GERMÁN ZAMBRANA
¿Quién es capaz de Ganar a Donald Trump? Esa es la pregunta (y el dilema) que se vive ahora mismo entre dirigentes y simpatizantes demócratas. 153 días son los que quedan hasta que la convención demócrata decida quién es su candidato para enfrentarse a un presidente que hace cuatro años parecía incluso que perdería las primarias republicanas y que ahora, sin embargo, ganaría a todos y cada uno de los candidatos demócratas postulados, según algunos sondeos.
El favorito es Bernie Sanders, ganador en Iowa y New Hampshire y que según Five Thirty Eight goza un 37% de posibilidades de convertirse en el ganador, frente al 13% de un desinflado Joe Biden, el vicepresidente de Barack Obama. La fecha clave para Sanders no será otra que el Super Tuesday. El 3 de marzo, 14 estados celebrarán sus primarias demócratas, siendo la jornada que mayor número de delegados reparte. Las encuestas parecen indicar que Sanders saldrá beneficiado del supermartes. Incluso lidera las encuestas en el estado de Texas, que suele ser un feudo republicano y de conservadurismo.
La carrera demócrata está abierta y es muy probable que así siga después del 3 de marzo, pues candidatos como Biden sigue gozando de amplios apoyos en el resto de estados, Buttigieg promete no bajar el nivel y outsiders como Bloomberg podrían dar la sorpresa, aunque Sanders, no como hace 4 años atrás, parece que es el rival a batir. Pero, ¿puede ganar una elección presidencial contra Trump un hombre que promete traer el socialismo a EEUU y que incluso es retratado por la prensa demócrata como extremista?
Aunque sus propuestas más sociales como la gratuidad de la Universidad y de la sanidad, así como la subida de impuestos a los ricos o el nuevo Green Deal a favor de la lucha contra la emergencia climática ha movilizado a minorías demócratas que podrían ser clave para conseguir la nominación, las elecciones presidenciales suelen mostrar un comportamiento electoral diferente.
Los politólogos de la Universidad de Stanford, Andrew Hall y Daniel Thompson, advierten que los militantes y simpatizantes de los partidos, suelen preferir un candidato más extremista, pero que en las elecciones presidenciales acaba arrastrando a votantes moderados indecisos a la opción contraria, el Partido Republicano. “Hemos encontrado evidencias consistentes de que los nominados extremistas tienen un mal desempeño en las elecciones generales en gran parte porque distorsionan la participación en favor del partido contrario y debilitan a su propio partido”.
De hecho, el propio Andrew Hall escribió en 2015 que cuando un extremista dentro de un mismo espacio electoral gana las primarias, la participación de simpatizantes del partido en las elecciones generales del partido disminuye en promedio en aproximadamente 9-13 puntos porcentuales, y La probabilidad de que gane la elección disminuye entre 35 y 54 puntos porcentuales.
A día de hoy, un estudio del analista de The New York Times, Nate Cohn, asegura que los estados en los que Trump se impuso y fueron claves para su victoria en 2016, Michigan, Pennsylvania, Wisconsin, Florida, Arizona y Carolina del Norte podrían vovler a ser determinantes en el 2020. En estos estados, hay un 32% que tienen claro que votarán por Donald Trump, un 33% que darían apoyo al candidato demócrata, un 11% que tienen claro que no votarán a ningún demócrata, aunque no tienen claro su apoyo al candidato republicano y un 8% que declaran que no hay ninguna opción de que voten a Trump, pese a que no están seguros de votar demócrata. Conclusión: hay un total de un 15% del electorado que tienen las mismas posibilidades de votar por el candidato demócrata que por la nominación republicana.
De acuerdo con Cohn, estos votantes potencialmente persuadibles están divididos en temas importantes como la atención médica, la inmigración y los impuestos. No obstante, tienen claro qué esperan del candidato demócrata. Prefieren, en un 82% frente a un 11%, un candidato demócrata que priorice reformas que puedan ser aceptadas por ambos partidos a uno que prometa luchar por una agenda progresista y anteponen a un moderado (75%) que a un liberal (19%).
Sin embargo, Trump intentará movilizar a los indecisos en su favor sin confrontar a Sanders en estos temas. Qué puede hacer Trump contra un candidato que promete atención médica gratuita para todos y una subida de impuestos para los millonarios de Wall Street? Seguramente, haya republicanos que estén a favor de que el Estado financie la sanidad o que las rentas más altas paguen más impuestos, por lo que la campaña de Trump, si cuenta con inteligencia estratégica, tratará de desmontar a Sanders en otros terrenos como pueda ser su concepción de socialismo.
Un estudio reciente del Pew Research Center asegura que el 55% de los estadounidenses tenía una impresión negativa de «socialismo», mientras que el 42% expresaba una opinión positiva y alrededor de dos tercios (65%) dijeron que tenían una visión positiva del «capitalismo», y un tercio lo vio negativamente. Con estos datos, bien haría Sanders, si finalmente consigue la nominación, en no citar la palabra socialismo será un acierto. Un 18% de los críticos con el socialismo, lo asocian a estados en los que el socialismo ha sido fallido como Venezuela o Rusia.
Que Sanders utilice la palabra socialista en una hipotética campaña presidencial puede ser una arma de doble filo. Puede conectar con las minorías demócratas o puede permitir que Trump diga que Sanders apoya la dictadura chavista en Venezuela y el comunismo cubano, que admira a Hugo Chavez y a Fidel Castro. Aún más cuando en América, la palabra Venezuela se ha convertido en un síntoma de caos económico, miedo, hambre y mayor inmigración hacía los países del entorno, incluido EEUU.
La capacidad de Trump para dominar la conversación mediática provocará que Sanders tenga que esquivar otros temas importantes como la inmigración. Prometer, como ha hecho Sanders, mayor flexibilidad en las políticas migratorias y revertir las decisiones de Trump en esta materia, podría fidelizar el voto a Trump, sobre todo, entre aquellos que sienten que los inmigrantes son los causantes de las perdidas de los puestos de trabajo.
Un gesto hacía los más moderados va a ser exigido a Sanders y quizá incluso le puede resultar beneficioso. En caso que sea nominado por el Partido Demócrata, Sanders podría mandar un mensaje a ese 15% eligiendo de número dos para el ticket presidencial y futuro vicepresidente, a un miembro más centrista que pueda resultar en la persona que modere el discurso de Sanders.
Aunque no todo son malas noticias para Bernie Sanders. La última encuesta de la empresa demoscópica Pew Research Center sobre los temas que más preocupan a los norteamericanos concuerdan con temas en los que Sanders podría resultar ser el candidato más fuerte. En la franja de edad de 18 a 29, el medio ambiente y el cambio climático, así como la educación son la prioridad para los votantes. Uno de los ejes claves de la campaña de Sanders ha sido el Nuevo Acuerdo Verde para luchar contra el cambio climático y, la gratuidad y la suspensión de las deudas derivadas las tasas universitarias ha sido otra de las propuestas que mejor ha conectado con los jóvenes.
La juventud será una cuestión clave, pues la participación electoral en la franja de 19 a 29 ha aumentado. Entre los jóvenes de 18 a 29 años, la participación de votantes pasó del 20 por ciento en las elecciones Midterm de 2014 al 36 por ciento en las de 2018, el mayor aumento de puntos porcentuales para cualquier grupo de edad: un salto del 79 por ciento según la oficina del Censo Electoral de los EEUU. Este incremento de participación joven no se dio únicamente en estados que tradicionalmente votaban demócrata. De hecho, en 2018, el voto juvenil aumentó en los 42 estados para los cuales se dispone de datos de votación juvenil, según el análisis realizado por investigadores del Centro de Información e Investigación sobre Aprendizaje y Participación Cívica de Tufts (CIRCLE).
La participación de los estudiantes universitarios, un subconjunto importante del voto juvenil, fue todavía más acentuada en las legislativa de 2018, con un 40,3%. La otra buena noticia para Sanders es que la misma investigación mostró que los votantes jóvenes preferían a los candidatos demócratas para el Congreso con una diferencia de 35 puntos porcentuales, un margen importante que ayudó a los demócratas a recuperar la Cámara.
Y es que el precandidato Sanders, de 78 años, ha conectado como nadie con el colectivo joven. Una encuesta de The Economist con YouGov revela que el 60% de los demócratas mejores de 30 años apoya a Bernie Sanders o a Elizabeth Warren, mientras que el apoyo a estos candidatos entre los mayores de 65 se reduce al 27%. También es el candidato demócrata favorito entre las mujeres entre 18 y 29 años. El precandidato de mayor edad al que apoyan los más jóvenes no triunfa sólo por tener de su lado a Alexandra Ocasio, la joven congresista de Nueva York. Principalmente, cuenta con el apoyo de un colectivo clave: los universitarios. Sanders es, por delante de Biden, el preferido entre los universitarios. Un fenómeno que no siempre se ha dado, puesto que, por ejemplo, Reagan fue uno de los presidentes que más apoyo contó entre los más jóvenes.
El reto que tiene Sanders de aquí a noviembre es que los más jóvenes activistas que simpatizan con su campaña convenzan a sus padres de que Sanders es la mejor opción para el futuro de sus hijos, sin que se acuerden de que se declaró socialista. Si lo consigue, podría tratarse de las primeras elecciones en las que los millenials y los centenialls condicionan de forma tan importante la elección de su presidente.
Germán Zambrana es periodista. Cursando el master Máster en Comunicación y Marketing Político UAB-MMP (@GermanZambranaR)