GABRIELA ORTEGA
Se estigmatiza al fútbol como el “opio del pueblo”, sin embargo, como bien dijo Jorge Valdano, el fútbol es “lo más importante de las cosas menos importantes”, más si hacemos una relación entre la política y el “deporte rey”.
No hace falta buscar estadísticas, los ocho países industrializados con una potente influencia en los sectores político, económico y militar se han agrupado en un grupo informal llamado G8. Los mandatarios de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia (inhabilitada desde 2014, por su conflicto con Crimea), se reúnen para analizar el estado de la política y la economía mundial, e intentar unificar posiciones y decisiones que seguramente afectarán al resto de los países del mundo. Pero, ¿qué tiene que ver el G8 con el fútbol? Veamos si existe relación entre los ocho países autodenominados más influyentes y los resultados de sus selecciones de fútbol, femenina y masculina.
G8 | Palmarés Mundiales masculinos | Palmarés Mundiales femeninos |
Alemania | Brasil (5) (G8+5) | Estados Unidos (3) |
Canadá | Alemania (4) | Alemania (2) |
Estados Unidos | Italia (4) | Noruega (1) |
Francia | Argentina (2) | Japón (1) |
Italia | Francia (2) | Suecia |
Japón | Uruguay (2) | Brasil (G8+5) |
Reino Unido | Inglaterra (1) | China (G8+5) |
Rusia (suspendido) | España (1) | Inglaterra |
Tabla 1. Comparativa de los países del G8 y los campeones de las Copas Mundiales de fútbol femenino y masculino. Elaboración propia.
Alemania es una de las diez economías más importantes del mundo por volumen de PIB y es uno de los países con menos porcentaje de personas desempleadas del mundo. Pero no solamente puede presumir de su innegable potencia económica, las selecciones de fútbol de Alemania son las que más Mundiales han ganado a lo largo de la historia; con seis victorias, cuatro del equipo masculino (1954, 1974, 1990 y 2014) y dos del femenino (2003, 2007) es el único país del G8 que puede presumir de ser campeón mundial de fútbol tanto de hombres, como de mujeres. Además de tener al máximo goleador de los Mundiales, Miroslav Klose (16 goles), y el segundo lugar de las goleadoras que lo ocupa Birgit Prinz con 14 tantos.
Cuando el ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, en 2005, amplió la reunión del G8 a los cinco países con economías líderes emergentes (Brasil, China, India, México y Sudáfrica), para construir un “nuevo paradigma en la cooperación internacional”, además de incluir al ícono del fútbol, Brasil, dentro de las potencias mundiales, también estaría incorporando a las siguientes sedes de las Copas Mundiales, Sudáfrica (2010) y México (2016).
Brasil, este emblemático caso futbolístico se distingue por ser cinco veces campeón mundial, más dos medallas de plata, dos de bronce y dos cuartos lugares, sin bajar del décimo cuarto lugar de las selecciones de fútbol a nivel mundial. Es historia del fútbol y la selección femenina no se queda atrás. Se ha clasificado para los siete Mundiales y aunque no ha conseguido ser campeón, en China, 2007, quedó vicecampeón y en 1999 obtuvo la medalla de bronce en Estados Unidos. Cabe destacar que la mayor goleadora de la historia del fútbol es Marta Vieira da Silva, la delantera brasileña que se mantiene en el liderato de mejores marcas femeninas, con 15 goles; comparte marca con su compatriota Ronaldo y solamente son superados por el alemán, Miroslav Klose que suma 16 en sus participaciones mundialistas.
Es la primera economía del mundo por volumen de PIB, pero a la vez, Estados Unidos es uno de los países más endeudados. Ese antagonismo también se evidencia en sus selecciones de fútbol. El palmarés del balompié estadounidense tiene rostro de mujer, todas las victorias en campeonatos mundiales pertenecen a su selección femenina consiguiendo coronarse campeonas en tres ocasiones y sin bajarse del podio de los primeros lugares en todos y cada uno de los siete mundiales femeninos que han existido. Estados Unidos es el líder indiscutible del fútbol femenino, pero no sucede lo mismo con sus homólogos varones quienes, a pesar de haber participado en once de los veintiún campeonatos mundiales, su mejor posición fue el tercer puesto en 1930 (primer mundial de fútbol). Cabe mencionar que Estados Unidos ha sido sede de tres mundiales de fútbol, dos femeninos y uno masculino, y en 2026, albergará el 75% de los partidos del Mundial masculino, cuya sede la comparte con Canadá y México.
Similar a Estados Unidos es el caso de Japón. Las japonesas son líderes del fútbol, han participado en todos los mundiales, se coronaron campeonas en 2011 y obtuvieron el vicecampeonato en 2015. Sin embargo, su selección masculina ha clasificado a seis mundiales, pero no ha conseguido superar la novena posición. En una ocasión se pudo escuchar a una asesora de la Federación de Fútbol de Japón decir que siempre han pensado que “había más opciones de ganar títulos con las selecciones femeninas que con las masculinas y, por eso, han invertido dinero y recursos en ellas”, a lo mejor es una opción que deberían valorar varios países.
Continuando con el G8, aunque Reino Unido abarque más selecciones que la inglesa, nos permitimos la licencia de considerar solamente a ésta dentro del análisis ya que Irlanda del Norte, Escocia y Gales no han conseguido ganar ningún campeonato mundial hasta ahora, mientras que el combinado inglés fue campeón masculino cuando fue sede en 1966. Inglaterra es un caso que vale la pena destacar ya que, al igual que Alemania, se encuentra presente en las tres columnas: como país miembro del G8, como campeón masculino y como medalla de bronce con el equipo femenino en Estados Unidos (2015). Cabe recordar que el combinado inglés es considerado la primera selección nacional del mundo, distinción que intentó defender al no participar en los tres primeros Mundiales masculinos de fútbol, por no haber sido electa como sede de estos.
A Italia y Francia les sucede algo similar, son países influyentes económica y políticamente en el G8; sus equipos de fútbol masculinos ocupan el tercero y quinto puesto en el palmarés de los campeones mundiales de fútbol. Sin embargo, sus equipos femeninos no han tenido grandes victorias, el mejor resultado de las francesas fue el cuarto lugar al perder contra Suecia en 2001; y las italianas que han clasificado a dos mundiales de fútbol con resultados poco reseñables.
De los tres países antes mencionados, cabe señalar que, a pesar de que Inglaterra es la selección nacional más antigua, si hablamos de fútbol Italia es un país de los que primero se vienen a la mente, tal vez porque fue lugar de la segunda sede del mundial masculino después de la gran “insistencia” de Mussolini a Suecia (la otra candidata a albergar la competición) que acabó cediendo a las presiones; o porque ha sido cuatro veces campeón mundial (1934, 1938, 1982, 2006); o quizás porque su primer trofeo del mundo se le atribuye a la famosa conversación entre Mussolini y Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol y miembro del Comité Olímpico Italiano, cuando le mencionaba:
— No sé cómo hará, pero Italia debe ganar este campeonato.
— Haremos todo lo posible… (fue la respuesta de Vaccaro).
— No me ha comprendido bien, general… Italia debe ganar este Mundial. Es una orden.
Y así, en 1934, la azzurra quedó campeona del mundo por primera vez en su historia.
Del grupo de los G8, nos queda pendiente Canadá y Rusia (suspendida del G8) y en ambos casos, el fútbol no es un deporte que figure en sus palmarés. Ni sus representaciones masculinas, ni femeninas, han conseguido mayores logros en este deporte. Canadá puede presumir de haber clasificado a seis de los siete campeonatos del mundo femeninos, pero sin mayores resultados que una medalla al cuarto lugar en el mundial de Estados Unidos, 2003. Algo similar sucede con Rusia cuyo mayor logro es el cuarto lugar alcanzado por la selección masculina en el mundial de Inglaterra 1966.
Estos son los lugares que ocupan las ocho grandes potencias mundiales en el fútbol. Sin embargo, nos quedan pendientes selecciones tanto femeninas como masculinas que se van abriendo paso o que ya tienen un lugar consolidado como referentes futbolísticos. En las mujeres, Noruega, Suecia y China merece la pena mencionarlas como iconos futbolísticos. Noruega alzó la copa del mundo en 1995 y ha obtenido medallas de plata y bronce al igual que las selecciones femeninas de Suecia y China. Sin embargo, sus homólogos masculinos han tenido logros poco reseñables.
En el lado contrario, al destacar países relevantes en el historial del fútbol masculino se encuentran Argentina, Uruguay y España. Son las tres selecciones campeonas del mundo que sus compatriotas femeninas no han podido alcanzar en títulos; Argentina ha clasificado a todos los mundiales, pero no ha pasado de la fase de grupos, España solamente ha clasificado en una ocasión (2015) y Uruguay todavía no ha vivido un Mundial de fútbol femenino.
Para terminar, si hablamos de fútbol y política no hay que perder de vista a la sigilosa y silenciosa China que, al igual que Brasil, entró en la lista de los países potentes G8+5. La selección femenina china cuenta con seis participaciones en los siete campeonatos mundiales y destaca su medalla de plata en 1999, final que perdió contra la local Estados Unidos, mismo rival que le arrebató el tercer puesto en 1995. ¿Rivalidad política que se traduce al fútbol o viceversa? Por otra parte, la selección masculina clasificó por primera vez a un mundial en Corea-Japón, 2002. Cabe señalar que el presidente chino, Xi Jinping, es un ávido fanático de este deporte y ya ha dejado claro que el desarrollo del fútbol es una prioridad de su gobierno, porque quiere que China participe, organice y gane un Mundial.
Está claro que no es un condicionante que los países más desarrollados sean líderes futbolísticos. Sin embargo, Alemania sí ocupa el liderato mundial política, económica y futbolísticamente. Lo hace aunando esfuerzos entre ambas selecciones femenina y masculina, que en total suman los seis campeonatos mundiales que ningún país ha alcanzado. Este logro conjunto merece que se recuerde con especial ahínco las situaciones que tuvieron que vencer las mujeres alemanas para jugar al fútbol y conseguir este logro: (1) La prohibición de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) en 1955 por considerar la combatividad del deporte como contraria a la naturaleza de las mujeres. (2) Las dudas del primer entrenador de la selección femenina en 1982, Gero Bisanz, quien declaró que temía por su reputación ya que sus colegas se reían de él. (3) En 1983, las alemanas ganaron la Eurocopa Femenina y recibieron como premio una vajilla de servicio de café de Villeroy & Boch, pintada con flores de colores.
A lo mejor, solamente como conjetura, lo más importante de este cruce de datos está en ese esfuerzo realizado por cientos de mujeres que abrieron el paso para que todo un país sea potencia, y no solo económica o políticamente. Por eso, considero que el fútbol es algo más que “lo más importante de las cosas menos importantes” y mucho más que el “opio del pueblo”.
Gabriela Ortega Jarrín es coordinadora del departamento de consultoría del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político (CIGMAP) de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y portera de la selección ecuatoriana de fútbol (2003-2008).
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