El pasado viernes, 24 de abril, celebramos un nuevo Beers&Politics. En esta ocasión el título de la jornada fue “El mismo Putin, la nueva Rusia“, a cargo de GUILLEM PURSALS I JAIME. Este es su resumen:
«Rusia necesita ser más Rusia y menos occidente». Con esta frase del escritor ruso de finales del siglo XIX, Fiodor Dostoievski, se refleja con acierto la esencia de por qué Vladimir Putin es tan querido en su país y tan odiado en occidente. Putin, ex dirigente del Servicio Federal de Seguridad, –también llamado la KGB–; Presidente Provisional tras la renuncia de Boris Yeltsin, antiguo Presidente del Consejo de Ministros de la Unión de Rusia y Bielorrusia; exvicepresidente del Gobierno; exprimer Ministro de Rusia y exlíder de Rusia Unida; hoy es el Presidente del país más extenso del mundo, donde lleva casi 15 años como dirigente. ¿Pero cuáles son las claves de su éxito, que le hacen rondar entre el 77-88% de popularidad entre su pueblo, mientras en el exterior es sinónimo de la política no correcta, de aquello que desafía la paz y la estabilidad del mundo entero?
En primer lugar, el tipo de sociedad. El pueblo ruso tradicionalmente ha sido caudillista, pues tanto en la Rusia Imperial, como en la etapa Soviética, y también en la etapa democrática, el país siempre ha tenido una elite que dirigía y gestionaba el extenso territorio, mientras que el pueblo obedecía sin cuestionar muchas veces las órdenes que se le daban. La potestad de la vieja aristocracia zarista pasó a la Nomenclatura, y ésta al Kremlin y a los altos funcionarios del Estado, mientras el pueblo aceptaba su sino.
Segundo, el peso de las fuerzas armadas, muy importantes para la Federación. En ese sentido, Putin es visto como un garante de su correcto funcionamiento y una persona que entiende las necesidades tecnológicas o de modernización del Ejército. Tal importancia se hizo visible en momentos como el accidente del submarino Kursk, que se hundió sin que el Presidente interviniera, provocando gran revuelo en el país. Se demostró que los códigos y ordenanzas militares habían quedado anticuados, cayendo todo el peso de la responsabilidad de la tragedia sobre Putin. Debido a este hecho y a la expansión de la OTAN en los países del antiguo Pacto de Varsovia, emprendió una serie de políticas de “reordenación” militar para modernizar la industria militar y todo lo relativo a ella para hacer frente a los retos que supondrían los nuevos horizontes dentro del campo militar y técnico, además del estratégico. Así pues, es totalmente admirado por su tenacidad y su apoyo a las acciones recomendadas a las altas jerarquías militares.
Además, las acciones sucedidas en Georgia (cuando Putin envió al ejército a proteger un colegio atacado donde había niños rusos) o Crimea (con la independencia de Ucrania), se han visto desde dentro de la Federación como una acción defensiva de las gentes rusas que viven en el exterior y necesitan amparo. En el segundo caso, incluso llegó a construir un puente comunicando la Federación con la península, reconociendo cierta singularidad y haciendo una inversión a gran escala, fortaleciendo aún más la figura de un Presidente que cuida a sus ciudadanos.
En tercer lugar, el papel de la Iglesia Ortodoxa. Rusia es el país con mayor número de ortodoxos, quienes ven en el actual Presidente de la Federación un defensor de la cristiandad y por eso le dan su apoyo a pesar de que en el exterior los ciudadanos no lo comprendan. Por ejemplo, la Ley contra la Propaganda Homosexual fue una reacción al deseo de millones de fieles, quienes pedían regular de nuevo esta opción sexual. Este hecho desde el exterior se vio como homófobo, dañando su imagen, pero desde dentro del país fue contemplado como una acción en defensa de la tradición y los valores. El pasado avala este hecho, pues en la Unión Soviética la homosexualidad estaba perseguida con la cadena perpetua, mientras que durante el periodo Yeltsin se legalizó pero la gente estaba en contra, y con Vl. Putin se ha regulado, siendo incluso una ley para muchos sectores “suave”. Sin embargo, la directriz no es de ámbito federal y da margen suficiente a los Estados que integran la Federación para poder aplicarla si lo creen necesario, siendo solamente aplicada en las grandes ciudades del país.
Uno de los últimos puntos a destacar es la acción exterior. Fuera del país, Vladimir Putin es visto como un líder expansionista por su apoyo a empresas nacionales a la hora de invertir en el extranjero, pero desde dentro del país, es fuertemente aplaudido por la recuperación de antiguos socios en Latinoamérica y Asia, incluyendo China y la antigua orbita euroasiática soviética. Ejemplo de ello sería el Canal sino-ruso de Nicaragua, donde las dos grandes potencias están haciendo un canal transoceánico rival del de Panamá (de capital estadounidense), poniendo en jaque la presencia militar y estrategia norteamericana en la zona, al poder establecerse dos bases en el país. Incluso, empresas como Gazprom, empresa bandera energética de Rusia, están consolidando su expansión en zonas del Brasil o Asia Central, además de gestionar anteriormente los recursos energéticos de toda Centroeuropa desde el acuerdo energético con Schroeder, ex-Canciller alemán al promover el North Stream.
Por todos estos puntos, por haber devuelto al pueblo ruso su ilusión perdida, comprendiendo su carácter y respetado sus símbolos, por haber dado a Rusia más Rusia y menos occidente, como diría Dostoievski, los motivos por que Putin ha conseguido ser el super Presidente que hoy en día es. El mismo Putin, en una nueva Rusia, que ha sabido adaptarse a los tiempos, recobrando la esencia de la Federación y de sus gentes.