Èric Zemmour, la bomba de relojería que dinamita la derecha francesa

JULEN CHAVARRIAS

Decía Stendhal, mientras deambulaba por las desniveladas calles de la capital italiana, que “los franceses no aman realmente nada más que lo que está de moda.” En esta aserción, recogida en sus Paseos por Roma, pretendía catalogar al ciudadano francés como un ser completamente fascinado por todo elemento que rompiera los esquemas previamente establecidos en el sistema artístico europeo. Sin embargo, esta predicción acuñada por el novelista en 1829, parece encontrar una equivalencia actual en la esfera política del país galo ante la irrupción apoteósica de Èric Zemmour, una figura polémica que parece despertar encantos en el espacio electoral más conservador.

Zemmour, que aún no se ha postulado oficialmente como candidato, es un individuo criado en los medios de comunicación. Este hecho, ante los ojos del electorado, despierta la fascinación propia de todo aquello que resulta mediático. Con esta carta de presentación, la campaña diseñada por el hombre que pretende fragmentar la derecha francesa recoge un sentido casi hollywoodiense de la vida: un foco me apunta, yo actúo. Ante esta receta, práctica, pero extremadamente efectiva, la estrella televisiva acapara toda la atención de unos medios de comunicación que se relamen cada vez que una cámara lo enfoca.

En sus discursos, ampliamente aceptados por parte del voto más conservador, Zemmour combina la xenofobia, el sexismo y la homofobia en un escenario nacionalista. Pese a haberse criado dentro de un ambiente obrero y en el marco de una familia de trabajadores franco-argelinos, el novelista francés ha sacudido el tablero de juego promulgando alegatos contra la inmigración, el Islam y los movimientos feministas y LGTBI. Los males identificados por Zemmour suponen, como indicaba en su libro ‘El suicidio francés’ en 2014, la pérdida de los valores tradicionales de Francia. Para solucionarlo, el polemista aparece en este ciclo electoral con un nuevo lema lleno de sentimiento: ‘Francia renace’.

De este modo, se refiere al colectivo inmigrante como “los nómadas del sur del Mediterráneo” y se alza como un estandarte impertérrito “contra el Islam teocrático en esencia”. La mezcla de ingredientes nacionalistas, estratégicamente lanzados para despertar sentimientos patrióticos y posteriormente edulcorados con abundantes cucharadas xenófobas, resultan un cóctel calórico, pero fácilmente digerible por el electorado situado en la derecha política, que se siente representado por este discurso disruptivo.

Por ahora, encuestas como las difundidas por el medio de comunicación francés ‘LivreNoir’ otorgaban a Zemmour un 18% de intención de voto, por el 16% que por ahora recoge la gran damnificada: Marine Le Pen. Ante este panorama, nada halagüeño para los intereses del Frente Nacional, la actual líder de la oposición deberá idear una campaña basada en reconducir el transfuguismo electoral de sus desorientados votantes para evitar la debacle. De momento, parece que ni Jean-Marie Le Pen, fundador del FN y padre de Marine, tiene previsto votar a su hija y ya apuesta por apoyar a un Zemmour que sube como la espuma.

Encuesta del 8 al 11 de octubre.

Las encuestas previas a las elecciones se deben coger con pinzas y con la cautela que requieren, aún más cuando restan seis meses hasta los comicios. En política, una malinterpretación, una salida de tono o un simple desliz pueden llegar a sepultar a candidatos en cuestión de horas. No obstante, la carrera hacia el asalto del Palacio del Elíseo se presenta apasionante ante la intromisión de un personaje sombrío, pero con las ideas muy claras. Y es que, en el fondo, como casi todo lo que sucede en el país galo, apunta a Stendhal, quien ya advertía en el siglo XIX que “la palabra ha sido concedida al hombre para que éste disfrace con ella su pensamiento”. De momento, Zemmour no tiene plataforma, pero sí un altavoz parabólico con el que transmite sus convicciones. Veremos hasta dónde llega…

 

Julen Chavarrias es periodista y politólogo. Actualmente, estudiante del Màster en Comunicación Política e Institucional (BSM-UPF) (@JulenChavarrias)