Argentina: de coaliciones electorales a coaliciones políticas

JUAN PABLO CASTILLO

Quién siga pensando las elecciones sólo en clave partidaria posiblemente no logre comprender en toda su complejidad la campaña electoral en Argentina. Por tal motivo el artículo tiene como objetivo analizar el proceso electoral recientemente iniciado para elegir el próximo presidente para el período 2020-2024.

El sistema electoral argentino tiene la particularidad de dirimir las candidaturas internas de los partidos políticos en una elección abierta y obligatoria para toda la población -sean o no afiliados- llamada “PASO” (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) donde la ciudadanía define quienes serán los candidatos de cada partido. Luego de esa elección interna se compite de manera definitiva en las elecciones generales.

Ahora bien, la condición para que la fórmula sea declarada ganadora deberá haber obtenido más del 45% de los votos afirmativos o por lo menos el 40% de los votos y una diferencia porcentual mayor a 10 puntos con respecto a la fórmula que le sigue en cantidad de votos. En caso de eso no suceda, se define en un ballotage entre los dos primeros.

Cualquiera que observe este proceso notará que tenemos por delante varias instancias electorales hasta conocer quién será el próximo presidente argentino. El calendario ha quedado definido de la siguiente manera: PASO el 11 de agosto, las generales el 27 de octubre y un eventual ballotage el 24 de noviembre.

Para entender el sentido de la contienda electoral que se avecina debemos ir hacia el 2017 en la medida que ese año marca un punto de inflexión y da inicio al proceso que va a devenir en el escenario presente.

Concretamente fue allí cuando el gobierno de Mauricio Macri comenzó a poner en práctica el “fin de gradualismo” (fuerte proceso de reducción del gasto público. Durante los dos primeros años de la gestión se discutió si debía hacerse de manera gradual o por vías de shock) y se profundizó una agenda más intensa en materia de seguridad, reformas institucionales y de política exterior -siendo el caso más visible y paradigmático su posicionamiento frente a Venezuela-. Así, inició una reconfiguración del mapa político sobre esos ejes.

Otra particularidad del sistema político argentino que debemos tener en cuenta es el “desdoblamiento” electoral de las provincias ¿Qué es el desdoblamiento? Son las elecciones provinciales en una fecha diferente a la elección presidencial fijadas por los propios Gobernadores.

Traemos a cuenta este elemento porque diversos analistas de la política argentina realizan una proyección electoral a nivel nacional teniendo como indicador las sucesivas derrotas que el gobierno nacional viene sufriendo en las elecciones provinciales. En este momento viene perdiendo en once distritos y ganando en dos. No obstante y de acuerdo a lo que aquí se plantea ese razonamiento poco tendrá que ver con lo que pase a nivel nacional. Por tanto, tomar como indicador del proceso político nacional lo ocurrido en las provincias será un error por cinco motivos:

1) Cada provincia tuvo sus propios calendarios electorales de acuerdo a las propias realidades políticas regionales.

2) Los alineamientos nacionales se van produciendo post resultados electorales, no antes y solo de provincias de menor peso electoral[1]

3) En las legislaturas nacionales los gobiernos provinciales que desdoblaron las elecciones acompañaron políticamente el proceso de reformas económicas iniciado por la administración nacional.

4) La política nacional no fue el eje de las agendas de quienes resultaron ganadores en los comicios provinciales. Si bien la economía nacional forma parte de las realidades de los votantes, ninguna campaña provincial ganadora estuvo anclada en eso, sino más bien en las realidades y potencialidades económicas de las propias provincias.

5) Los temas que se pusieron en discusión dentro de la agenda pública y motorizaron el resultado electoral estuvieron anclados en contrastes planteados desde las propias agendas provinciales, con candidatos provinciales y locales junto con estrategias electorales propias provinciales y locales y no desde una coalición política nacional con ejes nacionales.

En concreto, es incorrecto proyectar que el liderazgo de Mauricio Macri o el de Cristina Kirchner estuvieron en juego en las elecciones provinciales.

 

Rompiendo moldes

Un factor adicional que tiene actualmente el proceso político argentino ha sido su capacidad de romper con todos los manuales conocidos. Detallo a continuación tres hechos que han sido muy llamativos al respecto.

El primero ha sido que la principal fórmula opositora se conformó sobre una decisión inédita en la historia: fue el vicepresidente quien anunció mediante un video difundido en las redes sociales que ocuparía dicho lugar y haciendo pública su decisión de quién había elegido para el cargo de presidente. Este fue el caso de la fórmula integrada por la ex presidenta Cristina Kirchner -actual candidata a vicepresidente- y Alberto Fernández -actual candidato a presidente-.

El segundo hecho tiene que ver con la centralidad que cobraron dos grandes representantes de “la rosca política tradicional” y reconocidos por su posición más cercana al establishment económico como son Alberto Fernández y Miguel Ángel Pichetto.  Ambos provienen del Partido Justicialista, pero se encuentran enfrentados en la fórmula oficialista y la principal oposición. La elección de ellos provocó una fuerte disrupción en el mapa político debido a que Alberto Fernández es una persona muy crítica de la ex presidenta Cristina Kirchner, mientras que Miguel Pichetto fue jefe del bloque de senadores durante los años en que gobernaron los Kirchner en Argentina.

El tercer hecho llamativo es que no sucede lo que viene aconteciendo en el resto de las democracias de occidente con la irrupción nuevos actores o movimientos sociales: los famosos “outsiders” de la política.

Recordemos que el fenómeno de los “outsiders” es cada vez más común en las democracias occidentales producto de la falta credibilidad de los políticos tradicionales, generando que personajes de otros ámbitos comiencen a involucrarse directamente en los procesos electorales como candidatos, conformando partidos políticos o nuevas coaliciones y asumiendo liderazgos con una ideología muy marcada. Como parte de este fenómeno encontramos famosos, empresarios, deportistas, militares o jóvenes nacidos de movimientos radicalizados o con pensamientos “políticamente incorrectos” frente a temas como la inmigración, la economía, el medioambiente o la moral pública.

Es importante destacar que este tipo de emergentes políticos no necesariamente deben de ser interpretados desde las categorías de “izquierda” o “derecha” porque existen casos como Jair Bolsonaro en Brasil, Alexandria Ocasio Cortéz en EEUU o Santiago Abascal en España que presentan formas de pensar absolutamente diferentes en todos los casos.

Ahora bien, aclaremos que esto no implica que la retórica de tipo “outsider” no sea interpelada en el contexto argentino, dado que en principio se observa que dicho discurso lo está encarnando Miguel Pichetto. Si bien podríamos ubicar en la categoría de outsider al economista y candidato José Luis Espert, no creemos que cobre relevancia en materia electoral.

En síntesis, la centralidad obtenida por Alberto Fernández y Miguel Pichetto reviste de importancia para el análisis en la medida que son el factor que consolida la polarización electoral ya que la conformación de las fórmulas tuvo dos efectos en el mapa político:

  • Desarticularon al espacio llamado Alternativa Federal que pretendía consolidarse como una “fuerza del medio”.
  • Consolidaron los liderazgos electorales de Mauricio Macri y Cristina Kirchner.

Por este motivo podemos ver que los espacios que buscaron posicionarse frente a la agenda pública nacional remitiéndose a la lógica moderada de “corregir lo que haya que corregir y dejar lo que se ha hecho bien” quedaron básicamente reducidos a una cuestión meramente electoral y no política ¿Qué significa esto? Este espacio político que fue creado desde el “punto de vista electoral” terminó discutiendo “formas” en un contexto donde la discusión no es de “formas”, sino de fondo. He aquí su fragilidad y posible bajo rendimiento electoral.

En consecuencia, se aproxima una campaña fuertemente “política” y no solamente “electoral” dado que el ordenamiento producido rompió con las lógicas partidarias tradicionales y conformó verdaderas coaliciones con pensamientos bien diferenciados desde el punto de vista político, geopolítico, discursivo y de las formas.

 

El “efecto Pichetto” y la política salen a la cancha

Aún es prematuro medir el resultado que tendrán las fórmulas en el electorado no sólo porque las campañas políticas están recién iniciando su recorrido, sino también porque aún resta sumar otro dato que no es menor; el proceso de construcción de una oposición articulada a nivel nacional aún no está organizado -sino por el contrario- los alineamientos a nivel nacional de algunos gobernadores opositores se están empezando a cristalizar solo al finalizar las elecciones provinciales y el “efecto Pichetto” recién comienza a ser visible dentro del escenario político. ¿Qué significa ese efecto?

El “efecto Pichetto” implica una interrupción inesperada dentro del escenario electoral impactando desde dos aspectos; por un lado, produjo dentro de la agenda pública que el “factor político” cobre un peso superlativo por sobre las discusiones económicas. Y por otro, la relación preexistente entre Pichetto y los gobernadores peronistas puede constituirse como un factor de representación de intereses federales a pesar de no hacerse explícito un acuerdo.

La centralidad que hemos señalado que tomaron dos “operadores políticos” de la talla de Alberto Fernández y Miguel Pichetto nos permite intuir que el peso de la política irá in crescendo y, por lo tanto, presenta un escenario favorable para la agenda que el actual gobierno pretende poner sobre la mesa, corroborando en principio que la decisión tomada ha sido un acierto producto de poder llevar el eje de la discusión al lugar donde el gobierno puede hacerse fuerte y no en el terreno estrictamente económico que es lugar donde la oposición quiere llevarlo.

Sin dudas que será allí donde estará puesto el eje de ambas campañas. De todas maneras, considero que la definición clásica de la política como “el arte de lo imposible”, debe ser actualizada como “el arte de lo imprevisible”, dado que nuestro país nos viene sorprendiendo día a día, demostrando que aún está todo por escribirse.

 

Juan Pablo Castillo es Sociólogo especializado en Investigación de Mercado, Análisis y Procesamiento de Datos. (@jotapecastillo)

Imagen extraída de Perfil.com

 

[1] Las provincias con mayor peso electoral son Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Santa Fe. El caso de Buenos Aires no desdobló la elección produciéndose la elección el mismo día de la elección nacional, recordemos que la Gobernadora Eugenia Vidal forma parte del mismo sector que el actual presidente. La provincia de Córdoba ya tuvo su elección y quien resultó ganador, Juan Schiaretti, declaró que no va apoyar a ningún candidato presidencial ya que su apuesta a un espacio político nacional quedó sin efecto, de todas maneras su decisión de “no apoyar” a ninguno siendo un gobernador peronista es un apoyo implícito al gobierno de Mauricio Macri. La provincia de Mendoza aún se encuentra en pleno proceso electoral, pero es una provincia aliada a la gestión nacional. Por último, Santa Fe puede ser una excepción de esto dado que aún no está del todo claro su posición producto de que el gobernador electo, Omar Perotti, no se pronunció sobre la política nacional. Solo la vicegobernadora electa lo hizo en apoyo a la fórmula opositora de Fernández-Fernández.