Funerales de Estado

JUAN FERNÁNDEZ

Debía de ser un funeral de Estado y altos honores, como el de Don Juan en el 93’. Salvas de los tres ejércitos, su hijo a pie, en marcha militar desde el Palacio Real hasta el cortejo fúnebre rumbo a El Escorial, bajo la mirada en caliza de los antiguos reyes ibéricos y el sensacional corcel de Felipe IV en corveta presidiendo la Plaza de Oriente. No reporta beneficio alguno especular sobre el futuro funeral del emérito, lo estimo irrespetuoso y grosero, pero las tardes sofocantes en la ribera del Ebro se me antojan fantasiosas y reminiscentes.

Primer marzo pandémico de nuestra era, la Casa Real hace pública una decisión que pasa inadvertida, escogiéndose el momento mediático oportuno en un brillante movimiento que coincide con la declaración del Estado de Alarma.

En 48 horas se restringe la libertad de movimiento, los medios sanitarios civiles y militares, públicos y privados, caen al mando de Salvador Illa. Lluch 2.0, quien iba a las castillas a darse de guantazos con Marta Vilalta y Puigneró, se sitúa de golpe y porrazo en el ojo del huracán. Supermercados caraqueños, el papel higiénico se desvanece y Felipe VI deja fuera de los presupuestos del Estado a su padre renunciando también a su herencia. Sí, la herencia. Zagatka. Quizás el dichoso James Badcock tendría Sitel hasta la médula, un tiro en un órgano no vital en la circunstancia oportuna y con la izquierda en el Gobierno protegiendo.

Era la noche del 15 de marzo y el paseo de luces naranjas, que une Fernando El Católico con la Gran Vía de Zaragoza, junto al alarmismo tertuliano en los oídos (en aquel momento de turbación corono-vírica) me enajenaron. Deseé profundamente ver las camionetas militares por las calles y escuchar el palmeteo del paladar de unos y otros al saborear la bilis. También cavilé sobre los futuros escenarios que le venían a la Corona, en sus últimos aciertos y errores, en el discurso del 3-O… <<¿Cómo piensa sobrevivir la Corona a las próximas generaciones? Con el ingente esfuerzo estatal, mediático… con la de libros publicados sobre Juan Carlos… ¿Cómo piensan estructurar el relato histórico? Quedará entre bambalinas, como todo>>.

Cuatro meses después Zarzuela es un avispero. A prueba de historiadores, desde 1885 no fallece un monarca en tierras españolas con la corona sobre la cabeza. El funeral de Alfonso XIII se produjo en carruaje desde la Piazza di Spagna hasta la iglesia romana de Montserrat. Los primeros pasos de la democracia le condujeron a Cartagena desde el exilio con la bandera del Águila de San Juan sobre el féretro, hasta El Escorial, donde su nieto Juan Carlos le recibió sobre una peana con Sofía a su izquierda, él vestido con el uniforme militar y una larga gabardina verde encima, ella de luto con mantilla y peineta. Suárez en la presidencia y Gutiérrez Mellado en la Vicepresidencia, casi nada.

Ahora sí, cabe preguntarse: ¿Cómo será el próximo funeral? ¿Qué desencadenará en la opinión pública? ¿Cómo se está preparando la Casa Real para ello? El independentismo condensa y solidifica, pero no será suficiente. Se va a requerir mano izquierda, mantener lejos los torsos abultados de VOX, hilar fino y evitar las grandilocuencias. Nadie está dispuesto a abrir el melón, les pese a los aspavientos que proliferan de color morado.

Quizás un referéndum consolidaría la democracia española y la monarquía. Quizás volviéramos a los resultados electorales de 1931 o a una reconfiguración de la forma de la Jefatura del Estado… Solo que en esta ocasión no está tan claro de qué parte estaría la CIA.

 

Juan Fernández es periodista y consultor de comunicación (@juankojuan)