De la fiesta del PCE a Voxstock: los festivales políticos se ponen de moda

JORDI SARRIÓN I CARBONELL

El derecho al tiempo libre y al ocio siempre ha sido una reivindicación política, como nos recuerda el sociólogo Carlos Fernández Liria. Autores como Paul Lafargue con El Derecho a la pereza o Bertrand Russell con su Elogio de la ociosidad ya defendían en 1880 y 1935 estos postulados. De la mano de la victoria de las tesis neoliberales, se ha creado una nueva clase social: la clase media empobrecida, también conocida como precariado.

En su libro No tengo tiempo. Geografías de la precariedad, el sociólogo Jorge Moruno pone encima de la mesa la importancia de ese tiempo de ocio que cada vez echamos más en falta para dedicar a aquello que verdaderamente nos apasiona. En esta sociedad donde, al más puro estilo de Black Mirror, todo avanza a un ritmo cada vez más vertiginoso, tendemos a consumir productos culturales que condensen al máximo nuestras aficiones y nuestros gustos en el menor tiempo posible.

Es por ello que los festivales triunfan cada vez más: ofrecen ocio a mansalva, socialización, generan comunidad en torno a intereses comunes y trascienden de las fronteras físicas a través de las redes sociales. En este contexto, los partidos y las organizaciones políticas juveniles han encontrado en los festivales un filón para generar comunidad y sentido de pertenencia. 

Estos festivales políticos se convierten en la oportunidad perfecta para unir a personas en torno a la visión del mundo que propugna cada partido o movimiento, y atraer a personas menos politizadas a su causa. Como diría Xavier Peytibi, pura política blanda, puro soft power. Toda una herramienta #compol llena de potencial y generadora de decenas de momentos memorables en simpatizantes que pueden convertirse en electores, e incluso fidelizar su voto.

Del PCE a Podemos: los pioneros de los festivales en España

Como explicábamos, los festivales son una ocasión perfecta para mostrar a través de la cultura un modelo de país y de sociedad. Al fin y al cabo, como explicaba el pensador italiano Antonio Gramsci, la cultura no es más que “la potencia fundamental de pensar y saberse dirigir en la vida”. Así pues, estos festivales permiten mostrar un “nosotros” a través de grupos de música, comidas, símbolos, folklore y la presencia de unas u otras tribus culturales. Esto permite a los partidos vender un modelo de sociedad acorde con su forma de entender el mundo.

En España, uno de los festivales políticos con mayor adhesión es, desde hace años, la Fiesta del Partido Comunista (PCE). Géneros como el punk, el ska, el rock o el rap son los que más conectan con la militancia y la cultura política de su partido. Así, artistas como Sabina y Serrat, Los Chikos del Maíz, El Canto del Loco, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés o Barricada han estado ligados a esta gran fiesta que se celebra anualmente desde 1977. Atraídos por el cartel, numerosos jóvenes escuchan por primera vez un mitin político o se familiarizan con símbolos de la tradición de izquierda de la mano de este festival.

12 de junio de 1977. Ana Belén, Rosa León, el director de cine Juan Antonio Bardem, la secretaria de Santiago Carrillo, Santiago Carrillo y el actor Juan Diego (de izquierda a derecha) cantan puño en alto «La Internacional» bajo la lluvia en la fiesta del PCE en Torrelodones (Madrid).

Siguiendo con la tradición festivalera del PCE, Podemos se ha lanzado a la celebración de la Fiesta de la Primavera, que ya organizó en 2016. Un festival que busca ser más transversal en los símbolos que la fiesta del PCE. Como todo comunica, la presencia de artistas que cantan en català como los Manel o la elección de València como lugar de celebración no son casuales. Tampoco lo es su puesta en escena en los Jardines del Túria, símbolo de la lucha vecinal y ecologista de la ciudad, donde su partido es ahora mismo extraparlamentario. Asimismo, la organización de charlas sobre temas que puedan atraer a los jóvenes (como la vivienda o la legalización de la marihuana) refuerzan su apuesta. Toda una acción comunicativa con la que pretenden generar comunidad y reforzar una marca que no pasa por sus mejores días.

Voxstock: la congregación del fandom más voxero

Si en 1969 los hippies celebraron Woodstock en el Estado de Nueva York para poner en relieve lo que ellos llamaban la contracultura, Vox recoge ese espíritu de rebeldía para organizar el Viva 21, la fiesta de lo que ellos denominan “la España Viva”. Una fiesta nacionalista donde símbolos como la cruz de Borgoña de los Tercios o la bandera de España se mezclan con bocadillos de fritanga, gigantes y cabezudos y bailes regionales. Un festival que sirvió este 2021 para modular el discurso de la formación de Abascal: de la España una y unívoca a la España de las provincias y las identidades folklorizadas y subordinadas al gobierno de Madrid. 

Figuras como el excantante de Barón Rojo Sherpa, antiguo militante comunista que ahora muestra su apoyo a Vox, sirvieron a la formación ultraderechista para vender su marco de que ahora mismo lo revolucionario es ser de derechas. Jotas, sevillanas, organillos madrileños, el rapero derechista G Babe e incluso una mascletà configuraron la ecléctica banda sonora de este festival de Vox, el primero de un partido derechista en España. Conscientes de que la izquierda era hegemónica en la música y en las calles en España, desde Vox también se han dado cuenta de la importancia que tiene tener una estética propia con la que fortalecer y consolidar su comunidad, tanto online como offline.

Vox presenta su Agenda España rodeada de las banderas de las Comunidades Autónomas durante el festival ‘Viva 21’.

Música, lengua y festivales: los casos de Cataluña, País Vasco y País Valenciano

Otras formaciones que usan con éxito los festivales como herramienta de creación y amplificación de comunidades son Esquerra Republicana, la izquierda abertzale y el valencianismo político. En los tres casos hay dos peculiaridades, y son el rol protagónico que ejercen los militantes más jóvenes y apuesta firme por música en lenguas minorizadas como el catalán o el euskera. 

El caso más paradigmático es el de la Acampada Jove, organizada por las Juventudes de Esquerra Republicana de Cataluña, que se celebra anualmente desde 1996, y que, con un público muy joven, constituye la primera toma de contacto con reivindicaciones independentistas y republicanas para miles de chavales del dominio lingüístico. Es un festival muy masivo y hegemónico en Catalunya, y apuesta fundamentalmente por artistas catalanes, valencianos y baleares. 

Cada verano, la localidad castellonense de Benlloc se convierte durante unos días en el epicentro de la música en valenciano gracias al Feslloc. De la mano de la colaboración entre Ayuntamiento de Benlloc y entidades como Escola Valenciana, el valencianismo político se reúne en esta cita que, bajo la reivindicación de “terra, llengua i feminisme” llena de vida las calles de este pequeño pueblo, con pasacalles, debates, talleres y torneos deportivos. 

Otro caso de éxito de festival político reivindicativo es el Hatortxu Rock, que se celebra anualmente en el País Vasco. Organizado por más de 6.000 voluntarios jóvenes de la izquierda abertzale, tiene como objetivo fundamental la recaudación de fondos para “los presos vascos dispersados en cárceles de toda España y Francia”. Aprovechando una cultura política como la vasca, donde impera el trabajo comunal y una amplia conciencia de participación, este festival se seguirá celebrando hasta que exista un solo preso vasco en la cárcel”, explican desde la organización para EITB.

 Bonus track

Si bien no son festivales al uso, hemos encontrado preguntando a algunos colegas de Beers and Politics otros casos de conciertos con fines electorales muy multitudinarios, organizados por candidatos como Bernie Sanders en los Estados Unidos, Gabriel Boric en Chile, Gabriel Milei en Argentina o Lula da Silva en Brasil. 

Por otro lado, destaca el AMLO fest de Andrés Manuel López Obrador, que concentró a miles de personas en pleno centro de Ciudad de México, coincidiendo con su cierre de campaña , y que se ha replicado en algunas ocasiones desde que AMLO es presidente. Y tú, ¿conoces más festivales políticos? ¿En tu país es común que los partidos o movimientos políticos organicen festivales? ¡Déjanoslo en las redes de Beers and Politics y en @srcarbonell!

AMLO Fest en el Zócalo de México // Flickr.

 

 

Jordi Sarrión i Carbonell es periodista y politólogo. Fundador y director de la revista Mirall País Valencià. Colaborador de medios de comunicación. Actualmente en el master @compolin de la UPF (@srcarbonell)