sí comparto que “parar la pelota” y tratar de hacer algo distinto en las redes era necesario. Pero he aquí la oportunidad perdida: ella lo hace desde la superioridad moral, denunciando que estas prácticas (bots, trolls, etc.) son exclusivas de la extrema derecha, y entonces cae en un discurso maniqueo igual al que está denunciando en las redes solo con el fin de mostrar que ella es distinta del resto y no con el fin de buscar consensos. Porque para poder pedir al resto que haga su mea culpa, debe uno también decir o denunciar sus culpas o al menos decir “por momentos me he dejado llevar pero creo que esto no le hace bien a nadie”. Creo que ahí radica la oportunidad desaprovechada, en su tono en el querer dar un punto personal y no el de verdaderamente dialogar. Igualmente, celebro porque creo que el rumbo que tomó de querer bajar el nivel de confrontación es muy necesario, pero lamento que no haya podido tender los puentes que son necesarios para los cambios sociales.

Àstrid Alemany

Consultora en Comunicación Política

Las contradicciones de la política se subrayan en Twitter. Las personas politizadas y los activistas encuentran en esta plataforma el entorno ideal para sus objetivos: vender su ideario y contraponer puntos de vista para intentar convencer o reflexionar en comunidad. Hoy, la polarización tiene mala prensa, pero es una paradoja porque en el mundo de las ideas y de las ideologías siempre ha existido. Debatir, discutir, analizar y reflexionar son verbos de naturaleza politológica. La Alcaldesa Colau ha utilizado Twitter con estos objetivos: cuando no era alcaldesa vendió su ideario y desde que lo es ha vendido su gestión. Pero volvemos a la premisa de la reflexión: las contradicciones de la política se subrayan en Twitter. La fiscalización y la confrontación están servidas en el entorno de esta red. La pregunta no es si la Alcaldesa debería dejar o no Twitter (en mi opinión, los políticos electos deberían escuchar y rendir cuentas en cualquier entorno, sea on o offline), sino que la pregunta que nos deberíamos hacer como consultores es qué modelo de gestión de la identidad digital es mejor cuando eres un político electo; ¿llevar tu mismo las redes y no responder a las preguntas de la ciudadanía (Ada Colau) o tener un equipo de community managers (Xavier Trias) que te ayuden en las redes pero responder a todo el mundo?

Gladys Pérez

Directora General de Canvas Ads School

Al hablar de política y redes sociales, es muy importante considerar la naturaleza y el público de cada red social, para valorar si un determinado personaje político debería o no estar en ellas. En este sentido, es importante considerar que no todos los políticos deben estar en todas las redes sociales, no es necesario ni estratégico.

Ahora bien, el asunto con Twitter es que es una red social altamente politizada con las siguientes características: 1) debido a sus algoritmos se presta a una alta polarización de la conversación, 2) sirve para establecer agenda política y mediática, 3) su audiencia es el denominado “círculo rojo” o un núcleo de personas altamente informadas, con incidencia en la vida pública de su entorno. Entonces, debe analizarse si es positivo exponer a ciertas figuras políticas a este tipo de “entornos digitales”. En muchos casos, hay algunos personajes que, por su nivel de reconocimiento o posicionamiento, pueden prescindir del uso de Twitter, si esta red social no les beneficia y no aporta al cumplimiento de objetivos estratégicos, que quizá pudo ser el caso de Ada Colau. Creo más bien, que el debate central de las redes sociales, debería girar en torno a la regulación de las mismas, a sus reglas del juego, sus límites y alcances en la vida democrática y política de las naciones.

Diana Rubio

Consultora en comunicación, protocolo y eventos. Directora académica del Instituto Mediterráneo de Estudios en Protocolo

La polarización política, la inmediatez y la política del zasca hacen que no sólo Ada Colau, que es quien ha dado el primer paso, sino que muchos otros políticos piensen en desintoxicarse de la red del pájaro azul. Sin embargo, creo que el dejar la red, hace que se pierda información de fuente oficial, como es ella, para quienes si están interesados en conocer su perspectiva política en determinados aspectos, acciones, etc…

Igualmente, considero que los motivos que han llevado a esta decisión con Twitter, también los puede encontrar en las otras redes en las que si va a continuar teniendo su espacio, lo que significa que la gestión de Twitter no ha sido la mas oportuna. Por tanto, una decisión personal que ella considera necesaria y que creo, no será la única que por temporadas, no de manera irrevocable, tomarán algún que otro político con perfil en esta red social.

Itziar García

Consultora de comunicación

En primer lugar, me gustaría destacar que me  llama poderosamente la atención el argumento esgrimido por Ada Colau por el que dice que Twitter le «aleja de hacer buena política». Desde mi punto de vista, la buena política y la comunicación son dos caras de la misma moneda. No hay buena política sin comunicación y Twitter es un excelente canal para comunicar y llegar a diferentes grupos de interés de forma inmediata, clara y eficaz.

Hoy más que nunca necesitamos representantes públicos digitales y abiertos al diálogo. Esto no significa necesariamente dedicar 24 horas a las redes sociales, sino gestionarlas como una herramienta más de escucha, diálogo, debate y comunicación hacia electores, medios de comunicación y otros stakeholders.

Los líderes políticos cuentan actualmente con consultores y social media managers en sus gabinetes que pueden asesorarles a la hora de gestionar sus canales digitales de manera estratégica tanto con un calendario editorial minuciosamente detallado así como con un manual de crisis para momentos de polarización.

Néstor Solís

Consultor de comunicación política

La alta crispación en una red social como Twitter vuelve loco a cualquiera. Ahora bien, puede ser visto como síntoma de debilidad por sus adversarios y como una alternativa razonable para quienes la respaldan. De cualquier forma, se seguirá hablando de ella a través de su gestión o en cualquier otro sentido. Seguirá hablando de lo que ocurre ahí dentro? Tal vez. Pero con mucho menor grado de compromiso y mas libertad para razonar.

Marta Casado Pla

Periodista y politóloga. Redactora de economia en la Agencia ACN

Independientemente de la decisión personal de Ada Colau, y dejando a un lado su argumentación, creo que Twitter ha hecho un flaco favor a la creación de debates políticos de calidad. Por un lado, la obligación de desarrollar una o varias ideas en 280 caracteres limita las posibilidades de contraponer argumentos y obliga a simplificar opiniones en un entorno ya amenazado por la polarización. Por otro, implica una cierta obligación a pronunciarse continuamente sobre temas de actualidad, muchas veces anecdóticos.

Es cierto que las redes sociales han contribuido a acercar la política a la sociedad y ejercen, en numerosas ocasiones, de plataformas de rendimientos de cuentas. También es cierto que, en términos de rédito electoral, la decisión de la alcaldesa puede ser cuestionable.
Sin embargo, según mi parecer, es necesario abordar el debate político de una manera más sosegada, sin la esclavitud de la actualidad, con el objetivo de pasar de una ‘comunicación de declaraciones’ a una ‘comunicación en profundidad’.

Carlos Magariño

Estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Pompeu Fabra. Miembro del espacio La Cúpula

Twitter es la red social de los activistas: es remota la posibilidad de convencer a nuevos votantes, así que es utilizada para azuzar a nuestros seguidores con el objetivo de hacer ruido, de crear tendencias, de movilizar. Todos los que la utilizamos de manera asidua, podemos constatar que cada semana hay una nueva polémica que inunda nuestro timeline de mensajes y debates para, días después, desaparecer sin dejar rastro. Debates invisibles para la mayoría de la sociedad, pero cada vez más utilizados por los medios de comunicación como noticia relevante. Así, Ada Colau ha visto necesario detener su actividad en la plataforma. Podemos pensar que ha sido debido a un tema personal, pero, también puede ser parte de una estrategia comunicativa mucho más amplia. Salir de Twitter supone apartarse del ruido político, de la disputa constante, de la política vía tweet. Alejarse de esta red social es dar un mensaje claro a la población, es marcharse de la burbuja de Twitter para obtener una visión más certera de realidad: menos intensa, pero más humana.

Con una clase política cada vez más denostada, (re)conectar con la población puede provenir de alejarse de la atención constante. Puede que no haga falta opinar de todo, ser noticia cada día, buscar la transparencia completa. Cuando el show termina, la ciudadanía demanda resultados y la realidad siempre sale a la luz. Colau intenta desconectarse del establishment político, ese que “hace ruido y se pelea”, pero no soluciona los problemas reales de la gente real. Twitter es la barra del bar más larga del mundo, y nadie debería hacer política – y políticas- reales a través de ella. Puede que dejar de usar Twitter no sea la solución definitiva para la alcaldesa, pero racionalizarla al uso institucional podría serlo. Esta será una estrategia arriesgada, pero coherente para la marca Colau: cercana, real, “una de los nuestros”. El tiempo dirá.

Pau Canaleta

Consultor en comunicación y profesor de comunicación política

Yo creo que es una opción totalmente legítima. En buena parte tiene razón en lo que dice. Creo que además hay otras opciones cómo un perfil institucional de alcaldesa. Y además, Ada debe tener claro que su electorado no está necesariamente en twitter sino en otras redes. Hay muchos menos indecisos en twitter que en otras redes.

Marina Raluy

Casi abogada. Consultora de comunicación política en Ideograma

Dejar twitter de manera indefinida es, aunque legítima, una opción que considero poco acertada para una figura política como es Ada Colau. Sí, Twitter provoca crispación, intoxica y es fuente de insultos y descalificaciones constantes. Sin embargo, no me parece adecuado reducir Twitter a esto. Twitter sí puede ser una herramienta para hacer buena política. Twitter sí puede ser un espacio de debate, de intercambio, de escucha y de conexión con la ciudadanía.

En una sociedad conectada, donde la barrera entre lo digital y lo offline es del todo borrosa, me cuesta ver cómo dejar una red social que mueve tantos usuarios puede ser una decisión acertada. Lo veremos con el tiempo. Pero de momento, desaparecer de Twitter supone desaparecer de conversaciones, de debates y de diálogo e interacción constantes. Y mientras que a la política le sobra ruido, testosterona y proclamas de tuit fácil, creo que la solución, más que dejar de lado un espacio de conversación, pasa por replantear el uso que se le da. Hacer buen uso de Twitter es también hacer buena política.

Armando Cabrales

Consultor Político. Marketing Estratégico Social Media

Las redes sociales y en particular Twitter, se convirtió en la herramienta por excelencia para poder incidir en la opinión pública. Es la plataforma preferida de los políticos para generar polémica y colocar sus temas de interés en la agenda mediática, trasladando el debate en los parlamentos a las redes sociales.

La acción de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, seguramente esta soportada bajo alguna estrategia, donde evidencio que twitter, más que sumar, restaba en su proyecto político.
Los políticos deben tener claro que, no todas las redes sociales están hechas a su medida, o por el simple hecho de estar en todas las redes van a tener un mayor reconocimiento. Está demostrado que, con una estrategia sólida y bien coordinada, puedes prescindir de algunas redes sociales y lograr trasmitir tu mensaje de manera acertada.

Ana Alonso

Periodista en El Independiente

Es comprensible el hartazgo que ha llevado a Ada Colau a huir de Twitter. Sean obra de troles o de personas de carne y hueso, hay mensajes en esta red social que nacen del odio y siembran un reguero tóxico difícil de contrarrestar.

Hay varios factores que favorecen que en esta red social, más que en otras más visuales, salga lo peor de cada casa. La brevedad de los mensajes, la permisividad del anonimato, la viralidad de la transgresión y la inmediatez. Las redes más visuales suelen ser más ‘amables’.

Pero, ¿es Twitter el motor del odio y si no estamos en esta red social ese odio se evapora? Imaginemos que hay una huelga general de Twitter, ¿quedaríamos a salvo y seríamos todos mejores personas? No parece tan fácil. El odio seguiría allí, aunque eliminemos Twitter. Puede que circulara de forma más soterrada, que no nos alcanzara, pero ahí estaría. La clave es de dónde viene y cómo podemos combatirlo.

Twitter no es un lugar para la conversación, ni es un ágora. Va todo demasiado rápido en esta red social. La reflexión requiere tiempo. Tampoco es un lugar donde hacer política ni dónde mejorar la vida de los ciudadanos, como no lo es Instagram o Facebook.

En Twitter se están planteando que podamos ocultar respuestas que estén fuera de lugar o sean ofensivas. Muchas veces incluso son ataques ad hominem. Los políticos han de tomar conciencia de que si ellos no son capaces de tener un debate de altura en el Congreso, difícilmente van a esperar que en una red social donde se mueve mucha emocionalidad lo haya. Ese es el problema real.

Oscar Sánchez Feijóo

SOCIAL MEDIA MANAGER DE CUENTAS DE INSTITUCIONAL Y POLÍTICA

Twitter lleva con nosotras más de 15 años, y siempre estuvo polarizada, eso no puede sorprendernos, palabras como boots, trolls, haters, forma parte de la red desde siempre, en los últimos años está sirviendo más de altavoz unidireccional para los lideres de los distintos partidos para colar su mensaje en los medios de comunicación, a modo de declaración oficial a la vez que los distintos equipos tratan de competir por colar sus hashtags en lo TT y por tanto en la tertulia política, esto no sucedía en los inicios de la red.

Una persona que se dedica a la política no puede aspirar a que solo reciba críticas positivas en las redes sociales, pero tampoco se puede permitir que desde el anonimato se pueda atacar, insultar, difamar, amenazar, etc a las personas simplemente por tener un perfil expuesto en redes sociales. Está claro que otras redes como instagram son más amigables, ya que lo que prima es el contenido y no los comentarios y suelen ser más de perfiles afines que de contrarios como si pasa en twitter, pero lo que le pasó en twitter, le puede pasar en instagram y otras redes.

En cualquier caso cualquiera en su configuración de privacidad puede elegir de quien quiere recibir notificaciones, excluyendo por ejemplo:
* Cuentas que no te siguen (y que tú no sigues).
* Cuentas que no sigues.
* Cuentas (que no sigues) que utilizan una foto de perfil predeterminada.
* Cuentas (que no sigues) que no tienen una dirección de correo electrónico confirmada.
* Cuentas (que no sigues) que no tienen un número de teléfono confirmado.
Lo cual te permite eliminar el ruido en gran medida, en cualquier caso Twitter podría hacer mucho más por la conversación “sana” como evitar en mayor medida el uso de boots para colocar mensajes en los TT o para atacar a cuentas, le va la supervivencia de la propia red en ello.

Beatriz Becerra

Directora General de Acción Exterior y Transparencia y Buen Gobierno del Ayuntamiento de Málaga

Podría simplemente decir que está cansada, que ya no le gusta o que mantiene abiertas otras herramientas de interacción y rendición de cuentas. Nadie te obliga a estar en redes sociales, ni va en el cargo de alcaldesa escribir tuits desde el sofá contando cuánto te gusta lo que ves en Sálvame.
https://twitter.com/beatrizbecerrab/status/1255041127314526210?s=19

Pero que Ada Colau pretenda justificar su espantada de Twitter por «intoxicación y polarización» es como si Norman Bates dejara el motel por el ruido y la sangre en la ducha. Reconocer «que es mejor persona fuera de Twitter» significa que hasta ahora mostraba allí su peor versión. Tan real una como otra. Lo único que te impide hacer buena política es la falta de competencia, recursos, talento y/o vocación de servicio. Para mí, Twitter está sobrevalorado como ágora política. Siempre fue (y es cada día más) corrala vecinal o Melrose Place animada, efervescente y divertida casi siempre, plaza multiusos del siglo XXI para ver los toros desde la barrera o el balcón, agitar pañuelos o rasgarse las vestiduras o vocear al de enfrente o saltar como espontáneo.

Creo que Twitter ha generado una hiperinflación de posicionamientos políticos irrelevantes, no sólo de los (muchos) políticos en ejercicio sino de los incontables aficionados con síndrome de concejal, líder mundial o predicador. Y creo, de verdad, que sencillamente hay que relativizar su importancia: tiene la que tiene, que no es poco. Cada uno debe ser dueño de su volumen y su frecuencia. No, no se trata de estar o no, blanco o negro, esclavo o libre. Es como fumar de vez en cuando, o tomar una copa de vino o un filete cuando te apetece: oiga, gradúese, que ya es mayor.

Arnaldo Mina Mendoza

Politólogo e Internacionalista. Máster en Marketing Político y Comunicación Institucional

Lo primero que tenemos que entender es que en pleno siglo XXI si no estamos en redes sociales no estamos en nada. La respuesta de Ada Colau me parece a mi punto de vista un poco tajante, porque como bien sabemos Twitter es una de las principales plataformas digitales que tenemos los ciudadanos para llegar a los líderes políticos y hacerles conocer las disconformidades creando un eco-mediático. Aunque si bien es cierto, que existe una gran polarización en estas redes sociales (especialmente Twitter) y una gran cantidad de perfiles falsos que incitan al odio y a la desinformación, también se debe tener en cuenta que este tipo de herramientas digitales ayudan a promover la inmediatez y a fomentar esa participación política por su comunicación bidireccional que no se la tiene con los medios tradicionales. Desde mi perspectiva, por el simple hecho de tener una red social invadida de “toxicidad” no es motivo para cerrarla, más bien se tiene que buscar mecanismos y herramientas para combinar el accionar político con las redes sociales generando esa atmósfera de cercanía, transparencia, y dedicación hacia la sociedad civil, demostrando que desde redes sociales también se puede generar una buena política, porque la comunicación política requiere de una esfera pública libre y abierta, un espacio donde el mensaje pueda alcanzar al mayor número posible de ciudadanos y que estos estén informados al instante de lo que está pasando a su alrededor.

Xavier Guxens

Politólogo. Máster en Comunicación y Marketing Político, Secretario Ejecutivo ACCIEP

Su decisión impacta, en parte, porque es alcaldesa de la segunda ciudad más importante de todo el Estado; porque es una mandataria política; porque, quizás, sorprende que tal persona pueda tener la piel fina ante comentarios que huestes de baiters, memers, haters, influencers desatan en pos o en contra de la “clase política”, para beneficio o perjuicio tanto de esta como del debate. Hay cierta hipocresía en abandonar Twitter por dicha razón. Lastimosamente todo partido que aspire a representación institucional en cualquier campaña electoral requiere de ella para la exitosa transmisión de un mensaje a un segmento electoral, sea para movilizarlo o desmovilizarlo. La exacerbada política mediática actual, o sea el modus operandi por el que se perversa Twitter, es fruto de la imposición de unos hábitos de consumo y comportamientos sociales de mi generación millenial sobre la de los demás; somos, en parte, culpables de la extensión de la banalidad del ser humano incluso para lo desinteresado; del uso de la faltada gratuita y el insulto para sentirnos legitimados a todo, fuere cuál fuere nuestro fin y los medios para lograrlo; nuestro modo de ‘controlar la agenda política y pública’ es un carpe diem tan inmaduro como desmedido. Y los partidos políticos son incapaces de negarnos nada, pues de ello depende tanto su plan estratégico de comunicación como mantener cuotas de poder; si rasgas la carcasa de marketing político en la que perviven, este es el fin último por el que se rigen. Siempre será bueno que haya personas dispuestas a renunciar a este tipo de dinámicas negativas para dar a los ciudadanos/as algo mejor en lo que reflejarse.

Carlos Samitier

Consultor y subdirector de La Revista de ACOP

La decisión de Ada Colau es legítima, faltaría más, pero no coherente con lo que quiere trasladar. Indica que se va de Twitter porque el ruido no le permite hacer buena política, pero en su propia despedida anunciaba que la podían seguir en Facebook, Telegram e Instagram. Será que en los comentarios de Facebook no se dicen auténticas barbaridades y en los grupos de Telegram tampoco se organizan los negacionistas. Por eso no me parece justo enfocar un debate de fondo y muy necesario como es la polarización política exacerbada por el anonimato, en una única red social.

Las redes sociales (bien utilizadas) suponen un espacio de escucha, segmentación e interacción muy potente para la acción política. Y especialmente Twitter, que tiene un poder tremendo para marcar agenda. Tal vez el fallo es que Ada Colau siempre ha usado su cuenta de manera muy personal y sea hora de tener profesionales a su alrededor que le ayuden a filtrar ese ruido que ahora la aleja de los círculos twitteros. Será más fácil que una persona interpele directamente a su alcaldesa que rellene un formulario en la web del Ayuntamiento, ¿no?

Manuel Rodríguez Morillo

Politólogo y licenciado en Derecho. Codirector de Cámara Cívica

Ada Colau abandona Twitter. Otras lideresas, periodistas y personajes públicas también. La toxicidad de la red alcanza unos niveles que consigue expulsar a quienes la habitamos. El odio y la desinformación minan la moral y poco a poco eso te hace preguntarte: ¿Me merece la pena estar aquí?

¿Es legítima la decisión de Ada Colau? ¿Están justificadas sus motivaciones? Personalmente creo que esas preguntas son irrelevantes. No podemos estigmatizar a quienes protegen su salud mental alejándose de la toxicidad. Lo verdaderamente importante es pensar por qué tanta gente incluso con un perfil público e influyente deciden abandonar este espacio público, con el riesgo de dejárselo a quienes difunden el odio.

Para cortar esta tendencia hay dos maneras: primero, un cambio drástico en el funcionamiento de la plataforma, dejando de privilegiar contenidos impactantes y polémicos; segundo, concienciando a los/as propios/as usuarios/as en un uso responsable de las redes tanto al recibir como distribuir información. Por eso iniciativas como Hateblockers (@hateblockers_es) predican incesantemente que para que internet siga siendo un lugar que merezca la pena debemos protegerlo. Contar hasta 10 antes de twittear, verificar la información antes de compartirla o recordar que al otro lado de la pantalla hay otra persona son reglas simples recogidas en el decálogo disponible en Hateblockers.es. Todos/as podemos revisar nuestro comportamiento y hacer pedagogía para contribuir a que este ecosistema que es internet siga siendo un lugar donde aprender, divertirnos y, sobre todo, conversar.

Martín Szulman

Consultor de comunicación política en Ideograma

La decisión de Ada Colau sorprende. Asombra porque es una lideresa política con una gran capacidad de influencia y la cabeza de una de las ciudades más importantes de Europa y del mundo. Sin embargo, no es la primera en tomar este tipo de decisiones, al menos en el ámbito del mainstream político: en abril de 2019, la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez dispuso algo muy similar para sí misma; renunció (abandonó) a su cuenta de Facebook. Las motivaciones fueron las misas, o al menos similares a las de la alcaldesa de Barcelona: evitar caer en «aislamiento o ansiedad» que ese micro mundo puede generar.

La discusión sobre si conviene estar o no estar en las redes sociales, que ahora abre y probablemente instale Colau, no es menor. Se encierra en un momento donde la salud mental y las patologías del Siglo XXI —como se refiere el filósofo surcoreano Byung-Chul Han al «burnout», el trastorno de bipolaridad, la personalidad limítrofe y la depresión— se han potenciado a partir de la pandemia y los confinamientos, y han sido puestas en el centro del debate público.

Daiana Bárbaro

Licenciada en Comunicación Social. Socia fundadora de Bienteveo Comunicación.

La decisión de Ada Colau de dejar Twitter y mantenerse en otras redes sociales me parece legítima. Ella elige y como toda elección tiene sus riesgos, aunque eso no la hace ni mejor ni peor política. Si bien las redes sociales son una herramienta importantísima hoy en la política, también es cierto que por fuera de ellas existe un universo muchísimo más amplio y palpable. La comunicación cara a cara sigue siendo una de las formas más efectivas de conocer las demandas sociales y nos recuerda que no solo somos una estadística o un like. Pisar la calle, mantener la escucha activa y poner atención en la comunicación no verbal es algo que se ha ido perdiendo en la mediación con las pantallas. Creo que sería estratégico volver a utilizar estos recursos y combinarlos con las nuevas tecnologías para llegar a más personas e interpelarlas desde diferentes espacios, perspectivas y discursos.

Ignacio Martín Granados

Politólogo. Vicepresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP)

Vivimos en una sociedad polarizada e infoxicada y, paradójicamente, las redes sociales que se presentaban como un lugar en el que facilitar la conversación, se han convertido en espacios que poco tienen que ver con ese objetivo y más bien limitan la reflexión y ejercen una influencia negativa en el debate público. Ada Colau no es la primera política/personaje público ni será la última que abandone o se desconecte de Twitter u otra red social. Y estas decisiones, como todo en la vida, tienen dos caras que plantean dudas sobre su conveniencia.

Por un lado, me parece una decisión legítima, pero este abandono mina su credibilidad porque ya no es la Ada Colau activista que se sirvió de las redes sociales para darse a conocer sino la Ada Colau alcaldesa que debe usar cualquier recurso disponible para desarrollar su labor política (dando la impresión de no querer conversar con los ciudadanos -aunque exista un amplio abanico de vías donde poder seguir haciéndolo-). Pero, por otro lado, tampoco se trata de una desconexión total puesto que mantiene otros canales abiertos y, estratégicamente, si Twitter ya no cumplía la función por la que tener presencia, no se le puede reprochar estar presente en una red social en la que, por otra parte, nadie le obliga a estar (aunque para las lógicas de la comunicación política sea algo incuestionable) ni otros políticos tienen perfil.

En cualquier caso, considero que siempre hay soluciones intermedias (como que las redes te ayuden a gestionarlas tu equipo, ser selectivo en los temas sobre los que entrar a debatir o autoimponerse una dieta digital) antes de recurrir a soluciones tan drásticas como abandonarlo. Salvo que tu objetivo sea otro.

Nury Astrid Gómez

Consultora en Comunicación Política

Uno de los términos actuales más ruidoso es la «cultura de la cancelación» en todos los espacios, pero principalmente, en redes sociales. Yo me pregunto, qué objetivo tiene exponerse a una avalancha de comentarios, opiniones, emociones y reacciones extremas sobre una publicación propia? Algunos dirán que es cuestión de visibilidad, otros de polémica, tantos aquellos que es libre expresión…o una «verdad». Y también me pregunto, qué nos da la autoridad para criticar, atacar, enmudecer, amedrentar o amenazar a alguien por el sólo hecho de hablar en nombre propio?.
Gobernar por twitter es la tendencia y la cancelación política está de moda: normas, anuncios, informes, solicitudes, órdenes, era su marca y estilo en el expresidente norteamericano  Donald Trump; lo es para el presidente millennial Bukele o en los mandatarios locales de importantes ciudades (en cada país el lector reconocerá los suyos). No hay político hoy que se salve de tener fanáticos y detractores (algunas granjas de bots) imponiendo ideas y respondiendo con agresividad. De generar polémica en sus palabras o incitar acciones violentas, movilizaciones innecesarias y hasta criminales.

La polarización ideológica y la crisis de partidos, como caldo de cultivo para la desafección ciudadana, incendian las redes sociales haciendo eco en medios de comunicación tradicionales. Es agotador tratar de gobernar por twitter: rápido, corto, directo a grandes audiencias, reacciones inmediatas, replicación instantánea. Sin embargo, el costo en tiempo y energía, de estar presente 24/7 y cuidar cada palabras, expresión y etiqueta generada, es muy alto.
Colau se cansó, sobre todo de «cuidar» cada detalle en una comunicación de gobierno informal y opta por la formalidad y protocolos establecidos y continuar la relación cercana a la ciudadanía por canales más amables y de menor exposición.

Eduardo G. Vega

Periodista. Profesor en la Universidad Camilo José Cela y consultor en el Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político (CIGMAP)

En primer lugar, soy un gran amante de la libertad, por lo que respeto que no quiera estar en
Twitter. Aunque me surge la duda de por qué dejar esa red y no todas. Dicho esto, en Twitter
puedes hacer política, es un escenario propicio para contar tu narrativa, colocar mensajes y
generar la necesitada memorabilidad que ansían los políticos, por lo que si no estás pierdes
una gran oportunidad, ya que el debate va a continuar y tu espacio será ocupado por tus
rivales, dejando huérfanos a tus seguidores. Creo que es un error.

Después, y dejando al margen la hipocresía de Colau afirmando que los bots son solo de
derechas, las soluciones pasan por dejarlo (no lo recomiendo) o permanecer con una
estrategia de marca que tenga un perfil personal más bajo. Sí coincido en que las redes
sociales son complicadas en lo personal para los políticos, y se trata, una vez más, de un
debate de fondo que no queremos tener. Pero esa es otra historia.

Julio Otero

LICENCIADO EN PERIODISMO, MASTER EN COMUNICACIÓN POLÍTICA Y MARKETING DIGITAL Y MIEMBRO DE LA ACADEMIA DE LAS ARTES Y LAS CIENCIAS POLÍTICAS DE WASHINGTON

La decisión de Ada Colau puede gustar o disgustar, pero creo que es totalmente respetable. No estoy completamente seguro de si es acertada o no. Si queremos extraer una conclusión general, todo depende de cómo y para qué quiera utilizar Twitter cada político. De lo que sí estoy convencido es de que muchos otros políticos seguirán su camino. El ambiente político en esta plataforma se ha enrarecido muchísimo. Veo muy injusto que se suspendan cuentan de cargos públicos tan importantes como Trump por supuestas noticias falsas y no se actué con tanta rapidez y contundencia contra la ingente cantidad de perfiles falsos y de usuarios agresivos que han inundado Twitter con descalificaciones e incluso amenazas.

Sin embargo, aunque la forma y los objetivos con que los políticos usan esta red de microblogging tienen que cambiar y adaptarse a este ambiente hostil, yo soy de los que piensan que tanto Twitter como otros medios sociales siguen siendo muy útiles para informar al ciudadano y para comunicar un mensaje político. Aunque se sacrifique el diálogo, defiendo que los políticos deben de hacer tripas corazón e ignorar los insultos, separando el grano de la paja. Sé que es una tarea dura y poco agradable, pero muchos ciudadanos se informan de la actualidad política en gran medida por Twitter. Para todo esto es esencial contar con un equipo de colaboradores, aunque el político siga implicado en sus perfiles.

Fernando G. Cumbreras

Politólogo. Experto en Protocolo y Relaciones Institucionales. Coordinador Territorial de Red Guadalinfo

Para perfiles de gran relevancia pública no estar en las redes no es una opción. Hay un axioma en redes que asume que no sólo no existes si no estás en las redes es que si no estás en las redes las redes te suplen a ti. Las redes hablarán por ti, surgirán perfiles falsos que hablen por ti, portavoces falsos que hablen por ti. Otra cuestión es que la gestión de una cuenta como la de la alcaldesa de Barcelona, con un volumen ingente de potenciales interacciones, podría ser asumida por un grupo estrecho de colaboradores que filtrase lo que aún casi no hace esta red social, escuchando a la ciudadanía y desechando toda la basura digital

Están fallando lo que los profesores Levistky y Ziblatt de la Universidad de Harvard (autores del bestseller «Cómo mueren las democracias») llaman «los guardarraíles de la democracia», los consensos no escritos que nos ayudan a convivir. Los partidos políticos de todo el arco parlamentario han apoyado de manera más o menos implícita la proliferación de bots y el encanallamiento digital. Por ello, la salida de Colau es una llamada de atención sobre la deriva de intoxicación digital que conlleva un mal uso y una nula pero urgente regulación de las redes y una huida de los consensos que nos permiten discurrir entre esos guardarraíles.

Charo Toscano

Consultora de comunicación

En comunicación política si una cosa funciona debes seguir usándola, pero si ha dejado de ser útil, no hay que desperdiciar ni un segundo. Si Ada Colau considera que Twitter ya no le es útil, lo mejor  que puede hacer es abandonar la red e invertir ese tiempo y esfuerzo en otros espacios que  considere más productivos. En campaña ya ha demostrado que tiene capacidad para adaptarse al lenguaje y al tono de otras plataformas para conectar con nuevos públicos, y esa actitud me parece más interesante que permanecer en un espacio en el que no cree y al que no le va a sacar ningún rendimiento a efectos de relaciones. Personalmente hace mucho tiempo que dudo de la eficacia de Twitter para la comunicación política, y entiendo que muchos políticos se sientan incómodos en una red que con demasiada frecuencia se rebasa los límites de la elegancia, la tolerancia y el respeto.

Ana Manso

Politóloga y consultora política

Abandonar twitter es, en parte, renunciar a marcar agenda política, es la red social con más poder para eso. Como explica Colau, ‘parece que hay que opinar de todo’, en cada cuestión relevante esperamos que todos los líderes opinen y si no opinan el silencio también se interpreta como opinión. Todo fruto de lo que yo llamo “la política del clic”, que no es más que el culto a la inmediatez, a la información rápida, a los mensajes simples que no hay que digerir, no hay lugar para la reflexión y los debates sosegados. Y twitter es el ejemplo más exacerbado de todo esto.

Ahora bien, dejar twitter es dejar un canal de comunicación. Lo importante para tomar una decisión como esta es tener claro a quién quieres comunicar (y que no están ahí) y para qué quieres usar una red social. No deja de impactarme la justificación de Ada Colau a su decisión de abandonar esta red aludiendo a la polarización, pues la misma está impregnada en toda la sociedad independientemente de la red social. Además debemos recordar que fue un medio que la impulsó desde el activismo hasta la alcaldía.

Veremos si es una decisión con carácter irrevocable o si hay algún cambio en época electoral

Germán Zambrana

Political Data Analyst

Hace unos años, ganar elecciones sin tener presencia en los medios de comunicación era considerado por muchos una hazaña imposible de lograr. Hoy en la era de las redes sociales hay quién tendría la tentación de afirmar que sería imposible ganar unas elecciones sin Twitter ni Facebook.

Con la decisión de abandonar Twitter, Ada Colau demuestra que en las redes sociales funcionan bajo el mismo mantra que los debates electorales: si vas es para no perder y no para ganar. Hoy, con esta decisión de la alcaldesa de Barcelona, se demuestra que no estar en las redes sociales penaliza, pero que estar y exponerse a cualquier fallo o cualquier clima de opinión desfavorable o injurioso penaliza aún más.

Los datos de consumo de redes sociales de su público objetivo invitarían a no abandonar esta red social. De hecho, un estudio de la Universidad de Oxford concluyó que los políticos presentes en Twitter obtenían entre un 7 y 9% más de votos que los ausentes. Sin embargo, abandonarla evidencia que las redes sociales jamás sustituirían a los medios de comunicación tradicionales, que los canales digitales aún no son definitivos para la movilización política y que las tertulias de bar y los entornos familiares de los votantes son mucho más determinantes que no los mensajes de 140 caracteres.

Mireia Castelló

Consultora en Comunicación Política

Se trata de una decisión muy polémica que, de entrada, ha conseguido que se hable más de la propia Colau y de la salida en si y no tanto sobre los motivos, que son legítimos y que invitan a la reflexión.

Twitter, con todos sus defectos, sigue siendo una de las redes sociales más importantes. La cuestión es si se debe combatir la toxicidad y las malas prácticas que se están dando desde fuera o desde dentro de la plataforma. En este sentido, considero que no estar significa renunciar a un espacio que si no se ocupa será ocupado por otros. La actual Alcaldesa de Barcelona lo ha planteado como una decisión personal, ya que su partido, por ejemplo, sí que seguirá presente en esta red social. Pero hay multitud de ejemplos de buenas prácticas políticas y de proyección de liderazgos en Twitter que la Alcaldesa hubiese podido tener en cuenta antes de decidir salirse.

Además, a nivel reputacional no es positivo que un político, con importantes cargos institucionales, sea noticia porque decide abandonar un espacio como Twitter, que puede ser interpretada como un capricho o como dejadez hacia los ciudadanos.

Así que dudo de la efectividad de la decisión y de si, dada la relevancia de Twitter, la propia Colau no reconsiderará “volver” a medio o largo plazo. Por tanto, esta decisión presenta problemas de credibilidad y de eficacia que solo con el tiempo resolverá.

Àlex Comes

Director de LaBase. Subdirector de Beers&politics y profesor de comunicación política

Twitter es una herramienta importante, en según que casos, dentro de una estrategia de comunicación política pero no la considero, en absoluto, necesaria. Estamos viviendo un clima de tensión política y social en España que, en Twitter, se acrecenta aún más por la estrategia que llevan a cabo algunos partidos y, fundamentalmente, por la horda de trolls y bots que inundan esa red social. No me atrevo a determinar si Ada Colau hace bien o no al marcharse de Twitter, eso lo veremos con el paso del tiempo, pero si hay algo que destaco de esta acción es que tanto ella, como su equipo, tienen claro cuáles son las redes sociales más utilizadas por las personas usuarias y cuáles son aquellas que están menos politizadas o radicalizadas.

Max Sattonnay

Socio-fundador de COMMZLab

Ada Colau abandonando Twitter es un síntoma mas de que la política de ideología ha muerto y está siendo reemplazada por lo que llamaría la política de polémicas. Nuestros líderes políticos han abandonado la lucha de la ideología y se concentran en distraer a los votantes con contenido digno de “sálvame deluxe” en vez de dar cuentas sobre el trabajo legislativo por el cual se supone que les votamos. Ada Colau no tendría que abandonar Twitter. Yo le aconsejaría quedarse y dar el ejemplo. No entrar en polémicas y pleitos, y solo comunicar sobre su trabajo. Ojalá más políticos se unan a ella y mejoremos la calidad de los debates políticos. Porque la verdad es que es una vergüenza que gente pagada con nuestros impuestos se permita perder el tiempo en Twitter difundiendo desinformación y odio en medio de una pandemia y con la crisis económica que se acerca. Las redes sociales de nuestros políticos deberían ser enfocadas al servicio público y no a las polémicas. A ver si se ponen un poco a trabajar, se acabo el recreo.

Florencia Paz

Politóloga. Máster en Comunicación Política y Corporativa. Consultora de comunicación política en Ideograma.

La decisión de Ada Colau de cerrar su cuenta de Twitter es inédita en el panorama español, pero no es un caso aislado en la política internacional. En 2019, Alexandria Ocasio-Cortez decidió cerrar temporalmente su cuenta de Facebook. Y este año, Ofelia Fernández, legisladora de la ciudad de Buenos Aires y la parlamentaria más joven de América Latina, también ha tomado una decisión similar con su cuenta de Twitter.

Las investigaciones sobre el tema respaldan estas determinaciones al afirmar que las redes sociales movilizan irracionalmente a gran parte de sus usuarios con el fin de comercializar con ello. Si a esto le sumamos que las mujeres en el poder son juzgadas de manera más severa que los hombres, la combinación parece explosiva. De hecho, un informe de Amnistía Internacional señala que las mujeres políticas y periodistas reciben más insultos y comentarios ofensivos que los hombres.
Más allá de si la decisión de Ada Colau es correcta o no, creo que la cuestión más importante que debemos señalar es que la lógica de las plataformas sociales está perjudicando a la política democrática al afectar la pluralidad de voces, especialmente de las mujeres, en la conversación público-digital.

Javier Pereira

Periodista, consultor y especialista en Marketing Político

Es temprano para medir todas las consecuencias del pequeño paso que ha dado Ada Colau. Pero la decisión de la alcaldesa de Barcelona parece positiva desde su posición y contexto. De manual. Ha ganado relevancia, se posiciona en un debate que crece cada día, refuerza atributos en su perfil y, como cabeza de un ayuntamiento como BCN, tiene acceso a suficientes tribunas y canales de comunicación para compensar la eventual pérdida de alcance al abandonar Twitter.

Se agradece, además, ir desmantelando esa idea de que todos los líderes deben estar en todos los canales disponibles, todo el tiempo. Todo muy aburrido.

Verónica Crespo

Periodista y doctora en comunicación estratégica. Asesora política. Directora de ‘La Revista de ACOP’

Once años, 22.000 tuits y 918.000 seguidores después, Ada Colau anuncia que deja Twitter. Digo ‘anuncia’ porque todavía no se ha ido. Se suma al grupo de celebrities que han abandonado esta red social pero lo hace de manera inédita en la clase política española.

Recordamos que con mensajes de 140 caracteres, Colau promovió sus ‘escraches virtuales’ e impulsó su carrera política. La polarización, el populismo y la contaminación mediante bots que ha empañado esta red social ha sido motivada por los partidos políticos, sin exclusión del suyo propio. Por eso, ponerse de perfil y ondear la bandera blanca no le eximen de responsabilidad. La tensión que se genera en esta red social es el reflejo del cabreo ciudadano, y tanto el ruido como la testosterona política son estrategias emprendidas por nuestros dirigentes. Aprovechar la plataforma de comunicación para conversar, escuchar, profundizar y hacer pedagogía también significa hacer ‘buena política’.

Mikel Gómez García

Politólogo. Consultor de comunicación

No creo que los políticos tengan que estar en las redes sociales por estar. Creo que es más una decisión estratégica en la que deben influir muchos factores (marca personal, penetración social de una red en la población, etc.). Tras esta reflexión inicial a mí se me plantean varios interrogantes (y sobre todo después de leer las razones de Colau para abandonar Twitter). ¿Es Twitter una red social que está al servicio de la ciudadanía y sirve de contacto entre los gobernantes y la ciudadanía? ¿Han impulsado los partidos políticos (sobre todo los de izquierda) un uso generalizado de esta red social entre la población de manera responsable o se han dejado llevar por los malos usos de trolls y acarreados digitales? En mi opinión, Twitter está muy lejos de ser una red social que penetra de una forma importante en la población para ponerla al servicio de la misma y que sea un auténtico servicio público que mejore la calidad de la comunicación política e institucional. Además, los políticos y partidos que tenían que haber propiciado este uso correcto de la Twitter se han dejado arrastrar por las malas prácticas e incluso, se han aprovechado de ellas en algunas ocasiones, fomentando una confrontación que posteriormente les ha sobre pasado.

Podría entender la decisión de Colau si fuese en términos estratégicos, pero tal y como la plantea no me parece positiva, ya que, desde su posición de poder, debería emplear estrategias de comunicación orientadas a hacer un buen uso de la red social y utilizarla como un medio de comunicación que sirva a la ciudadanía, dejando así de lado y sin espacio ni aire a quienes hacen un uso incorrecto de todas las redes sociales. Abandonar esta red social es darse por vencido en el uso de una herramienta que tiene un importante potencial de servicio público a la ciudadanía. Es una pena, pero creo que veremos a más políticos abandonar Twitter y dejar más espacio a las malas prácticas que no aportan nada al sistema político ni a la comunicación política.

Daniel Grande

Comunicador político y corporativo

Colau cruzó el Rubicón, otros la seguirán. La edil catalana tiene un gran olfato para marcar agenda, muestra de ello es el impulso por escribir estas líneas. Comentamos la no comunicación, o mejor dicho, el anuncio de dejar de comunicar. Ella marcha de Twitter, no lo hacen su partido y acólitos. Es evidente que para gestionar de forma óptima la identidad digital hay que estar en el sitio adecuado, pero eso no significa estar en todos sitios. La presencia en redes, y en cada una de ellas, de una figura pública tiene que responder siempre a un criterio estratégico.

La plataforma de microblogging Twitter está muy ligada al ritmo informativo y al pulso político; a la inmediatez. Con el pasar de los años muchos usuarios han apuntado a un mayor nivel de acidez, como si los huevos del pájaro azul se estuvieran agriando. En Twitter premiamos la velocidad y la emocionalidad frente a la reflexión sosegada, y esto conduce a un terreno abonado para la polarización extrema y el odio. La dirigente morada no abandona todas las redes, abandona una que ya no le es útil. No cierra la puerta a volver a Twitter y su anuncio le permite despuntar en la vorágine informativa de estas semanas.

Guadalupe Morcillo

Consultora de comunicación política y corporativa

Parto del respeto que me merece cualquier persona, político o no, independientemente de que no comparta sus decisiones, como es el caso. Y no las comparto por dos motivos:

1. Considero que cuando uno decide vivir de espaldas a las redes sociales, porque eso le hace ser mejor persona, mejor político -como es el caso-, vivir con más intensidad y más cerca de los ciudadanos, cuando uno decide eso -insisto- lo debería hacer en su totalidad. ¿Por qué Twitter y no Facebook o Instagram? ¿Es que el usuario de Twitter es más agresivo y hace más daño que el del resto de las redes sociales? ¿Es mayor, más rápida y más viral la interacción con los usuarios y, por tanto, cuesta más plantarle cara a los ‘tuiteros’? El buen político debería serlo dentro y fuera de las redes sociales. En twitter, Facebook, Instagram… Quizá la cuestión estriba en la calidad del político y en el control de su comunicación en cualquiera de los medios existentes.

2. Y en esta línea, creo que es un error cerrar las puertas a uno de los canales con más vida, donde el contacto es de manera continuada (24/7/365) no solo en campaña y donde más voces se escuchan. Voces, que no gritos. Ahí está la habilidad y el control. Ahí la calidad. Pero claro, hacer un uso adecuado, conveniente e inteligente de las herramientas que están al alcance de todos los ciudadanos parece que no debe ser nada fácil…

Claudio Gareca

Docente en Ciencia Política y Consultor en Comunicación Política

Tal vez no haya sido la mejor decisión que la alcaldesa de Barcelona abandone su cuenta de Twitter, en busca de detox digital, frente a la extrema polarización, donde el debate público que pasa por las redes y la conversación que se genera en esos entornos digitales haya adquirido fuertes y distintos matices, de pujas como de resistencias.

Quizás se podría haber encarado una estrategia digital antes de abandonar la red, promoviendo una conversación más emotiva con tonos más horizontales, más transparentes y más limpios que inviten al call to action. Como sabemos, la política está atravesada por el debate, y por consensos, aunque mínimos a veces, pero necesarios para la generación de una buena política, y que no todo el tiempo, la política, está condicionada por las redes.

Gonzalo Sarasqueta

Profesor e investigador de la Universidad Católica Argentina (UCA)

Es un síntoma de la infoxicación. La ciberdemocracia se caracteriza por una contradicción: frente a una circulación infinita de información, tenemos una atención finita. Ya no hay –como en el siglo XX– un problema de escasez de mensajes, sino de exceso. Es imposible conocer, asimilar y contestar todos los textos que están en circulación. En dicho intento podemos fatigarnos, bloquearnos o, incluso, desperfilarnos. Ahora, el desafío es elegir en qué ecosistema queremos integrarnos y de qué manera. Y parece que Ada Colau entendió esto y decidió colocar sus recursos cognitivos y materiales en otras arenas. ¿Tendrá un impacto negativo en su imagen política? No lo creo. Hoy existen otros canales para llegar al público que habita en Twitter, desde los medios de comunicación tradicionales hasta redes como Facebook, Youtube, Whatsapp u otros microblogging como Mastodon u Amino. En cualquiera de estas plataformas, podemos generar conversaciones virtuosas con esos segmentos politizados o (sobre)informados que transitan en “el hogar” del pajarito Larry.

Por otro lado, la alcaldesa de Barcelona pone sobre la mesa un debate interesante: ¿por qué estamos en una determinada red social? Hay un cierto imperativo de época que indica que debemos participar en todos los soportes. Una inercia comunicacional que atenta contra la esencia de cualquier estrategia profesional: dividir los esfuerzos y recursos según los objetivos trazados. Probablemente sin querer, la dirigenta de Barcelona en Comú instaló un debate enriquecedor para todos los que nos dedicamos a la comunicación política.

Catalina Solano

Comunicóloga y asesora de marcas digitales

Hace poco escuché en un taller de Compol que «las redes sociales son para el público, no tanto para el político», sin embargo considero que debe haber un equilibrio en todo este aspecto. Estar ante la luz de la opinión pública sin poder evitarlo trasciende a la esfera de tu vida personal, el ambiente tenso de la política en redes afecta tu aspecto emocional y llega a generar consecuencias en tus decisiones diarias. Aunque puede afectar a tu estrategia a futuro si buscas ser reelegido o apuntar a otro cargo, también es probable que marque un precedente en la manera que se usa Twitter, y el mundo digital en sí, para hacer política en medio de opiniones polarizadas.

David Álvarez

Analista y consultor en social media, especializado en política y medios

Twitter está intoxicada y polarizada, y Facebook, y Youtube, y cualquier programa de televisión donde haya tertulia política, o cualquier tertulia radiofónica, o en la sociedad en general. Ese no es el problema, o al menos no debería ser el argumento esgrimido para dejar una red social.
La diferencia entre los espacios digitales y los convencionales es que en los primeros es decisión personal el buscar y encontrar espacios que sean de utilidad, en los segundos tú no decides, lo hacen por ti. En las redes no sólo se insulta o incluso se debate, también sirven para encontrar, seleccionar y utilizar información que sirva para la acción política. Eso es hacer buena política en los entornos digitales. El problema es que la inmensa mayoría de los políticos hace mucho tiempo que dejaron de ver las redes sociales bajo esa perspectiva.

Concluyendo: no me parece acertada esa decisión. Las redes son excelentes entornos para desarrollar la buena política, lo mismo que el Congreso o el Senado, todo depende de los actores que participen.

Pablo Matamoros

Consultor de comunicación política

El rol que usan las redes sociales en la comunicación política hoy por hoy, es un fenómeno complejo de comprender, en cuanto los ejes normales de la generación y distribución de contenidos han cambiado completamente a cómo se sucedían hace unos años. Sobre la pregunta acerca de: ¿Cuánto influyen las redes sociales en la opinión pública o en las preferencias políticas de la ciudadanía?. Creo que la respuesta no tiene una sola arista, pues depende mucho de las audiencias o el impacto o tipología de los mensajes entregados.

Tratando de entender las razones de Ada Colau para dejar twitter, creo que habla más del uso particular que ella le da a su cuenta como herramienta de comunicación política, que como reciben sus contenidos el casi millón de usuarios que la siguen.

¿Salirse de twitter la ayudará a hacer una política más empática, compleja, dialogante, pedagógica y con matices?, creo que no. ¿Cuales son las redes menos polarizadas, aceleradas y alejadas del “algoritmo”?, desconozco alguna red que cumpla todas esas condiciones.

Por esto, el que una autoridad política con 918.000 seguidores desaproveche el poder amplificar que le entrega tamaña audiencia, es una muestra más de voluntarismo, que una búsqueda de una “mejor política” como lo declara en su manifiesto, publicado en el mismo twitter.

Sergio Pérez-Diáñez

Asesor de comunicación política y CEO de Grial Consulting

No hay duda de que, en los últimos años, en España se ha venido produciendo una alta polarización política que ha afectado tanto a la gobernabilidad de las instituciones como a la imposibilidad de articular un debate sosegado en las redes sociales que contribuya al desarrollo político, económico y social que tanto necesita nuestro país. En el caso de Twitter, la red social se ha convertido en un medio que los representantes públicos no han sabido aprovechar para establecer una comunicación más horizontal con sus representados, limitándose por el contrario a lanzar mensajes unidireccionales y muy polarizados que nutren las tertulias televisivas y que los periodistas no dudan en incluir en sus crónicas. Cuanto más corto y más guerrillero sea un mensaje en Twitter, mayor número de RT tendrá y mayor posibilidad de colarse en los informativos y las tertulias políticas televisivas. Cada político es libre de explorar o no ese terreno, que tiene sus pros y sus contras, pero todos deberíamos ser conscientes de los incentivos peligrosos que operan en la red social a la hora de obtener mayor difusión. Principalmente, si pretendemos construir un debate público que atienda a las necesidades de la ciudadanía en plena crisis sanitaria y económica.

Alexandra Morales

Directora de Meraki Consultora Política y miembro de Red de Politólogas

Creo que la noticia de la decisión de Ada Colau de abandonar su cuenta de twitter podría poner el énfasis sobre cual es el uso estratégico que se debe dar a cada red social y las ventajas y desventajas de estar en cada una. Actualmente asumimos que todo político o política debe entender las reglas de juego y riesgos al posicionar su voz en un espacio como twitter, reconocido por su inmediatez, controversia y fuerte politización. Condiciones que en el caso de la alcaldesa, en otros momentos le fueron útiles y afines a sus objetivos aunque ahora decida retirarse.
Por otro lado, si bien muchos expertos en comunicación política se refieren a la importancia y casi necesidad de tener presencia en las redes sociales quizás olvidaron un poco que detrás de cada imagen política también hay una persona que puede verse arrollada por la crítica y constante polarización.

Por lo tanto, la alcaldesa puede decidir irse como quedarse en twitter si así lo desea. Siempre y cuando entienda que cada decisión tiene un costo político. Incluso el dejar de ocupar un espacio digital y salir del combate político que suele verse atravesado constantemente por algoritmos, bots y trols, como así también simpatizantes y seguidores que se identifican con sus ideales y desean apoyarla.

Alba Hahn

Experta en Relaciones Internacionales. Consultora de Comunicación Política en Ideograma

La decisión de Ada Colau de abandonar Twitter me parece acertada a nivel estratégico. En primer lugar, como alcaldesa, continúa teniendo acceso a múltiples canales de comunicación y un importante foco mediático, por lo que seguirá marcando agenda e influyendo en la opinión pública y podrá centrarse en reforzar otros aspectos de la construcción de su proyecto político.

Además, con esta decisión Colau libera un espacio que puede ser ocupado por otras personas de su espacio político, algo esencial si se quiere construir un liderazgo que pueda asumir su relevo.

Más allá de esto, es difícil saber si otros políticos seguirán su ejemplo, pero como consultoras su elección nos recuerda la importancia de seleccionar cuidadosamente los canales de comunicación y saber gestionar mentalmente la enorme exposición pública y la toxicidad de las redes de nuestros asesorados y asesoradas.

Ariadna Romans

Consultora en ideograma, politóloga y estudiante de Filosofía

Cuando el debate político se convierte en un campo de enfrentamiento, crítica y crispación, la mejor solución para una política, y en concreto una alcaldesa, debe comprender cuándo es el momento de dejar de participar de esta esfera. Twitter puede ser un espacio de diálogo, de conversación y de proximidad entre las administraciones, los gobernantes y la ciudadanía. Sin embargo, cuando esto no es así, destinar los esfuerzos propios y del equipo a cuestiones más necesarias de la ciudadanía me parece un movimiento indicado. No tengo claro aún cómo valorarlo en el largo plazo.

Teresa Ciges

PERIODISTA, ESPECIALIZADA EN MARKETING POLÍTICO Y ESTRATEGIA DIGITAL. TIENE UN CANAL DE YOUTUBE SOBRE COMUNICACIÓN POLÍTICA

Ada Colau deja Twitter indefinidamente con 918.000 seguidores y un 40% de los simpatizantes de su partido que afirma informarse de política a través de esta red (se trata del tercer partido catalán con mayor porcentaje). Su apuesta por Instagram es inteligente, ya que es la red clave para la humanización política, pero no debemos olvidar el poder de Twitter para marcar agenda. Ada Colau se puede permitir marchar de Twitter porque es alcaldesa y dispone de diferentes canales para difundir su mensaje, pero seguramente si fuera concejal de la oposición no dejaría la red con la audiencia tan grande que tiene. Además, si por una cosa fascinó Twitter en sus inicios era por ser una red bidireccional, a través de la cual la ciudadanía podía dirigirse directamente e interpelar a los dirigentes políticos. Y justamente esta interacción es la clave de la red, y es de lo que prescinde la alcaldesa al dejarla. Veremos si lleva a cabo otras estrategias comunicativas para activar la interacción desde otros canales.

Marta Marcos

Politóloga. Socióloga. Consultora de comunicación

Que la premeditada decisión de Ada Colau de dejar Twitter con casi un millón de seguidores no será un caso aislado en política está casi asegurado. En general, las plataformas en las que prima lo textual frente a lo audiovisual, suelen tener un carácter más violento. Aunque ya aumentó la extensión de sus caracteres, Twitter tiende a la simplificación y por ende a la falta de argumentos. Es fundamental la inmediatez, lo irracional, lo emocional. Por ello, no es casual que sea Twitter la red social que promueve los discursos de odio.

Si los políticos reciben niveles altos de abuso en esta red social, las mujeres políticas pueden ser consideradas como objetos de acoso en caso extremo, y aunque se haya tratado de implementar ciertas acciones para combatirlo -como esconder mensajes o permitir que solo respondan a un tweet los usuarios que te siguen-, van a seguir siendo insuficientes para fomentar una comunicación respetuosa, por la propia idiosincrasia de la plataforma.

La decisión de Colau, en clave política, no será significativa, pues la alcaldesa de Barcelona tiene ya una gran visibilidad en medios, y no abandona las redes sociales. Su problemática podría haber resuelta de otros modos: todos sabemos que los políticos delegan en otras personas para la gestión de sus redes. Sin embargo, con este paso, Colau está cumpliendo su promesa: hacer buena política, rebajar la agresividad y apostar por el diálogo.

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