ROBERTO PLASENCIA
La desigualdad no se manifiesta solo en términos de ingresos, sino también en las brechas territoriales entre zonas urbanas consolidadas, periferias en crecimiento y comunidades rurales cercanas a las ciudades. Las transferencias monetarias son una parte clave de los sistemas de protección social de los países en LATAM y el Caribe. No obstante, hoy en día los programas sociales no deben solo limitarse a transferencias monetarias; es por ello, que se han ido incorporado estrategias territoriales diferenciadas que atienden las condiciones específicas de cada espacio. Toda vez que, en las zonas urbanas y periurbanas se concentra una parte importante de los retos sociales: accesos limitados a salud, precariedad en vivienda, transporte deficiente y falta de oportunidades de empleo digno. Aquí es donde los programas sociales, si se diseñan con enfoque territorial, pueden marcar la diferencia.
En México, uno de los casos más relevantes es el programa “Salud Casa por Casa”, que acerca servicios preventivos y diagnósticos básicos mediante brigadas médicas a familias en colonias periféricas, zonas marginadas de las ciudades y comunidades rurales en donde la atención primaria es escasa o la infraestructura médica suele ser insuficiente. Este tipo de iniciativas no solo atienden necesidades inmediatas, sino que construyen confianza institucional al estar presentes en la vida cotidiana de las familias.
Por su parte, en el ámbito rural y periurbano, “Sembrando Vida”, aunque concebido como un programa rural, deja lecciones para el ámbito urbano-periurbano: la creación de redes comunitarias, la organización territorial y la generación de ingresos a partir de proyectos sostenibles. Esto, ha permitido no solo la reforestación y producción sostenible, sino también generar empleo y cohesión comunitaria en regiones cercanas a polos urbanos, a su vez, puede ayudar a mitigar la migración y fortalece la seguridad alimentaria. Finalmente, este modelo adaptado a las periferias urbanas, también podría convertirse en una herramienta de cohesión social frente a la fragmentación y la violencia. Asimismo, otros programas como “La Escuela es Nuestra” muestran cómo se atienden desigualdades territoriales: con el propósito de mejora en las condiciones educativas en comunidades marginadas y/o en periferias urbanas con escasas oportunidades.
El caso de España y Europa
En España, la “Estrategia Nacional de Prevención y Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social” 2019–2023 ha buscado integrar una mirada territorial, enfocándose en áreas metropolitanas y barrios conurbados donde la precariedad en vivienda, empleo informal y falta de servicios básicos son más agudos. Ejemplos como los programas de Regeneración Urbana Integral en barrios periféricos de Madrid, Barcelona o Sevilla muestran cómo las políticas de vivienda, empleo y servicios comunitarios se pueden coordinar territorialmente para reducir desigualdades.
En la Unión Europea, iniciativas como la “Cohesión Territorial y los Fondos Estructurales” (FEDER y FSE) han financiado proyectos que combinan bienestar social con regeneración urbana, transporte sostenible y programas de empleo para la juventud en zonas periurbanas. Por ejemplo, en Francia e Italia, existen planes de intervención en “banlieues”[1] y periferias metropolitanas, las cuales han puesto de relieve que los problemas de segregación territorial no son exclusivos de América Latina, sino también de Europa, donde la pobreza se concentra en áreas urbanas marginadas con fuertes tensiones sociales.
Concluyendo, éstas experiencias evidencian que cuando los programas sociales se piensan con enfoques territoriales, no solo logran optimizar recursos y focalizar esfuerzos, sino que generan efectos tangibles en la calidad de vida de la población: acceso a educación, salud, empleo y seguridad alimentaria. Además, permiten medir resultados de manera más precisa, incorporando la percepción de las personas beneficiarias y fortaleciendo la legitimidad de las políticas públicas.
El reto está en seguir integrando programas sociales que no sean solo transferencias económicas, sino que fortalezcan el tejido social, la salud y la participación comunitaria en territorios específicos. En América Latina, organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han propuesto innovaciones como el uso de registros sociales interoperables y la recertificación de elegibilidad para programas de transferencias. En Europa, la agenda se centra en la planificación urbana inclusiva y la cohesión territorial como ejes del bienestar.
Finalmente, para un bienestar social efectivo, se requiere mirar más allá de los indicadores nacionales y reconocer la realidad de cada territorio. Programas en México como “Salud Casa por Casa”, “Sembrando Vida” o “La Escuela es Nuestra”, junto con las estrategias de regeneración urbana en barrios periféricos de España o los proyectos de cohesión territorial financiados por la UE, demuestran que la proximidad con la ciudadanía y la adaptación a contextos locales son esenciales para reducir desigualdades. La verdadera transformación social, en cualquier país, no se logra solo con recursos o infraestructura, sino con políticas que conecten directamente con la vida cotidiana de las personas, fortaleciendo confianza, participación y cohesión comunitaria.
Luis Roberto Plasencia Rodríguez es politólogo y administrador público por la UNAM, con un Máster en Comunicación Política Avanzada en Madrid. Con más de 14 años de experiencia, ha destacado como estratega en campañas políticas, asesor electoral, operador territorial y creador de contenido para redes sociales. Además de especialista en administración municipal y derecho electoral, su trayectoria refleja un firme compromiso con el fortalecimiento del quehacer político y el desarrollo de México. (@Robertoplasenci)
[1] En francés, «banlieue» se refiere a los suburbios de una gran ciudad, a menudo con connotaciones de barrios desfavorecidos y con alta concentración de población inmigrante. Estos barrios, creados en los años 60 para albergar a la clase obrera, a menudo inmigrante, han experimentado problemas de marginalidad, falta de servicios y tensiones sociales.

