España y la necesidad de una cultura política más allá del tuit

CRISTIAN DELGADO ALVES

El desarrollo de las tecnologías ha favorecido la explosión de las nuevas formas y modelos de comunicación, en una sociedad globalizada, en la que la información está al alcance de todos. Los medios de masas se han tenido que adaptar a la nueva realidad, en la que cualquier individuo, formación política y/o, administración pública, entre otros tantos, disponen de perfiles en las distintas redes sociales. El objetivo final está claro: alcanzar al mayor público objetivo posible, a través de sus mensajes.

Situación de partida

A tenor de lo anteriormente expuesto, las ventajas deberían superar a los inconvenientes. Una sociedad bien informada es una sociedad culta y, sobre todo, crítica con sus dirigentes, a los que exigirá ejemplaridad, buena gestión de los recursos y una mejora de los servicios.  Pero el objeto de análisis de mi reflexión se relaciona con la utilización que se hace de estas nuevas tecnologías.

Creo que somos los receptores finales de los mensajes, que nos llegan a través de estos nuevos canales, los que debemos tener en cuenta: la procedencia, el objetivo, y la veracidad del contenido. Los mensajes, las formas y el contenido, han dado paso a la inmediatez, a la falta de serenidad, y, sobre todo, y más preocupante, a una polarización que aleja a unos individuos de otros, simplemente por el hecho de no pensar lo mismo.

El lenguaje bélico ha sido siempre utilizado en la jerga política, pero nunca se había establecido como un permanente en la política española y, por ende, en esos mensajes que se transmiten.  Esta circunstancia es la que me preocupa sobremanera puesto que fractura a una sociedad de iguales, basándose en una supuesta superioridad moral o incluso social, que para nada es cierta, pero que acaba interiorizándose como propia.

Hemos llegado a un punto, en el que el tuit más impactante es el que más repercusión tiene, e incluso el que finalmente es recogido por los medios de masas que lo convierten en una noticia, por lo que su impacto es aún mayor.  En este punto, y como periodista titulado, creo que debemos hacer autocrítica hacia ¿dónde queremos que vayan los medios? Comprobamos como en multitud de ocasiones se alejan del rigor que les compete, para dejarse llevar al rebufo del mensaje instantáneo del político o partido de turno.

Medios de comunicación

Los medios de comunicación son responsables de forjar esa cultura política, apoyada en el pensamiento crítico del individuo, que debe cimentarse en disponer de la mayor cantidad de datos posibles para poder formar su propia opinión. Desde otra perspectiva, en este caso como politólogo, es muy interesante comprobar los mensajes que acaban calando en la sociedad. En numerosas ocasiones se alejan de los discursos oficialistas, se apoyan en fuentes u opiniones que ofrecen como noticias cuestiones de dudosa veracidad, o incluso en argumentos fácilmente desmontables.

El papel de las administraciones locales

La lejanía entre representantes y representados parece acrecentarse con este modelo de comunicación a golpe de tuit, donde poco importa el contenido, sino el continente. Aquí es donde creo que tenemos un papel primordial las administraciones locales, los alcaldes, alcaldesas, concejales y concejalas, que, a través de una labor de pedagogía política debemos contribuir a fomentar esa cultura de lo público. Somos las corporaciones locales, las más cercanas a los ciudadanos, lo que puede servirnos de gancho para iniciar o fomentar esa labor pedagógica.

Creo y defiendo la necesidad de que los representantes locales no solo hagamos nuestra labor política, sino también comunicativa y divulgativa. Para ello debemos comenzar por saber decir no, a algunas peticiones de nuestros vecinos, o incluso generales, que son de difícil o imposible consecución.  Lo más importante es cimentar esa negativa en una explicación clara, coherente, que pueda llegarse a entender. Debemos esforzarnos para que se entienda que las administraciones tienen sus normas, sus cauces y sus procedimientos que, a priori, la población no tiene porqué conocer al detalle.

Hacer partícipes a nuestros vecinos de los logros, los errores, las modificaciones, los gastos, las inversiones, y las decisiones; es una forma de combatir ese desapego que se ha instaurado en nuestro día a día. Un desapego que los populismos aprovechan para obtener rédito político, a sabiendas de que poco más se podría hacer una vez se gestiona.

Trabajemos nuestro espíritu crítico

La cultura política se fundamenta en la base de una labor educativa, de la que las propias administraciones también somos responsables. Claro que nosotros nos valemos de las tecnologías de la comunicación para hacer llegar nuestros mensajes; pero no lo es menos, que debemos velar por esa ejemplaridad alejada de lo superficial y del tuit inmediato que sí, generará un impacto, pero que poco contribuye a que los ciudadanos nos vean como servidores de sus intereses.

La desafección se combate con gestión, explicación, rigor, y coparticipación. Como alcalde, periodista y politólogo, creo que es fundamental que toda la sociedad pare un minuto, piense, se interese, pero sobre todo que se implique en lo político, para sentirse parte de las acciones de sus representantes.

Realmente considero que la única forma de alejarnos de la absurda inmediatez pasa por una serenidad, que entiendo difícil en una sociedad cambiante y compleja, pero que tiene la oportunidad de mejorar a través de las acciones individuales y colectivas. Por ello debemos contribuir, cada uno desde su espacio, a generar esos foros de contraposición de ideas, desde un debate sano que genere una acción: la de pensar en el punto de vista del contrario.

Está claro que los españoles somos pasionales, dejándonos llevar en demasiadas ocasiones por los impulsos. Pero no es menos cierto que en los momentos más complicados de nuestra historia reciente hemos sabido estar a la altura de las circunstancias. Muchas personas han cedido, en algún momento de su vida, a ideas preconcebidas, en pro de un beneficio común.

Es a este principio al que debemos apelar desde un trabajo conjunto de análisis político, espíritu crítico, compromiso con la verdad de los medios de comunicación, y la responsabilidad de los cargos públicos que tenemos la oportunidad de contribuir al crecimiento de esa cultura política. Si logramos hacer frente a esa inmediatez del tuit, con serenidad y desde el rigor de personas que han formado su opinión, en base a lo anteriormente expuesto; la cultura política se abrirá paso, frente a la estupidez, la decadencia y la mentira.

No renuncio a poder contribuir a esta difícil tarea, desde una perspectiva que pretende generar un clima de comprensión entre partes. Debemos aprovechar los recursos a nuestro alcance, para difundir y recoger opiniones dispares, desde un prisma crítico y respetuoso.

La educación es la principal herramienta que tenemos para trabajar por esta difícil tarea, en unas sociedades democráticas cambiante que nos arrastran a la inmediatez y al titular, sin tan siquiera interesarnos por el contenido. No pierdo la fe, en que, si estás leyendo este artículo, hayas logrado pensar en mi reflexión, e inicies una cadena, plasmando la tuya propia. Con ello contribuiremos a favorecer ese pensamiento crítico, que genere una cultura política, más allá del tuit.

 

Cristian Delgado Alves es Graduado en Periodismo y Comunicación Social en la University of Wales; graduado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Actualmente alcalde – Presidente del Excelentísimo Ayuntamiento de Barruelo de Santullán (Palencia), desde 2019. (@crisda9delgado)

Imagen de Juan Blanco Rojo, de un paraje de Barruelo de Santullán (Palencia) (CC)