Soldados: Si he dejado la capital de la Francia adonde me había conducido la esperanza de poderos ser útil un día, y volado a España ha sido por reunir todas mis fuerzas a las de los que a las puertas de Cádiz han invocado heroicamente los nombres sagrados de Constitución y Cortes contra los esfuerzos de la tiranía y el despotismo. La memoria de los valientes del ejército constitucional del sur de la España será tan inmortal para la posterioridad como la firmeza y tesón con que se han pronunciado por la causa de la patria: y la gloria que les espera debe ser el premio de sus trabajos y un testimonio del reconocimiento nacional.
Soldados de todas las armas cuento con vosotros indistintamente; tendré el placer de ver reunidos a cuantos anteriormente han militado a mis órdenes, o incorporados a las partidas o cuerpos de los ejércitos constitucionales que deben levantarse en la península. Que las heridas recibidas en el campo de batalla en defensa de la patria, les recuerden la obligación en que están de afianzarla y consolidarla por medio de leyes sabias y una racional libertad; bases en que debe fundarse el edificio del nuevo gobierno español, desconocidas y atropelladas por el más engañado de los príncipes. Su gobierno efímero e impotente desaparecerá a nuestra vista, porque están de nuestra parte la razón y la justicia, y porque todos aquellos que se hallan animados del sagrado fuego del amor de la Patria se asociarán a tan honrosa empresa. En este caso, la nación contará con millones de defensores, y el soldado español, en lugar de ser el opresor de la libertad civil de los pueblos, hará ver que él es su mayor apoyo.
Enviado por Enrique Ibañes