Camaradas, no pude asistir a la sesión de ayer pero he leído con atención los dos discursos que, en principio, se han opuesto a la táctica definida por el Ejecutivo: los discursos de nuestros camaradas Terracini y Daniel Renault.
Estoy de acuerdo con el camarada Radek cuando dice que el discurso del camarada Terracini no es más que una nueva edición, y no muy mejorada, debo confesarlo, de las objeciones que presentó a nuestras tesis en el III Congreso. Ahora bien, la situación ha cambiado.
En el III Congreso nos encontrábamos ante el peligro que el partido comunista italiano y otros se comprometiesen en acciones que podrían ser muy dañinas. Siempre se puede decir que este peligro negativo no es tan peligroso como el peligro positivo. Sí, pero el tiempo es un gran factor en política y, si se le deja escapar, este tiempo siempre es utilizado por otros contra nosotros.
El camarada Terracini dice: “naturalmente, estamos a favor de la acción de las masas y a favor de la conquista de las masasâ€. Es lo que repite siempre en su discurso. Pero, por otra parte: “estamos a favor de la lucha general del proletariado y contra el frente único, en el sentido precisado por el Ejecutivo.â€
Camaradas, el mismo hecho que un representante del partido proletario afirme y repita continuamente: “estamos a favor de la conquista de la mayoría del proletariado, estamos a favor de esta consigna: “¡Hacia las masas!â€, aparece como un eco un tanto tardío de las discusiones del III Congreso en el que se creía inminente la revolución, en el que los sentimientos del proletariado, sentimientos nacidos de la guerra, y muy favorables a la revolución rusa y a la revolución en general, parecían suficientes para llevar a la revolución. Pero los acontecimientos han demostrado que esta apreciación era falsa. Durante el II Congreso, discutimos, dijimos:
“No, ahora empieza una nueva etapa: la burguesía está actualmente sino muy
segura al menos bastante segura sobre sus pies como para obligarnos a los
comunistas a conquistar primero que nada la conciencia de la mayoría de los
trabajadores.â€
¿Cómo conquistar las masas?
Y hoy en día el camarada Terracini repite continuamente: “estamos a favor
de la acción que debe conquistar las masasâ€. Naturalmente, pero nos
encontramos ya emplazados en un nivel un poco más elevado y discutimos
ahora sobre los métodos para conquistar a estas masas en la acción. Y,
sobre este problema: ¿cómo conquistar a las masas? Los partidos
comunistas se han agrupado, de hecho de forma natural, lógicamente, en
tres grandes categorías: los partidos que están aún en los comienzos de sus
éxitos y que, como organización, aún no pueden ejercer un papel en la
acción inmediata de las masas. Naturalmente, estos partidos tienen un gran
porvenir, como todos los otros partidos comunistas; pero, hoy en día, no
pueden contar mucho con la acción de la masa proletaria pues no tienen
muchos militantes. Ahora, estos partidos deben, por el momento, luchar
para conquistar una base, una posibilidad de influenciar al proletariado
durante su acción (de esta situación sale con éxito ahora aún nuestro
partido inglés en crecimiento).
Por otra parte, hay partidos que dominan completamente al proletariado.
Creo que el camarada Koralov tiene razón cuando afirma que éste es el
caso de Bulgaria. ¿Qué significa esto? Esto quiere decir que Bulgaria está
madura para la revolución proletaria pero que las condiciones
internacionales lo impiden. Entonces, naturalmente, en semejante situación
la cuestión del frente único no se plantea o casi no se plantea.
En Bélgica e Inglaterra, por ejemplo, se presenta como una lucha para
conquistar un lugar en el frente proletario, para influenciar al proletariado,
para no ser eliminado de su movimiento.
Entre estos dos polos extremos, hay partidos que representan una fuerza, no
sólo una fuerza de ideas sino una numérica, como organización. Este es ya
el caso de la mayor parte de los partidos comunistas. Su fuerza puede ser la
de un tercio de la vanguardia organizada, un cuarto o, incluso, la mitad, o
un poco más de la mitad, ello no cambia la situación en general.
¿Cuál es su tarea? Es conquistar a la aplastante mayoría del proletariado.
¿Con que objetivo? Para llevar al proletariado a la conquista del poder, a la
revolución. Cuándo llegará ese momento, no lo sabemos. Supongamos en
seis meses, supongamos en seis años, puede tratarse de esta escala, entre
seis meses y seis años en los diferentes países. Pero, teóricamente, no está
excluido que este período preparatorio pueda durar mucho más tiempo.
Entonces me pregunto: ¿qué hacemos durante este período? Seguimos
luchando por conquistar la mayoría, la conciencia de la totalidad del
proletariado. Pero este no es el caso, ni hoy ni mañana; por el momento
somos el partido de la vanguardia del proletariado. Y bien ¿es necesario
que la lucha de clases se pare para esperar el momento en que nosotros
hayamos conquistado a la totalidad del proletariado? He aquí la cuestión
que planteo al camarada Terracini y también al camarada Renault: ¿la lucha
proletaria por el pan de cada día cesa a la espera del momento en que el
partido comunista, apoyado por la totalidad de la clase obrera, pueda
conquistar el poder? No, no cesa, continúa. Los obreros que están en
nuestro partido o aquellos que mantienen fuera de él, como los que están en
el partido socialdemócrata o fuera, están más o menos disponibles, ello
depende del momento y del medio proletario pero son capaces de luchar
por sus intereses inmediatos y la lucha por sus intereses inmediatos, en
esta época de gran crisis imperialista, es siempre el comienzo de una lucha
revolucionaria. Esto es muy importante pero aquí sólo es un paréntesis.
Acciones inmediatas
Y bien, los obreros que no ingresan en nuestro partido, que no comprenden
a nuestro partido y por esta causa no ingresan en él, quieren tener la
posibilidad de luchar por el trozo de pan, por el trozo de comida. Ven al
partido comunista, al partido socialista, y no comprenden por qué se han
separado; se adhieren a la CGT reformista, al partido socialista en Italia,
etc., o bien están fuera del partido. Y, mira por donde, se dicen que estas
organizaciones, o bien estas sectas, no sé cómo las denominan en su
lengua, estos obreros semiconscientes, dicen: “¡Que nos ofrezcan la
posibilidad de luchar hoy!†No les podemos responder: “Pero estamos
aislados para preparar tu futuro, tu gran día de mañana…†No lo
comprenderían porque están absorbidos por su “día de hoyâ€, porque si
pudiesen entender este argumento, para ellos completamente teórico,
habrían ingresado en el partido. Encontrándose en ese estado de ánimo y
viendo delante de ellos diferentes organizaciones sindicales y políticas, se
encuentran desorientados; se encuentran ante la imposibilidad de preparar
una acción inmediata, por más parcial y pequeña que sea. Entonces llega el
partido comunista que les dice: “Mis amigos, nos hemos separado. Creéis
que es un error; puedo explicaros las razones. ¿No las entendéis? Lo siento,
pero ahora existimos nosotros, los comunistas, los socialistas y al lado de
nosotros los sindicalistas reformistas y los sindicalistas revolucionarios;
existimos como organizaciones independientes por razones que nosotros,
comunistas, creemos completamente legítimas; pero a pesar de todo,
nosotros, comunistas, os proponemos una acción inmediata por vuestro
trozo de pan: os la proponemos, a vosotros y a vuestros jefes, a cada
organización que representa a una parte del proletariado.†Está
completamente dentro de la psicología de las masas, dentro de la psicología
del proletariado, y afirmo que los camaradas que, con pasión, que se
explica muy bien a causa de la importancia y gravedad de la cuestión,
protestan contra esto, expresan mucho más el proceso doloroso de su
reciente separación de los reformistas, de los oportunistas, que no la
mentalidad de la gran clase proletaria. Porque yo comprendo muy bien que
para un periodista que estaba en la misma redacción de la Humanité con,
pongamos por caso, Longuet, que se separó de ella con grandes
dificultades, dirigirse de nuevo tras todo esto a Longuet, proponerle hacer
causa común con él, se trata de una dificultad psicológica, es una dificultad
moral. Pero en cuanto a la clase proletaria, en cuanto a la masa francesa, a
los millones de obreros franceses, no se preocupan mucho de estas cosas,
desgraciadamente, puede ser que porque no están en el partido. Pero
cuando se les dice: “Nosotros, comunistas, tomamos ahora la iniciativa de
la acción de masas por vuestro trozo de panâ€, ¿A quién reprobarán en estas
circunstancias? ¿A la Internacional Comunista, al Partido Comunista
francés? No, jamás.
Objeciones al Frente Único
Y para demostraros, camaradas, que esta mentalidad que se abre paso en
Francia, sobretodo en Francia, no es el reflejo de la mentalidad de la masa
proletaria sino que representa, por una parte, un eco tardío de un aspecto
del antiguo partido y, por otra parte, el penoso proceso de la separación,
para demostraros esto, voy a citaros algunos artículos… Ruego disculpas:
los camaradas franceses se burlan un poco de nuestro entusiasmo por la
citas; uno de ellos ha hecho observaciones muy espirituales sobre la
envergadura de nuestra documentación, pero no nos queda otra solución,
naturalmente; la citas son flores secas del movimiento obrero pero si se
conoce un poco la botánica y si también se ha observado a las flores en los
campos, bajo el sol, se llega, incluso ante ejemplares disecados, a una idea
del movimiento.
Os citaré a un camarada muy conocido en Francia: es el camarada Víctor
Méric. Representa, más o menos, a la oposición contra el frente único bajo
un aspecto comprensible para todo el mundo; la vulgariza a su estilo
humorístico. He aquí lo que dice (parece ser una broma y, para mí, es una
mala broma; pero hay que tomarla tal y como es):
“¿Si hacemos frente único con Briand? Después de todo, Briand sólo es un
disidente, un disidente de la primera hornada, un disidente precursor; pero, de
todas maneras, pertenece a la gran familia†(Journal du peuple, 13 de enero)
Así, en el mismo momento en que el Ejecutivo dice: “Vosotros, el partido
francés, no representáis más que a una parte de la clase obrera, hay que
buscar las posibilidades de la acción común de las masasâ€, la voz de París
responde: “¿Pero, y si hacemos frente único con Briand?â€
Se puede decir: se trata de ironía y está escrito en un diario que está creado
especialmente para este género de bromas, el Journal du peuple. Pero tengo
una cita del mismo autor en La Internacional y es infinitamente más serio
donde dice:
“Y que se me permita plantear un única cuestión, ¡ah! Sin la menor ironía… (es
Víctor Méric quien precisa: “sin la menor ironíaâ€)
INTERRUPCIONES.- ¡Por una vez! No ocurre muy a menudo.
TROTSKY.- “… Y que se me permita plantear una única cuestión, ¡ah! ¡Sin
la menor ironía! Si esta tesis resulta aceptada en Francia y si, mañana, el
ministerio Poincaré la Guerra, arruinado, deja el lugar a un gabinete Briand
o Viviani, resuelto partidario de la paz, del desarme y de la entente entre
los pueblos y del reconocimiento de los soviets, ¿no será necesario que
nuestros representantes en el parlamento consoliden mediante su voto la
situación de este gobierno burgués? Y si incluso, ¡todo puede suceder!, una
cartera fuese ofrecida a alguno de los nuestros, debería rechazarla? (La
Internacional, 22 de enero)
Está escrito, ¡ah!, sin la menor ironía no en el Journal du peuple sino en La
Internacional, el diario de nuestro partido. Así, para Víctor Méric, no se
trata de la cuestión de la unidad de acción proletaria sino de las relaciones
de Víctor Méric y de tal o cual disidente, de los disidentes de ayer o
antesdeayer. Es, como puede verse, un argumento tomado del terreno de la
política internacional. En el caso en que un gobierno Briand estuviese
dispuesto a reconocer a los soviets, ¿la Internacional nos impondría desde
Moscú la colaboración con este gobierno?
El camarada Terracini no ha hablado, completamente, como el camarada
Méric; pero también él ha evocado el fantasma de una alianza entre tres
potencias: las potencias número 3, 2 y 2 y ½ (Alemania, Austria y Rusia).
Es un poco el mismo terreno.
El camarada Zinoviev dijo en su discurso en reunión plenaria, y yo lo dije
también en la comisión: hay camaradas que buscan, en nuestras opiniones o
en nuestras “desviacionesâ€, “razones de estadoâ€. No serían nuestros errores
de comunistas, serían nuestros intereses de hombres de estado rusos los que
nos llevaría a recurrir a tal o tal otra táctica. Es precisamente la acusación
velada de Víctor Méric.
Críticas, no insinuaciones
Es preciso acordarse de nuestros debates en el III Congreso. Se ha
recordado que en Alemania los acontecimientos de marzo fueron
interpretados por la derecha, y sobretodo por los lacayos de la derecha,
como el resultado de una sugerencia de Moscú para salvar la situación
comprometida de los soviets. Ahora bien, en el III Congreso, cuando se
condenaron determinados métodos empleados en el curso de estos
acontecimientos, fue la extrema izquierda (KAPD) la que pretendió que el
gobierno de los soviets estaba contra este movimiento revolucionario y que
quería retrasar la revolución alemana durante un cierto tiempo a fin de
poder cerrar negocios con la burguesía de Occidente.
Ahora se repite lo mismo a propósito del frente único.
Camaradas, el interés de la República de los Soviets sólo puede ser el
interés del movimiento revolucionario mundial. Si esta táctica es nociva
para vosotros, nuestros hermanos franceses, o para vosotros, nuestros
hermanos italianos, también es completamente nociva para nosotros. Y si
creéis que estamos tan absorbidos o hipnotizados por nuestra situación de
hombres de estado que ya no somos capaces de entender las necesidades
del movimiento obrero, entonces hay que introducir en los estatutos de la
Internacional un párrafo que diga que el partido que haya llegado a la
lastimosa situación de haber conquistado el poder debe ser excluido de la
Internacional Obrera. (Risas)
Respecto a todo esto, quisiera que en lugar de semejantes acusaciones, que
no son acusaciones formales sino insinuaciones anexadas a los elogios más
o menos oficiales y rituales de la revolución rusa, se nos critique un poco
más. Si el Comité Director del partido francés nos enviase una carta
diciendo: “Estáis llevando adelante, ahora, una nueva política económica.
¡En guardia! ¡Os rompéis la cabeza! Vais demasiado lejos en el terreno de
las relaciones capitalistas.â€
O si la delegación francesa nos dijese: “Hemos asistido al desfile. Habéis
copiado muy fielmente los antiguos métodos del ejército: esto puede ser
una mala influencia para las juventudes obrerasâ€. O, por ejemplo, si nos
dijeseis: “Vuestra diplomacia es muy ‘diplomática’; concede entrevistas,
notas de prensa, que nos pueden molestar en Francia.†Que nos criticaseis
abiertamente, poniendo el punto sobre i, estas son las verdaderas relaciones
que deseamos establecer entre nosotros. Pero no esta forma detestable que
procede mediante alusiones. Todo esto está entre paréntesis.
El argumento sentimental
Víctor Méric tiene, tras el argumento de la política internacional, el
argumento de orden sentimental: “Igualmente, el 15 de enero próximo,
cuando recordemos a los dos mártires, no será bueno que vengáis a
hablarnos de unidad del frente con los amigos de los Scheidemann, los
Noske, los Ebert y otros asesinos de socialistas y trabajadores.†(La
Internacional, 8 de enero 1922)
Naturalmente, es un argumento que puede influenciar mucho a trabajadores
muy sencillos, que tengan un sentimiento revolucionario pero sin
educación política suficiente, sin educación revolucionaria suficiente. El
camarada Zinoviev se refiere a ello en su discurso. Y el camarada
Thalheimer ha dicho:
“Camaradas, si se tienen razones sentimentales para no sentarse en la misma
mesa que hombres de la II Internacional y de la Internacional II y media, estas
razones son válidas, sobretodo para nosotros, alemanes. ¿Pero cómo puede ser
que un comunista francés enuncie una afirmación que significa que los
comunistas alemanes no tienen este sentimiento revolucionario, este odio contra
los traidores y los asesinos de la II Internacional?â€
Creo que su odio no es menor que el odio literario, periodístico, de Víctor
Méric. Pero para ellos la táctica del frente único es una acción política y no
un acercamiento moral a los jefes socialdemócratas.
El tercer argumento es el siguiente, y es más o menos decisivo. Lo
encontramos en un artículo del mismo autor:
“La Federación del Sena acaba de tomar una decisión sobre estas graves
cuestiones: rechaza, con una fuerte mayoría, el frente único. Ello significa
simplemente que a un año de distancia no piensa cambiar de opinión. Ello quiere
decir que tras haber consentido esta operación dolorosa que fue la escisión de
Tours, se defiende de querer cuestionarlo todo, rehusa llamar a los hombres de
los que nos hemos separado.†(La Internacional, 22 de enero de 1922)
He aquí como se presenta el frente único. Como la vuelta a la situación de
antes de Tours. Y Fabre, el hospitalario Fabre, declara que está
completamente de acuerdo con la táctica del frente único, con una sola
reserva: “¿Por qué, pues, haber demolido a tiros la unidad socialista y
obrera?â€
Así se entiende la cuestión. Con esta manera de presentar la cuestión, el
frente único significa la vuelta a la situación de antes de Tours, es de hecho
la tregua, la unión sagrada con los disidentes, con los reformistas. Tras
haber constatado el hecho, capital, se discute sobre la táctica a seguir: o
aceptar o rechazar. Méric exclama: “Me opongo, con la Federación del
Senaâ€. Y Fabre: “No, acepto, acepto.â€
Camaradas, incluso en Frossard, que es naturalmente un hombre político de
gran valor, que todos conocemos y que no ve las cosas sólo bajo su aspecto
anecdótico, incluso en él no encontramos argumentos más sólidos. No,
siempre está presente la misma idea del acercamiento a los disidentes;
nunca la cuestión de la unidad del frente. Ahora bien, os pregunto, ¿existe o
no esta cuestión en Francia?
El Partido Comunista francés tiene 130.000 militantes, el partido de los
disidentes tiene unos efectivos menores, y llamo vuestra atención sobre el
hecho que los camaradas franceses han denominado a los reformistas
“disidentesâ€. ¿Por qué? Para denunciar ante el proletariado como
rompedores del frente único a los disidentes, es decir a los socialpatriotas,
igual que la CGT revolucionaria se denomina unitaria para demostrar que
uno de sus objetivos, su objetivo principal, es asegurar al proletariado la
unidad de acción.
Nuestra debilidad
Podría decir que vuestros métodos y acciones son superiores a los
argumentos que habéis empleado contra la táctica definida por el Comité
Ejecutivo de la Internacional Comunista. El partido tiene 130.000
militantes y los disidentes tienen 30.000, 40.000 o 50.000. No importa…
INTERRUPCIONES.- ¡15.000! ¡Las cifras de los disidentes siempre son
inexactas! Es muy difícil conocerlas.
TROTSKY.- Es una minoría, pero una minoría nada despreciable.
Después están los sindicatos. Los sindicatos, tuvieron hace años dos
millones de miembros. Han afirmado: la estadística de los sindicatos
franceses está por debajo de su empuje revolucionario y ahora hay, cojo
estas cifras del discurso del camarada Renault, 300.000 adherentes a la
CGT Unitaria. El conjunto de los sindicados era de 500.000 antes de la
escisión.
Ahora bien, la clase proletaria se cuenta por millones.
El partido tiene 130.000 militantes. Los sindicatos revolucionarios tienen
300.000 adherentes. Los sindicatos reformistas tienen, más o menos,
200.000. Los disidentes son 15.000. He aquí la situación.
Naturalmente, el partido se encuentra en una situación muy favorable,
porque es la organización política preponderante, pero no dominante de
hecho. ¿Qué representa ahora el partido francés? El partido francés es el
resultado, la cristalización, de este gran ascenso revolucionario del
proletariado que surgió de la guerra, gracias a la acción llena de coraje de
los camaradas que se encontraban a la cabeza del movimiento en esa época.
Utilizaron este impulso, este ascenso de las masas, este sentimiento más
bien somero, pero revolucionario, primitivamente revolucionario; lo
utilizaron para transformar al antiguo partido y para hacer de él un partido
comunista.
Después, la revolución no llegó. La masa, que tenía el sentimiento que la
revolución iba a desencadenarse en el mismo día, o al día siguiente, ve que
no estalla. Entonces, como consecuencia, se produce un cierto reflujo, y lo
que queda del partido, es la elite proletaria. Pero la gran masa sufre un
sentimiento de retirada psicológica y un reflujo. Ello se materializa en el
abandono en masa de los sindicatos. Los sindicatos pierden sus afiliados.
Tenían millones que ahora ya no tienen, hombres y mujeres que habían
entrado durante algunas semanas, durante algunos meses, y que han
abandonado. La gran masa proletaria conserva, naturalmente, este ideal de
la revolución, pero este ideal se ha convertido en algo más vago, menos
realizable. El partido comunista subsiste con su doctrina y su táctica. Hay
un pequeño agrupamiento disidente que ha perdido, durante esta
tumultuosa época de la revolución, toda su autoridad. Pero supongamos
que esta situación transitoria dura aún un año, dos años, tres; admitámoslo.
No lo queremos. Pero, para representarnos la situación, supongamos que se
produce una acción general en Francia. ¿Cómo se agruparán los obreros?
¿Qué harán los obreros franceses? Si tomamos al partido comunista y al
partido de los disidentes, las relaciones son de 4 a 1 y, en la clase obrera,
los sentimientos a favor de la revolución, los sentimientos vagos, puede que
estén en la relación de 99 a 1.
Bloques de izquierdas y Frente Único
Pero la situación se dilata sin estabilizarse y se aproxima el momento de
nuevas elecciones. ¿Qué pensará el obrero francés? Se dice a sí mismo que
el partido comunista puede ser, tal vez, un buen partido, que los comunistas
son buenos revolucionarios; pero, hoy en día, no hay revolución, se trata de
unas elecciones; de Poincaré, el último gran esfuerzo del nacionalismo
revanchista, de la paz peligrosa, el último parpadeo de la luz que va a
apagarse.
Después de esto ¿qué le quedará a la burguesía? El Bloque de Izquierdas.
Pero para que esta combinación política tenga éxito hay que disponer de un
instrumento en el seno mismo de la clase obrera. Este instrumento es el
partido de los disidentes.
Por nuestra parte, disponemos de un excelente terreno para nuestra
propaganda a través de l’Humanité, a través de toda nuestra prensa, de
todos nuestros órganos.
Pero hay también otros medios y nosotros intentamos llegar a las grandes
masas mediante mítines, discursos excelentes de nuestros amigos franceses
a los que, lo sabéis, no les falta elocuencia. Las elecciones llegan. Una gran
masa de los obreros franceses razonará entonces verosímilmente de la
siguiente manera: “En definitiva, un parlamento del Bloque de Izquierdas
es preferible a un Parlamento de Poincaré, del Bloque Nacional.†Y este
será el momento en el que los disidentes podrán ejercer su papel político.
No son numerosos como organización política. Cierto. Pero los reformistas,
sobretodo en Francia, no necesitan una gran organización. Tiene periódicos
que no tiene muchos lectores, cierto, porque la masa más pasiva, el
proletariado más desilusionado no lee; está desencantado, espera los
acontecimientos, olfatea el ambiente sin leer. Son los obreros
completamente ganados para la revolución los que leen. Así pues, este
pequeño instrumento de la burguesía, esta organización de los disidentes
puede, bajo estas condiciones, adquirir una gran importancia política. Y
nuestra tarea es ahora combatir por adelantado la idea del Bloque de
Izquierdas en el proletariado francés. Esta es una cuestión muy importante
para el partido francés, no digo que este Bloque de Izquierdas sería una
desgracia para nosotros. Para nosotros también será una ventaja pero a
condición que el proletariado no colaboré con él.
Y si vosotros, bajo estas condiciones, sin precisar por adelantado los
métodos, la forma de la carta abierta o cerrada que es necesario enviar al
Comité Director, si existe, de los disidentes; si, sin precisar las formas, los
provocáis, si desenmascaráis a este aliado de la burguesía que espera, que
no quiere comprometerse mucho ahora, que espera en el refugio de sus
redacciones, de sus clubes parlamentarios, habréis logrado una gran
ventaja, pues, en el momento de las elecciones, estos agrupamientos
disidentes se convertirán en muy activos, le harán al proletariado toda
suerte de promesas. Y tenemos el mayor interés en expulsarlos de sus
oficinas, de su retiro, y colocarlos ante el proletariado sobre la base de la
acción de las masas. He aquí la cuestión. No se trata en nada de
acercamiento a Longuet.
Y verdaderamente, camaradas, es una situación un poco cómica. Hemos
discutido ampliamente, hace unos quince meses, con los camaradas
franceses; le demostramos que era necesario excluir a Jean Longuet. Y los
camaradas que, en esa época, dudaban ante las veintiuna condiciones nos
dicen hoy: “Nos imponéis un acercamiento a Jean Longuetâ€, comprendo
muy bien que un obrero parisino, tras leer el artículo de Víctor Méric saque
una idea así de loca. Es necesario explicarle tranquilamente su error,
mostrarle que no se trata de eso, que se trata ante todo de no dejar a los
disidentes preparar tranquilamente en su refugio una nueva traición, que
hay que cogerles por el cuello y meterlos, violentamente, bajo la presión
popular ante el proletariado y obligar a estos señores a responder a la
preguntas muy concretas que les planteamos.
El porqué del Frente Único
Cuando vemos a Terracini decir que tenemos otros métodos de acción, que
estamos a favor de la revolución y que ellos están en contra de la
revolución, estamos completamente de acuerdo con Terracini.
Pero si esto estuviese claro para todos los obreros no sería necesario
abordar la cuestión del Frente Único. Naturalmente que estamos a favor de
la revolución, y que ellos están en contra; pero el proletariado no ha
comprendido esta diferencia; hay que demostrárselo.
El camarada Terracini responde:
“Pero lo hacemos, hay núcleos comunistas en los sindicatos; los sindicatos
tienen una gran importancia. Lo demostramos en la propaganda.â€
La propaganda no resultará prohibida por este discurso: la propaganda es
siempre excelente, es la base de todo. Pero se trata de combinarla y de
adaptarla a nuevas condiciones y a la importancia del partido como
organización.
He aquí un pequeño incidente que es muy significativo. El camarada
Terracini dice:
“Cuando hayamos lanzado nuestro llamamiento a favor de una acción general
del proletariado, habremos conquistado a la mayoría en las organizaciones
gracias a nuestra propaganda.â€
“La mayoríaâ€â€¦ Enseguida, la delicada mano del autor ha hecho una
corrección: “casi la mayoríaâ€. Un punto en el que estamos de acuerdo. Pero
“casi la mayoríaâ€, quiere decir en buen francés, me parece, la minoría y en
ruso también.
Camaradas, incluso la mayoría no es la totalidad.
“Tenemos la mayoría: tenemos con nosotros a las cuatro séptimas partes
del proletariadoâ€. Pero cuatro séptimas partes del proletariado, no son la
totalidad, y las tres séptimas que quedan pueden muy bien sabotear una
acción de masas. Y la casi mayoría, es sólo tres séptimas partes de la clase
obrera. Gracias a la propaganda, tenemos tras de nosotros a tres séptimas
partes pero es preciso ganar a las cuatro séptimas partes. No es una cosa
muy fácil, camarada Terracini, y si se cree que repitiendo los métodos que
se han empleado para ganar a las tres séptimas partes se ganarán a las otras
cuatro partes se cae en un error, porque, cuando el partido deviene más
grandes estos métodos deben cambiar. Al comienzo, cuando el proletariado
ve a este pequeño grupo revolucionario intransigente que dice: “¡Al diablo
los reformistas! ¡Al diablo el estado burgués!â€, aplaude y dice: “¡Muy
bien!†Pero cuando ve a tres séptimas partes de la vanguardia organizadas
en los comunistas y no hay grandes cambios en el terreno de las
discusiones, de los mítines, entonces se enoja, el proletariado, se enoja y
hacen falta nuevos métodos para demostrarle que ya que somos un gran
partido, podemos participar en la lucha inmediata.
Y, para demostrar esto, es necesaria la acción de conjunto del proletariado;
es necesario asegurarla y no dejar a otros la iniciativa.
Cuando los obreros dicen: “¡Nos importa poco vuestra revolución de
mañana! ¡Queremos librar batalla, ahora, para conservar nuestras ocho
horas de trabajo!†somos nosotros los que tenemos que tomar la iniciativa
de la unión en la batalla del presente.
En el terreno sindical
El camarada Terracini dice: “No hay que prestar mucha atención a los
socialistas. No hay nada que hacer con ellos. Pero hay que prestar atención
a los sindicatosâ€. Añade después: “Esto no es nuevo. Ya en el II Congreso
de la Internacional Comunista, se dijo, puede que inconscientemente: la
escisión en los partidos políticos, pero la unidad en los sindicatos.†No
comprendo del todo. He subrayado esta parte de su discurso con tinta roja y
después con azul para expresar mi asombro. “Dijimos en el II Congreso,
“puede que inconscientemente…â€
TERRACINI.- Fue en la polémica con Zinoviev… Era irónico; usted no
estaba en la sala cuando yo hablé.
TROTSKY.- Hagamos pues esto a un lado y se lo enviaremos envuelto a
Víctor Méric. Tiene el monopolio de la ironía.
INTERRUPCIONES.- También en Italia se hace lo mismo… ya veis…
También en Moscú.
TROTSKY.- Desgraciadamente, ya que esto me ha inducido a error. ¿No
escindir en los sindicatos? ¿Qué quiere decir esto? Lo más peligroso del
discurso del camarada Renault, que he leído con gran interés, y donde he
encontrado cosas muy instructivas para comprender el estado de ánimo del
Partido Comunista francés, es su afirmación que, en este momento, no
tenemos nada que hacer no sólo con los disidentes del partido sino también
con la CGT reformista. He aquí quien presta un inesperado apoyo a los
anarquistas más torpes, me permito decir, de la CGT Unitaria. En el
movimiento sindical, precisamente, habéis aplicado la teoría del Frente
Único; la habéis aplicado con éxito, y si tenéis ahora 300.000 adherentes en
comparación con los 200.000 de Jouhaux, es en su mitad, estoy seguro de
ello, gracias a la táctica del frente único, porque, en el movimiento sindical,
donde se trata de englobar a los proletarios de todas las opiniones, de todas
las tendencias, existe la posibilidad de luchar por los intereses inmediatos.
Si queremos escindir en los sindicatos siguiendo las tendencias, ello sería
un suicidio.
Hemos dicho: no, este terreno es para nosotros. Como somos
independientes en tanto que comunistas, tenemos todas las posibilidades de
maniobrar, de decir abiertamente lo que pensamos, de criticar a los otros;
entramos en los sindicatos con este concepción y estamos seguros que
conquistaremos la mayoría en un plazo de tiempo determinado.
Jouhaux ha visto que este terreno se le escapaba. Nuestro pronóstico era
completamente justo. Es necesaria la unidad de acción. Era nuestra táctica.
La habéis explicado vosotros mismo diciendo: “Cuando Jouhaux comenzó
su maniobra de escisión, los revolucionarios lo denunciaron ante la masa
como el destructor de la unidad sindical.†Naturalmente, es el sentido de la
teoría del Frente Único. Luchando contra los reformistas, contra los
disidentes, como los habéis denominado, contra los sindicalistas
reformistas y patrioteros, etc., hay que lanzar sobre ellos la responsabilidad
de la escisión, hay que presionarles siempre, obligarles a pronunciarse
siempre sobre la posibilidad de una acción de lucha de clases, hay que
colocarles en el brete de decir abiertamente: “no†ante la clase obrera, hay
que presionarles hacia delante. Hoy en día tenemos una situación; dentro de
dos años puede que tengamos la revolución. En el intervalo de tiempo
tendremos un movimiento siempre más profundo de la clase obrera. ¿Y
creéis que Jouhaux y los Merrheim se quedarán quietos? No, darán un
paso, dos pasos hacia delante y, como habrá obreros que no les habrán
querido seguir, ello provocará en su ámbito una nueva escisión. Nos
aprovecharemos. Es un táctica, naturalmente, una táctica del movimiento,
una táctica muy flexible, pero al mismo tiempo completamente enérgica,
porque la dirección seguirá siendo la misma. Y si creéis, como el camarada
Terracini, que cuando lleguen grandes acontecimientos la unidad de acción
ser realizará por sí misma, no lo impediremos. Pero en la hora actual, no
hay grandes acontecimientos, y no hay razones que se tengan en cuenta en
nuestras propuestas sobre el Frente Único…
TERRACINI.- Nunca he dicho eso.
TROTSKY.- Puede que me haya equivocado, puede que no lo hayáis dicho;
pero este argumento ha sido presentado aquí, lo he visto en las actas
taquigráficas. Se dice: si los acontecimientos se desarrollan… Pero ¿y si no
hay grandes acontecimientos? Ahora bien, afirmo, creo que es un axioma
que uno de los grandes obstáculos a los grandes acontecimientos, uno de
los obstáculos psicológicos para el proletariado, es el hecho que existen
demasiadas organizaciones políticas y sindicales y que no comprenden los
motivos: no ven como podrían elegir. Este obstáculo psicológico tiene una
gran importancia, negativa naturalmente; es el resultado de una situación
que no ha sido creada por nosotros, pero tenemos que ofrecer al
proletariado la posibilidad de comprender la situación. Proponemos a una
organización tal o cual acción inmediata; está completamente dentro de la
lógica de las cosas. Y afirmo que si la CGT Unitaria adopta la táctica que
consiste en ningunear a la CGT jouhauxista, sería el mayor error que se
podría cometer actualmente en Francia. Y si el partido comete este error,
será aplastado bajo su peso, porque 300.000 obreros revolucionarios en los
sindicatos, pero, camaradas, es un mínimo, 300.000 obreros es por poco
vuestro partido a penas doblado por elementos diversos, eso es todo.
¿Dónde está el proletariado francés? Me diréis: “Pero no está con
Jouhauxâ€. Cierto. Pero yo digo que los obreros que no están en las
organizaciones, los obreros más desencantados o los más inactivos, pueden
muy bien ser arrastrados por nosotros durante una crisis revolucionaria
aguda: pero, en una época de estancamiento, se pondrán más del lado de
Jouhaux, porque, ¿qué representa Jouhaux? La pereza de la clase obrera.
He aquí lo que representa. Y el hecho que sólo tengáis 300.000 obreros
demuestra que todavía queda mucha pereza en la clase obrera francesa.
Aun existe otro peligro. Si la CGT Unitaria simplemente le da la espalda a
la Confederación reformista e intenta conquistar a las masas mediante la
propaganda revolucionaria, peligra con cometer errores como la minoría
revolucionaria ya los cometió. Sabéis muy bien que el movimiento sindical,
las acciones sindicales, son cuestiones muy difíciles de maniobrar; siempre
es necesario pensar en las grandes reservas de masas atrasadas a las que
representa Jouhaux, y si despreciamos a Jouhaux, ello quiere decir que
despreciamos a las masas obreras retrasadas.
Cuestión planteada: el encuentro de las tres internacionales
Hay una cuestión urgente: la cuestión de la conferencia de las tres
internacionales. Camaradas, se dice: “No estamos preparados para esta idea
de colaboración internacional con aquellos que hemos denunciado, con los
de la II y II y media internacionales.â€
Sí, convendría preparar los ánimos para acontecimiento de tal envergadura.
Es justo. Esta cuestión ha provocado una viva agitación. Pero ¿cuál es la
causa? Esta Conferencia de Ginebra que ha llegado muy inesperadamente.
Cuando recibimos esta invitación personal dirigida al camarada Lenin fue
un hecho completamente inesperado. Y si esta conferencia llega a
convocarse verdaderamente, si se realiza, la conferencia de Ginebra o de
Roma, entonces, fijará más o menos el destino del mundo mientras la
burguesía pueda hacerlo. Y se sentirá, en el proletariado, la necesidad de
hacer alguna cosa. Naturalmente, nosotros, comunistas, incentivaremos
toda acción posible, mediante la propaganda, mítines o demostraciones;
pero existe entre los obreros, en la clase obrera toda entera, en Alemania,
en Francia, en todo el mundo, el sentimiento, puede que vago, de la
obligación, de la necesidad de hacer alguna cosa para orientar un poco los
trabajos de esta conferencia de acuerdo con los intereses del proletariado.
La Internacional II y media toma la iniciativa de una conferencia y nos
invita a ella. Hay que pronunciarse: sí o no. Si decimos: sois unos traidores,
esto ya ha sido dicho muchas veces repetidas y siempre con justicia. Ellos
nos dirán: “Nosotros, los de la II y los de la II y media, queremos hoy en
día ejercer una presión sobre la conferencia diplomática burguesa mediante
la voz del proletariado mundial; y os invitamos, a vosotros los comunistas.â€
Y nosotros respondemos: “Sois unos traidores, canallas (que alguien se
encargue de que esta palabra sea tachada en las actas), y no iremosâ€.
Naturalmente, nuestro auditorio comunista estará completamente
convencido porque ya lo está. No tenemos, pues, necesidad de convencerlo
de nuevo. Pero los otros, los adherentes a la Internacional II y a la II y
media, ¿hay obreros entre ellos? Es la única cuestión que tiene importancia.
Si decís: “No, los mencheviques han perdido toda influencia en todas
partesâ€, entonces, no me preocupo de la conferencia de las internacionales
II y II y media. Pero decidlo. De hecho, los obreros que apoyan a la
Internacional II y a la II y media son, desgraciadamente, más numerosos
que los obreros que apoyan a la III Internacional.
¿Qué hacer?
El solo hecho que es preciso tener en cuenta es que Friedrich Adler ha
dicho, dirigiéndose a nosotros: “Os invitamos a participar en una
conferencia que se propone presionar a la burguesía, a su diplomacia.â€
Igualmente invitan a los obreros del mundo entero. Si, por toda respuesta,
nos limitamos a decir: “Sois socialtraidoresâ€, será una desventurada
respuesta. Y los Scheidemann, los Friedrich Adler y todos los otros se
dirigirán a la clase obrera y dirán: “He aquí: los comunistas pretenden que
somos unos traidores; pero, cuando nos dirigimos a ellos y cuando les
invitamos a colaborar con nosotros por un corto espacio de tiempo y con
objetivos concretos, rechazan hacerlo.†Lo sabéis, guardo en reserva esta
denominación de traidores y canallas para después, o incluso durante, la
conferencia. Pero no es ahora, no es en la carta de respuesta donde
podemos decir: “Rechazamos porque sois unos canallas y traidores.†¿Esta
conferencia está completamente asegurada? Lo ignoro. Hay camaradas que
son optimistas al respecto, hay otros que lo son menos. Pero si la
conferencia no llega a realizarse será porque no lo han querido los
Scheidemann. Entonces sacaremos la lección del hecho: “Mirad,
camaradas, diremos, vuestras II y II y media; son incapaces de realizar lo
que ellas mismas proponenâ€. Y, no sólo nosotros, comunistas, seremos
aplaudidos por nuestros camaradas, sino que una parte de los seguidores de
Scheidemann habrán prestado atención y dirán: “Hay algo, se ha propuesto
un acuerdo, pero los socialdemócratas alemanes no lo han queridoâ€. Y
entonces, la lucha entre nosotros y los Scheidemann volverá comenzar. Los
habremos llevado al terreno más amplio y favorable para nosotros.
No sé, camaradas, si se puede retrasar esta conferencia; es cierto que esto
no depende de nuestros deseos. Para preparar la mentalidad obrera, será
muy importante. Pero ahora se nos propone esta conferencia de Ginebra y
nosotros tenemos que responder.
Y si, en la Federación del Sena, hay un obrero que exclama: “Mi partido
quiere reunirse con Jouhaux. ¡No! ¡Rompo mi carné!â€, nosotros le diremos:
“Mi querido amigo, tu has montado en cólera, ahora. Ten un poco de
paciencia.†Y si cierra la puerta, sentiremos mucho su salida pero será su
error. Y, en algunas semanas, cuando lea las novedades de la conferencia
de Berlín, cuando vea que Cachin y los delegados de los otros partidos
comunistas participan en ella, que hablan y agitan de forma comunista;
después, igual que antes, de la conferencia la misma lucha continuará, pero
nuestros adversarios se verán más desenmascarados que antes de la
conferencia, entonces, lo habremos convencido, a él y a todos los otros
comunistas y, al mismo tiempo, nuestro objetivo habrá sido alcanzado. Es
por ello que creo que debemos responder unánimemente, no a través de
fórmulas ya rituales sin cambiar nada sino responder:
“Sí, estamos dispuestos, como representantes de los intereses revolucionarios del
proletariado mundial a intentar, ante esta tentativa nueva de las internacionales II
y II y media de engañar otra vez más al proletariado, a intentar de abrirles los
ojos sobre la política criminal de estas dos internacionales.
Enviado por Enrique Ibañes