Luis Marañón es politólogo y consultor en public affairs. Es director en MARLOW, firma del sector, y codirector del “Máster en Asuntos Públicos: lobby, diplomacia corporativa y análisis de inteligencia”, de IMF Business School y la Universidad Nebrija.
Entrevistado por Marina Isun
Usted es consultor experto en lobby y public affairs. ¿Nos podría explicar en qué consiste exactamente su profesión? ¿Cómo explica su madre a qué se dedica?
Si quisiera alimentar las leyendas oscuras sobre esta profesión, diría que hay cosas que no se le deben explicar a una madre. Hablando en serio, creo que ella está acostumbrada a entender lo que hago con ejemplos concretos. Así lo hice cuando tuve que explicarle para qué servía estudiar Ciencias Políticas o en qué consistía asesorar campañas electorales, cuando me dedicaba exclusivamente a ello.
De manera general, diría que los public affairs son un campo profesional que se ocupa de asesorar a las organizaciones que pretenden influir en el espacio público de toma de decisiones. En este espacio se dan cita los poderes formales (poder legislativo y ejecutivo), los partidos políticos, las empresas, la sociedad civil organizada y los medios de comunicación. Este es el terreno de un consultor de asuntos públicos.
Personalmente, me gusta diferenciar tres ámbitos: las relaciones institucionales, destinadas a mantener una relación fluida con los poderes públicos; el lobby o incidencia directa, encaminada a intervenir sobre la realidad normativa y las políticas públicas; la diplomacia corporativa, orientada al desarrollo de alianzas de intereses; y la comunicación pública, cuya misión consiste en impulsar corrientes de opinión de apoyo a una causa.
Acostumbramos a relacionar el sector del lobby al mundo estadunidense o a las altas esferas de Bruselas. ¿Qué papel tiene el lobby en España?
Es un campo profesional joven pero cada vez más relevante. Ya hay firmas, departamentos de asuntos públicos en las empresas y consultores suficientes como para que podamos hablar de un sector consolidado, aunque no maduro.
Además, es previsible que siga evolucionando porque España es un país con gran complejidad regulatoria, política y administrativa. Para las empresas y para cualquier organización es vital moverse bien en este terreno. Es el modo de afrontar riesgos y aprovechar oportunidades derivadas de la toma de decisiones públicas.
La palabra lobby, en España, genera una primera reacción de rechazo. Se acostumbra a relacionar con algo poco trasparente o incluso ilícito. ¿Qué piensa al respecto?
Se tiende a pensar que quienes ponen en marcha proyectos de influencia son exclusivamente grandes corporaciones y grupos empresariales poderosos, que operan en sectores estratégicos. Esto representa una visión parcial de la realidad, porque el lobby es una actividad que también ejercen colectivos sociales que defienden causas no corporativas, como los grupos ecologistas, los defensores de los derechos humanos o los colectivos que promueven libertades públicas. Entre unos y otros, hay otros muchos actores que necesitan que sus posiciones se escuchen y se entiendan cuando se adoptan decisiones que les afectan.
En definitiva, el lobby es el ejercicio del derecho a influir legítimamente en cuestiones que nos afectan como parte de la sociedad. Creo que cuando se da un diálogo sólido entre el sector público y el privado las decisiones son de más calidad y recogen mejor el interés general.
Con respecto a la transparencia, es indispensable dar pasos definitivos. No sólo por asegurar buenas prácticas, sino también porque la regulación del lobby reforzará al sector y dará más garantías a quienes requieren ver sus intereses y valores representados.
El registro de lobbies en España es voluntario. La falta de regulación al respecto, a diferencia de otros países, deja el sector del lobby en un limbo legal. ¿Por qué cree que aún no disponemos de legislación a diferencia de las instituciones europeas? ¿Ve cercano algo tipo de avance?
En los últimos años se han dado avances muy importantes a nivel autonómico. El último ejemplo es el de la Comunidad de Madrid. A nivel nacional, la CNMC ya creó su propio registro de grupos de interés, con el objetivo de aumentar la transparencia. Es cierto que faltan pasos definitivos y espero que pronto contemos con una regulación a nivel nacional completa y que nos sitúe en el estándar de la UE.
¿En España cuales son los lobbies con más fuerza y capacidad de influencia? ¿A qué cree que se debe?
Como en cualquier otra faceta de la vida, quien más tiempo lleva haciendo una tarea, y por lo tanto cuenta con más experiencia, suele obtener mejores resultados. En este sentido, creo que las organizaciones y empresas de los sectores tradicionalmente más regulados llevan cierta ventaja.
En todo caso, creo que la clave es llevar adelante estos procesos con rigor y criterios profesionales. Hoy en día, Influir depende más del método que de la agenda, más de la pericia profesional que de los contactos personales y más de la interlocución de calidad que de ocupar niveles de acceso privilegiados.
Entrevista realizada por Marina Isun, consultora de comunicación (@marinaisun)