Felipe Nunes tiene un doctorado en ciencias políticas y una maestría en estadística por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Es profesor de métodos cuantitativos, elecciones y estrategia en la UFMG, además de director de Quaest Pesquisa e Consultoria. Es el inventor y titular de la patente del Índice de Popularidad Digital (IPD). Coordinó investigaciones para varios partidos y gobiernos (UNIÃO BRASIL, DEM, PSDB, PT, PSB, PV, PSD, PROS, PATRIOTAS y AVANTE) y empresas del país (Rede Globo, MRV, Natura, Fundação Renova, Facebook). Recibió premios de la Asociación Americana de Ciencias Políticas (APSA), el Clube de Associados em Marketing Político (CAMP), CEPESP-FGV y la división doctoral de la UCLA. Es coautor del libro «Biografia do abismo: Como a polarização divide famílias, desafia empresas e compromete o futuro do Brasil«, junto a Thomas Traumann, y que está teniendo gran éxito en Brasil. (@proffelipenunes)
Entrevistada por MARINA ISUN
1. ¿Cuáles considera que son las principales causas de la polarización política en Brasil? ¿Son factores económicos, sociales, culturales o históricos? ¿Cómo ha evolucionado la polarización política en Brasil a lo largo del tiempo?
La polarización política no es un fenómeno nuevo. Ocurre por motivos distintos a lo largo del tiempo, pero es una característica de la actividad política en si misma. En Brasil tuvimos muchos períodos de intensa polarización. Seguidores y adversarios del presidente Getulio Vargas divergían sobre casi todo, incluso con amenazas de golpe. Los gobiernos militares impusieron la intransigencia con campañas como “Brasil, amelo o déjelo”, en el gobierno de Emilio Médici. Luego de la redemocratización, la política se ha estructurado a través del antagonismo entre dos candidatos, principalmente a partir de 1994, cuando PT y PSDB fueron protagonistas de una pelea conocida como “nosotros contra ellos”. Pero siempre con respecto a las instituciones. Los adversarios no eran considerados enemigos. A partir de 2018, desde la campaña que eligió Jair Bolsonaro, la polarización dejó de ser partidaria y empezó a desbordar en lo cotidiano. No se trata tanto de estar contra o en favor de privatizaciones, por ejemplo, sino de dónde quiero que mis hijos estudien, o en qué restaurante voy a cenar. Para elegir, lo que más importa no es la calidad de la enseñanza o de la comida, sino donde encuentre gente que piense como yo. Cada uno vive en su burbuja, sin querer escuchar a nadie con quien no esté de acuerdo.
En 2022 tuvimos las elecciones más disputadas de nuestra historia en Brasil y la polarización se consolidó a un punto tal que pasamos a considerar que existe una “calcificación”. Posiciones tan rígidas que es difícil imaginar cualquier aproximación entre los dos lados. Una investigación de la consultoría Quaest muestra que uno de cada siete brasileños admite haber peleado con amigos por motivos políticos, y entre ellos la mayoría no se arrepiente.
2. ¿Cómo influyen los medios de comunicación en la polarización política? ¿Hay sesgo en la cobertura mediática que contribuye a la división?
La polarización extrema y la opción por vivir en burbujas es consecuencia de lo que llamamos “nuevo ecosistema de comunicación”. En ese ecosistema, el individuo no admite una información distinta de lo que cree y procura un vehículo que refuerza su pensamiento. Los seguidores de Bolsonaro buscan las redes sociales y evitan el noticiario de TV, principalmente de Globo, que han se transformado en la principal fuente de información para los seguidores de Lula. Ese sistema, por supuesto, retroalimenta y aumenta la polarización.
3. ¿En qué medida los partidos políticos y sus plataformas contribuyen a la polarización en Brasil? ¿Hay una clara división ideológica entre los partidos? ¿Qué rol han jugado liderazgos como el de Bolsonaro o Lula?
La cuestión es que la polarización no sucede a partir de las plataformas de los partidos políticos, sino a partir de cuestiones morales. La división ideológica entre el Partido Liberal, de Bolsonaro, y el Partido de los Trabajadores, de Lula, es clara, pero en temas como el rol del Estado en la economía, o las políticas de apoyo a los más pobres, por ejemplo. Esos temas no provocan la polarización exacerbada que provocan otros, como aborto, autorización para uso de armas de fuego, matrimonio gay, etc. En la campaña electoral, Bolsonaro y sus seguidores usaron las redes sociales para explorar eses temas y mentir sobre lo que piensa el adversario. Hicieron mucho más ruido que Lula y sus seguidores, pero ellos tampoco contribuyeron a calmar los ánimos.
4. ¿Cómo afecta la polarización la capacidad del gobierno para tomar decisiones y gobernar eficazmente? ¿Hay ejemplos concretos de cómo esto ha afectado políticas públicas?
La polarización extrema afecta todas las instancias de la vida de un país, incluso las decisiones de los gobiernos. En Brasil tuvimos un ejemplo extremo de ese hecho en la pandemia de Covid-19, cuando el gobierno de Jair Bolsonaro desestimuló la gente a vacunarse, rompiendo una tradición de la salud pública brasileña, conocida internacionalmente por grandes campañas de vacunación. La educación fue otra política pública afectada por la polarización extrema. Tanto en la esfera federal como en algunas provincias, gobernantes han prohibido libros considerados inadecuados por abordar temas ligados a la sexualidad, por ejemplo.
5. ¿Cómo se compara la polarización política en Brasil con otros países? ¿Existen lecciones que Brasil pueda aprender de experiencias internacionales o al contrario?
Brasil forma parte de un fenómeno global, relacionado con el retorno del populismo. Ese es un concepto que entiende el antagonismo político como el embate entre “los buenos” y “los malos” y trae para el centro del debate cuestiones morales, en detrimento de propuestas políticas. Es una realidad que se presenta en la Inglaterra del Brexit, en los Estados Unidos con el nacionalismo del slogan “Haga América grande otra vez”. En América Latina tenemos buenos ejemplos en las candidaturas antisistema de Javier Milei, en Argentina, Gabriel Boric, en Chile y, claro, Jair Bolsonaro en Brasil.
Sobre experiencias internacionales, no me parece que existan lecciones. Pienso que romper con la polarización extrema es un desafío que trae muchas preguntas y que las respuestas probablemente serán diferentes en cada país.
6. ¿Cómo ve el politólogo el futuro de la polarización política en Brasil? ¿Existen tendencias que sugieran un cambio en la dinámica actual? ¿Existen estrategias o enfoques que podrían ayudar a reducir la polarización y fomentar la reconciliación en la sociedad brasileña?
Pensar el futuro exige que seamos realistas. Nuestra expectativa es de una calcificación de lulistas y bolsonaristas en los próximos años. Es necesario reconocer ese fenómeno para buscar los límites y establecer un nuevo conjunto de reglas institucionales de convivir para salir del abismo.
Marina Isun es consultora de comunicación (@marinaisun)