He oído hablar como si este proyecto significase que el Gobierno os invita a entrar por el camino de las demencias, de las prodigalidades, construyendo escuadras para recorrer los mares y combatir con los formidables elementos y aprestos de otras Naciones. En semejante insania no ha caído nadie. ¿Para qué hablar de eso, ni para qué recordarnos lo que hacen naciones potentísimas colocadas a la cabeza de Europa, no sólo por su consistencia, por su florecimiento, por la trabazón de su historia y por los conflictos que ellas han engendrado y que tiene amenazada su paz, sino porque disponen de medios que nosotros jamás podemos aspirar a poseer. ¿Para qué hablar de todo eso? El proyecto significa una cosa tan modesta como aquella que yo expuse desde este banco en 1903, porque no ha habido nada nuevo bastante para variar mi convicción. Tengo la de siempre: aspiramos a poseer la llave de las bases de operaciones que nos pertenecen y ser nosotros los que hayamos de dar la venia para el uso de esos formidables medios de acción militar y de preservación mercantil, y no entregarlos por la incuria de poner el candado, ya que lo demás nos lo da la Naturaleza, a merced del primer ocupante, o del más impaciente, receloso, por codicia alarmada, al comienzo de las hostilidades. ¿Es ambicioso el designio? ¿Se le puede reducir? ¿Cabe siquiera escalonarlo de otro modo que como aquí se le escalona, que es llegar a él con el lento paso que nos marca la cortedad de nuestros medios, no por encogimiento de la voluntad, que anhelaría pronto tener logrado el fin? …
Pero eso que es tan modesto, la efectividad y el guarnecimiento de las bases de operaciones militares navales que nosotros tenemos, resulta obra titánica para nuestros recursos y no hemos pensado que lo que está aquí la complete ni la satisfaga, no. Habría sido de desear que nos fuera lícito no hablar más que de la primera anualidad, porque entonces habría resultado más visible lo que ahora cuidaré yo mucho de hacer notorio para todos, es a saber: que el límite de esos doscientos millones mal contados que hay en el proyecto, no es tal límite…
Este guarismo no significa que después habrá menos gasto. Al final de este gasto seguirá el mismo probablemente acrecentado, y cuando votéis la primera peseta, sabéis que entráis por un camino, en el cual este gasto resultará continuado después, y probablemente agravado.
Porque cuando yo oía decir la otra tarde que con esos tres acorazados no íbamos a vencer a Inglaterra ni a Alemania, revelación que se ha repetido varias veces y que consta en el «Extracto del Diario de Sesiones» (risas), y que todavía faltan no sé cuantas cosas… con alguna dificultad me enteré de que estaba en el Congreso español …
La idea cardinal de este proyecto es que el primer año en que se empiece a construir, no se hará más cantidad ni más esfuerzo que el que yo calculo que se hará el décimo, el vigésimo, en aquello a que puede alcanzar la previsión, salvando todas las contingencias de lo venidero; pero no hay nada de hacer un esfuerzo extraordinario y adoptar ahora un tipo que esté de moda, corriendo el riesgo de desengañarse después, para emprender otro camino distinto. Nada de eso; porque vamos marchando razonablemente, creo que con todas las probabilidades de acierto hoy día, y sin adelantar más pasos que aquellos en que podamos llevar todo el Cuerpo sobre base que nos sustente. (muy bien, muy bien.)
Otra cosa que se ha dicho es que la organización a que vamos con este proyecto es mala, porque es atrozmente centralizadora, y pensaba yo: esa es la rumia de la discusión de la Ley de Administración local; porque, es claro, hemos estado hablando tanto de centralización y de autonomía, que un proyecto que reúne en una mano lo que estaba esparcido en Departamentos y Juntas, en una porción de oficinas, de Direcciones y de Inspecciones, resulta atrozmente centralizador. ¡Parece mentira que el hombre de la Ley de Administración local proponga estas cosas! Sólo que se trata de Marina y de fuerza militar, y yo quisiera que naciese un hombre que pudiera él solo asumir todos los organismos de la Marina; entonces se habría resuelto el problema, porque acaso eso que ahora admiramos en Alemania, acaso tiene por explicación que con aquel régimen y aquel Soberano se ha podido realizar la centralización que necesitan las fuerzas militares para lograr la persistencia y la eficacia necesarias. (aplausos.) Cuanto podamos para aumentar la centralización será lo que haremos. Ayudadnos a centralizar más, porque quisiéramos centralizar hasta lo infinito, seguros de que. cada paso en ese camino es un progreso, y desde luego una jornada alejándonos del pasado. (muy bien.)
Nadie habrá advertido en ninguna de las inflexiones de esta oración parlamentaria que ni un solo instante haya pensado yo en cosa que se refiera al partido conservador, ni a un Ministro determinado, ni a nosotros, ni a vosotros, ni a éste, ni al otro, sino a ese ser que manda en todos, y que es la Patria española. ¿De qué he hablado yo que no nos sea común? ¿Quién de vosotros tiene menos interés que yo en todo esto de que os hablo? ¿Por qué no hemos de deliberar de esa manera, olvidando que estamos unos frente a los otros, siquiera una vez para que descansemos de la rutina?
Yo espero que así, con ese espíritu, será examinado el articulado del proyecto. Yo estoy seguro de que no sonarán ya más en este recinto las voces del desaliento, así como también de que no oiremos insensatas y necias alegrías; de que alentará en todo lo que digamos la certidumbre que hemos de tener en la inmortalidad de esta Nación y en la gloria de sus destinos, por la obligación que tenemos de prepararnos a salvarla. Y a eso de encamina el proyecto. (Grandes aplausos)
Enviado por Enrique Ibañes