Honorable Señor Presidente de la República de Haití, René Preval;Honorable Señor Primer Ministro de Haití, Jean-Max Bellerive; Honorable Señor Vicepresidente de la República Dominicana, Dr. Rafael Alburquerque; Honorable Señor Bill Clinton, ex Presidente de los Estados Unidos de América y Enviado Especial de las Naciones Unidas para Haití; Honorable Señor Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Esteban Lazo; Honorable Señor Edmond Mulet, Representante Especial del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas en Haití; Honorable Secretario General de la Organización de Estados Americanos, OEA, José Miguel Insulza; Honorable Señor Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, Luis Alberto Moreno; Honorable Secretaria de Estado y Presidenta de la Agencia Española de Cooperación Internacional, Soraya Rodríguez; Señores Ministros, viceministros; Señores representantes de organismos internacionales; Señores representantes de delegaciones; Señoras y señores:
El 12 de enero del corriente año parecía un día rutinario y habitual en la vida del pueblo haitiano. Sin embargo, cerca de las cinco de la tarde se produjo un movimiento sísmico de 7.2 en la Escala de Richter que cambió para siempre el destino de ese hermano país.
En efecto, en tan sólo 30 segundos de duración del referido terremoto, más de 220 mil personas perdieron sus vidas.
En tan sólo 30 segundos, más de 300 mil personas quedaron heridas.
En tan sólo 30 segundos, más de un millón de personas perdió sus hogares.
En tan sólo 30 segundos, Haití perdió el 120% de su Producto Interno Bruto.
En tan sólo 30 segundos, miles de niños quedaron huérfanos, miles de personas perdieron sus familiares más íntimos y miles más quedaron sumidas en la angustia y la desesperación, el desconcierto y la desorientación.
Ante la tragedia ocurrida, diversas naciones del mundo, ricas y pobres, cercanas y distantes, grandes y pequeñas, manifestaron de inmediato su solidaridad con Haití y contribuyeron con medidas humanitarias de rescate y de socorro.
No obstante, la tragedia haitiana precedía en 200 años lo que había acontecido aquella tarde fatídica del 12 de enero.
En verdad, la tragedia haitiana, paradójicamente, se ha debido a su sentido de dignidad y de justicia, al haber proclamado, en forma heroica, su independencia, conjuntamente con la abolición de la esclavitud.
Ese episodio, hoy objeto de respeto y admiración, le ocasionó a Haití, sin embargo, en su momento, el aislamiento de la comunidad internacional; y de ese aislamiento se produjo la marginalidad, la opresión, la miseria, la tiranía y la injusticia.
Por todo ello, Haití merece un mejor destino. Es obligación moral de la comunidad internacional ayudar a ese noble pueblo a forjar un mejor porvenir para sus hijos.
Por eso estamos reunidos aquí hoy, para reiterarle al pueblo haitiano, así como a sus autoridades, que Haití no está solo, que no lo estará nunca. Que estaremos a su lado para siempre, contribuyendo no sólo a que pueda recuperarse de los efectos devastadores del terremoto, sino también de los efectos nocivos de la historia.
Es este uno de los múltiples encuentros de carácter internacional en el que la reconstrucción y refundación de Haití ha ocupado un lugar central en la agenda de debates.
En la Reunión de Donantes celebrada en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, el pasado 31 de marzo, luego de examinarse la Evaluación de Necesidades Post Desastre, mejor conocida por sus siglas en inglés, PDNA, se consideró que para alcanzar su recuperación, Haití necesitaría durante los próximos diez años, de recursos ascendentes a 10 mil 200 millones de dólares.
Para acelerar ese proceso de recuperación, se llegó a consignar, inclusive, el desembolso de 5 mil 300 millones de dólares durante los próximos 24 meses.
Para hacer factible la canalización de la cooperación y la ayuda internacional, se ha creado una Comisión Interina de Recuperación de Haití, la cual, de manera oficial, empezará a funcionar a partir de este mes de junio.
Esa Comisión tendrá como objetivo el de establecer las prioridades, planes y proyectos para la recuperación de la nación haitiana, así como el de coordinar de una manera efectiva y eficiente todas las iniciativas y ayudas provenientes de la comunidad internacional.
Desde hace ya algún tiempo, se ha creado un Fondo de Recuperación, manejado por el Banco Mundial, el cual se nutre, precisamente, con los aportes del grupo de países donantes, así como de los organismos multilaterales de desarrollo.
Debido a la brusca reducción de ingresos fiscales ocurrida en Haití, como consecuencia de la tragedia del terremoto, se decidió ampliar el apoyo presupuestario que originalmente se había concebido para el hermano país durante el ejercicio fiscal que ha de concluir el 30 de septiembre de este año.
A los 160 millones de dólares originalmente comprometidos para ese apoyo en el presupuesto del 2010, se sumaron 100 millones adicionales, para un total de 260 millones.
A pesar de esa suma adicional de 100 millones de dólares, luego del desastre natural, todavía, sin embargo, queda una brecha o un déficit de 80 millones de dólares, los cuales, también, requieren ser cubiertos antes de finalizar el actual ejercicio fiscal.
Mas aún, es preciso indicar, sin embargo, que de los 260 millones prometidos, hasta la fecha sólo se han desembolsado 78 millones, lo que representa el 30% del monto total comprometido.
Para cumplir, por consiguiente, con lo previamente indicado, hacen falta 182 millones de dólares, más los 80 adicionales a que hemos hecho referencia, que no han sido prometidos todavía, pero que se necesitan para cerrar la brecha fiscal.
En resumen, en estos momentos, las autoridades haitianas, para poder funcionar adecuadamente, requieren de un apoyo a su ejecución presupuestaria de 262 millones de dólares, los cuales deben entrar a sus cuentas nacionales antes del mes de septiembre de este año, como hemos indicado.
Esperamos que dentro del marco de esta Cumbre, el Presidente Preval pueda llevar a sus conciudadanos la buena noticia de que ese compromiso ha sido alcanzado aquí, en Punta Cana, República Dominicana.
El Plan de Acción para la Recuperación y el Desarrollo de Haití se divide en cuatro aspectos relacionados con la refundación del país, los cuales se refieren al Eje de Ordenamiento y Desarrollo Territorial; al de Desarrollo Económico; al de Desarrollo Institucional; y al de Desarrollo Social y Recuperación Cultural.
En las distintas mesas de trabajo que se han conformado para la realización de esta Cumbre, podremos ver en detalle las distintas iniciativas y programas que se han contemplado en cada uno de los ejes de desarrollo previstos para la recuperación de Haití.
Cada una de las delegaciones aquí presentes tendrá la oportunidad, en la mesa de trabajo donde decida participar, de expresar la manera en que podrá manifestar su solidaridad con la construcción de un mejor futuro para Haití.
En las relatorías de cada una de las mesas de trabajo, se dejará constancia de los compromisos asumidos, los cuales serán conocidos en la plenaria final de este cónclave.
Desde el primer encuentro realizado aquí, en República Dominicana, el 18 de enero, luego del fenómeno devastador, se ha hecho énfasis, siempre, de que en el centro de este esfuerzo de reconstrucción, se encuentra, por encima de todo, el pueblo haitiano.
Es el pueblo haitiano el único arquitecto de su propio destino. La República Dominicana, como las demás naciones y organismos internacionales aquí representados, no aspiran más que asistirle, ayudarle, acompañarle, en esta titánica tarea de refundación nacional.
Al asumir ese rol, lo único que solicitamos es que el pueblo haitiano pueda hacerlo como un pueblo unido, apelando al ejercicio democrático, a la inclusión de todos los sectores, al empleo de mecanismos transparentes y a la reafirmación de la confianza de la comunidad internacional.
En nombre del Gobierno y del pueblo de la República Dominicana me permito brindarles la más cálida bienvenida a este bello y acogedor centro turístico de Punta Cana.
Esperamos que aquí puedan sentirse como en su propia casa y que puedan ser acogidos con la proverbial hospitalidad y alegría de los dominicanos.
Antes de concluir, sólo quisiera compartir con ustedes lo que para mí ha representado la más tierna, amorosa y sensible expresión de solidaridad manifestada por el pueblo dominicano al hermano pueblo de Haití en su hora de llanto y de tristeza.
Se trata del caso de una humilde mujer dominicana, salida de las entrañas de nuestro pueblo, Sonia Marmolejos, la cual se encuentra aquí entre nosotros, quien ante la tragedia de nuestros vecinos más próximos, tuvo el sentimiento maternal de lactar a varios niños haitianos, ya víctimas de la orfandad.
Por haber realizado, de manera espontánea y natural, un acto de tanto significado y valor humano, queremos, en estos momentos, reconocer, ante toda la comunidad internacional, a esta digna representante de los más profundos sentimientos de solidaridad y fraternidad del pueblo dominicano, otorgándole la Condecoración de la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Caballero.
¡Muchas gracias!