Queridos pioneros:
No quisiera hablar mucho, pero algunas cosas quiero decirles; aunque no hay mucho tiempo en estos días, debemos trabajar y luchar continuamente.
Ustedes saben por qué están aquí, ¿verdad? (Exclamaciones de: «Â¡Sí!») Lo saben.
Ustedes saben que un niño como ustedes, más pequeño que ustedes, porque acaba de cumplir seis años y ustedes, que son de cuarto, de quinto y de sexto grados, tienen más edad que Eliancito, está secuestrado allá en Estados Unidos.
Ustedes han oído muchos pronunciamientos, les han explicado lo que ha ocurrido y yo no tengo que repetirlo aquí; pero imagínense por un segundo que a cualquiera de ustedes se lo lleven, que tengan una desgracia, una tragedia como la que tuvo ese niño que perdió la madre, como consecuencia de la hostilidad de esa nación, del gobierno de ese país poderoso que estimula los viajes ilegales, sin importarle que mueran niños, mueran madres, mueran mujeres.
Nuestro país no les pone límites a aquellas familias que quieran emigrar. Ellos conceden un número de visas todos los años, porque siempre hay personas que sueñan con mudarse para otro país, y como ese es un país que ha saqueado al mundo, sigue saqueando al mundo, explota al mundo, posee muchas riquezas y puede tener mucha gente pobre allí trabajando para ellos, millones de mexicanos, de haitianos, de dominicanos y de otras muchas naciones haciendo los trabajos más duros; si hay que cortar caña, o recoger tomates, o frutas, ellos utilizan inmigrantes de esos países para que realicen las actividades físicas más difíciles y sacrificadas.
Ustedes saben que nuestro país y cualquier país justo distribuye la riqueza entre todos. En un país justo no existe el egoísmo, y ellos se aprovechan de que hay unos muy pobres para que esos pobres acepten los peores trabajos, y no reciben ningún beneficio social, no reciben atención médica, educación; lo que reciben es explotación, los obligan a trabajar para los ricos.
Cuando ustedes los niños van un día a realizar alguna actividad, o un estudiante de secundaria va al campo y recogen tomates, vegetales, no es para él, no es para ganar dinero, es para que vaya a los hospitales, para que vaya a las casas, para que vaya al pueblo, y, además, para que ustedes aprendan, como quería Martí, combinando el estudio y el trabajo.
Por eso ustedes los pioneros ven que nuestra juventud es capaz de grandes proezas, porque no se asusta si tiene que poner un ladrillo, o si tiene que arrancar hierba, o tiene que trabajar al sol dos o tres horas. Por eso Martí decía que el trabajo y el estudio tenían que combinarse como la mejor forma de educación.
Eso solo puede ocurrir aquí en nuestro país, porque allá los trabajos duros son para los inmigrantes que vienen de los países pobres. Ningún trabajo de esos lo hacen aquellos que son ricos, esos nunca en su vida han recogido un tomate.
Es por ello que muchas veces hay personas y familias de los países pobres, a veces influidos por la propaganda de las sociedades llamadas de consumo —esto quiere decir las sociedades de la pacotilla—, que aspiran a ir a ese país rico para hacer cualquier trabajo.
La política de la Revolución, si alguien quiere salir de nuestro país para otro país, si le dan permiso de entrada en ese otro país, es autorizarlo a que salga. Nuestro país no prohíbe que ninguna familia emigre, porque construir una sociedad revolucionaria y justa como el socialismo es una decisión voluntaria y libre.
Claro, los niños no tienen ninguna culpa de ese tipo de problema. Los niños son niños, están formándose, están aprendiendo, no son adultos, y nosotros respetamos el derecho de la familia a decidir por ellos. Si una familia quiere viajar a otra parte del mundo, viaja con sus hijos; no se le prohíbe a nadie.
Nuestro país no tiene tampoco culpa de que haya gente que se marche ilegalmente y es peligroso marcharse ilegalmente. ¿Por qué se marcha ilegalmente? ¡Ah!, porque no le dan visa en la Oficina de Intereses, esa que ustedes custodiaron. Dan un número limitado y si otros que no reciben permiso quieren marcharse por vías ilegales, se marchan y entonces no le ponen obstáculo alguno.
Hay muchos que por vías legales no les dan visa, porque no tienen un nivel cultural alto, porque no tienen conocimientos profesionales, o porque mucha gente también que no les gusta trabajar, no tienen hábitos de hacerlo o son elementos antisociales, muchos con antecedentes penales, entonces lo hacen por vías ilegales, sin visa alguna, y son bienvenidos en Estados Unidos. Les aplican una ley, que ustedes han oído mencionar en estos días, que les da derecho a residencia a los que viajan ilegales, y tan pronto llegan, reciben de inmediato permiso incluso para trabajar, si hay ocupación. Y a pesar de que hemos suscrito un acuerdo que concede 20 000 visas por año para que las familias que quieran emigrar emigren legalmente con seguridad, sin peligro alguno, que es el objetivo de los acuerdos, los que quedan excluidos de la cuota anual porque no califican, o no desean esperar, ¿qué hacen? Se roban una lancha, o la fabrican, o se montan en embarcaciones rápidas que vienen de Estados Unidos, y al precio de miles de dólares, que pagan familiares residentes en aquel país, tratan de viajar a Estados Unidos. Donde caben 6 montan a 15. Muchas veces se hunden las embarcaciones por el camino y se ahogan.
Es decir que ellos a los que no les dan visas les permiten que viajen de cualquier forma, lo cual trae como consecuencia personas que se ahogan, familias que llevan niños en condiciones riesgosas —y digo, ciertamente, que eso no se debe hacer jamás, porque no hay derecho a exponer la vida de un niño; nadie tiene derecho, ni sus propios padres, a arriesgar sus vidas.
A las autoridades de Estados Unidos no les importa lo que ocurra. Existe la ley, existe una forma normal de viajar con toda seguridad. ¿Sería justo que a cualquiera de ustedes lo monten en una balsa, en una lancha de esas que puede hundirse en el camino? (Exclamaciones de: «Â¡No!») No sería justo, sería prácticamente la única vez en que un niño —y si yo fuera niño lo haría, me opondría a que me montaran en una de esas lanchas, o en una balsa, o en algo que se desarma por el camino. Es muy triste cuando eso ocurre.
Hemos insistido en que no estimulen las salidas ilegales. Esa ley de que les hablaba la tienen solo para Cuba y no para cualquier otro país del mundo; eso sirve para hacer propaganda, decir mentiras y así mucha gente ha arriesgado o perdido la vida.
Cuando suscribimos los acuerdos migratorios, ellos se comprometieron a que no estimularían las salidas ilegales y no lo han cumplido, como han explicado numerosos compañeros, como explicó Alarcón, que ha estado discutiendo todos esos acuerdos, y no han cumplido porque siguen estimulando las salidas ilegales; mueren personas, mueren madres, mueren hijos, mueren jóvenes, mueren ancianos por culpa de esa ley, por culpa de ese estímulo a las salidas ilegales y es por esa razón que se dan casos dramáticos como el que estamos enfrentando.
En este caso, cuya historia no se conoce toda, ese barco en que se llevaron a Eliancito, en un viaje aventurero, lo preparó un delincuente, un individuo violento y agresivo, que nunca trabajó en toda su vida. Había hecho un viaje ilegal a Estados Unidos, estuvo como tres meses o cuatro allí, volvió también ilegalmente, lo descubrieron, estuvo un tiempo en prisión, tal vez tres o cuatro meses. Una cosa rarísima: se va ilegal, regresa ilegal, ¿quién será este hombre? Dijo que él había ido, que se había aburrido, que estaba arrepentido y lo pusieron en libertad, lo llevaron para el lugar de residencia en Cárdenas, para que trabajara, si quería trabajar, aunque ese individuo no trabajó nunca en su vida.
Ese hombre es el que tiene la responsabilidad principal de esa tragedia. ¿Por qué?, se lo debo decir para que comprendan. Se convirtió en padrastro, y hay padrastros que son muy buenos y se ocupan de los niños con responsabilidad; ese niño de menos de seis años no sabía lo que estaba pasando, y ese bandido de que les estoy hablando, es el responsable fundamental de esa aventura: fabricaron un barco por ahí, con la complicidad de alguno que otro sinvergüenza que se presta para esas cosas, con material robado por aquí y por allá, una embarcación endeble, y entonces este señor, que fungía como padrastro del niño, no su padre, y no un padrastro que actuara como un verdadero padre, sino un sujeto pérfido, fue el que influyó decisivamente en que Eliancito viajara, porque compulsó e intimidó a la madre, y de esa forma, con otras personas que pagaron 1 000 dólares, se lanzaron al mar en esa embarcación endeble llevando a la madre y al niño .
Había otros niños, no podría decir exactamente cuántos; por lo menos, uno más que se ahogó. Hay una niña que se salva de casualidad. Estaba malo el tiempo, volvió el barco que ya había partido a la orilla para buscar una pieza, el padre o la madre la dejaron en la orilla, no se la llevaron. Pero Eliancito no tuvo esa suerte. El niño lloraba fuertemente en ese momento y el padrastro, en forma drástica, le ordenó a la madre que lo callara o si no lo callaría él. Hay personas que vieron la dramática escena y están en nuestro país. Ese día, de hecho, fueron llevados a la fuerza en esa endeble embarcación, dos indefensos pasajeros: la madre y el niño.
Partió el 22 por la mañana, una patrullera los descubre, trata de persuadirlos de que no realicen tal viaje, es lo que se hace siempre; no se usa la fuerza para interceptar un barco, porque usando la fuerza puede dar lugar a un accidente y allí hay mujeres, hay niños y entonces lo que hacen nuestras patrulleras, dentro de las 12 millas de aguas cubanas, es tratar de persuadirlos, explicarles los peligros, pero sin usar la fuerza, porque una embarcación con 14 personas no se puede agarrar con una mano, no se le puede tirar un lazo como se enlaza un caballo, siempre es peligroso. Lo que finalmente hacen nuestras patrulleras cuando no logran persuadirlos es avisar a los guardacostas norteamericanos que va una nave en esas condiciones, se lo avisan por correo electrónico y por fax inmediatamente para que le den apoyo, la acompañen, ya que marchan hacia territorio de Estados Unidos.
Y así ocurrió esta vez, se les informó de inmediato. Dicen ellos que salieron a buscar el barco para localizarlo y que no lo encontraron, que enviaron dos helicópteros y no dieron con él.
No se vuelve a tener noticias desde el mediodía del 22 de noviembre, en que la patrullera lo acompañó hasta los límites de las 12 millas, hasta el 25. No se sabe qué pasó el 22 por la tarde, ni el 23, ni el 24, ni el 25 en la mañana. Llega la noticia el 25 por la tarde —han pasado más de tres días—, y la misma informaba que un barco con 14 personas había naufragado, que dos personas adultas habían sobrevivido, y que unos pescadores habían encontrado a un niño aferrado a una cámara de automóvil. Esa fue una de las tragedias, de los traumas. Imagínense un niño, imagínense uno de ustedes naufragando en uno de esos barcos, y que sobrevive porque estaba aferrado a una goma.
¿Cuánto tiempo pasó allí? No se sabe. Porque hay dos adultos que sobrevivieron, ¡ah!, pero a esos no los interroga nadie, ningún reportero los ha interrogado allí, ni el gobierno de Estados Unidos nos ha querido informar la forma en que se hundió el barco, el día en que se hundió el barco, aunque solo sea para saber cuántas horas estuvo ese niño allí aferrado, de noche y de día, a una cámara.
Pero ese niño es tan fuerte, ese niño tiene tales condiciones, tal tesón, que resistió, no murió. Si hubiera muerto, tal vez no se habría oído hablar más de él; pero la casualidad quiso que unos pescadores lo encontraran y lo llevaran a darle el tratamiento correcto de inmediato a un hospital.
Las autoridades norteamericanas de la Florida tienen que saber muy bien qué día se hundió el barco, quién y cómo organizó la aventura, porque cuentan con el testimonio de dos adultos sobrevivientes. Incluso un periódico de Miami habló de contrabando de personas, antes de que supiéramos algunos detalles. Aquel bandido que organizó la expedición, y cuyo expediente es abundante en hechos delictivos comunes, de modo que estuvo por ello más de una vez en prisión, según nuestros archivos, era un tipo agresivo que más de una vez usó la violencia contra la madre del niño que trabajaba honradamente y era el único sostén del núcleo. La explotaba y de ella vivía descaradamente. Es muy posible y algunas personas muy cercanas a ella están completamente seguras de que haya usado su violencia habitual y haya intimidado a la madre de ese niño a fin de que realizara aquel viaje. Las personas que sobrevivieron y que deben conocer molestos detalles sobre todo lo ocurrido, no aparecen. ¿Dónde las tienen? No se sabe. Pero es evidente que hablaron con las autoridades y algo contaron; un periódico que no es, por cierto, amigo de Cuba, informó que las demás personas que viajaron en esa embarcación habían pagado cada una alrededor de 1 000 dólares.
Luego, no se trataba solo de una salida ilegal organizada por un delincuente común que jamás trabajó en su vida, sino que era, además, una operación de contrabando de personas que está sancionada por las leyes internacionales, incluidas las de Estados Unidos —no sé si ustedes están entendiendo bien, ¿están entendiendo? (Los niños responden que sí.)
Ustedes realmente son los primeros a los que les cuento esta parte de la historia que no se ha mencionado todavía, y se trataba de no mencionar para no herir en lo más mínimo la sensibilidad de nadie. Hay una madre muerta que fue víctima de este bandido. Nosotros hemos tratado de conocer si la madre quería salir del país y, por lo que hemos investigado, la madre no había solicitado nunca salida legal, permiso para salir del país, y habría podido obtener la visa de Estados Unidos porque tenía familiares allí, era una trabajadora que sostenía su hogar, y habría cumplido todos los requisitos requeridos. Pero no, no hay la menor prueba de que la madre haya expresado el deseo de viajar a ese país, y habría podido hacerlo legalmente, en compañía del niño, si el padre lo autorizaba; porque para que viaje una madre con el niño, es necesario que el padre lo autorice. Quien no habría podido obtener visa por sus antecedentes penales era el que ejercía el papel de padrastro.
Siempre es duro que un niño se marche; pero respetamos el derecho de los padres, lo que no hacen las autoridades de Estados Unidos con los hijos de los cubanos. Nosotros, aunque nos duela mucho, respetamos ese derecho del padre o la madre, no ponemos obstáculo alguno al derecho de la familia de llevarse legalmente a sus hijos, porque es el derecho de la patria potestad, mientras estos no sean mayores de edad. Y nosotros damos pruebas del respeto a ese derecho todos los días, todos los meses, todos los años, porque todos los días, todos los meses, todos los años viaja legalmente y por vía segura algún padre, alguna familia con algún menor de edad hacia Estados Unidos. Nos duele porque es un niño que está estudiando aquí y nadie sabe lo que le espera allá, esas cosas que ustedes han denunciado. Nos duele porque es un pionero menos en una escuela; nos duele porque es un pupitre vacío en una escuela.
Cuba respeta, como cosa sagrada, ese derecho de los padres, por mucho que nos duela que un niño, nacido en esta tierra, sea desarraigado de su patria. Y no nos arrepentimos, no nos concierne lo que decida la familia sobre el destino futuro de su hijo, o lo que haga este de adulto, nosotros lo protegemos con las 13 vacunas para que no muera de enfermedad previsible, para que tenga posibilidad de vivir sano, saludable e inteligente como ustedes, y procuramos que esté bien alimentado, que no le falten medicamentos, que no le falte la leche de todos los días.
Este es el único país del mundo en que cada niño hasta una edad determinada tenga asegurado, sin excepción, un litro de leche diario. Es por eso que ustedes ven saludable a nuestra juventud, lo que se observa en el rostro, en el físico, en la dentadura, en todo, por los esmerados cuidados que nuestra sociedad ofrece a los niños. Se ve cuando ya son adolescentes, cuando ya son universitarios. Hay que ver nada más esos rostros: al que tiene un defecto físico, se lo quitan; si tiene algún problema, si no puede caminar bien va a los hospitales ortopédicos, lo arreglan, le ponen algunas cosas que son molestas, pero lo arreglan; le arreglan cualquier defecto físico que diferencia a un niño de los demás; le arreglan los dientes, le arreglan todo y hacen todo lo posible para que los niños crezcan no solo cultos, instruidos, saludables, sino también bellos, lo mismo las niñas que los niños.
Esa es una cosa que asombra a los visitantes en este país, el rostro, la belleza generalizada de nuestros estudiantes y de nuestros jóvenes. Cumplimos ese deber. Si el joven, de adulto, quiere marcharse a otro lugar, porque le metieron en la cabeza cualquiera de los montones de cuentos de camino con que engañan a mucha gente a través de la publicidad comercial de las sociedades de consumo, eso nos duele, pero respetamos ese derecho a emigrar, respetamos el derecho de los padres.
En cambio, allá, sin ninguna razón, sencillamente porque les da la gana, retienen al niño y no respetan el derecho de patria potestad del padre, del único antecesor sobreviviente; el niño que perdió a la madre y tiene solo al padre, que ha sido un padre cariñoso, que se ha ocupado de verdad de su hijo siempre, está probado en todos los documentos, lo sabe todo el pueblo de Cárdenas, lo saben todos los alumnos de la escuela de su hijo, lo saben todos los maestros, lo saben todos los vecinos. Entonces, a ese padre no le devuelven al niño, se lo entregan a un pariente lejano que ha visto al niño solo una vez, se apodera de él toda la pandilla de enemigos que tiene Cuba allí, los peores bandidos de ese país, el autor de esa Ley Torricelli para tratar de matarnos de hambre a todos, incluidos los niños, los promotores, autores y defensores intransigentes del cruel bloqueo que obliga a nuestro pueblo a tantos sacrificios.
Sí, hablan de un niño que llegó y quieren su felicidad, ¡cuánta hipocresía!, cuando por otro lado nos hacen una implacable guerra económica para tratar de matar de hambre a nuestro pueblo, sin exceptuar los niños.
Qué trabajo nos cuesta a veces obtener un medicamento, obtener los alimentos, tenemos que buscarlos en lugares distantes donde cuestan mucho más caro. Y si a pesar de todo no se ha cerrado una escuela, si a pesar de todo somos el país que tiene mayor número de maestros per cápita en el mundo, entre todos los países del mundo, es porque la Revolución se consagró primero que nada a apoyar a los niños y a apoyar a las madres, a apoyar a la familia.
Ustedes han escuchado en estos días la historia de cómo una vez mediante engaños, mentiras y viles procedimientos se llevaron ilegalmente 14 000 niños de Cuba. En ese caso, con permiso de los padres, a los cuales engañaron y les dijeron los mercenarios al servicio de una potencia extranjera, que la Revolución les iba a quitar la patria potestad, como si un niño fuera un latifundio o fuera un central azucarero, una mina. ¡No, la mentira!, porque trabajan a base de mentiras, toda su propaganda es a base de mentiras, se las introducen en la cabeza a la gente a fuerza de repetírsela mil veces, un millón de veces. ¡Ah!, pero fue ilegal, y ahora ya son hace rato adultos y han escrito historias, historias muy dolorosas, porque después Estados Unidos suspendió los viajes y miles de niños se quedaron allá sin sus padres, en orfelinatos, sufrieron un trauma del cual hablan o escriben, y muchos de ellos, incluso, con críticas a sus padres porque hicieron eso con ellos, los separaron y los enviaron a vivir una aventura terrible. Algunos han aparecido por televisión en un documental, hace unos días, contando esa triste historia.
En el caso de Elián, no hay solo una injusticia, hay por lo menos tres hechos graves: el viaje era ilegal, la operación era una operación de contrabando y fue organizada por un delincuente que nunca trabajó en toda su vida, culpable de que murieran 11 personas, entre ellos niños, ocasionando la tragedia de esa criatura, que no había cumplido 6 años, y la pérdida de su madre.
¿Qué derecho tenían las autoridades de Estados Unidos de tomar ese niño y entregárselo a un pariente que lo había visto una sola vez y que lo ha convertido en una mercancía y en un vulgar y grosero negocio haciéndolo retratar allí rodeado de los peores enemigos de nuestra patria, de los que quieren que muramos de hambre con una ley tras otra, que impide el comercio, que impide la importación de alimentos, de tecnologías y maquinarias, que obstaculiza al máximo el desarrollo económico y social del país? Y ni siquiera eso han logrado. Somos el país que, en muchas cosas, ocupa el primer lugar del mundo, en aquellas que dependen de nuestra voluntad; no ya de grandes riquezas, sino de grandes deseos de ayudar al pueblo, porque por eso es que existe la Revolución y para nada más, para que haya escuelas y atención médica, para que haya recreación, para que haya lo que necesitan los niños, los adolescentes, los jóvenes, los adultos y los ancianos. En todas las edades hay necesidades que son diferentes y que la Revolución trata de satisfacer.
Esa es la historia. Al pariente lejano se lo entregan sin pedirle un solo papel. Al padre, conocido por todos, le piden que pruebe, y, efectivamente, vinieron dos funcionarios a recoger todos los documentos que demostraban de manera absoluta e irrebatible quien es el padre y su conducta moral.
A él le piden, al padre verdadero. A aquellos que se han robado al niño no les piden absolutamente ni un papel, y ahora no hallan qué hacer, dando vueltas, divididos allí, no acaban de tomar una decisión, y así lo retienen, a pesar de lo que dijeron los médicos, a pesar de lo que dijeron los psicólogos viendo el rostro de ese niño, con el cual se han hecho tantas groserías: tratar de comprarle su alma inocente con juguetes de esos sofisticados, pacotillas; llevándolo para Disneyworld.
No lo dejan ni hablar con su padre muchas veces, y lo denuncio aquí una vez más, que constantemente se queja el padre y se quejan los abuelos paternos y maternos de que no los dejan hablar con el niño, con el que tan cariñosas e íntimas relaciones tenían. Inventan un pretexto, otro pretexto, o lo sacan, y así a veces han estado dos o tres días sin poder hablar con él. Lo único que puede contrarrestar en el estado de ánimo terrible en que está ese niño, es una comunicación con el padre, con los familiares más cercanos, conocidos e íntimos, y hasta eso le prohíben. ¡Es una monstruosidad! ¡Vean si son bandidos los que integran aquella canalla!
Todos esos que están en la foto rodeando al niño son bandidos de los peores enemigos de Cuba, y quieren de todas formas quedarse con el niño y no se van a poder quedar con el niño, porque nuestra causa es muy justa, todas las leyes y todos los argumentos están a nuestro favor.
¡Les exigimos respeten la patria potestad del padre de ese niño, como nosotros hemos respetado la patria potestad de miles, decenas de miles, y tal vez, a lo largo de cuarenta años, de cientos de miles de padres!
¡Lo que pedimos ahora es que se respete la patria potestad de una familia cubana! Es lo que estamos pidiendo (Aplausos) y no son capaces siquiera de hacer eso.
Yo no tenía la intención, al venir hoy, de explicarles esto. Aprovecho la oportunidad y les cuento esto a ustedes, les cuento a la vez esto a través de estos medios de comunicación a todos los ciudadanos de nuestro país. Es necesario que lo conozcan.
He mencionado un personaje y tenemos todos los papeles con relación a ese personaje, que hasta este momento no habíamos querido mencionar siquiera, pero hay que demostrarle al mundo cuánto descaro y desvergüenza hay en esto: cómo se origina el viaje y quién lo organiza después de residir varios meses en Estados Unidos.
Ha pasado un mes y hemos dicho que vamos a luchar sin descanso, más, más y más. Bien, muy bien.
Ahora un funcionario ha hecho declaraciones de que esto no se arregla de inmediato, que esto se pospone para el 21 de enero, y así inventando cosas nuevas cada día, todo por temor a la gusanera aquella. Y cuando digo gusanera no me estoy refiriendo a todos los cubanos que residen en Estados Unidos, porque hay muchos cubanos allí, miembros de la comunidad, que apoyan el regreso del niño y se oponen al bloqueo; me refiero únicamente a la gusanera mercenaria que está al servicio de una mafia antipatriótica y probadamente terrorista, y de la gente más cínica, prepotente y reaccionaria de Estados Unidos.
Por miedo a esa gente no resuelven y al parecer nos están retando a una lucha larga. Si es una lucha larga, ellos deben saber bien qué precio tendrán que pagar por una lucha larga; qué precio tendrán que pagar a medida que el mundo vea lo que es este pueblo y lo conozca, en la medida en que le demostremos nuestra moral, nuestra conciencia, nuestra razón y nuestra fuerza, porque la mayoría de los ciudadanos norteamericanos en este momento, y a pesar de la abundante basura de propaganda reaccionaria y de todas las mentiras que allí dicen, apoyan el regreso del niño, porque en Estados Unidos las familias, como en todas partes, aprecian mucho ese derecho que se llama patria potestad y ven claramente que allí se están violando los derechos de ese niño y de su padre (Aplausos).
Así que esta lucha, ¿cuánto va a durar? Hay que prepararse; pero, por lo pronto, quiero decirles una cosa: ya la Tribuna Abierta no estará únicamente allí, aquella es su sede oficial, el lugar donde está instalada hace casi tres semanas.
Escuchen esto: Ya esta tribuna se puede trasladar a cualquier parte del país: un día puede ir a Cárdenas, por ejemplo, y dirigirse al país desde Cárdenas; otro día puede ir a la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana y hacer lo mimo.
Ya expliqué que si esta lucha se prolonga, lo cual es muy posible, no podemos desgastarnos, hay que acumular energía y fuerza para una lucha larga. Ustedes lo saben bien: si van a caminar tres días como exploradores, como niños exploradores que son ustedes, llevan agua para la marcha y no la toman toda durante la primera media hora. Si van a estar seis horas, la deben empezar a tomar cuando han pasado por lo menos dos o tres horas.
Yo adquirí el hábito, cuando hacía largas caminatas, de no probar el agua hasta que no llegaba al punto donde podía reabastecerla otra vez. ¿Saben por qué? Porque se sufre más cuando hay sed con la cantimplora vacía que si la cantimplora tiene agua. Uno soporta más la sed —es un secretico que les estoy revelando a ustedes— cuando, aunque se sufra el rigor del deseo del agua, sabe que tiene consigo una cantimplora llena. ¡Ah!, cuando está vacía, aquello es el doble o el triple de ansiedad y sufrimiento.
De ahí saqué la lección. Cuando caminaba mucho usé ese método. Nosotros debemos tener la cantimplora llena para esta larga lucha, y cuando tomamos un poco tratar de reponerla cuanto antes. Y aumentar la cantidad de agua, usar una cantimplora más grande, o podemos, si es muy largo este camino, usar dos cantimploras: acumular fuerza y energía para irla empleando en esta lucha en que tenemos toda la razón, toda la moral, absoluta razón, absoluta moral, en que ellos han caído en una trampa que se armaron ellos mismos, porque tenían que haber resuelto esto de inmediato. Cada día que pasa tienen que pagarlo con tiras de la piel de su prestigio, y, por ese camino, al final de esta larga lucha, pueden terminar absolutamente despellejados. Así, como les digo. Es por eso que nosotros tenemos que administrar bien nuestra colosal fuerza.
Para la marcha de ayer, los organizadores convocaron 70 000 —siempre, por si alguno se enferma y no pueda participar por otra importante causa, contar con una reserva—, se anunciaron 50 000; realmente desfilaron 100 000. Todo el que tenía una camiseta de esas con la figura de Elián y muchos que no la tenían y ordenadamente se presentaron en los bloques donde había una cantidad de pulóveres de reserva; se los fueron entregando a los que allí les expresaron que querían participar de todas formas, por eso ayer fueron no menos de 100 000, aunque la idea era 50 000. ¿Por qué?, por la idea de preservar fuerzas y energía.
¿Cuántas marchas nos faltan todavía si esta lucha es larga? Y tenemos clases, tenemos exámenes, hay vacaciones, todo eso hay que calcularlo y por ello no es correcto, ni mucho menos, lanzar todas las fuerzas. Estamos dispuestos a emplearlas en la medida en que sea realmente necesario. Las cantimploras llenas —quizás sirva esta imagen—, preparados para una larga marcha. Ellos son los que no están preparados para una larga marcha, nosotros sí estamos preparados para una larga marcha.
Desde luego que hacemos todo lo posible para que la marcha sea mínima, porque lo que nos interesa, por encima de todo, es que regrese el niño, que deje de sufrir el niño.
¿Quiénes son los culpables de que ese niño sufra ahora, un día más, una semana más, un mes más? No somos nosotros. Incluso propusimos alguna fórmula honorable, dijimos que no queríamos humillar a nadie. Sabemos, además, que en Estados Unidos están divididos y bien divididos en torno a este problema, y que mucha gente ecuánime, inteligente y serena es partidaria de que el niño regrese. Si la liberación de ese niño se retrasa y se le hace sufrir un minuto más, un día más, una semana más o un mes más, no será jamás por culpa de nosotros. Pero mientras más tiempo lo retengan, con más ahínco, con más decisión estaremos librando esa lucha todo el tiempo que sea necesario. Y vamos a ver quién gana esta batalla, si ellos o nosotros (Aplausos y exclamaciones); vamos a ver quién puede más, si la fuerza y la prepotencia, o la razón y los sentimientos de un pueblo entero que no estará solo en el mundo.
Y lo que dijimos hace algunas semanas: ¡Removeremos cielo y tierra! (Aplausos), y la responsabilidad total por cada átomo de sufrimiento del niño, y no solo del niño, del padre que sufre terriblemente, en especial cuando no lo dejan ni hablar por teléfono, y los abuelos que sufren terriblemente, y los compañeritos de escuela, que son 900 y sufren terriblemente, como sé que sufren los millones de pioneros que hay en nuestro país, es de las autoridades de Estados Unidos.
Ahora, cuando me parece que ustedes tienen ya una explicación que son capaces de entender, porque escuchando a los niños que hablan por televisión y a los que hablaron allá en la escuela de Eliancito, aprecio cada vez más la inteligencia de nuestros niños, los conocimientos de nuestros niños, los sentimientos de nuestros niños, y sé por ello que ustedes comprenden lo que les estoy diciendo. Si fueran pioneros de primero, segundo, o tercer grado, no les hablaría así; pero a ustedes, de cuarto, quinto y sexto, sí creo que les puedo hablar así.
¿Por qué estamos aquí esta noche y por qué nos hemos reunido con ustedes? Sencillamente porque ayer ustedes escribieron una página en la historia. ¿Lo sabían? (Exclamaciones de: «Â¡No!») No lo sabían. Es correcto, no tienen por qué saberlo, hay que decírselo y explicárselo (Aplausos), y se lo estoy diciendo, les estoy tratando de explicar, porque ustedes hicieron ayer algo que no ha ocurrido jamás en ningún país del mundo. Ustedes, que cuidan nuestros colegios electorales aquí, donde no se compra un solo voto y donde los ciudadanos de verdad votan y no votan por el que tenga más dinero, más pasquines o más propaganda, sino porque los vecinos saben que es el que tiene más mérito y es más capaz, algo conocido por nuestros niños; si esos colegios electorales, que en todas partes del mundo los cuidan con soldados armados hasta los dientes, y aquí no, aquí son los pioneros, ustedes constituían una excepcional fuerza moral, social y humana capaz de mucho más. Comprendimos una realidad, que cada vez que había una marcha del pueblo combatiente, como medidas especiales de seguridad y, aunque fuese para tranquilizar más a los inquilinos del edificio delante del cual se desfile, se adoptara el procedimiento de ubicar dos hileras de combatientes de fuerzas especiales, pero sin armas, ¡sin armas!, de modo tal que en la última marcha no tenían ni pistola, por supuesto, ni bastón siquiera, en adición a la custodia normal que realiza el personal que protege las embajadas.
Nos hicimos una pregunta: ¿Dónde radica realmente la garantía de cualquiera de esas embajadas en tales circunstancias? Radica, fundamentalmente, en la elevada cultura de nuestro pueblo, en la educación de nuestro pueblo, en la unidad de nuestro pueblo. Puede presentarse algún individuo aislado por ahí, enfurecido, que quiera tirar una piedra, y esas medidas siempre se tomaron desde que comenzó este problema, para que no surgieran espontáneos queriendo hacer cosas. Pero nosotros tenemos una confianza absoluta en nuestro pueblo, en nuestros estudiantes, en nuestros jóvenes, en nuestros trabajadores, en su conciencia, en su serenidad, sabiduría y cultura política.
Ellos saben que las misiones diplomáticas tienen que respetarse, es un deber internacional, y nosotros sabemos cumplir ese deber ejemplarmente, y sabemos ofrecer esa seguridad. Claro que la fundamental, lo sabemos nosotros bien, radica, repito, en la educación de nuestro pueblo, y puede desfilar por ahí un millón de ciudadanos y ninguno lanza una piedra, porque sabe que eso no es lo que debe hacerse. Lanza algo que es mucho más poderoso que una piedra, lanza una idea, lanza un mensaje, en breves palabras: «Liberen a Elián», por ejemplo, «Salvemos a Elián» (Aplausos). No son piedras, no son insultos. Ninguna batalla de opinión se gana con insultos; tales batallas se ganan con razones, con argumentos, con ideas.
Tengan la seguridad de que cada una de las frases que ustedes proclaman allá, cada consigna, digamos, cada exclamación lleva un mensaje, lleva una idea, son armas inteligentes. Y ustedes han oído hablar de las armas inteligentes, que son las que se lanzan y a miles de kilómetros dan en el puntico exacto, casi del tamaño de este patio, donde apuntaron.
Nosotros tenemos que usar armas inteligentes, y las armas inteligentes son nuestras ideas; nuestras armas inteligentes son nuestros argumentos; nuestras armas inteligentes están constituidas por principios, por nuestro pensamiento revolucionario y nuestro arsenal de armas inteligentes es infinito, porque cada uno de ustedes, cuando desfila o cuando va allí a una concentración y grita: «Devuelvan a Elián», «Que Elián regrese», «Salvemos a Elián», «Liberen a Elián», está usando armas inteligentes contra las cuales no hay defensa posible (Aplausos), y esas armas inteligentes son la moral, la razón, el ejemplo, la imagen de un pueblo unido y de un pueblo defendiendo una causa justa con una entereza impresionante; un pueblo que no se rinde y que no se desalienta jamás, ni sus ancianos, ni sus adultos, ni sus pioneros; con esas armas nuestro pueblo es invencible, porque las podemos hacer llegar a cualquier rincón del mundo.
Esos casetes con la marcha, esos actos, aunque ellos sean dueños de no se sabe cuántas cadenas mundiales de televisión y otros medios de divulgación masivas, nosotros tenemos muchos amigos y muchas formas de hacerles llegar el mensaje escrito, el mensaje fílmico, el mensaje hablado a cualquier rincón del mundo.
Es por ello que sería ridículo, de género tonto y primitivo, además, lanzar una piedra y romper un cristal de una embajada, en este caso, de la Oficina de Intereses de Estados Unidos. Sin embargo, lo que en el mundo se ve todos los días, y casi a todas horas, son manifestaciones frente a las embajadas norteamericanas, cada vez que hacen alguna brutalidad o cometen algún crimen, lanzando piedras, rompiendo cristales, quemando banderas, o figuras, muñecos con la figura del Tío Sam —todo eso lo ven ustedes a cada rato—, y unas broncas tremendas con la policía en todas partes. No los critico, es muchas veces el único recurso con que cuentan para expresar su indignación y su repulsa en este mundo lleno de abusos e injusticias. Ellos no tienen las posibilidades de lucha política de que dispone todo un pueblo unido y libre, como dispone Cuba. Muchas veces son 500, 1 000, 2 000, 3 000 personas que se reúnen para hacerse oír y reclamar justicia en medio de una atmósfera hostil y represiva.
Nosotros, antes de la Revolución, que no teníamos esta fuerza, que no teníamos un pueblo unido, también íbamos y pasábamos frente a un consulado o una embajada, la propia norteamericana cuando éramos estudiantes, a lanzar piedras y a pintarrajear paredes y hacer cosas similares.
Recuerdo cuando se encaramaron unos marines sobre la estatua de Martí en el Parque Central, lo que produjo gran furor, los estudiantes bajamos y llegamos hasta la embajada que estaba por allá, muy cerca del museo de Leal, en La Habana Vieja, y la policía a golpe, con gomas y garrotes sobre nosotros, para impedir que hiciéramos esas cosas.
¡Qué diferente hoy, qué diferentes armas podemos utilizar! Lo hacemos como les expliqué en detalle, con argumentos, con ideas, y sé que ustedes comprenden (Aplausos).
¿Por qué escribieron una página en la historia? Porque por primera vez en nuestro país, o en cualquier lugar del mundo, en vez de tropas especializadas y soldados reforzando la custodia de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, 2 000 pioneros, ¡dos mil pioneros!, se encargaron de la custodia de esa Oficina de Intereses a lo largo de la marcha.
Esa Oficina de Intereses tiene su protección normal, un número de postas, esas postas se refuerzan cuando hay situaciones de tensión, precisamente para evitar que algún individuo aislado, de buena fe, o algún provocador, quiera lanzar una piedra, rompiera aunque fuese el cristal de una ventana, manchando el honor de nuestro país. Se armaría de inmediato una gran campaña publicitaria y el escándalo de que está siendo agredida la sede diplomática de Estados Unidos en Cuba. Y nosotros tenemos el deber ineludible de proteger la inmunidad e integridad de todas las representaciones diplomáticas, y entre ellas a esa Oficina de Intereses.
Por eso consideramos un momento histórico el instante de ayer en que 15 minutos antes de iniciarse el desfile formaron ustedes una especie de muralla reforzando la custodia. ¿Estuvo alguna vez más reforzada esa protección? (Exclamaciones de: «Â¡No!») ¡No!, y les voy a explicar por qué: la refuerza una conciencia creciente de nuestro pueblo, una cultura que crece cada día, y la refuerza el hecho de que este pueblo a nadie respeta ni protege tanto como a los niños. Tres hileras de niños son la protección más grande que jamás ha tenido esa Oficina de Intereses en este país (Aplausos). Toda la vida ustedes recordarán ese día, y los padres de ustedes estarán siempre orgullosos de ustedes.
Nosotros sabíamos, como se comprenderá, que ustedes no corrían el menor riesgo físico, por las razones que les expliqué: porque ahí estaban los demás pioneros desfilando, ahí estaban los pioneros de secundaria; ahí estaban los estudiantes de nivel medio y superior, hermanos entrañables de ustedes, desfilando; ahí estaban los jóvenes, que tanto los protegen a ustedes, desfilando; ahí estaba el pueblo patriótico y revolucionario, que tanto ama a sus niños, porque tienen hijos, porque son padres, marchando (Aplausos). ¿Quién los iba a proteger a ustedes mejor que ellos?
Esa tropa de pioneros exploradores fue la custodia durante la marcha de ayer, y créannos, compañeritos, que escribieron en ese momento una página de gloria (Aplausos). Y cuando crezcan estarán orgullosos, y sus padres lo estarán más que ustedes.
Fueron los primeros, y todos de aquí del Municipio Plaza. Por eso pudimos dar este acto hoy, en esta instalación de la juventud, sin caminar mucho, porque fueron 17 escuelas de Plaza las que enviaron allí la tropa pioneril que custodiaría ese edificio (Aplausos). ¿Lo hacían acaso por defender al imperialismo? (Exclamaciones de: «Â¡No!») Lo hacían por defender la Revolución, lo hacían para darle un ejemplo al mundo de lo que es este país, para demostrarle al mundo que únicamente este país puede hoy hacer eso (Aplausos), custodiar no solo elecciones, custodiar embajadas, custodiar lo que sea necesario y pueda ser custodiado por nuestros pioneros.
Es por ello que ayer mismo, en reunión sostenida con la dirección de la juventud, los estudiantes y los pioneros, tomamos el acuerdo de entregarles esta tarde a ustedes un diploma de reconocimiento para que lo guarden por toda la vida (Aplausos y exclamaciones de: «Â¡Viva Fidel, Viva Fidel!»). No, no, no, ¡vivan ustedes y vivan mucho tiempo para disfrutar el orgullo de llevar este diploma! ¡Consérvenlo y trasmítanselo a sus hijos cuando tengan hijos y a los nietos cuando tengan nietos! Esperamos que lo coloquen en algún lugar que lo proteja, y si por alguna razón se pierde, como tenemos el registro de los que lo recibieron, le volvemos a dar el diploma. Pero consérvenlo, porque este es el de este día (Aplausos y exclamaciones).
Ayer mismo allí en la reunión redactamos el texto. Escuchen bien lo que dice:
«Reconocimiento a:», y aquí viene el nombre del pionero, eso sí que no hubo tiempo de ponerlo y queríamos hacerlo con letra bonita, de modo que las 17 escuelas de ustedes serán visitadas para escribir allí, con una letra clara, bella si es posible, el nombre correspondiente al diploma de cada uno de ustedes (Aplausos).
«Reconocimiento a» (Señala a una niña de primera fila). ¿Cómo tú te llamas? Dilo alto, ven, dilo, corre. ¿Cómo te llamas? (La pionera se acerca y le dice su nombre.)
Elizabeth Gálvez Soler. Entonces aquí dirá: «Reconocimiento a Elizabeth Gálvez Soler», y después viene el texto: «Pionero» –aquí no sé si podrán llevar el perfeccionismo a poner pionero o pionera, sería lo mejor, ya que tenemos que hacer un arreglito, al texto, para que a las hembras les pongan pionera, aunque por el nombre general se dice aquí pionero, no se dice pionero o pionera; pero siendo individual el diploma, decir: «A pionera o pionero exploradora o explorador» —no nos cuesta ningún trabajo hacerlo así— «que llevó a cabo la misión encomendada por la Revolución al cumplir esta —es decir, la Revolución— su deber de custodiar la oficina diplomática de Estados Unidos durante la histórica Marcha de pioneros, estudiantes y jóvenes trabajadores por la liberación de Elián» (Aplausos).
Aparece mi firma abajo, no podía, desde luego, firmar 2 000 —y habrá que repartir muchos—, pero escribí una especial para ustedes, yo quería que me saliera lo mejor posible, y aquí está la firma (La muestra). Y, claro, ya cuando usted escribe de puño y letra una, aparece impresa en todos los demás diplomas aunque sean 100 000. Yo no los voy a engañar, no les voy a decir que pasé un mes firmando, hay que hacer muchas cosas; pero hice una para este diploma de reconocimiento.
Hoy se había pensado entregarlo simbólicamente a uno por escuela, y lo que vamos a hacer es enviar todos los correspondientes a los alumnos de cada escuela. Como les dije, hay que corregir un pequeño error: hay que decir: «cumplir esta», es decir, la Revolución, y no como está: «cumplir este». No es un deber del pionero explorador proteger la sede, ustedes cumplieron una tarea encomendada por la Revolución, y en buena gramática, aquí debe haber un «esta» y no «este»; porque es la Revolución la que tiene el deber de custodiar la Oficina de Intereses, y el pionero lo que ha hecho es cumplir la misión que le encomendara la Revolución de hacer lo que ustedes hicieron ayer. ¿Está claro? (Aplausos y exclamaciones de: «Â¡Sí!»)
Muy bien, pues ya saben, a la escuela todo el mundo mañana, a ver si la FEEM y la UJC cumplen su promesa esta noche de tener los 2 000 diplomas con una corrección para distinguir la hembrita del varón, sí, y poner «esta» en lugar de «este». Fue un simple error que ha venido bien, porque, incluso, nos permitió perfeccionar el diploma.
Todo esto se ha hecho en horas, ellos en horas organizaron la marcha. No, ¿marcha?, quién sabe cuántas cosas van a preparar ellos. Es infinito el caudal de recursos para esta lucha, se lo digo a ustedes los pioneritos. Es infinito el caudal de recursos y de ideas (Aplausos), que no se basan en la violencia, se basan en las ideas. No olviden algo que dijo Martí, y tal vez lo hayan escuchado ya algunas veces: «Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra», lo vamos a demostrar de manera irrebatible. Y ahorraremos fuerzas, preservaremos la producción en la economía y los servicios, buenas notas en las escuelas, programa escolar, haremos todo sin afectar nada.
A ustedes, en todo caso, estudiantes de primaria, de secundaria, de nivel medio, universitario, a maestros y a todos, les pedimos solo un pequeño esfuerzo adicional para que no dejemos de hacer lo más mínimo de lo que debemos hacer: producir y a la vez sembrar lo que debemos sembrar en la inteligencia y en los corazones de ese enorme tesoro que es nuestra niñez y nuestra juventud.
Se les pide a todos un poco más de esfuerzo, y sé que ustedes tienen energía de sobra, y hasta tiempo de sobra, quizás con dejar de oír un día algún programita que nos guste mucho. Por lo pronto, esos espectáculos extraordinarios de la Tribuna Abierta no deben perdérselos, porque se adquiere cultura general y cultura política, que es la más importante de todas las culturas y de la que más carece el mundo actual.
Ya les decía: el sábado la Tribuna Abierta se traslada a la sala del Teatro Nacional (Le dicen que a la Sala Avellaneda del Teatro Nacional). ¿Las dos veces? (Le responden que sí.) En un programa especial para los niños, en que actúan los niños, de apoyo a la lucha por la liberación de Elián (Aplausos). Así que Tribuna Abierta, con sus locutores, sus personajes y sus dirigentes que estén allí, a las 5:00 de la tarde en el Teatro Nacional, y podrá ser visto este acto por ambos canales de televisión en todo el país, aspiramos a que sean ambos. Los actos en la Tribuna Abierta en las proximidades de la SINA sí van a ser trasmitidos siempre por ambos, en este caso veremos. Pero hasta los niños de Baracoa van a verlo por televisión, y yo propongo a la organización de pioneros que un número de entradas se les entregue como premio a estos custodios que ayer escribieron una página en la historia (Aplausos). Sábado y domingo allí, el lunes será en otro lado.
Puesto que un señor funcionario dijo que la solución se pospone para no sé qué mes y qué fecha, y andan con rejuegos y ardides, quiero expresarles una idea que vamos a poner en práctica de inmediato, o lo más rápidamente posible, de establecer allí, donde está la Tribuna Abierta, una tribuna abierta permanente (Aplausos), ¡una tribuna abierta permanente!, mejor diseñada, más fuerte; pero que sepan que esa tribuna será la sede por excelencia de este programa y que estará allí para quedarse (Aplausos). Lo más que haremos, cuando devuelvan al niño, es quitar los altoparlantes que apuntan hacia el edificio de la Oficina de Intereses, para no molestarla lo más mínimo con el eco de nuestras actividades no lejos de esa sede; pero nuestra gloriosa juventud necesita una tribuna permanente; una escuela permanente de educación cultural, una escuela permanente, digamos, de cultura general y cultura política (Aplausos). Esa tribuna, nacida al calor de esta batalla que ustedes están librando, estará allí para quedarse.
Puede ser que un día ahí habrá conferencias históricas, económicas, políticas, temas variados del mundo actual, habrá de todo, de todo, tendrá un repertorio muy rico; pero su fin esencial tendrá la educación cultural y política de nuestros niños, de nuestra juventud y de todo nuestro pueblo (Aplausos).
Aprovecho este minuto para comunicarles esa noticia: frente a la táctica de prolongar hasta las calendas griegas el caso del niño secuestrado y prosiga su cruel e incesante hostilidad contra nuestro pueblo, que dura ya casi medio siglo, la respuesta de Cuba es tribuna abierta permanente donde hoy reclama el regreso de Elián (Aplausos).
Muchísimas gracias, queridísimos compañeritos. Ustedes se han portado bien, los seguiremos recordando siempre, los tendremos siempre como ejemplo. Y me marcho con la satisfacción de la atención que ustedes han prestado, la disciplina con que ustedes se han comportado, y voy a usar hoy una frase, no definitiva, porque nosotros no debemos renunciar a la idea de Patria o Muerte, ni a la idea de Socialismo o Muerte, y voy a decir como dijo una joven diputada en la Asamblea Nacional: ¡Patria y Vida! ¡Vida para ustedes es la que queremos! (Aplausos.) No tendrán que morir nuestros pioneros.
Tal vez en la larga e histórica lucha de nuestro pueblo, que nadie podría precisar con exactitud cuándo concluirá, a nuestros pioneros, a ustedes, convertidos ya en jóvenes y en hombres y mujeres, alguna vez la patria les exija el sacrificio de la vida; pero siendo hoy más poderosos que nunca, y contando con tantas armas inteligentes, ganaremos esta batalla por la vida, y no solo por la vida de ustedes, sino por la vida de todos los niños del mundo.
Lo que nosotros hagamos servirá a cientos de millones. Por la brecha que nosotros abrimos hoy, marcharán mañana millones, cientos de millones de niños que en el mundo actual no tienen todavía la escuela, ni el médico, ni la educación patriótica, revolucionaria, socialista e internacionalista que tiene nuestro pueblo (Aplausos).
¡Hasta la próxima victoria! (Aplausos y exclamaciones de: «Â¡Fidel, Fidel, Fidel!»)
Hay una carta también para los guías de pioneros que estuvieron con ustedes allí ese día. Ellos van a recibir también su merecido reconocimiento. Había olvidado decirlo (Aplausos).