Discurso de la victoria electoral

MARIANO RAJOY

Buenas noches a todos:

Los españoles, mediante su voto, han decidido otorgar al PP su confianza para gobernar España en los próximos años.
Hace unos minutos he recibido sendas llamadas telefónicas de felicitación del Presidente del Gobierno, don José Luis Rodríguez Zapatero, y del candidato del PSOE, don Alfredo Pérez Rubalcaba. A mi vez, quiero expresar mi respeto por ambos, y el deseo compartido de que tengamos un traspaso de poderes modélico y una fructífera relación de futuro.

Mis primeras palabras se dirigen a todo el pueblo español. La amplia participación en estas elecciones es la más contundente prueba de madurez democrática en estas difíciles circunstancias.
Quiero agradecer de todo corazón a los millones de españoles que han depositado su confianza en el PP el inmenso honor y la enorme responsabilidad que nos han otorgado. Ese honor nos obliga a la humildad y al compromiso. Esa responsabilidad lo exige todo de nosotros.

Y quiero, inmediatamente, dirigirme a todos aquellos que hoy no nos han votado, para decirles desde este primer momento que estoy plenamente decidido a ser el Presidente de todos y a anteponer siempre, en toda ocasión, el interés general a cualquier interés particular; que gobernaré al servicio de España y de los españoles, procurando que por ninguna circunstancia nadie se sienta excluido de la tarea común.
Nadie tiene que sentir inquietud alguna. No habrá para mí otros enemigos que el paro, el déficit, la deuda excesiva, el estancamiento económico y todo aquello que mantiene a nuestro país en estas críticas circunstancias.

Estamos ante una hora decisiva de España, ante uno de esos cruces de caminos que van a determinar el futuro de nuestro gran país, no ya en los próximos años, sino en las próximas décadas. Y, en estos momentos decisivos, es cuando se mide el temple de los hombres y de los pueblos.

Sé muy bien lo que nos toca. Para nadie es un secreto que vamos a gobernar en la más delicada coyuntura en que se haya encontrado España en los últimos treinta años.

Pero desde esta hora quiero decirles a todos los españoles que en el compromiso que asumimos con ellos, no sólo vamos a darlo todo, sino que vamos a darlo con todos. Que sólo habremos salido adelante si salimos todos juntos. Y que, para conseguirlo, todos tendremos que aportar lo mejor de nosotros mismos.

La Legítima satisfacción que nos embarga por la victoria no nos impide dejar de pensar, ni por un instante, en la inmensa tarea que tenemos que afrontar y en la necesidad de abordarla cuanto antes. Y sobre todo, en la obligación que hemos contraído, especialmente con aquellos que se encuentran en las situaciones más difíciles: quienes han perdido su trabajo o no encuentran su primer empleo; quienes se han visto obligados a cerrar su pequeño negocio o su actividad como autónomos; quienes viven de una pensión que apenas cubre sus necesidades más elementales; quienes sufren la enfermedad o cualquier forma de infortunio. A todo ellos les quiero hacer llegar un mensaje de cercanía, de aliento, y de confianza. Que nadie tenga duda de que todo lo que humanamente se puede hacer por mejorar su situación, lo vamos a hacer. Y que pensaremos en ellos antes que en nadie a la hora de tomas decisiones.

Queremos devolver a los españoles el orgullo de serlo. El orgullo se rescata a base de trabajo, de esfuerzo, de mérito, de tomar riesgo, de innovar, de preocuparse por los demás, de ser solidario. Lo he dicho muchas veces y lo repito hoy: la nuestra es una gran Nación. Pero, añado, incluso las grandes naciones a veces se olvidan de que lo son y se dedican a cosas pequeñas. Yo no quiero que eso vuelva a suceder y me aplicaré a evitarlo: no habrá sectarismo, rencillas pequeñas ni divisiones artificiales que nos distraigan o nos retrasen en el esfuerzo común.

Subrayo esta idea: la del esfuerzo común. Esfuerzo de todos y para todos. Esfuerzo compartido y equitativamente repartido. En una palabra, esfuerzo solidario.

Y somos una gran Nación, entre otras cosas, porque nuestra diversidad es fuente de grandeza y nos enriquece. Y debe seguir enriqueciéndonos. Pero esa diversidad tiene que anudarse con fuerza a un principio solidario, más necesario que nunca en estos tiempos.

Convocaré inmediatamente a todas las Comunidades Autónomas, cualquiera que sea el color político de su gobierno, a una reflexión compartida sobre la forma de afrontar coordinadamente las exigencias de esta grave situación. Y queremos ser grandes, también, dentro de nuestro más amplio espacio de integración: la Unión Europea. Hoy más que nunca nuestro destino se juega en y con Europa. La voz española tiene que volver a ser respetada en Bruselas, en Frankfurt y allá donde se jueguen nuestros intereses. Seremos el más leal, pero también el más exigente de los socios. Seremos el más cumplidor y el más vigilante.

Dejaremos de ser un problema, para volver a formar parte de la solución.
El pueblo español se ha expresado. Lo ha hecho alto y claro. Ha decidido romper con lo que había y abrazar el cambio que le proponíamos. A ese cambio hoy quiero convocar a todos, para ese cambio quiero contar con todos, en ese cambio me gustaría que pudieran confiar todos. Por mi parte, y por la de mis compañeros del Partido Popular, no van a faltar ni ganas, ni el entusiasmo, ni el trabajo, ni el compromiso.

No va a haber milagros. No los hemos prometido. Pero ya hemos visto otras veces que, cuando se hacen bien las cosas, los resultados llegan. Yo confío en que el trabajo, la seriedad y la constancia, -que son los principios que me han acompañado a lo largo de mi vida- servirán también para que, más pronto que tarde, todos empecemos a ver los frutos. Les invito a todos ustedes a compartir esa confianza.

Nada más, muchas gracias y buenas noches.