El Cuento de la Criada: Patriarcado y distopia

MANUEL RODRÍGUEZ MORILLO

Una de las series de 2017 fue El Cuento de la Criada. Basado en la obra homónima de Margaret Antwood (The Handmaid’s Tale) se ha ganado a crítica y público por la manera tan sutil y cruda a la par de contarnos una historia que ya conocemos: la de la opresión a las mujeres.

Este cuento narra las vivencias de Defred (Offred), una mujer en una situación muy difícil que debe sobrevivir en una distopía que podría ocurrir en un futuro muy cercano. Esta producción es capaz de ponerle rostro y nombre a ese sistema de relaciones de poder construido para que un género domine al otro. Es lo que llamamos el patriarcado.

El Cuento de la Criada y la dictadura

Ante cada conmoción social, las personas reaccionan para canalizar la frustración social. En los Estados Unidos de la realidad tenemos a Trump, pero en El Cuento de la Criada tenemos la República de Gilead. En esta obra una plaga de infertilidad asola a la Humanidad. Esto es aprovechado por algunos iluminados para llevar a cabo una revolución conservadora y religiosa que convierte todas las estructuras de Estado en una teocracia fanática. Aún en guerra con lo que queda de Estados Unidos, esta revolución teocrática subvierte todos los órdenes políticos, jurídicos y sociales:

  1. Políticos: el poder queda concentrado en los Líderes de los Fieles, que no son otros sino quienes comenzaron la revolución. Hombres que se reparten el poder y establecen una dictadura totalitaria contra la población civil. Cuesta resistirse a hacer un pequeño paralelismo con los Guardianes de la Revolución Islámica de Irán.
  2. Jurídicos: los Derechos Humanos son erradicados. En su lugar se aplica de forma tajante la ley divina. Pero no, no nos referimos a la Shariah. Este mundo se rige por valores perfectamente judeocristianos. La ley suprema no es otra que una aplicación estricta de la Biblia.
  3. Sociales: la sociedad es dividida en una especie de castas superiores e inferiores. Mientras que dominan los líderes de la revolución, los hombres de menor categoría se dedican a otras labores. Pero lo verdaderamente relevante es el papel que se les otorga a las mujeres. Es aquí donde se ve el peso del patriarcado.

El Cuento de la Criada y el Patriarcado

El patriarcado es la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre la mujer y sobre la sociedad en general (definición de Gerda Lerner). Llamamos así al sistema de relaciones que ocasionan que la mujer y la infancia estén sistemáticamente oprimidas por el varón.

Celia Amorós añade que es un pacto entre hombres de todas las clases sociales para apropiarse del cuerpo de la mujer y, por extensión, sus hijos y su trabajo. Esta definición es muy útil para explicar lo que pasa en El Cuento de la Criada, dado que las mujeres son literalmente propiedad de los hombres, llegados incluso a perder su identidad: Defred es, literalmente, “De Fred”, propiedad de Fred Waterford, el hombre de la casa. A June, que así se llama la protagonista realmente, se le prohíbe usar su nombre y si pasa a ser la criada de otra casa adoptará un patronímico de cada paterfamilias (Por ejemplo: Deglenn).

Según María Milagros Rivera Garretas, catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Barcelona, hay dos manifestaciones muy concretas de la dominación masculina: la heterosexualidad obligatoria y el contrato sexual. La primera es condición necesaria para la pervivencia del patriarcado ya que hace posible que todas las mujeres estén junto a un hombre y sean potencialmente (sus) reproductoras. Respecto al contrato sexual, nombre de un libro de Carol Pateman, refleja ese supuesto acuerdo según el cual las mujeres se hacen cargo de la esfera privada (la casa, los cuidados, la infancia, los mayores) y la esfera pública (la política, los negocios…) pertenece a los hombres.

De nuevo, ambas instituciones están presentes en The Handmaid’s Tale: vemos por un lado la enorme represión hacia la homosexualidad, en especial cuando a las diferentes criadas lesbianas que aparecen se las acusa de “traición a su género”, reflejando la maternidad y la heterosexualidad como esencias de lo femenino; por otra parte, vemos la tensión entre el liderazgo del Comandante Waterford en el espacio público mientras que las mujeres siempre aparecen en el ámbito doméstico.

Vamos a repasar ahora los diferentes roles que se asignan a las mujeres en la esfera patriarcal de The Handmaid’s Tale.

Cuidadoras: Marthas

Las mujeres infértiles y de clase inferior son las Marthas, quienes se dedican a las labores de cuidados. Las tareas domésticas son su principal cometido, liberando a las mujeres de clase superior de estas labores. Como se puede suponer, aquí la noción “de clase” es usada con pleno conocimiento.

Esposas sumisas: Serena Joy

Las mujeres infértiles de clase superior son las esposas de los Líderes de los Fieles. Delicadas, comprensivas, calladas y -en definitiva- sumisas compañeras que se dedican a dirigir los trabajos del hogar que desarrollan las Marthas. De entre ellas sobresale Serena Joy, la gran antagonista de nuestra Defred. Una mujer anti-feminista, que defiende el sistema aunque la frustra ya que hay otra mujer (la criada) incrustada legalmente en su matrimonio.

Con todo, Serena Joy me parece uno de los personajes más interesantes. En un capítulo podemos ver flashbacks que nos muestran momentos previos a la revolución: Serena y su marido Fred Waterford son jóvenes activistas comprometidos que trabajan codo con codo. De hecho el papel de ella es decisivo: es la ideóloga del “feminismo doméstico” que promueve la localización de la mujer en el ámbito privado. En alguna escena puede verse cómo, tras producirse la revolución, sus propias ideas le explotan en la cara: su marido y flamante líder de la revolución religiosa le impide avanzar… cumpliendo con la doctrina que ella misma impulsó.

Reproductoras: las Criadas

Llegamos al quid de la cuestión. En un mundo con una enorme crisis de infertilidadque amenaza a la raza humana, las mujeres fértiles son muy valiosas. Tanto que el nuevo Estado dictatorial las “marca” de rojo y las convierte en criadas. Basándose en un precedente bíblico, se las forma en el “Centro Rojo” y las adoctrina para convertirlas en esclavas sexuales de los guardianes de la revolución. Se les enseña a culpabilizarse por todo tipo de violaciones y horrores que han sufrido. Participar en las siniestras “ceremonias” donde son violadas por los comandantes para quedarse embarazadas no es un terrible castigo… sino una dicha, una bendición de Dios.

Estas ceremonias, como podemos ver en el capítulo piloto, parten del capítulo 30 del Libro del Génesis. El patriarca, el Comandante Waterford, lee este pasaje bíblico y a continuación lo replican. Tal cual.

Génesis 30. Cuando Raquel se dio cuenta de que no podía tener hijos, se puso celosa de su hermana. Por eso le dijo a Jacob:

—Si no me das hijos, ¡me muero!

Jacob se enojó con ella, y le dijo:

—¿Acaso crees que yo soy Dios? ¡Él es quien no te deja tener hijos!

Entonces Raquel le dijo:

—Te voy a dar a mi esclava Bilhá, para que tengas hijos con ella. Así, los hijos que ella tenga serán considerados míos.

Raquel le dio a Jacob su propia esclava como esposa. Jacob tuvo relaciones sexuales con Bilhá, y ella quedó embarazada y tuvo un hijo.

Sororidad

Como la misma protagonista  observa en el primer episodio, lo que mejor se le da al sistema es conseguir que todos sospechen unos de otros. Así los supuestos lazos que se crean nunca son sinceros. Siempre puede haber alguien que se chive a las autoridades y acabes colgado. Esto es especialmente cierto en el caso de las criadas, mujeres que deben vestir igual -el rojo es el signo de su fertilidad- y caminar de dos en dos, en teoría para protegerse y acompañarse, en la realidad para vigilarse mutuamente.

No es sino el vencimiento de esa desconfianza mutua, la generación de lazos de confianza, de solidaridad, de afectos, lo que les permite ganar poder. Cuidarse mutuamente, comprender que tienen intereses en común y que deben unirse contra el opresor es lo que les permite conseguir pequeñas victorias. Llámalo fraternidad, conciencia de clase o… sororidad.

El Cuento de la Criada: literatura contra el fascismo y el machismo

El Cuento de la Criada es una serie que merece ser vista. Lleva al extremo las diversas manifestaciones de la opresión de los hombres hacia las mujeres y nos la restriega por la cara. Uno de los grandes aciertos de la serie es hacer numerosas referencias a la actualidad, como el uso de Uber o Tinder. De una forma muy clara podemos identificar además debates abiertos en nuestra sociedad: la sexualidad, la represión, el recorte de derechos civiles o incluso a la gestación subrogada.

Como última reflexión, es interesante pensar cómo en una época de paranoia acerca del Islam, como supuesto enemigo de la democracia, Margaret Antwood nos presenta una dictadura perfectamente occidental y cristiana. La democracia tiene flujos y reflujos. Y debemos estar alerta para no perder nuestros derechos.

 

Manuel Rodríguez Morillo es politólogo y codirector de Cámara Cívica (@ManuRodriguezCC)

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Ver más artículos del monográfico 08: distopias políticas

Publicado inicialmente en Cámara Cívica

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

-AMORÓS, C., Feminismo: Igualdad y diferencia, PUEG-Programa Universitario de Estudios de Género- Universidad Nacional Autónoma de México, 1994

-FONTENLA, M., ¿Qué es el patriarcado?, en Diccionario de Estudios de Género y Feminismos, Ed. Biblos (2008).

-RIVERAS GARRETAS, MM., Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista. Icaria. Barcelona, 1994.

-ELLE: Has ‘The Handmaid’s Tale’ Given Us the Scariest Anti-Feminist Villain Yet?

-Serena Joy, complex and complicit, takes center stage in The Handmaid’s Tale, en AV/TV Club.

-LA SCRIPT: El Cuento de la Criada es real: 7 ejemplos que lo demuestran.

-Sagrada Biblia: Génesis, 30, 1-5.