ÀLEX COMES
Lo menos importante de lo verdaderamente importante de todo lo que engloba el gran clásico escocés. Una rivalidad que refleja a la sociedad escocesa, o más bien británica, en general en temas políticos, religiosos y sociales creando una atmósfera en cada partido que bien podría hacernos creer que hemos cogido la máquina del tiempo para viajar un par de décadas atrás a la conflictiva Belfast, donde la tensión y el conflicto entre católicos y protestantes, soberanistas y unionistas, republicanos y monárquicos, pro-irlandeses y pro-británicos era diaria. Una rivalidad que podemos trasladar a la realidad de las aficiones del Celtic y del Rangers, un acontecimiento que, tras 4 años de parón tras el descenso administrativo del Glasgow Rangers, ha devuelto uno de los grandes encuentros a nivel europeo a la parroquia británica. Vomitorio 203, Fila 8, Asiento 50, pinta de Tennents y steak and ale pie. Welcome to the Old Firm.
Aquellos que pensáis que el fútbol es solo un deporte donde la política, la cultura o la sociedad no tiene, o no debe de tener, ninguna influencia sobre él, quizás es mejor que dejéis de leer este artículo. Probablemente no os vaya a gustar lo que aquí escribo ya que en Escocia, ni en la mayor parte del universo futbolero, el fútbol no es un ente alejado de quienes somos. Y es que como dijo Bill Shankly, mítico futbolista y entrenador escocés “Hay gente que piensa que el fútbol es una cuestión de vida o muerte, no me gusta esa postura. Es mucho más que eso»
Viajamos a The Paradise, la casa de los “celts”, donde las camisetas con franjas horizontales blanquiverdes y las banderas irlandesas son sagradas. Si tienes el privilegio de asistir a un encuentro en Celtic Park, no te asustes cuando las Green Brigade, los ultras del equipo, empiecen a corear el “Uh Ah Up the Ira” o a ondear diferentes banderas relacionadas con causas independentistas de todo el globo terráqueo. Más allá de este sector de la afición, los seguidores del Celtic de Glasgow son conocidos, más allá de su afición por el bebercio cuando visitan diferentes campos de Europa, por ser católicos irlandeses. De hecho, cada partido que juega el Celtic en su campo un gran número de seguidores viajan desde Irlanda e Irlanda del Norte a Glasgow a ver a jugar a su equipo. Un acontecimiento quincenal que muy pocos equipos del mundo pueden contar.
Y es que no se puede entender la realidad de un club histórico, dejando atrás esas nuevas escuadras millonarias sin corazón ni alma, sin conocer sus inicios. Un club fundado por el Hermano Walfrid, un religioso irlandés, en la Iglesia de Saint Mary, en Calton, un suburbio de Glasgow, el 6 de noviembre de 1887. Un acto fundacional que ha marcado el futuro desarrollo del club y que fue el germen, junto a la gran inmigración irlandesa a tierras escocesas del S.XIX, de la gran diáspora que tiene actualmente el club.
Cogemos el tram y viajamos hacia al oeste y llegamos a Ibrox Park, la cuna de los “bluenoses” o puritanos de Glasgow, donde la Reina Isabel es la persona más venerada para sus aficionados y los colores de la Unión Jack están en todo aquello que se relaciona al Glasgow Rangers, el equipo protestante y unionista de la ciudad más poblada de Escocia.
El club, fundado en 1872 por los hermanos Moses McNeil y Peter McNeil, Peter Campbell, y William McBeath y fue nombrado como un conjunto de rugby inglés. ¿Casualidad? No lo creo, Fue, a principios del S.XX, y en consecuencia a la inmigración masiva de irlandeses a Escocia, se empezó a gestar un sentimiento anti-católico y anti-irlandés en la mayoría de la sociedad. Este hecho, unido al enorme éxito y aceptación que tuvo el Celtic dentro de la comunidad irlandesa y católica, fue uniendo a todos aquellos que rechazaban estos nuevos vecinos dentro de la comunidad del Rangers. Un hecho que durante muchos años se extrapoló a las plantillas de ambos equipos ya que los jugadores protestantes no tenían cabida en los blanquiverdes y los católicos en los azules. Fue, en 1989, cuando el Rangers fichó a Mo Johnston, primer futbolista católico de cierta relevancia desde la Primera Guerra Mundial, y así romper esta regla no escrita dentro de ambos equipos.
Aunque podríamos decir que más que una regla era una imposición de los sectores más radicales de las aficiones, las que, para algunos sectores de la sociedad británica y escocesa, por su sectarismo y su intolerancia no permitía avanzar en términos de integración y normalidad política y social. Pese a los múltiples intentos por parte de la clase política y religiosa escocesa, en conjunto con las directivas de ambos clubes, en tratar de armonizar la situación y poder revertir este clima de tensión permanente dentro del panorama futbolero del país, los objetivos planteados no fueron, ni por asomo, cumplidos.
Esta rivalidad histórica, tuvo un punto de inflexión el 2 de enero de 1971, en el estadio de Ibrox Park, casa de los “Gers” con una tragedia que marcó el futuro del fútbol británico. Ese día, en un Old Firm, en el minuto 90, el Celtic se adelantaba en el marcador, que provocó que un gran número de seguidores del Rangers empezarán a abandonar el estadio antes del pitido final, pero, el destino tenía una carta cruel guardada para este momento, en los últimos segundos del tiempo de descuento, el Rangers empata lo que provoca que las miles de persona que estaban abandonando el estadio en ese momento volviesen al campo, bloqueándose un pasillo y creando un tapón humano que causó la muerte a 66 personas.
Otro de los grandes “hitos” de ambas aficiones sucedió en la final de la Copa de Escocia de 1980, en el estadio de Hampden Park, cuando ambas aficiones invadieron el terreno de juego e iniciaron una batalla campal que llegó a todas las partes del mundo.
Algunos datos significativos de este derby es que para ninguna de las dos aficiones la bandera de Escocia es representativa para ellos, dejando evidente las posiciones políticas de cada afición.
Además, casualmente, las salas de urgencia de los hospitales glasgüenses suelen multiplicar por nueve sus visitas los días de Old Firm, teniendo como una época negra del 96 al 2003 en que se registraron ocho muertes y cientos de agresiones.
Y es que como señaló el escocés más importante del planeta fútbol, Sir Alex Ferguson “ «Hay gente que insiste en que otras rivalidades futbolísticas pueden generar tanta intensidad como los choques entre Rangers y Celtic. Bien, he estado en San Siro, en el derbi de Milán, en Barcelona cuando fue el Real Madrid, he visto el Benfica-Oporto y me he visto envuelto con el Manchester United en partidos contra el City, el Liverpool o el Leeds. Créeme, no hay nada comparable con la atmósfera de un Celtic-Rangers”.
Àlex Comes es politólogo y periodista. Director de Estudio LaBase (@alejandrocomes)
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