El primero de octubre de 2016, Pedro Sánchez se despidió de la secretaría general del PSOE en los momentos más bajos de un partido con más de 140 años de historia. Con los resultados más pobres que se le recuerdan en democracia, dejó la organización en manos de una comisión gestora que pilotó la abstención a la investidura de Mariano Rajoy y estableció el marco ideológico más aséptico que se recuerda en el socialismo español. Se abrió así una oportunidad, para quien supiese aprovecharla. Una opción para aspirar a liderar la formación que supondría una tabula rasa en sus políticas a partir de entonces. Solo había que colocar el tablero y construir un relato. Y para ello, el canal debía ser nuevo. Las redes sociales, como se ha demostrado, jugaron un papel protagonista en la pugna por el poder en el número 70 de la calle Ferraz, movilizando a una militancia que, más que nunca, tuvo en su mano el voto decisivo. Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López acudieron a las urnas un 21 de mayo de 2017, tras una intensa batalla que duró más de siete meses. El resto, se diría más tarde desde La Moncloa, es historia.