NOEMA GONZÁLEZ DÍAZ
“El día que llegas a la secretaría de prensa [de la Casa Blanca] es totalmente diferente al día anterior, aunque trates con las mismas personas. Básicamente porque ya no estás hablando con un hombre que espera ser presidente, o que está esperando para ser presidente, sino con el presidente de Estados Unidos” afirmó en una entrevista Pierre Salinger, secretario de prensa de John Kennedy.
Trabajar en el gabinete de prensa de la Casa Blanca es, posiblemente, una de las mayores aspiraciones de los amantes de la comunicación política. Pierre Salinger cuenta que el transcurso normal para llegar a tal puesto era trabajando previamente para el candidato. Esto se dio con Roosevelt, Eisenhower y Kennedy. Sólo Truman contrató a periodistas directamente de la prensa cuando llegó al Despacho Oval.
Christine Camp, asistente de Salinger, recuerda que en la legislatura de JFK la mayoría de los miembros que conformaron el gabinete habían trabajado previamente en su campaña.
El gabinete estaba conformado por Pierre Salinger como secretario de prensa, Christine Camps como la asistente de Salinger para temas burocráticos y Sue Mortensen como la segunda asistente, que se encargaba principalmente de la correspondencia. Andy Hatcher era el número dos de Salinger, que contaba con Barbara Gamarekian como secretaria. Barbara Coleman, que trabajaba con los fotógrafos y Helen Ganss, que aportaba la experiencia ya que llevaba en la Casa Blanca desde la legislatura de Franklin D. Roosevelt. También estaba Jill Cowan, una estudiante que había comenzado como voluntaria y que Pierre había contratado, más tarde, como recepcionista. Con los cambios introducidos por Salinger, fue necesaria un “número tres” que se encargara de la radio, la televisión y los medios extranjeros, este fue Jay Gildner. Con el tiempo, Gildner dejó el trabajo y lo sustituyó Mac Kilduff, que había estado dieciséis años en el Departamento de Estado.
Sin embargo, el tercer puesto de la secretaría de prensa era un puesto difícil de mantener. Kilduff, por su personalidad, no congeniaba con algunos miembros del equipo de Kennedy, especialmente con Kenny O’Donnel, amigo y consejero de JFK que actuaba como Jefe de Gabinete de la Casa Blanca. En noviembre de 1963, Kilduff sabía que iba a ser despedido, pero por diferentes circunstancias terminó siendo el encargado de viajar a Texas y fue el responsable de anunciar la muerte del presidente.
El trabajo de prensa en la Casa Blanca era frenético, los periodistas y agencias trabajaban veinticuatro horas, hasta que Salinger decidía que las noticias habían terminado y se iban todos a casa. Era el encargado de ponerle el final a la jornada.
Para hacer un buen trabajo, el equipo de Salinger tenía que coordinarse con Pam Turnure, la secretaria de prensa de Jackeline Kennedy. La relación entre ambos secretarios era estupenda, lo que facilitaba el trabajo.
La jornada empezaba a las 8:30. Pierre comprobaba la agenda del presidente y consultaba con él qué quería que se enviara a los medios. Salinger tenía muy buena relación con los secretarios de prensa de los distintos departamentos de Estado que, tenían la responsabilidad de mantenerlo informado sobre los posibles asuntos que se fueran a convertir en noticia. Normalmente, la jornada terminaba cerca de las 9 de la noche.
En el gabinete se trabajaba veinticuatro horas al día, siempre había alguien allí. Lo hacían mediante rotaciones por lo que siempre había un responsable (Salinger o Andy) y una secretaría (Camp o Mortensen). Además, debían dejar constancia de donde iban a estar en cada momento por si necesitaban contactar con ellos.
Kennedy tenía un gran instinto para saber qué era bueno para la prensa y para las relaciones públicas y era muy consciente de la importancia de la imagen para un político.
En la relación con los medios, siempre hubo prioridades, aunque se intentó que todos tuviesen las mismas oportunidades. Sin embargo, en el caso de las agencias AP y UP, siempre tenían un lugar prioritario en las caravanas del presidente y disponían de las primeras preguntas en las ruedas de prensa.
Salinger: “Si el periodista de AP hacía la primera pregunta, el de UP hacía la segunda”
Se tenían registrados 250 teléfonos, de manera que cuando querían contactar con un periodista, sus secretarías tardaban menos de 10 minutos en tenerlos en línea. Cuenta Salinger que podía ocurrir algo durante la medianoche y él llamaba y pedía contactar con AP, UP, NBC, ABC y CBS y en menos de diez minutos los tenía a todos por la misma línea, les dictaba la noticia y en pocos minutos estaba en los medios tal y como quería la oficina de prensa.
Además de mecanizar los teléfonos, también inició relaciones con medios extranjeros. Se creó la figura del jefe de prensa extranjera y se programaron encuentros con corresponsales alemanes, suizos, noruegos, etc., de manera que también estuviera controlada la prensa internacional.
Kennedy fue un presidente muy activo, por lo que la secretaría de prensa siempre estaba llena de periodistas, fotógrafos o visitantes. Además, en cada viaje del presidente, iban con un avión de prensa con casi cien personas. A ellos se les sumaban los medios locales que esperaban en los aeropuertos.
Entre los cambios más controversiales que introdujo Salinger al llegar a la Casa Blanca destacan tres: decidió cambiar de localización la sala de conferencias en la Casa Blanca a una sala más grande, lo que los periodistas entendieron como arruinar la atmósfera al quitar la intimidad del Indian Treaty Room (antigua sala de prensa).
Otro cambio fue televisar las conferencias en vivo, lo que los redactores entendieron como una invasión a los derechos de los periodistas de bolígrafo y papel. Tampoco estuvieron de acuerdo algunos miembros del gabinete como Kenny O’Donnel, Dean Rusk, McGeorge Bundy o Theodore Sorensen, que creían que un error en televisión se convertiría en un problema internacional. Sin embargo, tanto a John Kennedy como a Salinger les pareció una buena idea, tomando como referencia los debates contra Nixon.
Por último, el tercer cambio que conllevó controversia fue “abrir” la Casa Blanca. Mientras que con Eisenhower, los periodistas debían solicitar las entrevistas a Hagerty, el jefe de prensa en aquel entonces, y este lo aprobaba o no. Con Salinger, un reportero podía acercarse a cualquier miembro del equipo y entrevistarlo sobre algún tema sin contactar con la secretaria de prensa, aunque la mayoría solía preguntarle antes a Salinger.
En general, la prensa en la era Kennedy adquirió otra dimensión. La importancia de los hechos ocurridos durante su legislatura así como el carisma del Presidente, obligó al equipo a ofrecer un gabinete accesible.
La distribución de información continua, así como el nivel de detalles tanto profesionales como personales, permitió a los medios tener noticias constantes y, además, consiguió que Kennedy pasara a la historia como uno de los presidentes más conocidos y admirados.
Noema González Díaz es consultora política y corporativa en Acrópolis Comunicación. Periodista. (@noemagd)
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