Comic y política: 10 lecturas imprescindibles

ALEXANDRA VALLUGERA, ROGER MATEOS y JOSEP LLÀTZER PÉREZ

La comunicación política es la comunicación que usamos para motivar, cautivar, seducir, convencer y, sobre todo, justificar acciones y posicionamientos previos que queremos transmitir a un público que, habitualmente, ya tiene interés en oírnos y, algunas veces, hasta quiere escucharnos. Con el ruido actual y los miles de mensajes instantáneos que nos asaltan desde cualquier espacio, público y privado, hay formas de comunicación política que son de digestión lenta. Una de ellas es el cómic político. Actualmente, la palabra cómic está en desuso, abandonada como una paria y sustituida por la más intelectual “novela gráfica”.

Pero los cómics son una de las primeras formas de socialización en política de niños y jóvenes. La descripción del entorno de los personajes y superhéroes, sus motivos para luchar contra los malvados, la forma en que se relacionan con sus jefes, familiares, amigos… crean el marco referencial del niño que lee el cómic y que aprende qué tipo de sociedad se debe preservar y contra qué se debe luchar.

Tintín o Astérix transmiten comportamientos políticos. Por ejemplo, Tintín en el país de los Soviets es un cómic anticomunista y Astérix transmite el derecho a la independencia y a la no asimilación por parte de un mundo mucho más violento y homogeneizador como es el imperio romano. Y nadie duda que Tintín y Astérix son cómics para niños, aunque después los adultos disfruten con ellos.

El cómic es para niños y para adultos, según qué nivel de lectura se le dé. Es una herramienta de transmisión de valores, pero al mismo tiempo es un reflejo de los miedos que cada sociedad tiene. Hay personajes que nacen con objetivos de motivación política, como el mismo Capitán América, “el Patriota”. O el Superman soviético. Pero también hay cómics que intentan explicar y comunicar políticamente más allá del condicionamiento infantil. Son los cómics políticos en si mismos.

El cómic transmite información no sólo con los textos, sino también con las imágenes, los colores, las formas de las viñetas, el formato de letra, las onomatopeyas… La cantidad de información que se puede dar no es sólo intelectual, es también emocional: la decisión del dibujante sobre cómo representar las ideas transmite también su posicionamiento en relación a la historia que explica el guionista. Ilustración y guion no son siempre obra de la misma persona, lo que aporta diferentes puntos de vista, aun cuando necesitan ir a una. Además, los personajes, si duran en el tiempo, experimentan evoluciones personales e ideológicas de la mano de los guionistas, que reflejan en sus personajes las nueves percepciones sociales.

Joe Sacco, con Palestina o Gorazde,  o Guy Delisle, con Pyongyang o Jerusalén hacen cómic político, sin ningún lugar a dudas. Pero hay autores que también participan de esta intención de comunicar a partir del cómic cómo son diferentes regímenes políticos o cómo se llegó a determinadas situaciones políticas.

Hay obras maestras del género, imprescindibles para cualquier amante de la política, que permiten acercase al todo desde lo individual, a la historia general desde la particularidad. A partir de las historias individuales de los protagonistas de los cómics, el lector se acerca a la globalidad de la situación. En esto difiere poco de la novela tradicional, pero se refuerza la comunicación a través del dibujo, de los colores, del uso de los recursos gráficos, además de las palabras. Los dibujos de Sacco son feos, con los dientes grandes; en Maus, Spiegelman dibuja a los judíos como ratones, a los polacos como cerdos, a los alemanes como gatos. En Sally Heathcote: Sufragista, dibujado en blanco y negro, los colores violeta, verde y blanco sirven para dar intensidad a las manifestaciones, además del naranja del pelo de Sally.

Esta es una selección de cómics políticos que hemos elegido nosotros, por el placer, el horror, la angustia, la diversión, la reflexión, la emoción que nos han transmitido. Podrían ser otros. Seguro. Pero estos son buenos. Muy buenos.

Superman Rojo. Mark Millar, Dave Johnson y Kilian Plunkett. DC Comics. 2004.

¿Y si, en lugar de estrellarse en un campo de trigo de Kansas, la cápsula espacial en la que viajaba Superman hubiese aterrizado en la estepa ucraniana? ¿Qué habría sucedido si, en lugar de convertirse en un icono de los Estados Unidos, el hijo del planeta Kripton hubiese sido educado en la URSS de Stalin? El guionista Mark Millar se inventa las respuestas en Superman Rojo, un cómic surrealista y sensacional en el que Eisenhower comparece en televisión para alertar a sus conciudadanos de que Moscú dispone de un “superhombre extraterrestre fiel a los ideales comunistas” que dinamita los frágiles equilibrios de la Guerra Fría. La Casa Blanca se encomienda a Lex Luthor: sólo un científico superdotado como él puede ser capaz de alumbrar otro ser con parecidos superpoderes, el “antisuperman”…

Pyongyang. Guy Delisle. Astiberri. 2004.

Para muchos se trata del mejor retrato de la indescifrable Corea del Norte jamás publicado. Su autor, el quebequés Guy Delisle, se instala en Pyongyang para supervisar los trabajos de un estudio de animación y convive durante dos meses con la asfixiante realidad de un régimen empecinado en pisotear cualquier molécula de librepensamiento. Es un relato en primera persona, en el que resulta fácil empatizar con el protagonista, constantemente sometido a la vigilancia de sus “guías”, unos tipos enjutos e impenetrables que no le quitan el ojo de encima. Por sus viñetas en blanco y negro van desfilando escenas de la militarizada vida cotidiana en la Corea comunista, descritas con un humor corrosivo. Y eso es lo que lo convierte en un clásico de la novela gráfica: Delisle consigue explicar la sinrazón de un sistema paranoico desde la sonrisa mordaz.

Partida de cazaEnki Bilal y Pierre Christin. Norma Editorial. 2005.

Año 1983. Una decena de embrutecidos apparatchiki de diferentes países socialistas van llegando en vagones de lujo a una estación de provincias polaca. Con la excusa de homenajear a un veterano revolucionario ruso, esos camaradas del Pacto de Varsovia se reúnen en una mansión en las afueras de Cracovia para comer, beber, charlar y salir de caza. Todos arrastran un pesado cargamento de recuerdos ensangrentados por la guerra, las purgas, las luchas de poder… Han aprendido a sobrevivir a cualquier precio. El cinismo, la arrogancia y el realismo más maquiavélico hace tiempo que han aplastado sus viejos ideales igualitarios. Y entre brindis con vodka y partidas de ajedrez, ese encuentro de aristócratas rojos va haciéndose cada vez más irrespirable. Una obra maestra firmada por uno de los genios del cómic político: Enki Bilal.

300, Frank Miller y Lynn Varley. Norma Editorial. 2006.

Escrito y publicado en 1998 por el célebre dibujante y guionista de cómics Frank Miller, que ha trabajado para los dos gigantes del cómic americano,  Marvel y DC Comics, con la colaboración de Lynn Varley en el color. Este famoso cómic, que debe su éxito en parte a la adaptación cinematográfica que se hizo de él, cuenta el episodio histórico de la batalla de las Termópilas (480 a. C.) que enfrentó a espartanos y persas. Tanto el cómic como la película que de él hizo Zack Snyder en el año 2007 han recibido grandes críticas por su poco rigor histórico y por la imagen que se da al ejército persa, llegando incluso a provocar un incidente diplomático cuando apareció la película. Lo que sí es innegable es la calidad de los dibujos y el formato en el que está publicado el cómic, con ilustraciones a doble página.

La mala gente. Una historia de militantes, Étienne Davodeau. Ponent Mon. 2006.

Este cómic nos lleva a la región francesa de los Mauges, en el oeste del país, en una época que va de la posguerra hasta la llegada al poder de François Mitterrand, el 24 de abril de 1981. Su autor, Étienne Davodeau, ganador de varios premios tanto por esta obra como por otras de géneros dispares, explica en esta novela gráfica la vida de sus padres a modo de entrevista, donde él es el entrevistador. Esta región francesa fue durante esa época una región rural, católica y obrera, poco dada a los cambios. Sus padres, de origen humilde, vivieron y sufrieron allí el nacimiento de la clase obrera y sus penosas condiciones laborales. La historia cuenta su vida durante esos años y su lucha sindical por sus derechos hasta lo que para ellos fue la culminación de su sueño, la llegada de la izquierda al Elíseo. Entrañable obra de muy recomendable lectura.

Persépolis, Marjane Satrapi. Norma Editorial. 2000-2003.

¿Cómo fue la revolución islámica? ¿Cómo se vive como mujer nacida en una familia de clase alta que inicialmente participa de ella y que, posteriormente, ve la revolución islámica desde dentro? Marjane Satrapi cuenta su experiencia, primero como niña y posteriormente como adolescente y adulta, de mujer sometida al régimen de los ayatolás, sin libertad ni individual ni colectiva. La crisis de los rehenes en la embajada estadounidense, la guerra Irán-Irak, la imposición del pensamiento único de los islamistas, sus estudios en Europa donde la ven como una extraña, la falta de pertenencia a ninguna parte cuando vuelve a Irán donde la ven como una occidental… Persépolis está escrito en primera persona ya desde Francia, donde Satrapi se trasladó en ver que en Irán no podría ser libre de ninguna forma. Publicado entre 2000 y 2003, en cuatro tomos, se convirtió en película en 2007.

¡No pasarán!, Vittorio Giardino. Norma Editorial. 2000-2008.

Max Fridman, excombatiente de las Brigadas Internacionales, vuelve a Barcelona en plena guerra civil española para buscar a un amigo desaparecido. Reprende el contacto con sus antiguos camaradas, además de trabar amistad con algunos de los reporteros de guerra, con quien viaja a diferentes puntos del frente. Las luchas internas en el bando republicano, el apoyo nazi e italiano a las tropas alzadas, la traición al POUM, el apoyo único soviético a los republicanos…  Este es un cómic clásico, de los imprescindibles en cualquier biblioteca de cómic político, del dibujante italiano Giardino. ¡No pasarán! está escrita en tres volúmenes que Norma Editorial presenta en una edición integral.

Gorazde, zona protegida, Joe Sacco. Planeta De Agostini. 2005.

Joe Sacco es un periodista que accede a Gorazde en 1995, junto con otros periodistas, en el convoy de Naciones Unidas. Gorazde, como Srebrenica, eran zonas protegidas por los cascos azules de Naciones Unidas, aunque esto no sirvió de nada para la población de Srebrenica. Sacco se relaciona con la población de Gorazde y de otras zonas de Bosnia, como Sarajevo, y cuenta sus impresiones sobre la guerra a través de las palabras de los testigos, de los actos cotidianos, de las dificultades diarias de los ciudadanos de Gorazde. El miedo, el asco, la miseria, la superación, el odio, el perdón, el papel lamentable y perverso que jugaron las Naciones Unidas con los cascos azules, la intervención de la OTAN liderada por Estados Unidos bajo la presidencia de Clinton en esos momentos. Un fresco imprescindible de qué representó la guerra en Bosnia para una población multiétnica que dejó de serlo de golpe.

Vals con Bashir, Ari Folman y David Polonsky.

Sabra y Chatila. ¿Os suena? La masacre de los campos de Sabra y Chatila a manos de las milicias falangistas cristianas maronitas en el Líbano, en 1982, es un episodio de horror. Ari Folman era soldado del ejército israelí en ese momento y estaba en el lugar cuando sucedió, entre el 16 y el 18 de septiembre. Pero hasta que un amigo no le cuenta una pesadilla no recuerda nada de esos días. Un blanco absoluto. A partir de la pesadilla de su amigo decide descubrir qué no recuerda y por qué. ¿Qué pasó en Sabra y Chatila? ¿Quiénes lo hicieron? Pero sobre todo, ¿qué hice, de qué soy responsable y por qué no lo recuerdo? Folman es director de cine y se nota en el dibujo, en la estructura, en los colores, en los diálogos, pero también en las pocas concesiones que se hace a sí mismo y a los demás. De hecho, a diferencia de lo que pasa habitualmente, el cómic es una adaptación de la película. Un cómic imprescindible sobre el Próximo Oriente.

Civil War, Mark Millar y Steve McNiven. Marvel. 2006.

Un reality de superhéroes de segunda división que quieren cazar a unos supervillanos. Una explosión. La muerte de casi 900 personas. Así empieza Civil War. A partir de este suceso, el Gobierno de Estados Unidos instaura el Acta de Registro de Superhumanos. Deben destaparse y ponerse a trabajar para el Gobierno; de lo contrario, serán perseguidos como delincuentes. Ironman lidera el bando de los superhéroes que apoya la ley; el Capitán América, al contrario, es el líder de los que se oponen. Los argumentos son de peso en los dos bandos, pero se resumen en seguridad versus libertad. ¿Quién debe dar las órdenes? ¿Los superhéroes deben estar al servicio del gobierno o deben ser vigilantes también del gobierno, de prevenir sus excesos? ¿A qué punto se ha llegado para que el Capitán América, el Patriota, se rebele contra su gobierno?

Alexandra Vallugera, Roger Mateos y Josep Llàtzer Pérez son politólogos por la Universitat Autònoma de Barcelona (@alexvallbal, @Roger_Mateos y @josepllatzer)

Publicado en Beerderberg

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