PABLO MONTENEGRO
Fue el teórico político alemán Carl Schmitt quien estableció esa diferencia entre “la política”: entendida como los procesos institucionales del estado, ya sea las gestiones de un gobierno o entidades administrativas más pequeñas. Y “lo político”: el escenario donde el verdadero poder se mueve, esas super estructuras, que también autores como Gramsci definen que van más allá de lo terrenal y establecen líneas de fractura, o líneas sociales ante las que una sociedad en su conjunto se sitúa, delimitando desde condiciones morales hasta la posibilidad de lo que o no se puede hacer dentro de una sociedad. Esto es algo que, si bien parece complejo, es fácilmente observable en la realidad política española de estos días.
Por un lado; hemos visto como ha existido un claro avance de las fuerzas de la derecha española a lo largo de todo nuestro país, un avance que quizás no ha sido tan fuerte como el que ellos esperaban tras el resultado de las anteriores elecciones municipales, pero que sin duda les ha abierto una ligera posibilidad de gobernar, o en las condiciones que estamos hablando, de tomar el poder de la política, ya sea a nivel de Estado o a nivel de administraciones menores.
Por otro; hemos observado, como tras la conseguida victoria del mundial femenino de futbol y la polémica producida tras el mismo. La sociedad española se ha visto claramente expuesta a posicionarse bajo unos valores que atienden claramente a la representación de las luchas feministas y por la igualdad, en las que existe una línea de condena común, una línea de condena que incluso aquellos que a nivel administrativo han querido hacer retroceder a través de otras medidas, se han visto empujados por el conjunto social a reposicionarse. Y esto es claramente un ejemplo de “lo político”, una estructura de poder invisible que determina las líneas sociales que pueden sobrepasarse o no.
Este entendimiento del funcionamiento de “lo político”, implica que siempre debemos mirar más allá, mirara a aquello que subyace a las estructuras de poder visible para identificar dónde se están jugando realmente esas líneas de poder.
La formación de un nuevo gobierno, en el fondo y esto es precisamente a lo que gran parte de la derecha española llega tarde, ya está preconstruida, porque hay un relato de lo político que hace difícil, por no decir imposible (si no es sacando un As bajo la manga a última hora) el poder conquistar la política española. Todo lo que ha transcurrido durante este periodo de tiempo, ha derivado en construir una líneas sociales y territoriales que hacen que esto sea así.
Sin embargo, esto no implica que “lo político” sea algo estructurado, como se señalaría desde posiciones más marxistas, que nunca puede moverse. Todo lo contrario. “Lo político” es una disputa constante por el sentir de una sociedad, una lucha en la sombra en la que se da un movimiento incesante de tira y afloja que intenta determinar cuáles son los puntos a los que esos acuerdos sociales llegan. Y esto no pasa por la necesidad de una ley que delimite hasta dónde puede llegarse, se trata de una especie de “contrato social” (en un sentido Rousseauniano), que cohesiona o desliga una sociedad.
Uno de los partidos políticos que más ha hecho visible estas zonas de fractura y cohesión es Vox, y lo ha hecho precisamente por tratar de ir más allá de lo pactos sociales ya formulados, no tanto en la práctica, sino en lo discursivo, como puede ser la negación de la violencia de género, el trato que hace de la población migrante… Cosas que sin duda alguna, han chocado contra ese imaginario colectivo en un primer momento, pero que, por otro lado, han tensionado tanto esa estructura que sin duda alguna han conseguido moverla, no tanto como quisieran, pero si lo suficiente como para que cosas que hace años era inimaginable que se discutieran en este país, vuelvan a ser un terreno de disputa. Porque el verdadero triunfo de lo político se consolida en aquello que no se discute y es aceptado por toda la sociedad. Es más, reside en aquello que ni siquiera es percibido como un problema. Y lo que ha tratado de hacer Vox durante este tiempo es devolver esos asuntos al campo de disputa, lo que no quiere decir que sea siempre una victoria, muestra de ello son sus últimos resultados electorales en comparación con los municipales.
En este sentido, y volviendo al principal asunto que atañe a la sociedad española; la formación o no de gobierno. Lo que se está jugando España en estos momentos no es solo un cambio administrativo, es este conflicto de fondo que se va a dirimir en pequeñas palabras, pequeños gestos, que pueden llevar a la sociedad a posicionarse a un lado o a otro del espectro. Por eso, más allá de la especulación aritmética de conformar el Congreso, es el momento en que más cauteloso se ha de ser en todo lo que hace, porque ganar en “la política” puede implicar una pérdida en “lo político”, ya que estas dos no siempre van de la mano. De nada sirve una victoria si no consigues que se entienda como tal.
La formación de gobierno seguramente ya esté predefinida por lo comentado en párrafos anteriores, pero el lenguaje que se marque bajo ella, la línea de discurso a seguir, sin duda implicará lo que el futuro nos depare. Y no, en ningún momento será sencillo, ni para unos ni para otros, porque seguramente esa formación de gobierne implique un cambio en el marco de “lo político”, sea para quien sea.
Pablo Montenegro del Pozo está cursando un doctorado en teoría política por la UCM. Es licenciado en Ciencias Políticas por la UCM, con un Master en Teoría Política y Cultura democrática por la UCM. Ha publicado en alguna otra revista como la revista Mirall o la revista La Trivial. (@PabloMonP)