GONZALO INCHAUSPE
Jugadores campeones del mundo, pero jugadores que se hayan convertido en un mito como Maradona, hay pocos. Maquiavelo decía que el príncipe debía tener dos condiciones: «talento» y «fortuna», y el 10 tuvo las dos. Sobre el talento, sólo quiero aclarar que fue un talento tanto futbolístico como también de personalidad y capacidad de liderazgo. En cuanto a la fortuna, hay varios condimentos del momento histórico que lo hicieron ser lo que fue.
En primer lugar, la «globalización», que hizo que la información y su imagen pudieran llegar más rápido a más rincones del planeta, cosa que otros astros, como Pelé o Distefano, no lograron. En segundo lugar, el momento histórico en el que gana el mundial del ’86 y contra quién: ni más ni menos que Inglaterra, contra quien Argentina había tenido una guerra. Para toda la ciudadanía, fue una pequeña «venganza», un alivio luego de haber sufrido tanto dolor por la guerra de Malvinas. En tercer lugar, por el club donde eligió jugar y lo que representó, el Nápoles. Más que un club, Maradona representó una ciudad, una ciudad postergada y desprestigiada por el clasismo existente en Italia, a la cual él no sólo le dio alegrías futbolísticas si no que también le devolvió la dignidad.
Esto sólo hablando de Maradona el jugador; ahora profundizaremos en Diego, la persona. Diego cuenta con todas las características de lo que John Campbell llama el «Viaje del Héroe», que, según el autor, es la estructura básica que se puede encontrar en las leyendas mitológicas de todas las culturas. Si bien el orden de su historia no coincide porque, en el caso del «Viaje del héroe», el héroe duda o tropieza primero y luego consigue su mérito, en el caso de Maradona, es al revés. Sin embargo, con lo que sí coincide es que Maradona, como buen arquetipo del héroe, mostró sus dos caras. Esto es lo que hace que el espectador empatice con el personaje, y así pasó con él.
En su historia, por lo menos como es relatada, hay un villano muy claro, que no es ni más ni menos que Joseph Blatter, el presidente de la FIFA. Diego se había convertido en un jugador muy incómodo para la organización. Por ejemplo, en el ’86, él denunció que jugar los partidos al mediodía por la televisión atentaba contra el juego, pero claramente, era muy conveniente para el negocio. En el mundial del ’90, Diego era un fenómeno tan importante en Italia que dividió a la hinchada italiana, y esto hizo que algunos le mostraran que su lealtad era mayor que a la de su país y que los otros lo odiaran aún más. De nuevo, Maradona se volvía a convertir en un personaje incómodo para los poderosos.
En cuanto a sus acompañantes, que en la técnica del storytelling se describen como «el amigo del héroe», podríamos hablar de dos etapas hasta el 2000, cuando casi muere de una sobredosis en Punta del Este, Uruguay. En la primera etapa, su baluarte, su Sancho Panza, es su familia, Claudia Villafañe y su padre, Don Diego, en particular. Después podríamos hablar de su «amigo» en el mundial del héroe, y claramente, no es ni más ni menos que toda la selección, las 23 personas que componían la delegación, los otros 22 jugadores y Bilardo, por supuesto. En la etapa posterior al 2000, la época más oscura de su vida y de su historia, quien aparece a la vez como un héroe en su vida no es ni más ni menos que Fidel Castro, a quien él llama un segundo padre.
Este encuentro hace que las vidas de dos héroes se crucen y se retroalimenten mutuamente. Fidel, el nuevo personaje en su vida, da sentido al nuevo Maradona, al Diego ya totalmente retirado del fútbol, convertido en una figura pública, casi convertido en político. Éste es el Diego de la resurrección, el de la «segunda» oportunidad. Este Diego, como buen héroe, debe pedir disculpas por sus errores y por haber «decepcionado» a su gente y a su pueblo. Ese acto no es ni más ni menos que su despedida en la Bombonera y su frase, en mi opinión la más notable: «Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha». 11 palabras que resumen perfectamente todo lo que había pasado.
Resumiendo, Maradona tuvo una vida digna de un héroe donde siempre asumió ese rol, con los costos que le implicó en su vida personal, pero que lo hizo trascender de esta manera. Obviamente, la historia pondrá las cosas en su lugar, como pasa con todos los héroes y próceres, pero en este artículo intentamos entender desde el storytelling por qué es que la historia de este personaje logró tener tanta repercusión y por qué supera a otros personajes, que en el ámbito deportivo fueron igual o más que él. Porque, como dice Campbell, las sociedades necesitan creer en mitos, en historias, y Maradona fue eso.
Gonzalo Inchauspe es Licenciado en Ciencia Política de la Universidad Católica Argentina y Magister en Comunicación y Marketing Político (TP) en la Universidad de Alcalá de Henares. Analista político en diferentes medios digitales (@Inchauspegm).