El discurso de Zelenski

ADRIÁN BELTRÁN

“Supongo que el liderazgo significó una vez tener músculos, pero hoy significa llevarse bien con la gente“.
Mahatma Gandhi

La noche del miércoles 23 de febrero, unas horas antes del primer ataque de Rusia a Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski (quien arrasó en las elecciones de 2019 con un 73% de los votos) aparecía en las pantallas del mundo entero para pronunciar un discurso histórico. En plano, un presidente vestido con traje y corbata negra. Detrás, la bandera de Ucrania y un mapa del territorio. Símbolos por los que podemos adivinar la gravedad de la situación y el mensaje de que los ucranianos no están dispuestos a renunciar a su tierra e identidad.

Empieza a hablar Zelenski con un tono sereno, serio y firme. Transmite tranquilidad y determinación. Lo primero que sorprende es que no se dirige al pueblo ucraniano, ni a las autoridades mundiales ni siquiera a Putin. Su discurso, pronunciado en ruso, es para los ciudadanos rusos. ¿El objetivo? Tratar de convencerles del sinsentido de la guerra y conseguir restar apoyos a Putin de su propia nación. Así empieza:

“Hoy he iniciado una conversación telefónica con el presidente de la Federación Rusa. El resultado fue el silencio. Aunque debería haber silencio en Donbás. Por eso hago hoy un llamamiento a todos los ciudadanos de Rusia. No como presidente. Como ciudadano de Ucrania. Compartimos más de 2.000 kilómetros de frontera. En ella se encuentra nuestro ejército. Casi 200.000 soldados, miles de unidades, y vuestro líder ha dado luz verde a que avancen hacía nosotros, hacia el territorio de otro país. Este puede ser el primer paso de una gran guerra en Europa”.

Zelenski también deja claro que no es una guerra solo contra Ucrania, sino contra toda Europa, con la intención de sumar apoyos del resto de países del continente y dejar solo a Putin. Una táctica inteligente. Luego, siguió su discurso desmontando los argumentos con los que Putin había justificado la guerra:

“Os han dicho que esa llama traerá libertad a la gente de Ucrania, pero la gente de Ucrania ya es libre. Recuerdan su pasado, están construyendo su futuro. Lo construyen, no lo destruyen, como os dicen por televisión. La Ucrania que aparece en vuestras notícias y la realidad son diferentes. La diferencia más importante es que la nuestra es real. Os dicen que somos nazis. ¿Cómo puede llamarse nazi a una nación que ha sacrificado 8 millones de vidas para acabar con el nazismo? Os han dicho que odiamos la cultura de Rusia, ¿Cómo se odia una cultura? Nuestros vecinos nos enriquecen culturalmente. Eso no nos convierte en una única entidad, tampoco nos separa. Somos diferentes, pero esa no es razón para ser enemigos. Queremos construir nuestra propia historia. Pacíficamente, honestamente”.

Como vemos, el presidente confronta la propaganda rusa con la realidad de Ucrania. Y vuelve a reiterar, como en tantas ocasiones en el discurso, que su país solo quiere construir su propia historia pacíficamente. Es decir, convierte a Ucrania en víctima y a Rusia en el tirano agresor.

La empatía es otro de los recursos que emplea Zelenski para apelar a los lazos emocionales y vínculos entre el pueblo ruso y ucraniano, porque entre hermanos no se debe pelear.

“¿Contra qué lucháis? ¿Contra quién? Muchos habéis visitado Ucrania. Muchos tenéis familia en Ucrania. Algunos habéis estudiado en nuestras universidades, hecho amigos. Conocéis nuestro carácter, nuestra gente, nuestros principios. Sabéis qué es lo que más apreciamos. Escuchad vuestro interior, el sentido común, escuchad vuestras voces. La gente de Ucrania quiere paz. Las autoridades de Ucrania quieren paz. Queremos paz y hacemos todo lo que podemos”.

Ni rastro hasta el momento del estilo soberbio y frío de Putin. Su homólogo ucraniano transmite a través de las palabras y la imagen cercanía, humanidad, respeto y confianza, rasgos intrínsecos a todo líder que busque el apoyo de sus ciudadanos. Mientras uno busca complicidad del mundo entero el otro trata de imponer su poder entre los rusos, convencido de que le obedecerán a base de miedo y fuerza. Liderazgo trasnformacional vs liderazgo autoritario tal y como lo acuñó el historiador y politólogo estadounidense James MacGregor Burns.

Ya hacia el final de su alocución, Zelenski trata de convencer de que Ucrania no es una amenaza como afirma Putin, por lo que su pueblo no va a atacar sino a defenderse en caso de que intenten arrebatarles la vida. Una vez más, el significante y significado del lenguaje juega un papel fundamental en una comunicación de guerra como esta, vital para, desde el primer minuto, recabar apoyos de la comunidad internacional.

“Sabemos seguro que no queremos una guerra. Ni fría, ni caliente, ni híbrida. Si nos amenazan, si alguien intenta tomar nuestro país, nuestra libertad, nuestras vidas, las vidas de nuestros hijos… nos defenderemos. No atacaremos, nos defenderemos. Si nos atacáis, veréis nuestra cara, no nuestra espalda”.

Y continúa enumerando las terribles consecuencias de una guerra: “la gente pierde a familiares, dinero, libertad, calidad de vida. Y trae sangre, dolor, ruinas, suciedad, oscuridad…” con el fin de arrinconar a Putin y a su plan megalómano de destrucción.

Por último, el presidente ucraniano termina su discurso haciendo un llamamiento a la gente rusa con influencia y al pueblo llano para que se manifiesten en contra de la guerra, porque a lo mejor a ellos Putin sí les escucha. Y también pide que los ciudadanos hagan un esfuerzo por compartir este mensaje, ya que da por supuesto que los medios rusos afines al Kremlin no lo van a publicar.

“¿Quién puede prevenir que esto pase? La gente. Seguro que estas personas están entre vosotros. Músicos, actores, atletas, científicos, doctores, blogueros, cómicos, tiktokers… gente normal, gente sencilla. Hombres, mujeres, viejos, jóvenes, padres y, más importante, madres. Tanto como la gente de Ucrania, por mucho que os digan lo contrario. Sé que ese discurso no saldrá por la televisión rusa, pero los ciudadanos de Rusia tienen que verlo. Tienen que saber la verdad. Y la verdad es que esto tiene que parar antes de que sea demasiado tarde”.

Y el discurso de nueve minutos acaba con una pregunta: “¿La gente de Rusia quiere la guerra?. Solo podéis responder vosotros, ciudadanos de la Federación Rusa”.

A día de hoy, principios de marzo de 2022, este y los sucesivos discursos de Zelenski no han servido para detener la guerra pero sí para que millones de personas del todo el mundo muestren públicamente su rechazo a este conflicto. Desde que empezó, podemos ver cada día numerosos ejemplos de cómo ambos líderes llevan a cabo una estrategia comunicativa totalmente antagónica. Mientras uno utiliza las redes sociales para narrar en primera persona la evolución del conflicto, mostrándose cercano, patriota y dispuesto a defender su país con su vida, y vestido de militar para ayudar en lo que haga falta, el otro publica fotos de reuniones en mesas kilométricas y salones bañados en oro para dejar patente su poder supremo.

Veremos si Putin gana la guerra a base de fuerza bruta, pero lo que sí está claro es que la batalla de la imagen y de la comunicación ya la ha perdido. Ojalá estas dotes comunicativas y dominio de la oratoria y la telegenia de Zelenski, cuyo pasado como actor y guionista le ha ayudado a controlar el código mediático, sirvan para acabar con esta y todas las guerras. Porque la comunicación también puede ser un arma estratégica, que no mata pero convence.

 

 

Adrián Beltrán Miralles es Jefe de gabinete del Ayuntamiento de Onda y creador del podcast de Onda Cero ‘Palabras para la historia’ (@adbeltran).