En el Senado mexicano

Señor Presidente de la Mesa Directiva de la Comisión Permanente; señores coordinadores de los grupos parlamentarios en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores; autoridades mexicanas; distinguida comitiva que me acompaña; señoras y señores: señores legisladores, deseo agradecer enfáticamente esta recepción, dispuesta en un contexto de tan grata situación para las relaciones bilaterales entre nuestros países.

Hemos tenido el gusto de conversar con el Presidente Calderón en una agenda común que abarca prácticamente todos los temas de interés de América latina.

Ustedes saben que, desde hace tiempo, nuestros equipos de Gobierno han estado trabajando en un proyecto que acaba de hacerse realidad: el acuerdo de asociación estratégica entre Argentina y México.

En su visita al Honorable Senado Mexicano, el pasado abril, Cristina y tantos colegas suyos y cumpliendo un rol encomendado por mi Gobierno, les habrá dado un panorama completo sobre la favorable situación por la que atraviesa Argentina y lo propicio de este momento para que nuestros países profundicen sus coincidencias.

Desde hace 4 años los argentinos hemos determinado dejar de lado aquellas recetas conocidas como el «Consenso de Washington», que sólo sirvieron para hundirnos en un círculo vicioso de endeudamiento y ajuste.

Hemos tomado nuestras propias decisiones, anteponiendo la deuda social a cualquier otra y estando seguros que la creación de empleo, la producción sostenible, la estabilidad jurídica son las llaves del crecimiento con equidad.

Es así que en la Argentina hemos logrado que la desocupación haya caído hasta una cifra porcentual de un dígito, cuando en el epicentro de la crisis alcanzaba casi a la tercera parte de la población económicamente activa.

Tomar como indicador el empleo o al empleo, tiene por virtud iluminar algo que a veces otros parámetros macroeconómicos, el del aumento del PBI por ejemplo, dejan a la sombra. Hablar de la creación de millones de puestos de trabajo, es hablar del factor organizador de la vida social, es hablar de una mejora real y comprobable en la calidad de vida de los argentinos.

Nuestro país ha crecido de manera ininterrumpida, en los últimos 5 años, a tasas cercanas al 8 y medio, 9 por ciento anual, convirtiéndose en una etapa sin precedentes en los últimos 100 años.

No pretendo hacer la lista de indicadores económicos y sociales; todos han mejorado notablemente, sin embargo somos conscientes que todavía falta mucho por hacer.

En este sentido creemos que México, tanto desde el punto de vista productivo, comercial, como de su inserción política en el marco regional e internacional, constituye un socio estratégico. Así lo hemos corroborado todos y este acuerdo que hemos firmado con el Presidente Calderón, tiene una gran relevancia para el futuro y el bienestar de nuestros pueblos e involucra cuestiones económicas, comerciales, educativas, científicas y tecnológicas.

Prefiero destacar ante ustedes sin embargo, el eje político institucional de este acuerdo, que busca perfeccionar nuestras relaciones ya de por sí fecundas.

Argentina y México coinciden en gran medida en sus apreciaciones sobre el escenario internacional, son firmes defensores del derecho internacional, de la solución pacífica de los conflictos y del respeto inalterable a los derechos humanos. Ambos países comparten, desde una visión latinoamericana, la necesidad de modernizar el sistema de organismos internacionales y promover la búsqueda de consensos en los ámbitos multilaterales. Por nombrar sólo uno de ellos, particularmente asentado entre nosotros, el Grupo Río ha dado sobradas muestras de sus logros en pos del fortalecimiento de nuestras democracias, y tanto Argentina como México así como el resto de los países hermanos que en él participan, estamos promoviendo un mayor dinamismo y fortalecimiento de sus funciones.

De estos principios se derivan posiciones, que desde el conjunto de Latinoamérica, toman cada vez más fuerza en el concierto de la naciones, tales como la lucha contra el hambre y la pobreza, la reforma de los organismos internacionales de crédito, la eliminación de las barreras arancelarias y paraarancelarias a los productos de los países menos desarrollados, el perdón de la deuda externa de los países más pobres o su canje por educación, la lucha contra el terrorismo, la obstrucción al tráfico ilegal de bienes y personas. Dicho marco axiológico, es el que asigna un mayor sentido a la suerte identidad de esta América Latina del siglo XXI.

Estamos convencidos de que es un rumbo de crecimiento con equidad, que se enmarca la firma del nuevo Acuerdo de Asociación Estratégica, en el que la armonía tradicional entre la Argentina y México se encauza de manera más organizada, periódica y formal, de modo de agilizar el diálogo político, la concertación, la cooperación e incluso la actuación coordinada en aspectos que hagan a la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho.

Para lograrlos, además de contar con los órganos propios de las administraciones nacionales, es necesario promover aún más el vínculo entre nuestros cuerpos legislativos, para lo cual el acuerdo prevé el envío de misiones legislativas y las reuniones interparlamentarias, como centro fundamental del afianzamiento de nuestras relaciones.

Resulta evidente que la democracia moderna reclama espacio cada vez más abiertos a la participación ciudadana y más creativos en la forma de expresión y canalización de las urgentes demandas sociales. Sin embargo, la representación popular expresada en los congresos, resulta ineludible tal como lo expresan nuestras constituciones. Es que las cámaras legislativas son el espacio de diálogo por naturaleza y el ámbito del debate racional y meditado indispensable para apoyar con leyes los anhelos de nuestros pueblos.

Señores legisladores: para mí es un honor visitar este querido país y encontrarme con su pueblo afectuoso y conocedor de la Argentina. Ha sido también gratificante el intercambio con el señor Presidente y ahora con ustedes; mañana estaré en contacto con varios representantes del vigoroso empresariado mexicano.

Este importante paso que significa la firma del Acuerdo de Asociación Estratégica entre Argentina y México, demuestran nuestra mutua convicción para alcanzar un tipo especial de vínculo bilateral, que fortalezca la ya histórica y natural buena relación entre nuestros países.

Esta historia de cruces de influencias artísticas, intelectuales, políticas productivas ha existido siempre. Muchas veces por la espontánea vocación de actores, músicos y escritores, y otras tantas por el empuje de nuestras industrias culturales, por la fuerza del comercio, por el flujo de las inversiones. Esta vez lo hacemos desde las decisiones de los Gobiernos por fomentar este diálogo; en todos los casos nuestros vínculos surgen de la admiración y el afecto que ambos pueblos se profesan.

Quiero también, en este Congreso, en este Parlamento de la Unión, hacer un profundo reconocimiento al pueblo mexicano, a sus autoridades, a sus distintos gobiernos, que se fueron sucediendo en las etapas en que a mi nación, a mi pueblo, le tocó vivir la última horrible dictadura de 1976, donde la Argentina y gran parte de América latina, fue signada por el pensamiento único y el terror permanente.

México, Estados Unidos de México, albergó, abrió sus puertas, abrió sus corazones, a miles de militantes, intelectuales, estudiantes y trabajadores, comprometidos con la construcción de naciones justas, independientes y democráticas, comprometidos con la pluralidad y el consenso, comprometidos con el respeto a los derechos humanos, comprometidos con la inclusión social, con la equidad, comprometidos con la Justicia, que eran expulsados o si no eran asesinados en nuestra propia nación.

Nosotros tenemos un agradecimiento eterno, miles de ellos se han quedado a vivir definitivamente y forman parte activa de la actitud creativa permanente del pueblo mexicano; muchos han vuelto y muchos en la persona de este Presidente, de este tiempo circunstancial de la historia, le quieren agradecer, tanto a los que se han quedado como los que están en la Argentina, la actitud que tuvo la nación mexicana, Estados Unidos de México, del pueblo mexicano, la posibilidad de abrir sus puertas y de integrarse. Nunca podremos olvidar tal gesto a una nación como la nuestra, que el derecho por la libertad, por la democracia, por el derecho a no claudicar, por el derecho a no arrodillarse, nos costó miles de exiliados, miles de presos y 30.000 muertos, que recién ahora podemos estar entrando a juzgar, gracias a Dios, porque se terminaron con todas las leyes de impunidad, que rodean a la Argentina, que estaban al comienzo de mi Gobierno, y gracias a Dios el indulto, la Ley de Obediencia Debida y la Ley de Punto Final se han convertido en historia en mi país.

Muchas gracias Estados Unidos de México, muchas gracias mexicanos por esa actitud. (APLAUSOS)

También, somos una nación comprometida, un Gobierno comprometido, con la integración, en nuestra América del Sur, creemos en la Patria Grande, en la diversidad y en la pluralidad, creemos que tenemos que hacer todos los esfuerzos, para que sin luchas cortas por liderazgos que no valen la pena discutir, no impidan más la conducción de ese espacio latinoamericano que necesitamos.

Trabajamos fuertemente para el acercamiento de México, su inserción en la región Latinoamericana conjuntamente con todos los pueblos de América del Sur. Sé que lo vamos a lograr y sé que vamos a escribir una etapa grande de nuestra historia, con coraje, con decisión y sin tener viejos prejuicios, que tienden muchas veces a castrar las posibilidades de construir alternativas superadoras, que permiten construir proyectos progresistas y libertarios, como decía usted, que son muy importantes, que nosotros tenemos que hacerlo como esta dirigencia, esta etapa, este tiempo que nos toca vivir y con este tiempo que nos toca vivir tampoco como Presidente, como militante político comprometido toda la vida con un concepto de vida, de integración entre los pueblos del mundo.

En nombre de la nación Argentina y en este honorable Congreso quiero dejar también en claro el repudio del pueblo argentino y de quien les habla y quienes me acompañan, a la construcción del indigno muro, que se está construyendo en la frontera entre la hermana nación mexicana y la República o la nación de Estados Unidos. (APLAUSOS). Creemos que deben reflexionar seriamente, que en estos tiempos de la historia, en estos tiempos de los esfuerzos por la defensa de la inclusión, de los derechos humanos, del respeto a las libertades, donde en todo el mundo se habla de integración y respeto a la diversidad, y donde tenemos que generar actitudes solidarias de ida y vuelta, no es solamente una afrenta, querido amigo, para la hermana nación mexicana, sino nosotros creemos que es una afrenta para todos los pueblos de Latinoamérica y para todos los pueblos del mundo.

Por eso queremos dejar sentado, el 31 de julio del 2007, con absoluta claridad, nuestra posición, nuestra postura, y rogamos que en el tiempo quienes están construyendo esta actitud, los que están construyendo este muro de la vergüenza, recapaciten y entiendan que el mundo tiene que marchar por otros caminos, que son el de la paz, el de la reconciliación, el de la convergencia, el del respeto a la diversidad, el de la relación multilateral, el del respeto a las naciones del mundo y darnos cuenta que por más poder que se tenga, nunca se puede, bajo ningún aspecto porque eso sería el fin de la propia convivencia, ir sobre los derechos esenciales, propios de las naciones y de los seres humanos que las integran.

Por eso mi profunda solidaridad para con ustedes, mi profundo agradecimiento y mi profundo respeto por poder compartir con ustedes esta honorable sesión.

Muchísimas gracias hermanos y hermanas de la nación mexicana por compartir este momento con ustedes. Gracias. (APLAUSOS)