Elecciones en Brasil, de sorpresa en sorpresa

La semana pasada, en una nueva edición de Beers&Politics Madrid, analizamos los resultados de las elecciones brasileñas con el periodista y consultor político Luis Tejero. Además tuvimos la suerte de que nos presentara su libro, recién publicado, sobre Dilma Rousseff y Lula da Silva: La construcción de una presidenta (Amazon, 2014).

En su intervención, comentó que Brasil acababa de concluir la campaña electoral más imprevisible desde que volvió a ser una democracia hace 30 años. Eso sí, una campaña imprevisible pero con un resultado previsible porque, al final, el desenlace casi puede considerarse aburrido.

Que ganara Dilma Roussef era lo que se esperaba hace ya un año y medio. Pero entre medias hemos vivido una montaña rusa: primero Dilma (PT) era favorita, después la muerte de Eduardo Campos y, finalmente, la irrupción de Marina Silva (PSB). El ex gobernador tenía una intención de voto del 8% y Marina Silva llegó con un 21% y subió hasta el 34% en las encuestas. De hecho, este Beers&Politics se iba a titular en un principio “Elecciones en Brasil: mujer contra mujer”, o sea, Dilma contra Marina.

Pero Marina se vino abajo y dejó paso a una reedición del clásico duelo Partido de los Trabajadores (PT) contra el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) gracias a la remontada de Aécio Neves en una segunda vuelta ajustadísima.

La campaña electoral tenía, por todos los partidos, un esquema de cambio (3 de cada 4 brasileños querían un cambio de rumbo en la forma de gobernar el país) y así lo trasladaron a sus eslóganes: “Mais mudanças, mais futuro” (Dilma) y “Muda Brasil” (Aécio).

Dilma representaba continuidad con cambio y Aécio, cambio con continuidad. Al final no había tantas diferencias entre uno y otro. Y si se trataba de cambiar, pero sin tocar las conquistas sociales logradas en los últimos años, Dilma llevaba ventaja.

Porque, si comparamos los doce años Lula-Dilma con los ocho de Fernando Henrique Cardoso, buena parte de los brasileños no tienen un buen recuerdo de la década de los 90, a pesar de sembrar las semillas para la estabilidad económica. Sin embargo, el PT ha sabido recordar sólo la parte mala de aquella época.

Luis Tejero también tuvo palabras para el papel desempeñado por los asesores de campaña. Dilma ha contado con la ayuda inestimable del marqueteiro João Santana, periodista y músico de Bahía que en los últimos años ha sido el genio creativo detrás de las campañas del PT (Lula 2006, Dilma 2010 y 2014) y también de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Mauricio Funes en El Salvador, Danilo Medina en la República Dominicana y José Eduardo dos Santos en Angola.

En la campaña de 2010 su misión fue hacer que todos los brasileños supieran que Dilma era la candidata de Lula y la votaran. En 2014, João Santana tenía que vender los éxitos de su primer mandato, consiguiendo que la valoración del Gobierno se mantuviera estable a pesar de las malas noticias económicas. Pero, sobre todo, se encargó de destruir la imagen de sus adversarios. Disponía de tres meses de campaña (no 15 días, como en España) y decenas de horas de televisión frente a sus rivales, lo que le confería una enorme ventaja.

Su campaña negativa contra Marina se centró en la idea de, si se le daba autonomía al Banco Central, como ella proponía, era como si fuera a quitarles la comida del plato a los brasileños, siendo retratada como una vendida a los banqueros, débil, sin ideas claras, sin apoyo suficiente para sacar adelante sus proyectos en el Congreso… Y respecto a Aécio, fue descrito como un fiestero, que se negó a pasar un control de alcoholemia, agresivo con las mujeres, que coloca a sus familiares en el Gobierno de Minas…

Y esto le ha dado un buen resultado porque, en agosto, cuando Marina ocupó la vacante de Campos, sólo un 11% del electorado decía que no la apoyaría “de ninguna manera”. Mes y medio después, esa “tasa de rechazo” se había disparado al 25%. Y en el caso de Aécio, ese indicador aumentó desde un 16% en julio hasta un 21% durante la primera vuelta, y del 34% al 41% en la segunda.

Al final, Dilma ha ganado, pero con el resultado más ajustado desde que Brasil volvió a ser una democracia y también con el peor resultado del PT desde 1998 (hace cuatro años ella misma ganó por 12 puntos y esta vez han sido sólo 3). A pesar de haber ganado, se encuentra con un país fragmentado y dividido y un clima político muy ardiente. De hecho la gobernabilidad será complicada, tanto interna como externamente, puesto que tendrá que nombrar (y contentar) a una treintena de ministros y lidiar con un Parlamento de 28 partidos.

En el posterior coloquio hablamos de si Dilma había entendido el mensaje, de la importancia de la televisión en la campaña electoral, de la fragmentación ideológica de los partidos políticos, de qué sucederá en las siguientes elecciones (si Lula volvería, si sería la verdadera oportunidad para Aécio…), etcétera (aquí puedes leer más sobre el análisis de Luis Tejero en el artículo “El triunfo de la vieja política” que ha escrito para “El Molinillo”, la revista de ACOP).

Todo ello en un ambiente distendido y entre los muchos amigos que quisieron acompañarnos. Te esperamos en el siguiente

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