SANTIAGO FEINMANN
PRIMER TIEMPO
Llegó el invierno a la Argentina y luego de más de 100 días, el país se prepara para afrontar los índices de contagios más altos que traerá consigo la pandemia en esta etapa del año. Es necesario recordar que, durante la primera etapa, el Gobierno Argentino fue unos de los primeros en América Latina en tomar medidas rápidas y drásticas para impedir la propagación del virus, luego de observar detenidamente, la experiencia de los países europeos. El reciente presidente electo Alberto Fernández llamó “aislamiento social preventivo obligatorio” a la cuarentena que decretó el día 20 de marzo en todo el territorio argentino, y en sus primeras conferencias de prensa dejó frases que clarificaron las prioridades de su gestión ante la crisis desatada por el Covid: “El primer deber de un gobernante es garantizar el cuidado de la salud y la integridad física de los habitantes” y «De la caída del PBI se vuelve, de las muertes no se vuelve más». Primero la salud, después la economía. Las rigurosas medidas implementadas por el Ejecutivo para garantizar la cuarentena tuvieron en esta primera parte, un amplio consenso por parte de la sociedad hasta que las condiciones del aislamiento comenzaron a evidenciar los límites estructurales que la Argentina padece para poder mantenerse en un estado de confinamiento permanente.
SEGUNDO TIEMPO
La cifra de una economía informal que asciende a 45% en este país, se traduce en que muchos argentinos/as deban salir a ganarse el dinero en el día a día de su trabajo. Para amplios sectores de la sociedad resultó muy difícil decirles #QuedateEnCasa. Frente a esto, el gobierno puso a disposición distintos planes orientados fundamentalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad, con un Estado enflaquecido en términos económicos, producto del modelo estatal de la gestión anterior. Paralelamente al aumento del gasto público para los programas de contención social, el país se encuentra en plena negociación con los organismos internacionales de crédito por la reestructuración de la deuda externa más cuantiosa de América Latina: $320.000 millones de dólares. Sin dar tregua, en esta segunda etapa el coronavirus continuó desnudando los padecimientos y las desigualdades preexistentes: la cuarentena puso seriamente en peligro a las poblaciones que se encuentran en situaciones de hacinamiento. Primero, la población carcelaria se movilizó en el interior de los Centros Penitenciarios haciendo saber su disconformidad sobre las condiciones que atraviesan y por lo tanto, los riesgos a los que están expuestos. Luego, los asentamientos populares de las periferias de la Ciudad de Buenos aires así como los de la Provincia de Buenos Aires, se convirtieron al día de hoy en los principales focos de contagios y de fallecimientos por las malas condiciones en las que viven las familias. Aquí se están concentrando los principales esfuerzos del Gobierno Argentino.
EL DT
La figura de Alberto Fernández presenta una particularidad con respecto a los mandatarios que lo antecedieron en la presidencia del país. Ya desde la campaña electoral del año 2019, su perfil y liderazgo se construyeron sobre la base del diálogo, la no-confrontación y la búsqueda de consenso entre múltiples sectores del sistema político argentino, fuertemente polarizado desde al menos 12 años. Bajo estas circunstancias excepcionales impuestas por la pandemia, el presidente desarrolló su comunicación desde un registro compatible con su perfil anti-polarización utilizando la unidad del país como bandera, y un tipo de apelación basada en valores como la solidaridad, la cooperación y el cuidado mutuo entre la población, que sintetizó en la frase: “Nadie se salva sólo”. Esta decisión, la tradujo en conductas muy significativas para la política argentina, como incorporar en todas sus comparecencias de prensa al alcalde de la Ciudad de Buenos Aires quien es uno de los principales líderes opositores del PRO de Mauricio Macri. Estas acciones unitarias entre importantes dirigentes tanto del oficialismo como de la oposición fueron realmente premiadas por vastos sectores de la población argentina, cuyas expectativas parecieran circunscribirse al fenómeno “rally round the flag”. Los espectadores castigan a quienes polarizan y aplauden a los anti-grieta.
EL EQUIPO
En política, la historia volvió a demostrar que las victorias abroquelan y las derrotas dispersan. Dentro del campo de juego, el reciente oficialismo actúa de forma unificada mostrando una estrategia alineada con la promoción de la cuarentena y la defensa de las políticas públicas adoptadas. La oposición presenta dos manuales distintos: la vertiente más dialoguista, capitaneada por el Alcalde de la Ciudad de Buenos Aires (Rodríguez Larreta), acuerda con las medidas preventivas que dicta el gobierno nacional; el ala más confrontativa, liderada por la Presidenta del PRO (Patricia Bullrich) y el propio Mauricio Macri, mantiene un actitud fuertemente polarizante y movilizan a sectores de la ciudadanía para reclamar por el levantamiento de las medidas de confinamiento obligatorio. Recostados por la derecha, los principales grupos empresarios también piden la pelota. Las declaraciones del Presidente no han caído bien en buena parte del sector, cuando se los instó a “ganar menos” y se les prohibió a través de un Decreto Nacional, despedir trabajadores y reducir sus plantas de personal. Los sectores más concentrados de la economía se enfrentan a un proyecto de Ley que busca generar un “impuesto a la riqueza” para dotar al Estado de mayor capacidad en la recaudación fiscal. Mientras los medios transmiten (dependiendo su conveniencia) las jugadas que consideran más relevantes, el último sostén del equipo y tal vez el más importante, aparece ocupado por los movimientos sociales. Estas organizaciones trabajan sin respiro en los barrios más carenciados del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) garantizando la alimentación y el cuidado de la salud en múltiples lugares en los que el Estado históricamente estuvo ausente. En definitiva, son en gran medida quienes sostienen la ardua tarea de mantener la paz social.
Argentina tuvo un desempeño ejemplar en la administración de la crisis del covid-19 llegando a ser mencionada entre los mejores países del mundo según la revista Times. Pero el partido no está terminado. La situación a la que se enfrenta el país los próximos meses de invierno es muy compleja y requiere del compromiso de todos los sectores que componen el tejido social y productivo del país. No habrá “mano de dios” que colabore con el resultado. El equipo deberá tirar para el mismo lado a sabiendas de que, los que más tienen, deberán hacer un esfuerzo mayor.
Santiago Feinmann es Licenciado en Sociología, Máster en Comunicación Política y Social. Analista político en el equipo de Consultoría Public Affairs Experts (@sfeinmann9)
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