RAIMON SASTRE
La victoria de la formación de Tot per Terrassa en la tercera ciudad de Cataluña y en la vigésimasegunda en España (a pocos menos de 1.500 habitantes para superar a Oviedo) ha recibido calificativos muy diversos, pero hay uno que coincide en muchos de los textos que se han publicado: “victoria histórica en Terrassa”.
La formación de Tot per Terrassa, que se presentaba por primera vez a las elecciones y con Jordi Ballart a la cabeza, consiguió 10 concejales, 7 el PSC, 5 ERC, 3 C’s y 2 JxCat. La victoria y el pacto con ERC han puesto fin a 40 años de gobiernos del PSC.
Pero lo que nos interesa es analizar los posibles motivos de esa victoria.
El candidato
Un primer aspecto es que Tot per Terrassa tenía al candidato de las elecciones. Próximo a la gente, muy activo en redes sociales, joven y, sobre todo, con una excepcional capacidad de generar conexión con las personas que, por lógica, tenía que darle alguna ventaja en los resultados finales.
También hay que tener en cuenta que Jordi Ballart, candidato a la alcaldía de Terrassa por el partido Tot per Terrassa, ganó un plus de honestidad y ética para muchos votantes, algo nada desdeñable en política, cuando dimitió del cargo de alcalde y rompió el carnet del PSC por la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Como él mismo dijo, el 155 fue la gota que colmó el vaso de una serie de desencuentros con el partido.
La imagen de honorabilidad, respeto y de cumplir con la palabra dada es una idea compartida entre algunos segmentos de votantes que se ha mantenido a lo largo del tiempo, ya que el candidato no ha estado en primera línea política durante casi dos años.
Así pues, la candidatura Tot per Terrassa disponía de un candidato con mucha visibilidad por su trato con las personas y por haber ocupado el cargo de alcalde. Una carta que la formación tenía que jugar sí o sí, ante el desconocimiento que suponía una nueva marca política.
Capacidad de movilización
Esta formación, sin ningún tipo de apoyo de una estructura de partido ha conseguido llenar en dos ocasiones un recinto con un aforo de 1.000 personas en sus dos actos principales. Uno en diciembre, durante la presentación del partido, y otro en su acto central durante la campaña electoral municipal.
Además, han sido capaces de mantener movilizadas entre 250 y 300 personas que han ayudado a mantener una presencia constante en la calle y a llevar a cabo un puerta a puerta que, resultados electorales en mano, parece que ha funcionado muy bien.
Campaña en concordancia con el candidato
Muchas veces los partidos tiran adelante una campaña municipal sin tener en cuenta qué perfil de candidato tienen. Por ahí se acaban generando disonancias que merman la credibilidad de la propuesta electoral.
En el caso de Tot per Terrassa, algunos de los valores que transmitía el candidato estaban claros: positivismo, optimismo e ilusión. Pues bien, las personas que participaron en los actos y en los paseos por la calle (candidatos y personas del entorno) tuvieron muy presentes esos elementos. Como ellos mismos decían, iban siempre con una sonrisa en la cara e intentaban transmitir la ilusión que les hacía el nuevo proyecto política para la ciudad.
Además, para mantener esa imagen positiva, evitaron las críticas al resto de partidos que se presentaron, a excepción de un rifirrafe puntual con el PSC.
Argumentario claro y conciso
Antes de empezar la campaña electoral, pusieron en marcha un argumentario que reforzaba uno de sus puntos fuertes: su municipalismo. Al tratarse de un partido que solo se presentaba en un municipio (Terrassa), insistieron reiteradamente en que ellos “no dependían de Barcelona o Madrid”, que “las decisiones de la ciudad no se tomarían en despachos fuera de ella” o que “con ellos no habría teléfonos conectados con Barcelona o Madrid con los que recibir órdenes”.
Esa especie de independencia de las grandes capitales atrajo votantes de distintos segmentos.
Superación de la equidistancia
Muy vinculado al argumentario anterior es la ya famosa “cuestión catalana”. Un elemento a tener en cuenta siempre en cualquier contienda electoral en estas tierras.
Así como formaciones del entorno de los Comunes parecen no tener resuelto su posicionamiento y en muchas ocasiones se las califica, en tono peyorativo, de equidistantes, Tot per Terrassa ha ofrecido una opción tan simple que les permite unir distintas sensibilidades: cuando se traten cuestiones “nacionales” cada concejal tendrá libertad de voto en los plenos y la mayoría decidirá.
Es lógico pensar que sin la preeminencia de la visión municipal, hubiera sido muy difícil transformarse en un partido catch-all.
Partido catch-all
Esta propuesta de izquierda o centro-izquierda, se definen como progresistas, que antepone la mejora del municipio a cualquier otra situación, ha permitido crear una especie de zona de confort donde la tensión de la cuestión catalana desaparece y permite sentarse a personas que han participado en el 1-O y en las manifestaciones del 12 de octubre.
Ello le ha permitido a Tot per Terrassa recoger votos del PSC, del entorno de los Comunes (que han desaparecido del pleno), voto claramente independentista y claramente unionista. Así como rascar en los caladeros de Vox (que no ha entrado en el ayuntamiento), de C’s, que a pesar de ir al alza en España, ha repetido sus 3 concejales en la ciudad y del PP (que ha desaparecido).
Sensación de cambio
Aunque la batalla entre la vieja y la nueva política se libró en algunos municipios en el 2015, y nada parecía mostrar una necesidad de repetir el mismo tema, en Terrassa sí que fue creciendo la idea de cambio. No era el gran tema de la campaña, ni ningún partido usó el concepto cambio, pero sí que por estrategia muchos se abonaron a la idea que 40 años de gobiernos del PSC ya eran suficientes para la ciudad.
Esta idea de cambio se vio reforzada con la lista de candidatos de Tot per Terrassa, la mayoría de ellos conocidos dentro de la sociedad civil, sin vinculación política anterior y que podían dar una imagen de frescura.
Terrasenquismo
Todas estas ideas de municipalismo, de no depender de las sedes centrales de los partidos en Barcelona o Madrid o de la libertad de voto en la cuestión catalana se explicaron a través de una única palabra que tiene pinta que acabará entrando dentro del vocabulario popular: el terrasenquismo.
El objetivo de la palabra es simple y es que cualquier votante, fuera de la ciudad, vote por la opción que quiera, pero en las municipales debe pensar en la ciudad.
No hay que descartar que en la campaña municipal de Terrassa en el 2023 exista una auténtica batalla para apoderarse del terrasenquismo y ser su abanderado.
Cansancio de elecciones
Hay otro elemento que enmarca las elecciones municipales de 2019, y que puede haber tenido su parte de influencia, y es el más que posible cansancio de los electores ante tantas convocatorias electorales consecutivas. Hecho que podría haber abierto la puerta a que contemplaran alternativas distintas a las habituales.
Además, el clima de crispación que se generó durante las elecciones generales, sobre todo durante los debates, también permitiría suponer que algunos electores han buscado un partido que les ofreciera un poco más de “tranquilidad”.
Raimon Sastre es consultor de comunicación política municipal e integrante del equipo estratégico de Tot per Terrassa. (@raimonsastre)